Me dolió mucho haber escuchado que en uno de los más recientes programas periodísticos denominados A las 8:45, que dirige el estimado colega Juan Luis Font y transmite el Canal Antigua, uno de sus colaboradores, el señor Pedro Trujillo, un militar y periodista nacido en España, aunque nacionalizado guatemalteco, quien parece ser un derechista extremo, haya dicho que el pueblo de Guatemala es cobarde. ¡Confieso que me dolió hasta lo más profundo del alma! Pero, al mismo tiempo, me sentí terriblemente avergonzado, porque algunos de los sinónimos de cobarde son: pusilánime temeroso, tímido y timorato. ¡Me dolió escucharlo a través de la televisión y de labios de un español, aunque sea nacionalizado guatemalteco! Pero reconozco que lo que dijo es verídico. Eso explica por qué el desastroso gobierno de Óscar Berger Perdomo y Eduardo Stein Barillas tuvo que pedir a la Organización de Naciones Unidas (ONU) suscribir un convenio para conformar la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Es obvio que lo hicieron porque se dieron cuenta de que no tenían capacidad para investigar, impedir y combatir la impunidad en nuestra patria.
Sospecho que la razón por la cual el señor Trujillo hizo esa dura imputación contra el pueblo guatemalteco fue que el panel de ese programa, integrado por los antes mencionados (Font y Trujillo) y las periodistas Dina Fernández y Claudia Méndez Arriaza, estaban hablando sobre los tantos males que actualmente aquejan a nuestro país y, no obstante, a diferencia de otros pueblos que sí se han atrevido a protestar pacíficamente, como los de Egipto, Siria y Yemen, o con las armas en las manos, como el de Libia que lo está haciendo valientemente con las armas en la mano, decidido a derrocar al dictador Muamad Gadafi, aunque les cueste la vida, con la ayuda de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), mientras que el pueblo guatemalteco no hace nada contra la evidente incapacidad del gobierno de Álvaro Colom para impedir la insoportable ola de asesinatos a choferes y sus ayudantes, y a mujeres a las que decapitan y descuartizan; ni ha podido luchar contra del narcotráfico que se ha adueñado de un corredor de nuestro territorio; además de la creciente corrupción imperante; ya va a comenzar otro invierno y todavía no han atendido los desastres causados por el invierno pasado y el ciclón Ágatha; hay muchas escuelitas en los departamentos que no tienen techo y los alumnos tienen que recibir clases a la intemperie; y no hay medicina en los hospitales. Mientras tanto el país está endeudado hasta las cachas y las próximas generaciones estarán condenadas a pagar la deuda exterior. Sin embargo, en contraste, la hasta hace poco tiempo “primera dama”, señora Sandra Torres Casanova de Colom, hoy simplemente Sandra Torres Casanova, porque se han divorciado en víspera del proceso electoral con el descarado propósito de jugarle la vuelta a la prohibición de optar a ese cargo contenida en el inciso c) del artículo 186 de la Constitución de la República vigente –que, por cierto, hoy está cumpliendo 26 años de que fue promulgada–, ha dilapidado mil millones de quetzales con su proyecto obviamente electorero de la mentada Cohesión Social y las Bolsas Familiares. Y al mismo tiempo la Secretaría de Relaciones Publícas del gobierno gasta muchos millones en propaganda para el régimen… mientras el sector de Justicia del país pide un aumento en su presupuesto para no colapsar y los trabajadores de ese organismo amenazan con ir a la huelga si no se les concede un aumento salarial. Sin embargo, todo nos viene del norte (c0mo las críticas a doña Sandra, según dice), a no ser por las opiniones de la mayoría de los columnistas en los medios de comunicación escritos, que expresan públicamente sus opiniones. Pero no pasa nada, como si no hubiesen dicho nada.
Sin embargo, el pueblo guatemalteco no hace nada mientras tolera, tranquilamente, que un nefasto ex presidente de la República que en México, desde antes de ocupar ese cargo, fue un homicida confeso y fugitivo de la justicia mexicana hasta que su caso fue cerrado, y después de haber sido extraditado de aquel país –donde era prófugo de la justicia guatemalteca– para ser juzgado aquí por el delito de peculado de Q120 millones, de los cuales se afirma que él se embolsó Q30 millones, pero el Tribunal Undécimo de Sentencia le absolvió porque dos de las jueces, las licenciadas Patricia Anabella Veras Castillo y Coralia Carmina Contreras Flores de Aragón le absolvieron aduciendo que los fiscales del Ministerio Público (MP) y de la CICIG no aportaron suficientes pruebas convincentes para poder declararle culpable, a pesar de que la presidenta del mismo tribunal, licenciada Morelia Ríos, razonó su voto en contra de esa absolución porque ella sí encontró suficientes pruebas convincentes y está convencida de que los tres acusados son culpables de los delitos que se les imputa -tanto el ex presidente Alfonso Portillo como los ex ministros de Defensa, general Eduardo Arévalo Lacs, y el de Finanzas, licenciado Manuel Maza Castellanos- de ser los responsables de la sustracción de Q120 millones del Estado. Por lo cual han apelado ese fallo tanto el MP como la CICIG que demandan que se anule la sentencia absolutoria y se les condene a 10 años de cárcel, o bien que se haga un nuevo juicio de ser necesario. Aunque tengo entendido que no se puede juzgar dos veces a una persona por el mismo delito, sobre todo después de haber sido absuelto en el primer juicio. Pero sería un contrasentido de la justicia seguirle juzgando hasta que el veredicto sea satisfactorio para el MP y la CICIG.
También es probable que al susodicho militar y periodista le haya inspirado para decir eso la valiente y patriótica actitud cívica de decenas de miles de sus compatriotas que se han venido reuniendo en la Plaza del Sol de Madrid para manifestar pacíficamente su disgusto por la mala situación imperante en España con el enorme desempleo y protestan contra el gobierno del Partido Socialista (PS) que preside José Luis Rodríguez Zapatero, por lo cual éste perdió las recientes elecciones. Mientras que en Guatemala todo se nos va en hacer comentarios y gran variedad de chistes alusivos! ¡Pero no hemos sido capaces de integrar una gran manifestación pacífica para dejar constancia de nuestra protesta!
Sí señores, aunque creo que el susodicho militar y periodista no es precisamente la persona más indicada para hacer esa crítica tan dura al sufrido pueblo guatemalteco por el hecho de que no es un guatemalteco de nacimiento –como lo somos ustedes y yo–, tengo que reconocer que ha dicho la verdad. ¡Aunque nos duela! ¡Somos un pueblo cobarde! ¡No lo podemos negar! Pero no me canso de decir que si el señor Trujillo fuese un mexicano nacionalizado y hubiese dicho lo mismo del pueblo mexicano, en menos de lo que canta un gallo las autoridades de ese país le habrían aplicado el artículo 33 y puesto de patitas en la calle. Pero reconozco que tiene razón: ¡los guatemaltecos somos un pueblo cobarde! ¡Insisto en que no se puede negar que somos pusilánimes, timoratos. tímidos, temerosos y miedosos! ¡Ni siquiera tenemos la dignidad de protestar por que, encima de todo lo malo que estamos soportando como consecuencia del desafortunado gobierno que tenemos, todavía venga un militar y periodista español, nacionalizado guatemalteco, que se está ganando el sustento de él y su familia trabajando en la Universidad Francisco Marroquín, a calificar de cobarde al sufrido y aguantador pueblo guatemalteco que le ha dado acogida! ¡Qué poca vergüenza la nuestra!