Hoy conmemoramos los guatemaltecos el 63 aniversario de la insurrección militar del cuartel Guardia de Honor que con el apoyo de un grupo de valientes estudiantes universitarios derrocó al gobierno espurio del presidente provisional de la República, general Federico Ponce Vaides, quien se proponía erigirse en la continuación de la opresora dictadura del general Jorge Ubico Castañeda, que tuvo 14 años de duración. En esta ocasión solamente voy a publicar unas fotografías relacionadas con esos hechos históricos con sus correspondientes pies de fotos
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Los tres generales que asumieron el poder a raíz de la renuncia del dictador Ubico: Eduardo Villagrán Ariza, Buenaventura Pineda y Federico Ponce Vaides. Estos tres generales tuvieron la suerte que llegaron a visitar al dictador con el propósito de expresarle su adhesión ante la situación que estaba viviendo el país con la huelga general para pedir que terminara el Estado de Sitio y se restablecieran las garantías constitucionales, pero Ubico estaba tan deprimido y ofuscado porque uno de sus mejores amigos, el doctor Wunderlich, fue uno de los que firmaron una carta pidiéndole eso, que se confundió y creyó que habían llegado para pedirle su renuncia y se las tiró a los pies diciéndoles: “¡Aquí tienen esta mierda!”. Ante lo cual los generalotes, nada babosos, tomaron la renuncia y se adueñaron del poder inconstitucionalmente. Pero el general Ponce, un dipsómano ignorante, hizo lo mismo que hizo posteriormente el general Efraín Ríos Montt con el general Egberto Horacio Maldonado Schaad y el coronel Francisco Luis Gordillo Martínez: sencillamente se los sacudió para quedarse solo en la presidencia de facto.
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No todos los diputados eran serviles. En esta foto, momento en el que el diputado Alejandro Córdova, director del periódico El Imparcial tomó la palabra para oponerse valientemente a que se nombrara presidente provisorio al general Ponce Vaides y con eso firmó su sentencia de muerte porque pocas horas más tarde fue cobardemente asesinado por los sicarios del nefasto generalote que trató de gobernar Guatemala con mano dura militar. Detrás de él están el señor Enrique Echeverría, el licenciado Arturo Herbruger Asturias y el recordado periodista Otto Bianchi Argüello, por entonces colaborador del radioperiódico Diario del Aire, que dirigía su íntimo amigo Miguel Ángel Asturias.
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El generalote Ponce Vaides entra al hemiciclo del Congreso Nacional para ser nombrado presidente provisorio por los diputados ubiquistas serviles del partido Liberal Progresista. El acto se celebró a puerta cerrada y para respaldarlo durante esa ignominiosa farsa ingresó al recinto legislativo un contingente de soldados al mando del general Alfredo Castañeda y una compañía de Caballeros cadetes al mando del capitán de cadetes Jacobo Árbenz, quien al darse cuenta de esta situación decidió pedir su baja del Ejército para dedicarse a conspirar contra el gobierno espurio.
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Miles de campesinos indígenas de Patzicía y otros pueblos del departamento de Chimaltenango fueron traídos en camiones por el gobierno poncista para desfilar por las calles céntricas de la capital armados de palos y machetes, lanzando vivas al Partido Liberal y a su candidato el general Ponce Vaides y amenazando a los ladinos con empuñar los machetes si no seguía en la presidencia el general Ponce Vaides. Esta es la cola del desfile. Lo mismo hizo el general Efraín Ríos Montt el “jueves negro” y el “viernes de luto” para intimidar a los magistrados de la Corte de Constitucionalidad para que resolvieran favorablemente la acción legal que presentó para que el Tribunal Supremo Electoral le autorizara a optar a la Presidencia de la República. Y, aunque parezca mentira, los magistrados constitucionalistas resolvieron favorablemente y el TSE lo inscribió.
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El generalote Ponce Vaides en el momento de leer su mensaje ante los presidentes de los poderes Judicial y Legislativo y de los obedientes y serviles diputados liberales el 15 de septiembre con la idea de permanecer indefinidamente en el poder y gobernar Guatemala con la característica mano dura militar.
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Durante la tarde del 20 de octubre de 1944, los integrantes del triunvirato que se transformó en Junta Revolucionaria de Gobierno: mayor Francisco Javier Arana, ciudadano Jorge Toriello Garrido y capitán Jacobo Árbenz Guzmán, esperan en la puerta de las oficinas de la embajada de México que el general Ponce Vaides y los funcionarios de su gobierno desalojen el Palacio Nacional. En esa misma embajada, por cierto, 10 años después se refugiaron con asilo diplomático el coronel Árbenz con su esposa y dos de sus hijos, y muchos funcionarios arbencistas cuando el llamado “soldado del pueblo” fue derrocado por la intervención de la CIA y la United Fruit Company, y el Ejército “de la revolución” se negó a defender a su gobierno de una raquítica invasión desde Honduras compuesta por un pequeño número de anticomunistas guatemaltecos y un buen número de campesinos mercenarios que proporcionó el dictador de Nicaragua, general Anastasio Somoza García. En la puerta de la misión diplomática se puede ver también al embajador de Chile, un señor de apellido Serrano y a su lado al capitán Pedro Meyer. Entre Toriello y Arana está el entonces teniente Enrique (“Chino”) Blanco, quien murió en el puente La Gloria cuando acompañaba al mayor Arana a recoger unas armas que estaban en el chalet El Morlón. Al lado de los miembros del triunvirato al periodista Tejeda Fonseca del diario El Imparcial.
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La Junta Revolucionaria de Gobierno recibe en Palacio Nacional a las personas que acudieron a felicitarlos y ofrecerles su colaboración para integrar el cuerpo de seguridad civil que fue llamada Guardia Cívica para sustituír a la Policía Nacional Al lado del capitán Árbenz está su primo, el capitán y piloto aviador Eduardo Weyman Guzmán.
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La Junta Revolucionaria de Gobierno en Palacio Nacional durante la noche del 20 de octubre. A su lado está el coronel Carlos Aldana Sandoval (apodado “el trompudo”), quien originalmente era uno de los organizadores de la insurrección, pero por temor a que estaba siendo vigilado por la Policía Secreta al mando del tenebroso José Bernabé Linares, huyó de la capital para ir a esconderse a Asunción Mita, y el mayor Francisco Javier Arana tuvo que ocupar su lugar en la insurrección de la Guardia de Honor. Después del triunfo del movimiento regresó a la capital y fue nombrado primero para desempeñar el cargo de Jefe del Estado Mayor Presidencial, más tarde el de embajador en Estados Unidos y, posteriormente, el cargo de ministro de Comunicaciones. Detrás de ellos se puede ver al ingeniero militar Constantino Bernasconi.
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El ciudadano Jorge Toriello Garrido y el capitán Jacobo Árbenz Guzmán hicieron visitas a todos los cuarteles y en esta fotografía les vemos rodeados de un grupo de oficiales del cuartel Guardia de Honor. En primer plano está un primo hermano de Jacobo Árbenz Guzmán, el mayor Eduardo Weymann Guzmán, quien había sido ayudante del dictador Ubico en el Estado Mayor Presidencial (EMP) y fue el único que fue a despedir a Ubico al aeropuerto cuando salió al exilio en Nueva Orleáns. En los primeros meses del gobierno de Árbenz, el coronel Weyman fue Agregado militar y aéreo en la embajada en Washingon, D.C. y en los últimos meses del gobierno arbencista fue Jefe del EMP.
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La Junta Revolucionaria de Gobierno con su gabinete, en el Salón de Recepciones del Palacio Nacional, recibiendo el reconocimiento de los embajadores de los países amigos acreditados en el país. Entre los integrantes del gabinete está el licenciado Enrique Muñoz Meany, brillante ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno temporal de la Junta y del gobierno constitucional del doctor Juan José Arévalo Bermejo.
La Revolución del 20 de octubre de 1944 puso punto final a los 14 años en los que Guatemala era como una finca para el dictador Ubico y sacó a nuestra patria de la opresión y la colocó entre las naciones civilizadas del mundo. Razón por la cual hoy debemos de gritar ¡Viva Guatemala! ¡Viva la Revolución del 20 de octubre de 1944! ¡Viva el mayor Francisco Javier Arana! ¡Viva el capitán Jacobo Árbenz Guzmán! ¡Viva el ciudadano Jorge Toriello Garrido! ¡Abajo los gobiernos militares con mano dura! ¡Los civiles a la Presidencia de la República y los militares a sus cuarteles! No debemos regresar a la larga época en la que nos gobernaron numerosos militares que se sucedían en el poder uno tras otro e impedían que un civil llegara a la Presidencia.
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