Fiesta en Juan Gaviota

El viernes por la noche hubo una fiesta en el balneario Juan Gaviota, de marina del sur. para celebrar el lanzamiento de la segunda fase del proyecto y promover las ventas de terrenos, casas, edificios de departamentos con un club social en el cual, como en la primera fase, que funciona desde hace diez años, habrá campos de tenis, parques de diversiones infantiles, un restaurante, etcétera. La fiesta estuvo sumamente concurrida, tengo entendido que se vendieron mil 400 entradas, al precio de 100 dólares cada una y, además, se repartieron algunas entradas de cortesía. En el lugar que acondicionaron habían 140 mesas para diez personas cada una y todas estuvieron llenas. El área arenosa donde se hicieron las instalaciones la cubrieron con unas enormes alfombras sobre las cuales era fácil caminar para las mujeres que iban con zapatos con tacones, pero muchas se quejaron después que les era muy difícil bailar. En general, se podría decir que la fiesta constituyó un gran éxito social y comercial, como pocas veces hemos visto. Se reunieron muchísimas personas ampliamente conocidas de nuestra sociedad.

Como siempre, hubo ciertos peros. Por ejemplo, las invitaciones decían que la fiesta daría principio a las 20 horas y algunos ingenuos o tontos lo creímos y acudimos puntualmente. Y nos encontramos con la desagradable sorpresa que unos agentes de seguridad con cara de pocos amigos no permitían el ingreso y nos dijeron que debíamos formar una cola de uno en uno porque no empezarían a permitir el acceso antes de las 20:15, pero a esa hora anunciaron que sería a las 20:30, hasta que finalmente pudimos comenzar a entrar como a las 20:45. O sea que durante 45 minutos aproximadamente nos mantuvieron de plantón a la entrada del lugar. Y cuando iba a entrar uno de los vestidos de agentes de seguridad trató de cachearme, pero lo mandé al carajo y no se lo permití. Porque no tenía ningún derecho a hacerlo y no es gracia que lo manoseen a uno.

Antes de entrar vimos un buen número de lindas patojas contratadas como edecanes, que anunciaban diferentes servicios y productos comerciales y vestían faldas y blusas minúsculas y apretadas, gracias a lo cual lucían sus bien formadas anatomías. Tengo que decir que esa noche fueron sumamente abundantes las mujeres bellas entre la numerosa concurrencia. Viejo verde como soy (lo reconozco) no pude contenerme y abordé a una de ellas que me pareció la más guapa de todas y le pregunté cuál era su nombre. Amablemente, con una sonrisa realmente encantadora, ella me dijo su nombre que si mal no recuerdo es Natalia. Pero está visto que no conviene tener demasiada confianza en los aparentes progresos que se tienen en ese campo, porque cuando me descuidé un minuto se acercó a ella un hombre joven, alto y muy bien parecido, a quien le dicen de apodo Oh my God porque dicen que un día que estaba haciendo ejercicios en un gimnasio pasó enfrente un gay que, al ver su musculatura, se puso las manos en las mejillas y exclamó emocionado: “¡Oh, my God!“; y observé que éste le decía no se qué cosas al oído y le pasó su brazo alrededor de la cintura. ¡No se puede competir con estos jóvenes tan aventados y ventajosos! ¡No hay derecho! No tuve más remedio que pensar: ¡Otra que se me va!

Debo aclarar algo que dije ayer en base a la información que originalmente me dieron. No participó en el show la bonita cantante guatemalteca Annaby porque, según ella misma me informó más tarde, los organizadores, personeros de Producciones Premier, le hablaron con sólo 48 horas de anticipación y no llegaron a ningún acuerdo para que ella pudiese contar con los elementos necesarios para hacer una presentación digna de la ocasión en la que alternaría con la famosa vedette mexicana Paulina Rubio, alias ?la chica de Oro?. Por esa razón, Annaby prefirió no aceptar presentarse para no correr el riesgo de que su actuación no fuese a estar a la altura de tales circunstancias. Lo cual fue mejor para el público porque no habría estado bien que hubiesen actuado dos mujeres seguidas, como si se tratase de una competencia entre una vedette mexicana y una cantante guatemalteca. No habría sido justo para Annaby. Para cumplir con el requisito de que por el desplazamiento participe también un artista nacional, los empresarios contrataron a un excelente Disc Jokey guatemalteco.

Para comenzar la fiesta, o sea antes del show de Paulina Rubio, este Disc Jockey puso a todo volumen discos de esa música de perreo que le gusta tanto a la gente joven actualmente, reguetón, hip-hop y demás endemoniados ritmos populares que gustan ahora a los jóvenes. Pero la verdad es que a quienes tenemos tantos años como yo nos parecen una insoportable agresión a nuestros viejos tímpanos, una tortura, porque las percusiones son demasiado elevadas. Temo que los jóvenes corren el riesgo de quedarse sordos si no le bajan un poco de volúmen a esa música ruidosa y estridente que están oyendo y bailando. Por cierto que la presentadora de un programa de radio con especialidad en música brasileña Aura Ruiz (ampliamente conocida como “La muñecona”) con Mario Arturo Figueroa bailaron sin parar todos los ritmos de moda demostrando lo que aprendieron en su reciente visita a Río de Janeiro durante el Carnaval carioca. También bailaba con ellos la guapa amiga de Aury, la agente de viajes Vicky Portillo (ninguna relación con el ex presidente).

De pronto, sin previo aviso, sin decir agua va, sin anunciar adecuadamente de qué se trataba, comenzaron a sonar las conocidas primeras notas del Himno Nacional de Guatemala, como si fuese otro de tantos números musicales populares. Afortunadamente, pude comprobar con complacencia que de inmediato se pusieron de pie la mayor parte de la concurrencia y algunos lo cantaban con el debido respeto, en posición de firmes y haciendo el saludo con la mano derecha sobre el corazón. Pero también vi a otras personas jóvenes, especialmente patojas que ya se habían empinado unos cuantos tragos, que no observaron el más mínimo respeto, y algunas hasta lo bailaban. Junto a mi mesa había una patoja rubia, bonita, de ojos azules y delgadita, como de 20 años de edad, que permaneció sentada tranquilamente sobre la mesa mientras se escuchaba el Himno Nacional. Me dieron ganas de ir a decirle al galán que la acompañaba, y le daba besitos constantemente, que hiciesen el favor de respetar el Himno Nacional, pero en vista de los tiempos que corren preferí contener mi indignación. No fuera a ser que me metiera en una bronca que podría costarme hasta la vida. En realidad, no veo por qué razón pusieron una grabación del Himno Nacional en esa fiesta privada, porque no era un acto oficial.

El show de la vedette mexicana Paulina Rubio empezó como dos horas después de que comenzó la fiesta, o sea como a las 22:30 horas. Debo aplaudir que estuvieron muy bien las instalaciones del escenario y dos enormes pantallas a los lados. ¡Y qué bueno que las pusieron porque había unas gentes impertinentes que se paraban sobre las sillas y no permitían que uno viese el espectáculo cómodamente sentado!

La ?Pau? –como la llaman sus fans— es una mujer relativamente joven, rubia y bastante atractiva, de poca estatura, pero con un cuerpo sumamente bien formado. Su primera aparición fue espectacular. Salió luciendo un corset negro, apretado, que acentuaba sus senos, su cintura y sus bonitas piernas. Tenía puestas unas botas muy altas, de cuero negro. Su voz no es precisamente lo que se puede calificar como muy privilegiada, francamente, y hubo momentos en los que gritaba más que cantaba. Sin embargo, hay que reconocerle que es una vedette muy guapa que se desenvuelve bastante bien en escena. Era evidente que muchas de las personas jóvenes entre la audiencia son sus fans, porque constantemente coreaban las canciones que ella interpretaba. Le pidieron que cantara Tequila, la canción que parece ser uno de sus más conocidos éxitos, y ella la cantó con una copa tequilera de las llamadas ?caballitos? en la mano, hasta que consumió el contenidode un solo trago y lanzó al suelo el “caballito”. La vedette mexicana actuó sin decanso durante una hora con 35 minutos, lo cual fue suficiente para el público. La acompañaba su propia orquesta, que me pareció muy buena, y un guitarrista argentino excelente.

En mi opinión, la llamada ?chica de oro? se ganó lo que cobró, aunque, si acaso es verdad lo que me dijeron, cobró 80 mil dólares sólo por esa presentación. Lo cual a muchos probablemente les parecerá excesivo, pero así están cobrando en esta época las estrellas internacionales de la farándula, como indiscutiblemente es ella. Además, su agente, el productor de cine español Carlos Vasallo, se las sabe todas y la promueve bien. Hace muchos años estuvo casado con la mamá de Paulina, la también famosa estrella de cine y televisión Susana Dosamantes.

Según fui informado, durante el tiempo que Paulina y su novio, compañero de vida o marido permanecieron en las instalaciones de Juan Gaviota, en marina del sur, estuvieron hospedados en la casa del conocido empresario Juan Monge Calderón, pero tan pronto terminó la función emprendieron el viaje de regreso a la capital en una camioneta blindada que puso a su disposición uno de los socios del proyecto Juan Gaviota para que se trasladase con confianza y seguridad sin temor a los asaltos. Aquí durmieron esa noche en una suite del hotel Camino Real y quizás por esa razón es que Carlos Monteros y su hija aplaudían con tanto entusiasmo después de cada interpretación. Ni modo.

Les deseo que tengan un domingo muy feliz.

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