MISCELÁNEA

* Siguen los linchamientos
No obstante que el país se encuentra bajo el Estado de Prevención de la Ley de Orden Público, para restringir la vigencia de algunas de las garantías constitucionales, durante los últimos dos días unas turbas de enardecidos vecinos de las cabeceras departamentales de Chimaltenango y Sololá lincharon a dos supuestos delincuentes sin que las autoridades pudiesen intervenir para impedirlo.
Después de capturar y vapulear sin ninguna misericordia a los presuntos delincuentes, los bañaron con gasolina y les prendieron fuego hasta que murieron, quemados vivos como Juana de Arco y muchos otros que fueron quemados en las hogueras ?cristianas? de la mal llamada ?Santa Inquisición?. En Chimaltenango, anteayer, la venganza colectiva fue contra César Adoldo Chiroy Silva; y ayer, en Sololá, la víctima de la ?justicia popular? fue Héctor Antonio Cáceres, alias ?El Tosh?, de 33 años, a quien hicieron recorrer unas calles de la población mientras le iban pegando y cuando llegaron frente al cementerio del lugar lo bañaron en combustible y le ordenaron que se prendiera fuego él mismo en una hoguera. Y expiró a los pocos minutos.
Se salvó de milagro su presunto compañero de supuestas fechorías, Jesús Bocel Meletz, alias ?El Manía?, de 21 años, porque cuando ya se estaba quemando vivo, corrió como si fuese una antorcha humana hacia un picop de la Policía Nacional Civil que pasaba por el lugar y saltó a la palangana, gracias a lo cual los agentes que se conducían en él y habían sido incapaces de evitar el linchamiento pudieron apagar el fuego que consumía su cuerpo y lo llevaron primero al hospital de Chimaltenango, y después al hospital Roosevelt de la capital para ser atendido de emergencia y tratar de salvarle la vida.
Por escalofriante que esto suene, el linchamiento de ?El Manía? fue narrado detalladamente “en vivo” por Ángel Julajú, corresponsal en Sololá de la radiodifusora Emisoras Unidas, y los de otras emisoras. Por cierto que por hacerlo expusieron su vida porque unos elementos de la turba les habían advertido que se exponían a sufrir las consecuencias, pero ellos consideraron que debían cumplir con su deber de corresponsales y transmitieron todo lo que sucedió. Mientras tanto, unos bomberos voluntarios trataron en vano de apagar el fuego que en algunos minutos consumió el oxígeno en el cuerpo de las víctimas hasta que murieron en medio de espantosos dolores.
En el transcurso de lo que va del año se han cometido numerosos linchamientos en distintas partes del país, aunque algunos no han sido reportados por los medios de comunicación, sin que las autoridades hayan podido evitarlo, y han sido varios los que se han sucedido en el mes en curso. Según registros, en 2008 se han reportado 15 linchamientos, con un saldo de 30 víctimas, de las cuales 27 eran hombres y 3 mujeres. Del total, 3 murieron por los golpes. Este es el segundo caso de ?justicia popular? en dos días.
Es lamentable tener que reconocer que en todas partes las turbas populares, actuando como si fuesen animales salvajes ávidos de sangre, han logrado imponerse sobre los agentes del orden que han sido insuficientes para enfrentarse a ellos. Y si no se puede hacer algo para impedir que los linchamientos continúen, el país corre el riesgo de caer en una situación de anarquía de consecuencias insospechadas.
Cuando a raíz de la firma de la paz firme y duradera se cerraron las bases militares que habían regadas por el territorio nacional, algunos expresamos el temor que sin ellas no fuese a haber alguna forma para imponer el orden en el interior del país cuando las turbas enloquecidas por la sed de venganza quisiesen imponer la ?justicia por mano propia?. Y aunque es triste tener que decirlo, los constantes linchamientos han venido demostrando que teníamos razón. Por lamentable que sea, esas turbas de desalmados respetan solamente al Ejército, pero no a la Policía Nacional Civil (PNC).
Tampoco los miembros de la alcaldía indígena de Sololá tuvieron éxito al tratar de impedir el linchamiento, porque las turbas no les hicieron el menor caso. Pero aclararon que a esto no se le puede calificar de “justicia maya” porque no hubo oportunidad de oir en juicio a los acusados ni tuvo las características del “derecho consuetudinario”.
Desafortunadamente, las sucesivas dictaduras militares que hemos tenido dejaron como huella el temor a la represión militar, a la que los pobladores de los departamentos sí respetan porque temen, pero no temen ni mucho menos respetan a los agentes de la PNC.
Si ?el gobierno de Álvaro Colom? no hace algo efectivo cuanto antes para imponer el orden y hacerse respetar, nuestro país corre el riesgo de caer en manos de las turbas y de la anarquía. Y no creo necesario predecir lo que podría llegar a pasar mientras el actual presidente de la República y su inseparable esposa comparten alguno de sus viajes por el mundo. Como en estos días en los que el mandatario viajó a Lima (Perú) para participar en una reunión internacional, pero aprovechó para llevarse a su amada “Sandrita” para ir juntos a conocer las impresionantes ruinas incas de Machu Picchu.
No basta con que se diga que Guatemala es un país ?democrático?, ni mucho menos que ?el gobierno de Álvaro Colom? presuma de ser ?social-demócrata? (aunque no lo sea en la realidad), las instituciones del Estado deben hacerse respetar aunque para ello tengan que aplicar las más severas medidas represivas. Si el gobierno no es capaz de imponer el respeto a las autoridades y a las leyes, más nos valdría apagar la luz y largarnos a otra parte donde se pueda vivir en paz y con seguridad. Lo cual, dicho sea de paso, ya están comenzando a hacer algunos que están vendiendo sus negocios y sus casas para llevarse a su familia a vivir a un lugar en el que no estén expuestos a los constantes asaltos y demás actos delictivos.
* Descarada aberración judicial
Por increíble que parezca,el juez 6º de Trabajo, Carlos Reyes, ordenó que la empresa Diarios Modernos restituya en el cargo de gerente general de Nuestro Diario al polémico Jorge Springmuhl Samayoa, quien había sido destituido en días recién pasados. ¿A cuenta de qué un juzgado de Trabajo se permite intervenir en una decisión de una empresa privada e impida que despida a uno de sus más importantes empleados de confianza? Todo lo que debería limitarse a hacer es ordenar que se le paguen sus salarios atrasados y sus prestaciones. Pero no tiene vela en este entierro.
Como dije recientemente, no cabe duda de que son ?fregados? -para llamarlos de alguna manera- los integrantes del trío de abogados bigotudos del gerente general destituído de Nuestro Diario, licenciados Francisco Palomo Tejada, Telésforo Guerra Khan y Enrique Franco López, porque lograron ?convencer?(?) al juez 6º de Trabajo de que enviara a una de sus jóvenes secretarias a imponer el regreso de Springmuhl a la oficina que ocupaba en Nuestro Diario. Y como la puerta estaba cerrada con llave y candado, el propio Spingmuhl la abrió a patadas. ¿De qué manera ?convencieron? al juez de tomar esa decisión aberrante a pesar del conflicto de jurisdicción? ¡Yo no lo puedo saber, pero me lo imagino! ¡Y ya podrán imaginarse ustedes!
Lógicamente, ahora queda a los abogados de la empresa el derecho a apelar en todas las instancias legales a su alcance, hasta llegar a la Corte de Constitucionalidad (CC), de ser indispensable. Y ante esta posibilidad, los temibles integrantes del famoso trío de abogados bigotones ya están valiéndose de los medios de comunicación de su propiedad que les ha puesto a su disposición el magnate mexicano de la televisión y la radiodifusión Ángel González y González, dueño de Radio Sonora y muchas otras más y de los canales de TV 3, 7, 11 y 13 para decir que cuando esto ocurra tendrá que inhibirse de opinar el licenciado José (?Pepe?) Quesada, magistrado alterno de la CC, por ser el abogado de Diarios Modernos. Pero que yo sepa nadie ha dicho que “Pepe” Quesada vaya a tener que dar su opinión de magistrado suplente en la CC si se le presenta el caso. Lo que sucede es que estos tres abogados se las saben de todas todas y en esa forma están tratando de distraer la atención de la opinión pública.

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