Se apagó el fosforito

No soy de las personas que gozan y se satisfacen del mal ajeno diciendo ?¡se lo dije!?, ni me alegra que les suceda algo que les había pronosticado, pero debo decir que muchas veces expresé al doctor Francisco Arredondo que es una persona ingenua, sin experiencia ni trayectoria política y, no obstante, pretendía participar en la vida politica nacional nada menos que como candidato a Presidente de la República en las próximas elecciones generales.
Sinceramente, lamento lo que le ha ocurrido al doctor Arredondo en el Partido de Avanzada Nacional (PAN), pero lo tiene merecido por haberse metido en un terreno peligroso que no conocía. Y no tomó en consideración que eso mismo le sucedió, hace cuatro años, en el mismo partido, al licenciado Óscar Berger Perdomo, actual Presidente Constitucional de la República.
Probablemente entenderá ahora por qué fue que le dije tantas veces -personalmente y desde mis columnas periodísticas- que estaba perdiendo su tiempo y desperdiciando su dinero. Que no basta tener ?ganas? de ser Presidente de la República para alcanzar ese alto cargo. Ni es suficiente contar con el dinero para costear una campaña publicitaria. Para tener éxito en la actividad política es indispensable ser político con conocimiento y experiencia.
Por hechos como el que le ha ocurrido al doctor Arredondo es que la gente dice que ?la política es cochina? y que los políticos son unos sinvergüenzas tales por cuáles. Pero en este caso hay mucha tela que cortar. No se puede juzgar a la ligera lo que le ha sucedido a ese profesional de la medicina. Es indispensable hacer un análisis sereno y justo de lo sucedido.
No dudo que el doctor Arredondo sea una buena persona, un hombre bien intencionado que anhela lo mejor para nuestra patria y desea ser protagonista de ese patriótico propósito, para lo cual afirma que tiene “vocación”. Pero eso no basta para ser candidato a Presidente de la República y tomar parte en una campaña política para lograrlo. Hace falta algo más, como ya sabe ahora ese respetable compatriota. Y no me refiero necesariamente a las ?mañas? que se acostumbran para desempeñarse en ese campo tan complejo y lamentablemente tan desprestigiado. Ni a ciertas argucias que hay que tener para enfrentarse a quienes se desenvuelven como peces en el agua en esa actividad tan complicada. Hay que recordar el sabio aforisma popular que dice ?zapatero a tus zapatos?.
Es evidente que Arredondo creyó que todo lo que necesitaba para ser candidato a la Presidencia de la República era su “vocación de servicio” y su deseo de llegar a serlo, y el dinero para costear una campaña publicitaria, un publicista que le promocione como si fuese un producto comercial cualquiera (como pasta de dientes, jabones o condones) y un partido político ?no importa cuál- que postule su candidatura y le inscriba en el Tribunal Supremo Electoral. Pero creo que ahora ya ha entendido que no es así nomás la cosa.
Innumerables veces expresé al doctor Arredondo en mis publicaciones que debía tener mucho cuidado porque había la posibilidad de que le estuviesen tomando el pelo con el propósito de sacarle dinero. Pero él no creyó que pudiese ser verdad lo que le decía. Y su publicista, su amigo Néstor Ahumada, de origen chileno, esgrimía el peregrino argumento de preguntar a quienes tal cosa opinábamos por qué Arredondo no podría ser candidato presidencial si es una persona buena, probablemente mejor que muchos de los otros contendientes. Espero que ahora ya sabe por qué.
El duro golpe a traición o puñalada trapera que ha recibido el doctor Arredondo debe servir de lección a todos los que, como él, pretendan participar en la actividad política sin tener ejecutorias para ello, sino sólo por el simple hecho de querer ser Presidente de la República y contar con el dinero para pagar lo que sea necesario… incluyendo el firme apoyo de los dirigentes del partido político que acepte postular su candidatura.
Pero no podemos desentendernos del hecho que este caballero del fosforito encendido nunca ha sido militante de ningún partido político, ni ha desempeñado un cargo público que le haya podido servir de experiencia para saber cómo debe desempeñarse en la vida pública. Ni siquiera ha sido diputado o viceministro. Mucho menos ha dado a conocer cuál es su ideología política (si acaso la tiene), o ?a qué le tira?, como se dice popularmente. Sencillamente se creyó con derecho a ser candidato presidencial porque la Constitución de la República establece que para serlo basta con ser guatemalteco de origen y tener 40 años de edad. Eso es todo.
El doctor Arredondo sufrió una grosera humillación el domingo pasado cuando se presentó en la Convención Nacional del PAN, del cual ya creía ser el ungido candidato presidencial. Ni siquiera se le permitió usar un micrófono para dirigirse a los presentes, entre ellos muchos que son sus partidarios. Cuando llegó sonriente a la reunión estrechó las manos de los dirigentes de ese partido a pesar de que ya tenía conocimiento de lo que se estaba cocinando en su contra, pero disimuló su disgusto y su anunciado rechazo a Castañeda. A los pocos minutos tuvo que abandonar el local como si fuese un perro ?con la cola entre las patas?, como se dice comúnmente, cuando se convenció de que si permanecía en el lugar iba a sufrir un golpe aún más duro al ser rechazado públicamente. Pero antes de marcharse gritó desesperadamente a los periodistas y a sus parciales que le estaban ?robando? su candidatura. Y realmente no hay tal robo. A uno le roban cuando le quitan algo que le pertenece. Y Arredondo todavía no había sido postulado candidato presidencial porque, según los estatutos de ese partido, antes tenía que ser proclamado por la mayoría de los delegados departamentales. Y tal cosa aún no había sucedido.
No obstante, es evidente que Arredondo llegó a creer sinceramente que ya era el seguro candidato presidencial del PAN porque le convenció su propia propaganda. Podría decirse que cayó en su propia trampa, pero la expresión es demasiado dura y no deseo ofenderle. No contaba con que todavía le hacía falta aportar varios millones de quetzales a ese partido antes de que pudiese ser confirmado en la Convención Nacional. Millones que al final de cuentas él no aportó.
Parece ser que en determinado momento de su campaña, Arredondo visitó en su oficina al señor Oscar Rodolfo Castañeda Rosales (quien hoy ocupa el lugar que él ya creía que era suyo) para pedirle que fuese su compañero de fórmula, su candidato a la Vicepresidencia de la República. Y si es verdad lo que ha declarado a los medios de comunicación Castañeda -quien, dicho sea de paso, desde hacía algún tiempo se venía haciendo sospechosa propaganda en grandes vallas publicitarias callejeras anunciándose como ?La Voz de la Verdad? y al verlas muchos nos preguntábamos cuál podría ser su propósito para hacer semejantes alardes publicitarios tan costosos- Arredondo le dijo que ?sin él no podría ganar la elección presidencial? y por eso accedió a ser su compañero de fórmula. Ahora seguramente ya sabe Arredondo que tampoco con él podrá llegar a ser presidente.
Según la versión de los hechos que ha propalado Castañeda, el doctor Arredondo carece de liderazgo y de identidad política porque antes del PAN trató infructuosamente de ser postulado por diferentes partidos políticos, incluyendo al partido en el gobierno, donde también sufrió un revés cuando prefirieron postular al doctor Alejandro Giammattei, el del dedo que señala al cielo, lo cual era bien sabido desde antes de que encendiera su famoso fosforito el distinguido profesional de la medicina y dueño de un laboratorio clínico. Y para darse cuenta de ello los dirigentes de ese partido no tenían que esperar hasta unos minutos antes de que comenzara la Convención Nacional.
¿Quién es Óscar Rodolfo Castañeda Rosales, el hombre que se ha convertido en sustituto del doctor Arredondo y en sorpresivo o emergente candidato presidencial del PAN? Fue uno de los fundadores de ese partido cuando era incondicional de Álvaro Arzú Irigoyen, su máximo dirigente. Fue diputado al Congreso de la República en 1995, donde protagonizó varios fuertes encuentros verbales y, posteriormente, desempeñó por un tiempo el cargo de Director General de Radio y Televisión Nacionales durante el período presidencial de Arzú, de quien finalmente se distanció y enemistó. Su trayectoria política es conocida y para algunos ha sido controversial. No se podría decir que goza de una reputación impecable. Se dce que es una persona conflictiva, de lo cual el doctor Arredondo podrá dar su testimonio. Su principal actividad profesional ha sido el campo de la publicidad y las relaciones públicas en la empresa que ha dirigido junto con su mamá, la señora Ana María Rosales, viuda del recordado político y publicista licenciado Julio Estrada de la Hoz.
Desde hace algún tiempo, Castañeda ha venido encargándose de la campaña que lleva a cabo el hombre de negocios Arturo Gutiérrez, residente en Toronto (Canadá) contra sus sobrinos, los empresarios Juan Luis Bosch y Dionisio Gutiérrez, a quienes reclama en los tribunales de Estados Unidos el pago de varios millones de dólares. Últimamente Castañeda dirige la estación en AM “Radio 10”, desde cuyos micrófonos lanza constantemente rayos y centellas contra los mencionados co-presidentes de Multi Inversiones. Por esta razón es que se sospecha que Arturo Gutiérrez va a financiar su campaña publicitaria como candidato presidencial. Con mayor razón cuando ha trascendido que el sábado pasado Castañeda fue visto en la inauguración de una exposición fotográfica en el hotel Santo Domingo, de la Antigua, en compañía de uno de los abogados en Miami de dicho empresario.
El caso concreto es que, al menos esta vez, se le ha apagado el fosforito que encendía en su propaganda política el doctor Arredondo. Probablemente se le apagó para siempre. A menos que sea tan obstinado que quiera sufrir en el futuro otros desaires y nuevas decepciones y volver a partiipar en la contienda electoral dentro de cuatro años. Lo cual no le aconsejo. No debe tratar de mantener encendida la llama de su fosforito porque corre el riesgo de quemarse los dedos. Lo cual no tendría gracia y podría arderle mucho.

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