Boqueras de un borracho

Un amigo me contó ?como diría el desaparecido y querido amigo Guillermo Suhr- que el insoportable ingeniero José Rubén Zamora, presidente de El Periódico, ha estado diciendo por ahí que soy ?malagradecido? porque él me dio trabajo durante diez años como columnista y me concedió ciertas prerrogativas como que fui el único que escribía todos los días, y no se publicaban al pie de mis columnas los comentarios alusivos que enviaban los lectores. Lo cual es verdad pero era debido a que yo lo puse como condición para escribir, porque no es gracia que un hombre de mi edad, un veterano periodista con más de medio siglo de ejercicio profesional en casi todos los medios de comunicación del país, que ha hecho estudios superiores en cuatro universidades del extranjero, que ha leído muchísimo y que es muy estudioso y acucioso, se devane los sesos escribiendo una columna para que después un badulaque, un papanatas, un ignorante, un pendejo cualquiera, envíe un comentario de unas cuantas palabras, muchas veces estúpido e insulte al columnista por algún escondido resentimiento personal o ideológico. No me parece justo. Por eso no acepté que se publicaran al pie de mis columnas los comentarios de los lectores. Y, repito, lo exigí como condición sine qua non para escribir mis columnas. De lo contrario, no habría escrito más.

No me sorprende que Zamora haya soltado esas boqueras, especialmente si antes de hacerlo había bebido un montón de tragos, como acostumbra hacerlo, porque tiene mal trago y en ese estado habla muchas babosadas. Aunque también lo hace sin tragos. Muchas veces se ha llenado la boca diciéndolo. Pero esta es una buena oportunidad para decirle que no me hizo ningún favor y, en todo caso, lo aceptó porque sabía que mis columnas eran las más leídas de ese periódico. Además, me explotó de la manera más inícua, pagándome un miserable salario de Q.5,000 al mes, sin derecho al Bono 14, a vacaciones, ni ninguna otra prestación, a lo cual todavía se me descontaba cada mes Q. 535.74 del IVA y sólo recibía Q.4,464. De manera que lo que realmente me pagaba por cada una de mis columnas era ridículo: Q.186.01. ¡Pinches ciento ochentiseis quetzales con un centavo por una columna! Y en diez años que escribí de lunes a sábado, inclusive cuando andaba de viaje por países lejanos, enviaba mis columnas por Internet todos los días. ¡Y nunca en diez años me aumentaron ni un solo centavo!

Además, no debe olvidar Zamora que en muchas oportunidades me pidió que corrigiera los artículos que él firmaba y otras veces me pidió que escribiera el Editorial cuando por algún motivo no lo había escrito el licenciado Fuentes Destarac. Aunque quien lo escribe ahora algunos días de la semana es el periodista Mauricio Barrera. Muchas de esas veces prácticamente tuve que escribir de nuevo los artículos que firmó Zamora, porque él no sabe redactar. Escribe mal. Pero mientras a todos los columnistas y colaboradores se les impone un límite de palabras o caracteres, él siempre publica interminables tamagases y emplea todo el espacio que le da la gana. Como lo hizo hace pocos días, cuando ocupó una página completa de la sección de Opinión para expresar sus acostumbradas diatribas contra cualquier persona, no importa quién es. Como la forma tan grosera y cobarde como ha escrito contra Zury Ríos, por ejemplo. Pero a mi me “purgó” sólo porque investigué y publiqué los datos personales de una persona que mandó dos cartas contra mí. Y lo usó como justificación para dejar de publicar mis columnas. Aunque él sabe que la verdad es otra, pero no tuvo los pantalones para decirla.

Esto me hace pensar que tiene mucha ?gracia? (para calificarlo de alguna manera) que en días pasados Zamora envió a la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) a su vieja íntima amiga la guapa codirectora de El Periódico, Silvia Gereda, para denunciar que los hermanos Henry Danilo y José Luis Benítez Barrios han presentado dos denuncias contra él y la jefa de redacción Ana Carolina Alpírez, acusándoles de ser los autores intelectuales de la tentativa de asesinato en su contra cuando, supuestamente, sufrieron un atentado en el kilómetro 27.5 de la carretera a Bárcenas, Villa Nueva. El Periódico publicó una fotografía en la cual ellos están con la cara cubierta con pasamontañas durante la cruenta ?operación? que se desarrolló en la Granja Penal de Pavón en la que, según las investigaciones que posteriormente han salido a luz, siete presos fueron pasados por las armas durante la noche anterior. Zamora tiene la ventaja que su primo, el periodista Gonzalo Marroquín Godoy, director editorial de Prensa Libre, es el encargado de la Libertad de Prensa en la SIP y, lógicamente, le va a apoyar en su denuncia. En mi opinión, no es un delito el hecho que hayan publicado la fotografía de esas personas con la cara cubierta con pasamontañas, en la sangrienta ?limpieza? de Pavón, lo cual, aunque parezca mentira, fue el ?mérito? del doctor Alejandro Giammattei, que entonces era director de presidios, para que el presidente Berger le ungiese como candidato del partido oficial Gana a la Presidencia de la República. ¡Qué poca vergüenza! Sin embargo, los hermanos Benítez Barrios están en su derecho legal al plantear una demanda judicial ante los tribunales de justicia contra los responsables de esa publicación, pero en mi opinión van perdidos.

Decía que me hace ?gracia? que Zamora acuda a la SIP para denunciar un atentado contra la libertad de expresión cuando, durante los diez años que yo publiqué mis columnas en ese medio, innumerables veces fui censurado y se me impidió hasta mencionar a ciertas personas con quienes Zamora tenía alguna relación o interés, sobre todo los empresarios más adinerados del país porque generalmente les estaba pidiendo dinero para mantener a flote esa publicación. ?No don Jorge, no puedo permitirle que critique a ese señor porque precisamente hoy fui a pedirle que compre unas acciones?, me dijo varias veces. Y una vez que escribí una severa respuesta a uno de los socios de Prensa Libre que es un tarambana drogadicto como respuesta a que él me había faltado al respeto antes, me dijo que no podía publicarla porque en los talleres de esa empresa imprimen su periódico y no quería correr el riesgo que dejaran de hacerlo. Así que no tiene vergüenza al invocar la libertad de expresión cuando él censura siempre a sus colaboradores. Conservo una especie de bitácora en la que están escritos todos los datos de las muchas veces que me censuró por algún motivo. Y un columnista tiene que tragárselo si es que desea continuar publicando sus columnas en ese periódico. ¡Pero todo tiene un límite! Hoy doy gracias a Dios que ya no tengo que soportarlo. Ni siquiera que me hable por teléfono.

La parte de las boqueras de Zamora que más lo pinta de cuerpo entero es que asegura que ahora que ya no publico mis columnas en El Periódico voy a ver cómo mis amigos van a distanciarse de mí y se van a alejar, porque escribiendo en mi página web no tengo el mismo peso que tenía cuando escribía en aquel medio de comunicación. No se a qué clase de ?amigos? se refiere ese insoportable sujeto, porque él no entiende de amistad, no sabe cultivar ni honrar la amistad de una persona si no es por intereses económicos o de alguna otra clase, como cuando se hizo pasar por ?amigo? de un buen hombre que conozco y aprovechó la confianza que éste le tenía para meterse con su esposa y provocar un divorcio. ¡Así es José Rubén Zamora!

Mis amigos de verdad no lo son porque escriba columnas en un medio o en otro. Hasta el momento, no he sentido en lo más mínimo que así sea la cosa. Y si en verdad esos ?amigos? a los que se refiere van a distanciarse de mí y a alejarse porque ya no escribo en El Periódico, sino en esta maravillosa página de Internet en la que tengo completa libertad de decir lo que quiero sin que nadie me censure, probaría que realmente no eran mis amigos. ¡Y qué bueno si se distancian de mí, porque con ?amigos? así no necesito enemigos!