En el transcurso de la tarde de hoy -14 de enero de 2008- se llevará a cabo en la Gran Sala que ahora tiene el nombre del arquitecto Efraín Recinos, en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, la tradicional ceremonia en la cual se pondrá punto final a la mediocre gestión gubernativa de cuatro años del llamado “gobierno de empresarios” que presidieron Óscar Berger Perdomo y Eduardo Stein Barillas y asumirá el poder presidencial un nuevo gobierno que se anuncia como la esperanza que tendrá la tendencia política social demócrata, que presidirán el ingeniero Álvaro Colom Caballeros y el doctor Rafael Espada.
Hoy termina el inútil período constitucional del gobierno -que se identificó como “de empresarios”- para el cual fueron electos en mala hora los señores Berger y Stein y dará principio un período de esperanza que estará a cargo de los señores Colom y Espada, a quienes hay que dar la más optimista bienvenida y desear mucho éxito en sus propósitos de producir un cambio significativo en las estructuras políticas, sociales y económicas de nuestra patria. La mayoría del pueblo de Guatemala les ha confiado la responsabilidad de dirigir el destino del país del 14 de enero 2008 al 14 de enero 2012. ¡Quiera Dios que sirva para algo realmente positivo!
Como era de esperarse, el equipo de gobierno que encabezaron los licenciados Berger y Stein se retira hoy con más pena que gloria, dejando al país con una nueva frustración. A pesar de que en el transcurso de los últimos meses se ha venido desarrollando una costosa y estéril campaña publicitaria para tratar en vano de convencer que fue una gestión positiva y productiva en la que llevaron a cabo numerosas obras, la verdad es que no hizo nada de trascendencia y lo único positivo que deja a su paso es la nueva Terminal Aérea. Aunque cualquiera que haya prestado ojos y oídos a la estéril campaña publicitaria que llevaron a cabo para despedirse podría engañarse al creer que ellos fueron los que hicieron hasta el mapa en relieve que se construyó hace cien años y está en el Hipódromo del Norte.
Lamentablemente, Guatemala ha desperdiciado otros cuatro años de su vida en los cuales pudo haber avanzado en su desarrollo político, social y económico, pero no lo hizo. La gestión que realizó el gobierno que se va es un nuevo motivo de decepción en la triste Historia plagada de mentiras y de corrupción que ha sufrido nuestra patria. Sin embargo, quienes conocíamos de antemano las características de sus principales dirigentes no esperábamos nada mejor.
Durante la campaña electoral que se llevó a cabo hace cuatro años expresé muchas veces que la inteligencia, la preparación y la capacidad de Óscar Berger Perdomo, no garantizaban que haría un buen gobierno, pero después de haber sufrido la terrible decepción que causó el nefasto régimen anterior, que estuvo a cargo del demagogo populista Alfonso Portillo Cabrera y el licenciado Francisco Reyes López, el pueblo guatemalteco se dejó convencer fácilmente por la personalidad sencilla y bonachona de Berger y el comportamiento de jesuita arrepentido y subversivo guerrillero de Stein, y se equivocó al interpretarles como una garantía de su intención de hacer un cambio democrático en las rígidas estructuras tan injustas que caracterizan a nuestro país. Pero la experiencia de estos cuatro años demostró que yo no me equivoqué en lo que dije.
El gobierno que hoy termina no fue diferente a todos los anteriores en lo que se refiere a su desempeño y sus realizaciones. Como todos, se limitó a administrar el presupuesto nacional mientras hizo quites de torero a los problemas ancestrales. Aunque no fue tanta la corrupción como la que hubo durante el período de Portillo, si se llegase a hacer una meticulosa investigación financiera se podría comprobar que también hubo corrupción y que se enriquecieron unas cuantas personas ligadas al presidente Berger. Pero en medio de su mediocridad tuvieron la habilidad y el cuidado de granjearse la certeza de que el nuevo gobierno no se dedicará a llevar a cabo esas investigaciones gracias a que para la segunda vuelta electoral el partido oficial Gana apoyó las candidaturas presidenciales del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) que postuló las candidaturas del ingeniero Colom y del doctor Espada, y con ello impidió que pudiese ganarla el partido denominado Patriota, cuyo candidato presidencial, el general retirado Otto Pérez Molina, ya había anunciado prematuramente que tenía la intención de investigar la corrupción que se pudiese haber cometido durante estos últimos cuatro años para llevar a los tribunales de justicia a sus autores.
Además, la buena actitud que asumió el gobierno de Berger durante la etapa de transición hará que el nuevo gobierno que hoy comienza su gestión no vaya a hacer lo mismo. No habrá la tradicional “cacería de brujas” que sí hizo el gobierno de Berger, al extremo de perseguir implacablemente al ex presidente Portillo y meter en la cárcel preventiva de la zona 18 al vicepresidente Reyes. Pueden estar tranquilos los hijos y el yerno de Berger, porque no serán objetos de investigación ni tampoco algunos amigos íntimos del presidente saliente, tales como Mike Fernández y el ?perico? Pellecer, ni tampoco quienes como si fueran “trapecistas” han venido saltando de gobierno a gobierno, como Richard Aitkenhead. En todos los gobiernos que se han sucedido ha habido personas que siempre se salvan de ser investigadas y con habilidad acrobática pasan de un gobierno a otro. Y el gobierno que desde el principio se identificó como ?de empresarios? y hoy termina su gestión sin pena ni gloria, pasará a la historia nacional como otra frustración, otra lamentable pérdida de tiempo porque no hizo nada significativo para acortar las enormes y profundas brechas que separan a las clases económicas que dividen a los guatemaltecos, porque no hizo nada importante en la búsqueda del bien común.
Hoy toca el turno a un nuevo gobierno que se plantea con la tendencia social demócrata. Le deseamos que tenga muchos éxitos en todos sus proyectos de cambio que se anuncian como una esperanza para nuestro pueblo. Guatemala lo necesita urgentemente. No se puede seguir igual.
Ya es hora de que se produzca en Guatemala un cambio significativo que favorezca a las clases mayoritarias que son las más pobres y hasta viven en la más cruel miseria. Ya es hora de que cedan un poco quienes ancestralmente han venido detentando el poder y la fortuna. Guatemala debe cambiar lo que sea necesario para que termine la pésima situación económica que desde tiempos inmemoriales ha venido padeciendo la mayor parte de nuestro pueblo. El cambio que hoy se produce en nuestra patria no debe limitarse a ser un cambio cosmético, como han sido los anteriores, sino deberá ser un cambio verdadero que en verdad produzca resultados que favorezcan a quienes más lo necesitan.
Espero que la esperanza que prometieron el ingeniero Álvaro Colom y el doctor Rafael Espada vaya a servir para algo que en verdad sea trascendente. Confío en que estos dos compatriotas y quienes trabajarán en su equipo de gobierno no se vayan a limitar a hacer los quites a los problemas que se han venido acarreando en los sucesivos regímenes. Espero que sirva para algo este cambio de gobierno que sospecho que será el último que voy a presenciar en lo que me resta de vida. Espero que este cambio de gobierno sirva para algo que valga la pena para que cuando termine su período de cuatro años, Álvaro Colom Caballeros y José Rafael Espada no salgan como hoy se van -sin pena ni gloria- Berger y Stein dejando al pueblo con la misma frustración que le han dejado los gobiernos anteriores. Por más que, con la cara dura que le es característica, Berger diga ahora que sale “con la frente en alto y sin arrepentimientos”. ¡Qué cinismo!