Hoy es el DIA DEL EJÉRCITO

Pobres los pueblos que ignoran la historia de su patria y menosprecian a sus héroes y a los dirigentes y figuras populares, porque no sienten orgullo por los hechos que deberían enaltecerles. Los países que no tienen héroes, ni figuras estelares populares, o los menosprecian, tienen demasiado baja su autoestima y por eso viven en constante depresión, lo cual es la razón de que todo les parezca mal porque todo lo ven mal. Lamentablemente, los guatemaltecos no sólo ignoramos la historia de nuestra patria, sino además tenemos la tendencia a desprestigiar a todos nuestros protagonistas, aún a aquellos que han sido autores de hechos que son trascendentales en nuestro desarrollo. Somos un pueblo sin héroes, ni figuras estelares, con excepción del afortunado cantaautor Ricardo Arjona, quien tuvo que irse al extranjero para triunfar y ahora que es ya adinerado y famoso vive en México, porque sabe que “los mitos viven lejos” y si viviese aquí probablemente se le criticaría hasta la manera de andar.
Nuestros grandes valores literarios Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, Augusto “Tito” Monterroso, Otto Raúl González y Carlos Illescas tuvieron que irse al extranjero para triunfar y para que aqui se reconociese lo que valen. No hay mal que para bien no venga, y el exilio les sirvió para lograrlo. Lo mismo puede decirse de nuestro gran pintor Carlos Mérida, quien triunfó y fue reconocido en México, donde vivió. Otros valores como ellos que permanecieron en Guatemala no han triunfado ni han sido reconocidos de igual manera.
Llegamos a tal extremo que nos burlamos con menosprecio hasta del legendario Tecún Umán porque se dice que creyó que el capitán español Pedro de Alvarado y su caballo eran parte de lo mismo y atacó al corcel creyendo que así iba a matar al jinete, o sencillamente negamos que algún día realmente existió. Desprestigiamos y descalificamos a nuestros próceres de la Independencia cuando decimos que se desprendieron de España solo para no pagar impuestos y no por obtener la libertad. No damos ni el más mínimo mérito a ningún personaje en nuestra Historia, el gobernante que no ha sido imbécil ha sido dictador, o ha sido corrupto y ladrón, al extremo que hoy dos de ellos -Jorge Serrano Elías y Alfonso Portillo- están viviendo en el exilio, el primero en Panamá y el segundo en México, y se les quiere extraditar para meterles en la cárcel.
Para todo observamos una actitud tan negativa que no sólo ignoramos lo que podría enaltecernos, sino desprestigiamos por igual tanto a los liberales como a los conservadores que nos han gobernado. Es evidente que los guatemaltecos creemos que es indicio de que tenemos libertad el hecho de menospreciar y burlarnos despiadadamente de unos y otros. Es triste que debido a esa actitud tan negativa y autodestructiva, en vez de enaltecer a quienes lo merecen ?que los ha habido en nuestra Historia pasada y aún los hay en nuestra vida contemporánea actual-, porque en nuestro comportamiento adoptamos como himno ?La Chalana?, la canción de guerra de la huelga universitaria de Dolores que se ríe “en sonora carcajada” de los liberales y de los conservadores y declara que aquí unos y otros “son, son, son… una mierda?.
o más grave es que, como consecuencia, es tan baja nuestra autoestima, que creemos que aquí no vale nada, ni nadie, porque en nuestra ignorancia no reconocemos ningún mérito en las demás personas y siempre menospreciamos a todo lo que es nuestro y desprestigiamos hasta con las más cobardes calumnias a los protagonistas de nuestra vida pasada y presente. Y creemos que es verdad lo que dice el tango argentino ?Cambalache?, que comienza cantando que ?el mundo fue y será una porquería? y no hay nada que le merezca respeto.
Por una disposición gubernamental de un gobierno del pasado, se estableció que los días 30 de junio de todos los años se debe celebrar en nuestro país el Día del Ejército, en conmemoración a que el 30 de junio de 1871 ?hoy hace 137 años-, entró triunfante a la capital la Revolución Liberal que encabezaron los generales Miguel García Granados (1809-1878) y Justo Rufino Barrios (1845-1865), después de haber derrotado en la batalla de Totonicapán, el 23 de junio, y seis días más tarde en San Juan Sacatepéquez, a las tropas del gobierno dictatorial, conservador del cruel y sanguinario mariscal de campo Vicente Cerna (1814-1865), a quien en su lecho de muerte el analfabeto, conservador, también cruel y sanguinario presidente vitalicio, general Rafael Carrera, había designado su sucesor y aún estando muerto su última voluntad fue obedecida por un congreso servil.
Por cierto que los restos mortales de Rafael Carrera están enterrados en la bóveda de la Catedral Metropolitana, como si hubiese sido un gran mandatario, y es bien sabido que su “digno” heredero, el mariscal Cerna, todos los días asistía a misa y comulgaba, además de que sus más influyentes consejeros eran los curas jesuítas. No en vano los expulsó del país “el Reformador” Justo Rufino Barrios.
La Reforma Liberal que trajo a nuestro país la Revolución de los generales Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios estaba inspirada en la Reforma Liberal que estableció en México el Benemérito de las Américas, don Benito Juárez, y marcó cambios de enorme trascendencia en la Historia del admirado vecino país, como los marcó también en la nuestra, y uno de ellos fue haber fundado el Ejército Nacional un día como hoy, precisamente, el 30 de junio.
Es muy triste que en Guatemala prive la actitud de que se cataloga como malo y negativo absolutamente todo lo que se refiere a nuestro Ejército, aunque haya muchas otras razones para aplaudir lo que en su historia ha habido de bueno y positivo. Uno de los hechos que predominan para señalar lo que se considera negativo de nuestra Institución Armada fue que, obedeciendo lo que establecía y ordenaba la Constitución de la República que entonces estaba vigente, combatió y reprimió a la subversión guerrillera de tendencia comunista patrocinada abiertamente por el dictador comunista cubano Fidel Castro y apoyaban bajo la mesa los gobiernos de los países escandinavos.
La subversión guerrillera fracasó en su nefasto propósito de establecer en nuestro país un régimen de corte comunista, porque el Ejército se lo impidió. ¡Gracias a Dios!
Y, como es lógico que suceda en todas las guerras, el conflicto armado causó un buen número de muertos, no sólo en la Institución Armada, sino también en la subversión. Pero en las pláticas para los acuerdos de paz y en el documento de la Paz Firme y Duradera, el Ejército que había ganado la guerra en el campo de batalla, la perdió en las mesas de paz.
Debido a esta inconcebible incongruencia histórica, vemos que actualmente se les está pagando “indemnizaciones” a los deudos de quienes fueron parte de la subversión que violó las leyes y destruyó la infraestructura, secuestró y asesinó a numerosos compatriotas, tanto militares como civiles, mientras se condena indiscriminadamente al Ejército en general por haber cumplido con su deber al acatar los mandatos de la Constitución y haber hecho lo que correspondía para impedir que se impusiera un régimen al estilo de Cuba o Nicaragua. En días recién pasados se ?indemnizó? a los deudos de quienes invadieron y tomaron por asalto las oficinas de la embajada de España el 31 de enero de 1980, lo cual fue la causa de la tragedia que se produjo cuando se quemaron las bombas molotov que ellos mismos llevaban y lanzaron contra los policías. ¡Qué absurdo contrasentido! ¡”Indemnizar” a los descendientes de los delincuentes que causaron esa lamentable tragedia en la que murieron quemadas 36 personas!
No satisfechos con esto, los partidarios y los deudos de la subversión, que fue la causante de la guerra y produjo como consecuencia tantos muertos y heridos, con la firma de la paz lograron obtener posiciones de poder que les han permitido imponer sus caprichos, y uno de ellos ha sido disminuir al Ejército y desprestigiarlo, al extremo de que han impedido que hoy se lleve a cabo el acostumbrado desfile militar por las calles del centro de la ciudad para celebrar el Día del Ejército. ¡No hay derecho!
Es un hecho innegable que en las filas del Ejército ha habido malos elementos, pero en todas las organizaciones hay tanto elementos buenos como elementos malos, y no por eso se puede decir que todos sean malos. Como en todas partes, en Guatemala ha habido y hay buenos y malos médicos, buenos y malos abogados, buenos y malos ingenieros, buenos y malos policías, buenos y malos periodistas, buenos y malos militares, etcétera.
El gobierno civil que presidieron los licenciados Julio César Méndez Montenegro y Clemente Marroquín Rojas, no pudo enfrentarse a la subversión guerrillera y se corría el riego de que el país cayese en poder de quienes querían imponer un régimen comunista, lo cual estaba claramente prohibido en la Constitución y, ante este temor ampliamente compartido, el pueblo eligió por mayoría aplastante para Presidente de la República al general Carlos Manuel Arana Osorio, quien ya había demostrado en el oriente del país que tenía la capacidad para derrotar a la subversión. Y durante ese régimen se implantó durante largo tiempo el Estado de Sitio para poder seguir combatiendo a las fuerzas subversivas. Por lo que para sustituirle decidieron que la institución armada continuase en el ejercicio del poder por medio de sus sucesivos ministros de la Defensa. Y así llegó primero el general Kjell Laugerud García y después el Romeo general Lucas García, quien cuando era Presidente de la República tuvo la intención de que le sucediese un civil, y trató de convencer de ponerse de acuerdo para escoger a la persona más idónea a los dirigentes de los partidos políticos, pero estos nunca lograron llegar a un acuerdo para escoger un candidato civil, y así fue como surgió la candidatura del general Ángel Aníbal Guevara Rodríguez, quien hasta poco tiempo antes había sido ministro de la Defensa. Cuando este militar ganó las elecciones ?porque en verdad las ganó- se produjo el golpe de los militares jóvenes que pusieron en la presidencia al general retirado Efráin Ríos Montt y a los coroneles Maldonado Shaad y Gordillo Martínez, triunvirato que pronto se rompió cuando Ríos Montt se constituyó en dictador. Y cuando éste fue destituido por la propia institución armada, fue nombrado en su lugar el general Óscar Humberto Mejía Víctores, quien exigió a los civiles que se escribiese cuanto antes la Constitución que hoy está vigente y se llamase a elecciones, las cuales fueron libres, porque estaba consciente de que el Ejército había cometido el error histórico de perpetuarse en el poder demasiado tiempo y ya era hora de soltar la brasa caliente y dejar que los civiles les sustituyesen en el mando. Así fue como ganó las elecciones el licenciado Marco Vinicio Cerezo Arévalo, candidato del partido Democracia Cristiana Guatemalteca. Por otra parte, han sido valiosos los servicios que el Ejército ha prestado al país, especialmente en situaciones tan críticas, como lo fue el terremoto del 4 de febrero de 1976. Quienes no lo vivieron lo ignoran, pero los viejos como yo lo vivimos y sabemos que de no haber sido por la entrega total y el incansable trabajo de los miembros de la Institución Armada, con el Presidente de la República, general Kjell Eugenio Laugerud García y el general Romeo Lucas García, ministro de la Defensa y presidente del Comité de Emergencia, a la cabeza, tengan por seguro que Guatemala no habría podido ponerse de pie y levantarse en tan corto tiempo como lo hizo de no haber sido por el Ejército. Eso lo sabemos muy bien quienes lo vivimos. Pero, lamentablemente, es evidente que lo han olvidado algunos de los que lo sufrieron, y otros lo ignoran porque aún no habían nacido o estaban demasiado pequeños para darse cuenta.
Y en todos los demás desastres naturales también ha sido esencial la ayuda del Ejército y sería bueno que lo recordásemos. Por eso es que digo que no se puede condenar a todo el Ejército sólo por algunos malos elementos y ciertos errores y abusos de poder.
Por todo lo anteriormente expuesto, por este medio protesto por la injusticia histórica que se está cometiendo al no permitir el acostumbrado desfile militar y saludo a la institución armada que, si bien algunos de sus miembros han cometido abusos del poder, otros también han hecho muchas cosas que merecen nuestro reconocimiento y aplauso. Como en todo en la vida, no está bien que se quiera que los justos paguen también como los pecadores. Si se quiere ver lo que hay de malo en una institución como el Ejército, también debe verse lo que pueda haber de bueno. ¡No hay que ser!
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Carta alusiva que recibí
Sin hacer ningún comentario, porque se explica por sí misma, reproduzco íntegramente a continuación una interesante carta que me envió por correo electrónico el general y licenciado Juan José Marroquín Siliézar:
Día del Ejército
Hace algunos días salieron publicadas en un diario del país dos opiniones. Una de una señorita o señora perteneciente a una organización de izquierda en la que expresa qué es lo que ella considera que es el Día del Ejército para las reales o supuestas víctimas del conflicto armado. La lectura de su opinión nos condujo a recordar las repetitivas frases, los lugares comunes, los slogans de siempre de los que profesan la ideología del comunismo, que ahora yace como tal, en los anaqueles de la historia, pero se mantiene vivo por medio de otros ?ismos? y las innumerables y lucrativas organizaciones de fachada, entre ellas las ONG?S.
La otra opinión pertenecía a un coronel que hace las veces de vocero del Ejército. Buscaba en sus palabras, dar a conocer lo que ha sido la Institución Armada a lo largo de la historia, su misión y la participación de los militares, no sólo en las acciones ?satánicas? que ahora les inventan cada día, sino también en los momentos de apremio de los guatemaltecos tales como terremotos, inundaciones y otras catástrofes. Al final, el coronel justificó la cancelación del desfile y atribuyó a razones logísticas y de presupuesto, el no marchar gallardamente por las principales calles de la ciudad de Guatemala en conmemoración de la fecha grande de los militares. En mi opinión, una excusa muy pobre, débil y quizá diplomática.
Es muy probable que los que integran la organización de izquierda de la señorita que opinó, aprovechen la ausencia de los militares de las calles de la ciudad y salgan ellos,-las supuestas víctimas-, a contarles a los guatemaltecos su tragedia. Lástima grande será que no nos cuenten que era lo que ellos -los ausentes-, también hacían. Bueno sería que les recordaran a los ciudadanos pacíficos y trabajadores como volaban puentes, estaciones eléctricas, asesinaban, secuestraban y extorsionaban. Será muy triste también que no se recuerden los nombres de tanto oficial, soldado y personas civiles que murieron por las acciones criminales de los que hoy se regocijan por el hecho de que un gobierno mediocre e inclinado hacia ellos haya cancelado el desfile.
Hoy el Presidente les pide perdón públicamente y les paga a los que tanto daño le hicieron al país. No podía ser de otra manera si en su primera intentona por llegar al poder, lo hizo respaldado por las organizaciones subversivas. Ahora se les paga a las ?víctimas? y no al soldado que defendió al Estado y a los guatemaltecos. Los programas de resarcimiento están a cargo de antiguos militantes de esas organizaciones. El ciudadano que antes pagó extorsiones, las sigue pagando con el nombre de impuestos para ?obra y cohesión social?.
No importa que no haya desfile del Día del Ejército. Que desfilen los ?mártires?. Quejarse es productivo. Sólo hay que esperar para ver cuánto aguanta el pueblo de Guatemala el drenaje económico constante que sufre para mantener a los que durante más de 30 años asolaron al país.
Mi saludo respetuoso a los militares de Guatemala en su día. Celebremos en la intimidad del cuartel o del hogar. Los guatemaltecos decentes reconocen la labor de la Institución Armada.
Gral. ( R ) y Licenciado
Juan José Marroquín Siliézar
Cédula A-1 217076

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