Campo pagado en Prensa Libre

En la página 30 del diario Prensa Libre del domingo 10 del mes en curso, en un espacio preferencial y sólo dos páginas mas adelante de la Sección Editorial (porque así lo ordenó José Eduardo Zarco, uno de los socios de la empresa de ese medio de comunicación) en una página completa de Campo Pagado, con un título en letras grandes y muy negras que dice NO FUE SUICIDIO, junto a un dibujo o sketch de los rasgos del rostro fantasmagórico del desaparecido poeta Hugo Arce, y a manera de firma el logotipo de esa inmundo pasquín que se llama …Y qué? y se autocalifica de ?insolente como la verdad?, cuando la verdad jamás es insolente, sino siempre es respetable, donde Hugo Arce publicó hace poco tiempo un libelo que más adelante voy a tener la satisfacción de comentar -¡con mucho gusto!- porque ya son demasiadas las majaderías y estupideces que he soportado en silencio del dueño de ese asqueroso engendro, y ya ha llegado el momento de decirle un par de cosas para ponerlo en su lugar, de una vez por todas.

Me llama mucho la atención -pero no me sorprende- que la empresa de Prensa Libre, cuyo pretencioso eslogan es ?Un periodismo independiente, honrado y digno? y exige llenar tantos requisitos a cualquier persona que quiera publicar algo en Campo Pagado, como dejar en depósito el valor de todos los probables derechos de respuesta que pueda ocasionar, no haya exigido a Zarco esto mismo sólo por el hecho de ser condueño de esa empresa, gracias a que heredó unas cuantas acciones que le dejó su madre adoptiva, señora Teresa Bolaños viuda de Zarco, en fideicomiso poco tiempo antes de morir. Lo hizo en un fideicomiso para que el tarambana de su hijo adoptivo no pueda dilapidar en mariguana, cocaína o crack lo que éstas valen, para lo cual (por idea mía, por cierto) “la Tere” contrató los servicios profesionales del abogado Eduardo Palomo Escobar para que redactase el
fideoicomiso y nombró a personas de toda su confianza, como su gran amiga Siang Aguado de Seidner y a su hijo Emmanuel, para que cuidasen de que éste se cumpliese estrictamente, pero últimamente me he enterado de que estas personas ya renunciaron de ser guardianes del fideicomiso por no querer continuar soportando más tiempo las constantes majaderías de Zarco exigiéndoles que le den más dinero, pero no le dieron gusto para impedir que pueda dilapidarlo en drogas mientras radica en Miami. Primero vivía con una mujer casada que en un tiempo fue guapa y le puso los cuernos a su marido primero con el ex presidente De León Carpio (justamente apodado “huevos tibios”) y luego con Zarco. Pero el marido se divorció cuando se cansó de llevar tantos cuernos como un alce y me dicen que ahora ella se quedó sin el mico y sin la montera. También a esa pobre mujer le pagó mal Zarco cuando la sacó de su casa en Miami y se enredó con otra mujer que trajo de Monterrey (México). Es numerosa la lista de mujeres que han sufrido las consecuencias de haber creído alguna vez en el amor que les dijo que les tenía ese pobre diablo que como periodista es un confirmado fracasado tanto en los medios escritos como en los televisivos.
En un tiempo pasado Zarco se decía mi amigo y yo hice lo posible por serlo de él, pero comprobé que eso es imposible. La última vez que la emprendió injustamente contra mí fue porque no tuvo la capacidad intelectual para comprender que en un artículo que publiqué, cuando regresó al periodismo después de haber pasado una larga temporada en Miami tratando de rehabilitarse, expresé que no hay razón para que se avergonzara tanto porque en la historia de la literatura ha habido muchos poetas y escritores que han sido adictos al alcohol, como el gran poeta y periodista nicaragüense Rubén Darío y tantos otros, o adictos a las drogas, como el genial poeta francés Charles Baudelaire, quien entre otras cosas escribió las “Las flores del mal”, que dice en su primera parte:

El demonio se agita a mi lado sin cesar;
flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento como quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.

A veces toma, conocedor de mi amor al arte,
la forma de la más seductora mujer,
y bajo especiales pretextos hipócritas
acostumbra mi gusto a nefandos placeres.

Así me conduce, lejos de la mirada de Dios,
jadeante y destrozado de fatiga, al centro
de las llanuras del hastío, profundas y desiertas,

y lanza a mis ojos, llenos de confusión,
sucias vestiduras, heridas abiertas,
¡y el aderezo sangriento de la destrucción!

Pero Zarco es tan imbécil, o las drogas le han dañado tanto el cerebro que lo interpretó mal y creyó que en vez de tratar de ayudarle lo estaba criticando por el hecho de ser adicto a las drogas… ¡y se enfureció contra mí el pendejo!. Por eso acogió con mucha alegría que Arce publicase en su revista un artículo mentiroso, calumnioso y ofensivo en contra de mí, calificándome como lo peor que hay. En esos días no quise contestarles a Zarco y a Arce, porque esperaba una mejor oportunidad para hacerlo. Sin embargo, la gente sencilla del campo dice que “Dios tarda pero no olvida”, y este artículo lo comprueba.
Comienza el Campo Pagado por exigir ?a las autoridades correspondientes y al nuevo gobierno que recién tomó posesión, que esclarezcan profesional y satisfactoriamente (sic) lo ocurrido en la habitación 815 del hotel Conquistador Ramada el 23 de enero del presente año?, o sea la trágica muerte de quien identifican como su ?amigo y columnista?, Hugo Arce.
Tienen derecho a exigirlo, desde luego, no sólo porque todos los casos como éste deben ser investigados exhaustivamente por el Ministerio Público hasta comprobar qué fue realmente lo que ocurrió y deducir las responsabilidades legales, si las hubiere, sino porque se le ha tratado de dar un absurdo sesgo político y se ha llegado al extremo de insinuar que pudo haber tenido algo que ver en esto la señora Sandra Torres Casanova de Colom, esposa del Presidente de la República y como tal denominada “Primera Dama del país”.
Continúa diciendo el Campo Pagado: ?Basados en un trabajo de investigación periodística (y ni siquiera muy a fondo) estamos convencidos que las pruebas que hemos encontrado y que son ya propiedad de la opinión pública, evidencian que suicidio definitivamente no fue, y hacerlo aparecer así es un insulto a la inteligencia de los guatemaltecos, y en particular a la de quienes trabajamos a su lado, y que conocimos su valentía, coraje, pensamiento, y su amor por la vida?.
¿En qué quedamos, por fin? Por un lado la asquerosa revista ?exige a las autoridades y al gobierno que esclarezcan “profesional y satisfactoriamente” (sic) lo ocurrido?, pero por otro lado afirma categóricamente que Arce no se suicidó y que ?hacerlo aparecer así es un insulto a la inteligencia de los guatemaltecos?. Además, agrega a continuación un inmerecido panegírico al desaparecido poeta porque no hay ninguna valentía ni coraje en andar calumniando y difamando cobardemente por la prensa a muchas personas y, en particular. a una dama como la esposa del presidente Álvaro Colom. Ni tampoco hay valentía alguna en andar siempre amenazando con un arma de fuego a diestra y siniestra o con “romper la cara” a cualquiera. A mí me trató de causar miedo una vez, pero nunca pudo lograrlo. Eso es de sicarios, o de matones, o de perdona vidas.
Recuerdo que en una reunión en que él afirmó con vanagloria que su vena poética era genética por su parentesco cercano con el excelente columnista, poeta y dramaturgo Manuel José Arce, una persona que se encontraba presente comentó que ese bien recordado valor de nuestra literatura no reconocía ese parentesco y afirmaba que no eran parientes, él se enfureció tanto que sacó a relucir su revólver para amenazar con él a quien lo dijo. Por lo cual yo intervine y le hice ver que no era para tanto, que no fregara, que se guardara su pistola. Pero él, con el rostro muy pálido por el disgusto que estaba sufriendo, respondió que le ofendía que cualquiera pudiese dudar de su identidad familiar. Estuvo a punto de disparar su pistola a quien se atrevió a decirle eso. Y como no se lo permití, amenazó con “romper la cara” a esa persona, a pesar de que tenía muchos más años que él. Pero él no sentía ningún respeto por los años de sus mayores sino se burlaba de sus ellos, como si fuese vergonzoso o dolectivo llegar a viejo. Arce se pasó la vida amenazando con ?romper la cara? a cualquiera. No creo que eso lo haga un valiente.
Sin embargo, para que se vea cómo son las cosas de la vida, ayer recibí el siguiente correo electrónico que publico sin hacer comentarios:
De: poitevarce@guate.net.gt
Motivo: Aclaración
Fecha: 13 de febrero de 2008
Estimado señor Palmieri:
Me hubiera gustado poner alguna anotación en el Blog que usted publica diariamente, para aclarar desde ahí que la familia Arce, originaria de San Salvador, no tiene ninguna relación de parentesco con el señor Hugo Arce. Ya que no hay sitio para esto, recurrí a la dirección electrónica que mi esposo tenía guardada en su directorio. No sólo se nos relaciona por llevar el mismo apellido, sino que él, solía decir que ese vínculo existía, lo cual es absolutamente falso. La familia nuestra se asentó en Guatemala cuando mi abuelo Pedro Arce y Rubio se casó con Mercedes Valladares, de cuya unión nacieron Pedro, Mercedes y Manuel José. Conocemos perfectamente la descendencia de cada uno de ellos y de los demás parientes consanguíneos en El Salvador y no hay posibilidad de relación con la familia de Hugo Arce. Creo, incluso, que parte de los conflictos de personalidad de este señor, se derivaban de su desconocimiento acerca de sus propios orígenes. El hecho de que escribiera y a mi juicio intentara sin éxito imitar el estilo de Manuel José, ha hecho que se de por sentado que existe parentesco entre ellos y nosotros. Tengo entendido que él estaba emparentado con la familia Arce Behrens y, aunque tanto mi padre como Manuel José, mi primo, los trataron con simpatía y afecto, no son parientes nuestros.
Le agradezco la atención que se sirva prestar a esta aclaración y aprovecho para saludarlo cordialmente y desearle que continúe cosechando éxitos en el ejercicio de su profesión.
Atentamente,
Eugenia Arce v. de Poitevin
No creo que sea necesario hacer un comentario.
Después dice hipócritamente el Campo Pagado que esa muerte debe ser resuelta ?en particular por la buena imagen de la Primera Dama, quien ha sido viciosamente acusada de ejercer presión psicológica en Hugo Arce que nos resulta risible puesto que si alguien estaba acostumbrado a vivir con presiones, amenazas y persecuciones mucho más severas, era el mismo Hugo, por lo que tan sólo sugerir que debido a ese factor se arrancó la vida nos resulta una afrenta hacia (sic) la memoria de Arce y un intento de muy poca altura de parte de quienes lo han insinuado?. Y concluye afirmando que ?ya se dice en varios lugares de la república? que Hugo Arce fue ?suicidado?.
En primer lugar, han sido ellos, los amigos de Arce -y nadie más- quienes han insinuado viciosamente la sospecha de que la esposa del presidente haya tenido algo que ver en esta tragedia. En segundo lugar, ¿cuáles son esos ?varios lugares de la república? en los que ?ya se dice? que Arce ?fue suicidado?? ¿Quiénes lo dicen? Quienes hemos llegado a la conclusión de que lo más probable es que haya sido un suicidio y no un homicidio hemos sido unos periodistas que hemos hecho un análisis de lo que rodea a este trágico episodio. Yo entre ellos.
En el siguiente párrafo hacen ?un llamado a la Sociedad Interamericana de Prensa y al Procurador de los Derechos Humanos? para que ?respalden? ese ?requerimiento? y hacen ?un llamado de solidaridad? a la prensa nacional y agregan ?ya que si bien Hugo no era santo de la devoción de la mayoría de los medios de comunicación del país, era un miembro importante de nuestro gremio?.
Tienen razón en que Arce no fue ?santo de la devoción? de ninguno de los medios de comunicación serios y responsables, por más que es evidente que lo fue y aún lo es de ese asqueroso pasquín en cuyas páginas que me calumnió, difamó e insultó todo lo que quiso para tratar de provocarme a responderle y mejorar la circulación de esa inmunda revista. Pero lo que no se puede afirmar es que haya sido ?un miembro importante de nuestro gremio?, porque durante su vida jamás tuvo la menor importancia. Tiene más importancia y merece más atención ahora que, en opinión de quienes no somos sus amigos, se ha suicidado porque estaba demasiado atribulado porque no encontraba ningún medio de comunicación que le diese un espacio para poder evacuar su veneno, estaba desesperado porque no veía una luz en su horizonte, no tenía dinero y se dice que para poder dejar algo de herencia a sus hijas, se había asegurado para que la compañía aseguradora provea a sus hijas de lo que él no tenía para heredarles, porque el pobre ya no tenía ni para costear la próxima boda de su hija mayor y no quiso enfrentarse a esa crítica situación. (Continuará)

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