Queridos amigos:
Este domingo 31 de marzo del año 2013, cuando se celebra la resurrección de Jesucristo después de haber sufrido su calvario y crucifixión en la colina denominada Gólgota (nombre que significa “lugar del cráneo”, porque se cree que ahí está enterrado el cráneo de Adán), consciente de que a mi avanzada edad ya me encuentro en la recta final de mi vida, les invito a leer algunas reflexiones relativas a la llamada “semana santa” que, en realidad, de “santa” solamente tiene el nombre, porque a muchos les sirve para ir a tostarse la piel a las playas o a los balnearios y entregarse a francachelas de sexo y licores o drogas, y a comer hasta hartarse; mientras otros dedican esos días a descansar tranquilamente en la capital que se queda prácticamente vacía porque todos se han ido haciendo honor a aquel adagio español “¿A donde va Vicente? ¡A donde va la gente!” Parece que no les importa mucho las incomodidades que tienen que padecer entre las multitudes de personas que acuden a los mismos sitios. Y muchos otros se dedican a participar en las procesiones, ya sea vestidos de morado como cucuruchos, cargando las pesadas andas en las que hay esculturas de Jesucristo, de la Vírgen María y las figuras de otros santos que representan a los protagonistas en ese proceso histórico, lo que algunos interpretamos como idolatría, o vestidos como soldados romanos que cuidaban de que se cumpliera la cobarde sentencia de Poncio Pilato (o Pilatos) cuando se lavó las manos cobardemente y cedió ante las presiones de los sacerdotes del Sanedrín judío que le amenazaban con que lo delatarían en Roma si soltaba a Jesús, a quien calificaban de subversivo y le acusaban de que se había proclamado rey de los judíos, porque si no lo condenaba significaba que no era amigo del emperador Tiberio. Por lo tanto, no se atrevió a declarar inocente a Jesús, a pesar de que estaba convencido de que lo era, para no correr el riesgo de disgustar al emperador Tiberio y ser destituido de la prefectura. Y desde entonces ha habido muchísimas personas en el mundo que se han lavado las manos con cómplice indiferencia ante las enormes injusticias que se cometen de distintas maneras contra tantos seres humanos que viven en la miseria. Según el historiador Josefo, Pilato era un individuo corrupto, cobarde, asesino y ladrón. Pero de lo que si podemos estar seguros es que era un cobarde porque se dejó dominar por el Sanedrín para condenar a morir en la cruz a un hombre justo. De acuerdo a los Evangelios, Jesús fue apresado por un grupo de hombres armados pertenecientes a la guardia del Templo, por orden de Caifás y los sumos sacerdotes del Sanedrín. La acusación era sedición, porque dijeron que pretendía ser el rey de los judíos. Exigieron a Pilato que lo ejecutara, ya que la pena capital sólo podía ser aplicada por los romanos. A pesar de no considerarlo culpable, Pilato, sabiendo que era víspera de Pascuas, propone que el pueblo decida al asesino Barrabás, o a Jesús. Y el pueblo enardecido por los sumos sacerdotes, exige dejar en libertad a Barrabás y crucificar a Jesús. Ante esa decision, Pilato se lavó las manos simbólicamente, para indicar que no quería ser parte de la decisión tomada por la muchedumbre enardecida por las intrigas de los sacerdotes del Sanedrín, y dijo su célebre expresión: “No soy responsable por la sangre de este hombre”. A lo cual la multitud respondió en coro: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros descendientes!”. (Evangelio de Mateo 27: 24)
A estas alturas de mi larga vida, cuando se que ya estoy próximo a someterme al juicio final al de la voz de mi conciencia, siento que, sin ánimo de faltar al respeto que me merecen los creyentes cristianos, sobre todo los católicos, porque todas las creencias religiosas me merecen respeto, siento deseos de decir estas cosas. No es mi intención ofender a nadie por sus creencias o prácticas religiosas. Cada quien busca a Dios como mejor le parece. Pero, en mi opinión, para comenzar, es falso que para todos en general esa semana sea precisamente “santa”, porque todo lo contrario, porque para la mayoría constituye una semana de juergas, de parrandas, de francachelas en la que en lo que menos se piensa es en Jesucristo y el mensaje que nos dejó. Y eso, además de ser un lamentable desperdicio de una buena oportunidad para meditar un poco, es una falta de respeto tanto a Jesús, el protagonista, como al episodio histórico que tuvo lugar en Jerusalén, en la Tierra Santa de Israel. Es una falta de respeto porque con ello demostramos que nos importa muy poco el profundo significado de lo que ocurrió hace tantos años en aquellas lejanas tierras en las que, lamentablemente, otra vez se ha venido incubando otra guerra de insospechadas proporciones y consecuencias entre los descendientes de Ismael e Isaac, los dos hijos de Abraham.
Más adelante les invito a compartir conmigo un slideshare sobre la capital de Francia, la bella Ciudad de París, también llamada “Ciudad Luz”, que yo tanto amo. Con sus pintorescos barrios, bulevares, sus avenidas como Campos Elíseos y la Place de l’Etoile la rotonda más grande del mundo, donde confluyen unas doce avenidas. El Arco del Triunfo preside el centro de la plaza. Fue construido por Napoleón en 1806 para conmemorar sus victorias. Evidentemente, su construcción se paró con las primeras derrotas y la guerra después. Finalmente se terminó en 1836. Los restos de un soldado desconocido muerto en Verdúm en la Primera Guerra Mundial reposan bajo el arco. El fuego conmemorativo se enciende cada día a las 18:30. Cerca está el Palacio Garnier, el teatro de la ópera parisina y los ocho grandes bulevares de París: la Madeleine, Capucines, Italiens, Montmatre, Poissonniere, Bonne Nouvelle, Saint Denis y St. Martin, entre la Place de la Madeleine y la Place de la Repúblique, en un radio de 3 km. La avenida Haussmann, el bulevard Saint Michel en el barrio latino, sus numerosos monumentos y parques. Ese París al que nuestro desaparecido compatriota el cantautor Humberto “Chicuco” Palomo cantó “París del recuerdo, mi París de ayer” y al recordarlo con nostalgia dice: “y el reloj del recuerdo regresa a esas mil y una noches de ayer”. Ese mismo París al que el rey Enrique IV de Navarra, que era protestante, para poder ser rey de Francia, a pesar de que su pueblo era mayoritariamente católico, pronunció su célebre frase: Paris vaut bien une messe, que significa “París bien vale una misa”, indicando con ello que estaba dispuesto a abjurar del protestantismo y convertirse al catolicismo para que le dejasen acceder al trono de Francia.
Varias veces he escrito que en el mucho mundo que he tenido la fortuna de recorrer en nuestro planeta, las ciudades que más me gustan y más amo son México, París y Nueva York. En ese orden. Por ello doy gracias a Dios por haberme permitido visitar varias veces esas tres ciudades, haberlas conocido bien y haber dejado en allas muchos amigos. Creo que moriría con mucha tristeza y frustración si no las hubiese conocido. Por eso me siento feliz y agradecido de haber visitado París en varias oportunidades, la primera vez fui solo, la segunda vez llevé a mi muy amada madre y a mi entrañable hermano Guillermo con su bella esposa española Anita Gómez; la tercera llevé a mi amada esposa Anabella y, además de París, viajamos por el Valle del Loire para visitar todos los castillos y palacios; y la cuarta vez llevé a mi muy querido hijo menor, Alejandro, de regreso de Israel. Ah, ese París de mis amores, con su río Sena que recorre la ciudad dividiéndola en varias partes. A lo largo de los 13 kilómetros del río que transcurren por la ciudad existen más de 30 puentes y pasarelas de todo tipo, desde los más antiguos construidos en piedra, hasta los más sobrios y recientes realizados en metal. Entre todos, el más bonito de los puentes parisinos es el Alejandro III y en él se encuentra la estatua ecuestre al rey Enrique IV. Fue inaugurado para la Exposición Mundial de 1900, se encuentra situado entre la explanada de Los Inválidos y el Grand Pallais. El puente está formado por un solo arco de acero, algo que constituyó todo un reto para aquella época. La decoración del puente resulta simplemente espectacular gracias a las cuatro columnas de 17 metros, con caballos alados dorados en la parte superior, que se encuentran situadas en los extremos. Preciosos candelabros negros, querubines y otros elementos decorativos convierten el puente en una construcción de ensueño que las parejas suelen elegir para realizar sus fotos de boda. El Pont de l’Alma no es uno de los más bellos de la ciudad, tampoco el más largo ni el más antiguo, pero desde su construcción los ojos de los parisinos se fijaban en él para comprobar las crecidas del río. Las mediciones se hacían mediante la estatua de un zuavo (soldado de la infantería) que se encuentra tallada en uno de los pilares del puente. Durante la Inundación de 1910 el cauce del Sena llegó hasta los hombros del zuavo. En la actualidad los turistas también se acercan hasta el puente para visitar el túnel en el que la princesa Diana de Gran Bretaña perdió la vida en un accidente automovilístico. En la parte superior del túnel se puede ver la Llama de la Libertad, un monumento con el que América agradeció a Francia la restauración de la Estatua de la Libertad, pero que muchos utilizan para colocar sus ofrendas a la princesa fallecida. Su “Puente Nuevo” (Pont Neuf ) Decorado con preciosos candelabros negros y más de 300 máscaras talladas, situado en el extremo oeste de la Îlle de la Cité, donde se encuentra el Hôtel de Ville que alberga las instituciones del gobierno municipal de París y se ubica frente a la Plaza del Ayuntamiento. Paradójicamente, el llamado “Puente Nuevo” es el más antiguo de París, y con sus 232 metros de longitud es también el más largo de la ciudad. Construido entre 1587 y 1607 fue el primer puente de piedra que se edificó en París, ya que los anteriores fueron realizados en madera. Este puente fue toda una novedad para la época, ya que se convirtió en el primero en cruzar el Sena en toda su anchura, conectando las dos orillas del río y la parte más occidental de la Île de la Cité. Además de esto, se instalaron las primeras aceras para peatones y unos pequeños miradores sobre cada una de las columnas. Su torre Eiffel, su museo del Louvre, sus amplios bulevares rodeados de árboles, sus paseos y sus parques, sus bellos monumentos y su arte en cada esquina, con sus diferentes zonas o distritos, sus restaurantes y bistros, donde tuve el privilegio de haber gozado de la cordial amistad de personajes como el genial escritor André Malraux, ministro de Cultura y justamente calificado “Monsieur Culture” durante el gobierno de la V República del general Charles DeGaulle, que fue también un valiente aventurero que como aviador peleó al lado del gobierno de la República Española contra el levantamiento del general Francisco Franco en la guerra civil española de 1936, y peleó en China al lado de la revolución comunista de Mao Tse Tung y en la Guerra de Vietnam. Lamento que ya estoy demasiado viejo para pretender volver a París. Son muchos años los que tengo y muchas las horas de vuelo entre Guatemala y París. Con mucha tristeza tengo que aceptar que, dolorosamente, jamás volveré a visitar esa bella ciudad durante el resto del tiempo que me queda de vida. ¡Lo lamento mucho! Pero, como se dice popularmente, “¡nadie que me quita lo bailado!”. No me quejo. Para nada. ¡He vivido una larga vida fascinante! A pesar de sus tristezas, sus fracasos, sus lágrimas y sus dolores.
Varios amigos me han venido sugiriendo desde hace mucho tiempo que publique un libro con mis memorias, algunas de las que ya he hecho públicas en mis artículos y otras que he mantenido en secreta discreción, pero yo siempre me he negado a hacerlo porque estoy consciente de que en Guatemala no se leen muchos libros y, al mismo tiempo, porque como periodista he sido un historiador contemporáneo y con eso me conformo. Pero recuerdo que hace muchos años, el inolvidable amigo Tasso Hadjidoudu (qepd), “Monsieur Culture” de Guatemala, fue el primero que me sugirió escoger unos cuantos entre los miles de artículos que he publicado en muchos de los periódicos del país en los que he escrito para publicar un compendio y dejarlo a la posteridad para el conocimiento de las presentes y futuras generaciones. Y recuerdo que contesté que eso sería repetitivo y eso a mí no me gusta. Lo recuerdo muy bien porque eso fue un día antes de que muriera su anciana madre, y mi amada esposa Anabella (qepd) y yo, con nuestros queridos hijos Rodrigo y Alejandro, habíamos ido a visitar a la señora en su lecho de enferma. Después me sugirió hacer algo parecido mi recordado amigo y maestro el licenciado Clemente Marroquín Rojas (qepd), luego me insistió en el tema mi admirado amigo “El gran Moyas” Miguel Ángel Asturias, nuestro premio Nobel de Literatura; después me sugirió que lo hiciera mi amigo el escritor y político Carlos Manuel Pellecer, que en una época de su vida fue comunista, pero renunció al comprender lo que realmente es el comunismo, autor entre otros libros de “Renuncia al Comunismo” y “Útiles después de Muertos”; mi admirado amigo el doctor Juan José Arévalo Bermejo, ex presidente de la República de 1945 a 1951también insistió en lo mismo durante los últimos años de su vida, cuando venía a mi casa para que le ayudara a revisar las fechas de los datos que publicó en su último libro “Despacho Presidencial”. De un tiempo a esta parte, mi viejo y querido amigo el licenciado Eduardo (“Guayo”) Palomo Escobar me ha insistido en el tema tantas veces que ya no tengo memoria cuántas han sido. Y como él lo han hecho muchos otros amigos. Y después de tanta insistencia últimamente he dejado de ser tan terminante y les he respondido que tal vez… que posiblemente… que quién sabe… que a ver qué dice Dios. Esta mañana, como que si se hubiese puesto de acuerdo con los antes mencionados, me llamó el veterano colega y amigo Mauricio Barrera para decirme que voy a vivir muchos años más –cosa que me parece indeseable porque hay un límite hasta para vivir, porque los achaques se vuelven insoportables– y me insistió en que debo publicar algunos de mis artículos seleccionados para dejar constancia histórica de muchos hechos que la juventud de hoy ignora, como la Revolución de Octubre de 1954, el gobierno de grata recordación del doctor Juan José Arévalo, lo que pienso sobre el coronel Jacobo Árbenz Guzmán, de la mal llamada “Liberación Nacional” patrocinada por la CIA que encabezó el coronel Carlos Castillo Armas, su gobierno de facto y su asesinato en Casa Presidencial. Otros amigos me han sugerido que escriba algunas indiscreciones sobre mi vida personal, sobre mis experiencias en tantos años de periodista y en las conspiraciones en las que participé y la actividad política que desarrollé; sobre mis experiencias psicodélicas y la Psicosíntesis del sabio médico y psiquiatra mexicano Dr. Salvador Roquet, mis experiencias con la mariguana, con los hongos alucinógenos, que comí en Huautla de Jiménez, Oaxaca, con la sacerdotisa María Sabina, sobre el peyote que comí en el desierto de San Luis Potosí en compañía del antropólogo y escritor peruano-brasileño Carlos Castaneda, autor entre muchos libros de “Las enseñanzas de Don Juan” y “Viaje a Ixtlán”; sobre mis experiencias en mi búsqueda de Dios y cuando fui yogui y vegetariano y practicaba la meditación con Ananda Marga, que quiere decir “el sendero de la bienaventuranza”, y es una organización espiritualista india difundida en los países de Occidente. Fue fundada en 1955 en Jamalpur (Estado de Bihar, en India) por Srii Srii Anandamutii (1921-1990). Su nombre oficial es Ánanda Marga Pracharaka Samgha (grupo para la propagación del sendero de la bienventuranza). Según sus discipulos se trata de una doctrina práctica para el desarrollo personal y servicio social a la humanidad. No plantean la espiritualidad como un dogma, sino como un proceso. Se basan en experimentar la espiritualidad, pero con un ajuste a la sociedad existente. Su doctrina se basa en la autorrealización y el servicio a la “humanidad sufriente“. Quieren que escriba sobre mis viajes por diferentes partes del mundo y mis incontables amigos, entre quienes hay algunos personajes; sobre mis numerosas aventuras amorosas, particularmente las que viví con ciertas estrellas del cine mexicano. Como consecuencia de lo cual les confieso he llegado a la decisión de que voy a tratar de hacerlo (voy a ver si puedo) aunque creo sinceramente que es excesivo optimismo de mi parte comenzar a escribir un libro a mis 84 años de edad. Pero, en fin, ya veremos. Repito que voy a tratar de hacerlo. Ya les contaré más adelante si me decido. Si es que acaso tengo un “más adelante”.
Pero volviendo al tema de París, creo que haber vivido 84 años sin haber conocido París habría sido una triste y lamentable pérdida. Casi tan triste y lamentable como haber vivido sin haber amado ni haber sido amado. Como diría el inmortal poeta mexicano Amado Nervo en su poema En Paz: “Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, / porque nunca me diste ni esperanza fallida, / ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; / porque veo al final de mi rudo camino / que yo fui el arquitecto de mi propio destino; / que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, / fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: / cuando planté rosales, coseché siempre rosas./ …Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: /¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! / Hallé sin duda largas las noches de mis penas; /mas no me prometiste tan sólo noches buenas; /y en cambio tuve algunas santamente serenas… / Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. / ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!”
Para finalizar, les invito a gozar este bello slideshare de París. Ya saben lo que tienen que hacer para abrirlo, pero no traten de agrandar la imagen al tamaño de la pantalla porque por alguna razón, que no he podido averiguar, el servidor de mi blog no logró hacerlo. Tendrán que darse por satisfechos viendo las eslides y escuchando la canción que me parece que está cantada por Charles Trenet.
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¡Que tengan un feliz domingo!
Twitter: @jorgepalmieri