En 1975, la Organización de las Naciones Unidas dio su respaldo a un reclamo que surgió en 1910 para que el 8 de marzo de todos los años fuese establecido como Día Internacional de la Mujer en recuerdo a un grupo de trabajadoras que fueron reprimidas en Nueva York en este mismo día del año 1857. Muchas cosas han sucedido desde entonces, guerras, desastres y proclamas. Pero no puede haber duda de que una de las revoluciones más importantes en el transcurso del último siglo ha sido la transformación y el reconocimiento al papel de la mujer en la sociedad mundial. Grandes avances han sido logrados en todos los campos, pero muchas demandas legítimas siguen vigentes en los temas de género.
Como es bien sabido, la función de la mujer en la vida es de suprema trascendencia. Para comenzar, sin ellas no podría haber reproducción porque en su vientre nacemos. Pero en el transcurso de los años se ha transformado tanto esa función que actualmente ellas ocupan posiciones de gran importancia y desempeñan enormes responsabilidades en la sociedad mundial. Por eso hoy me uno con profunda satisfacción a rendir un homenaje de respeto y reconocimiento a la mujer, pero en particular a las mujeres de Guatemala.
Sé que no tiene que haber un Día Internacional de la Mujer para rendir un homenaje de respeto y reconocimiento por el trascendental papel que desempeñan, porque se les debe rendir todos los días de la vida, pero no sale sobrando el hecho que los días 8 de marzo de todos los años se les rinda un homenaje internacional por el papel que desempeñan, porque, para comenzar, sin ellas no estaríamos aquí.
Desde hace muchos años se ha venido incrementando el impresionante papel que la mujer desempeña en la sociedad mundial. En una sociedad moderna ya no puede haber una actitud discriminatoria y de supremacía y privilegio de los hombres sobre las mujeres. Ellas ocupan y desempeñan las mismas posiciones a las de los hombres, y en muchos de los casos lo hacen tan bien que no puede caber alguna duda de que se las merecen por su inteligencia, preparación y capacidad de trabajo. Pero, además, han demostrado que poseen virtudes de las cuales carecemos los hombres.
Esto lo pone de manifiesto el hecho que una mujer excepcional como la doctora chilena Michelle Bachelet ha llegado a merecer ser electa Presidenta de la República de Chile, y la argentina Cristina Kirchner, esposa del presidente Néstor Carlos Kirchner, es actualmente senadora y tiene posibilidades de suceder en el poder a su marido.
En los Estados Unidos de América, la brillante y carismática Hillary Rotham Clinton es una de las más importantes abogadas y después de haber sido ?primera dama? de Arkansas, cuando William Jefferson Clinton fue gobernador de ese estado, y después ?primera dama? de la más poderosa nación del planeta, cuando su esposo fue el 42 Presidente de la Unión Americana, a partir de que el 20 de enero de 1993 recibió la presidencia de manos de George H. W. Bush hasta que el 20 de enero del 2001 él a su vez la depositó en manos de George Walker Bush; y actualmente se desempeña como Senadora por el estado de Nueva York y es probable que vaya a ser escogida como candidata a la Presidencia estadounidense por el partido Demócrata en las próximas elecciones y no me sorprendería que llegue a ocupar la Casa Blanca ya no como “primera dama” sino como la primera mujer en la Historia que desempeña ese cargo.
También es sumamente importante la sucesora del general Colin Powell en la Secretaría de Estado, doctora Condoleezza Rice, nacida el 14 de noviembre de 1954 en Birmingham (Alabama), después de haber sido asesora de Seguridad Nacional durante el primer período de gobierno del Presidente George W. Bush (2001-2005). Se graduó como Bachiller cum laude en Ciencias Políticas y Phi Beta Kappa de la Universidad de Denver en 1974 y obtuvo el grado de Master de la Universidad de Notre Dame en 1975. En 1981 obtuvo el Ph.D. de la Escuela de Estudios Internacionales para Graduados de la Universidad de Denver. Es Miembro de la American Academy of Arts and Sciences. En 1994 el Morehouse College de la Universidad de Alabama le confirió el grado de Doctora Honoris Causa y en 1995 recibió el mismo honor de la Universidad de Notre Dame Fue miembro de los comités directivos de diversas entidades como la Corporación Chevron, la Charles Schwab Corporation, William & Flora Hewlett Foundation, la Universidad de Notre Dame, el Consejo de Asesoría Internacional de J.P. Morgan y el Consejo de Gobernadores de la Orquesta Sinfónica de San Francisco. Fue miembro fundador del Centro por una Nueva Generación, fondo de apoyo a la educación dirigido a escuelas de Palo Alto/Este y Menlo Park/Este, en California, y Vicepresidente del Club de Jóvenes de Península. Adicionalmente, la doctora Rice ha sido miembro de los directorios de organizaciones como Transamerica Corporation, Hewlett Packard, Carnegie Corporation, Carnegie Endowment for International Peace, la Rand Corporation, The National Council for Soviet and East European Studies, The Mid-Peninsula Urban Coalition y KQED, empresa pública de radiodifusión de San Francisco. Desde 1989 hasta marzo de 1991, período marcado por la reunificación alemana y el final de la Unión Soviética, brindó sus servicios a la Administración Bush primero como Directora y luego como Directora de Alto Nivel del Consejo Nacional de Seguridad para Asuntos Soviéticos y de Europa Oriental. También fue Asistente Especial del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional. En 1986, mientras era becaria de asuntos internacionales del Consejo de Relaciones Exteriores, se desempeñó como Asistente Especial del Director del Joint Chiefs of Staff. En el año 1997 fue miembro del Comité Federal de Asesoría en temas de Género, Programa Integrado de Capacitación de las Fuerzas Armadas.
En Stanford ha sido miembro del Centro Internacional de Seguridad y Control de Armas, Investigadora Senior del Instituto de Estudios Internacionales y Miembro Honorario de Hoover Institution. Sus libros incluyen títulos como Germany Unified and Europe Transformed (1995) con Philip Zelikow, The Gorbachev Era (1986) con Alexander Dallin, y Uncertain Allegiance: The Soviet Union and the Czecholovac Army (1984). Así mismo, ha escrito numerosos artículos sobre la política exterior y de defensa de Europa Oriental y ha hecho presentaciones públicas sobre temas diversos que varían desde “La Residencia del Embajador de los Estados Unidos en Moscú” y el “Club de la Comunidad de Naciones”, hasta Convenciones Nacionales Republicanas de 1992 y el 2000.
Como catedrática de Ciencias Políticas, la doctora Rice ha sido miembro de la facultad de Stanford desde 1981 y se ha hecho acreedora de los más altos y distinguidos reconocimientos, como el Premio Walter J. Gores de 1984 por Excelencia en la Enseñanza y el Premio de la Escuela de Humanidades y Ciencias Dean por Enseñanza Distinguida.
En junio de 1999 concluyó seis años como directora de la Universidad de Stanford, tiempo durante el cual se desempeñó como jefa de presupuesto y funcionaria académica. En el ejercicio de esas responsabilidades le fue confiado un presupuesto anual de $1,5 mil millones y del programa académico integrado por 1.400 miembros de la facultad y 14.000 estudiantes.
La doctora Rice fue nombrada Asistente del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional, cargo conocido bajo el nombre de Asesor de Seguridad Nacional, el 22 de enero de 2001. Y si todo lo anterior no fuese suficiente, la doctora Rice también es una concertista de piano. En pocas horas estará en Guatemala formando parte de la comitiva del Presidente George W. Bush.
Como puede verse, las cuatro excepcionales mujeres que he mencionado se han hecho merecedoras de desempeñar esas importantes responsabilidades por su privilegiada inteligencia, sus esmerados estudios y su comprobada preparación y capacidad de trabajo. O sea que no han llegado a esas altas posiciones solamente por el hecho de ser mujeres, sino que ha sido por su personalidad carismática, brillante inteligencia, extraordinaria preparación y notable capacidad.