El jueves de la semana pasada, el destacado periodista cubano Ismael Cala, de la Cadena noticiosa de televisión CNN en español, entrevistó durante una hora en su habitual programa diario al ingeniero Jorge Serrano Elías, expresidente Constitucional de la República de Guatemala, el cual fue retransmitido dos veces al día siguiente: primero a la 1 de la tarde y después a las 8 de la noche. El controvertido exgobernante fue derrocado como consecuencia del golpe de Estado que dio, hace 19 años, el 25 de mayo de 1993, cuando canceló a los otros dos poderes del Estado. A ese hecho se le ha llamado indebidamente “autogolpe”, pero, según el gran político francés Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquiu, un golpe de Estado se produce cuando uno de los poderes del Estado anula a los otros, y eso fue precisamente lo que ocurrió aquí. Desde entonces, Serrano Elías goza de asilo político en Panamá, lo cual no creo que sea por su preferencia, ni por casualidad, sino porque Guatemala no tiene un tratado de extradición con Panamá y mientras viva allá, gozando de un cómodo asilo político, dedicado a los bienes raíces, y viviendo en un lujoso departamento con una espléndida vista a la ciudad, como pudo verse en la entrevista, jamás será extraditado para ser juzgado aquí por los delitos que se le imputan. Por más que él sigue empecinado en afirmar que no cometió ningún delito cuando el 25 de mayo de 1993 “disolvió” al Poder Legislativo y al Poder Judicial, a la Procuraduría de Derechos Humanos y a la Corte de Constitucionalidad (CC), pero, según su criterio, eso no constituyó una violación a la Constitución porque tanto los diputados como los magistrados le estaban causando muchos problemas y no le dejaban gobernar porque le hacían constantes chantajes. No recuerda que fue él, precisamente, quien instituyó la compra de los votos de los diputados para que aprobaran sus propuestas de ley y de ahí surgieron oscuros personajes como el diputado Obdulio Chinchilla Vega. Y afirma también que el presidente de la Corte Suprema de Justicia, licenciado Juan José Rodil Peralta, fue electo a sus espaldas en el Congreso cuando él estaba en San Salvador para la firma de la paz entre el gobierno y la guerrilla y obligaron a dos de sus diputados a votar por él con la amenaza de que escogieran entre “votos o balas”. ¿Por qué tendrían que consultarle los diputados a quién deberían elegir? ¿Acaso no hay en Guatemala separación de poderes? En vano trata él de culpar a todos de su abuso de poder cuando trató de emular al presidente peruano Alberto Fujimori, pero no tomó en consideración que Fujimori llegó a la Presidencia del Perú con un gran respaldo popular y había aumentado su apoyo durante el tiempo que había gobernado antes de dar el “fujimorazo”, mientras que Serrano Elías carecía de ese respaldo popular y hubo algunos discutibles negocios de sus hijos a la sombra del poder le habían causado mucho desprestigio antes de dar el “serranazo” como fue llamado también el golpe de Estado. Pero en honor a la verdad, ese golpe fue bien recibido por muchas personas que ya estaban hartos de la corrupción que reinaba en el Congreso de la República y en el el Poder Judicial, y no les importaba si con ello se estaba violando la Carta Magna. Pero, ensoberbecido por su abuso de poder, cometió el grave error de imponer una rígida censura a los medios de comunicación, particularmente a los periódicos La Hora y Prensa Libre, y a la revista Crónica, que se opusieron valientemente a la medida y burlaron la censura al dar a conocer la verdad de los hechos y circular sin autorización del gobierno. Creo que el hecho de haberse enfrentado a la prensa en esa forma le costó el cargo más que la propia violación a la Constitución. Durante esos días se dijo que una de las censoras era la actual vicepresidenta de la República, licenciada en Ciencias de la Comunicación Roxana Baldetti Elías (ningún parentesco con Serrano Elías), quien entonces desempeñaba el cargo de subsecretaria en la Secretaría de Relaciones Públicas de la Presidencia de la República, pero ella lo ha negado reiteradamente. Es indudable que el rompimiento con la prensa le causó a Serrano Elías que los periodistas de esos medios hicieran una manifestación pública por los alrededores del Palacio Nacional, y cuando estaban por la esquina del Callejón Manchén y la 5a calle (de la zona 1) se encontraron con él cuando se dirigía caminando al despacho del ministro de la Defensa acompañado por el general Francisco Ortega Menaldo, su jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP). Entonces los periodistas le increparon a gritos por la imposición de la censura y él les respondió gritándoles: “¡Periodistas hijos de puta!”, lo cual fue publicado por todos los medios. Pero esa valiente actitud de los periodistas también le costó el cargo al entonces director de Prensa Libre, Mario Antonio Sandoval, porque los socios de la empresa le criticaron que hubiese sido tan intolerante con el mandatario y se negara a estrecharle la mano que éste le extendió cuando trataron de reconciliarle con él en la residencia de la señora Teresa Bolaños de Zarco, viuda de Isidoro Zarco Alfasa, uno de los fundadores de Prensa Libre, quien fue vilmente asesinado por un comando guerrillero. La señora de Zarco era socia de la empresa y tenía amistad personal con Serrano Elías porque habían trabajado juntos en la Comisión por la Reconciliación Nacional, pero en vista de la intransigencia de Mario Antonio Sandoval, los socios de la empresa le destituyeron y regresaron a la dirección al veterano periodista Pedro Julio García, uno de los principales socios fundadores del periódico, quien desde la fundación había venido siendo el director pero por una dificultad personal se había retirado.
Ingeniero Jorge Serrano Elías, ex Presidente de la República, promoviendo su libro titulado La Guayaba tiene dueño (El secuestro del Estado de Guatemala) Editorial Exedra, Panamá, en el cual pretende en vano justificar sus delitos, encabezados por violación a la Constitución de la República, abuso de autoridad y peculado por la mitad de los fondos confidenciales que se embolsaba y por la maleta repleta de dólares que se llevó a El Salvador y Panamá como condición para irse del país.
Antes de entrar a comentar específicamente la entrevista que le hizo en CNN en español el periodista cubano Ismael Cala, voy a referirme brevemente a su libro. No lo había querido hacer antes porque me causó disgusto su cara dura porque es una vana apología de su actuación cuando estuvo a cargo de la Presidencia de la República. Además, tanto en su libro como en la entrevista dijo varias inexactitudes históricas. Por ejemplo, que su ilustre padre, el licenciado Jorge Adán Serrano (1897-1970) fue quien llevó al dictador Manuel Estrada Cabrera (1857-1924) la petición para que presentara su renuncia, pero la verdad es que el 11 de marzo de 1920, después de una manifestación encabezada por los líderes del Partido Unionista, entre ellos el preclaro ciudadano José Azmitia, para pedir la integración con el resto de Centroamérica, se oyeron disparos que le hicieron a uno de los manifestantes, lo cual encolerizó a todos y a raíz de esto empezó a crecer el movimiento en contra de quien había sido un dictador durante 20 años. El general José Letona, secretario del gobernante, se presentó ante la Asamblea Nacional para manifestar que el presidente tenía las facultades mentales alteradas, y el 8 de abril de 1920, el Decreto 1022 emitido por la Asamblea, le declaró “en estado de Interdicción” (restricción de derechos por anormalidades de sus facultades mentales). Tras de lo cual los diputados Jorge Adán Serrano, Escolástico de León y Roberto Figueredo fueron comisionados por la Asamblea Nacional Legislativa para llevar a Estrada Cabrera el memorial en el que se le notificó que había sido declarado “incapacitado mental para gobernar” por lo cual se vio obligado a renunciar cuatro días más tarde, después de haber gobernado a partir del 8 de febrero de 1898 al 15 de abril de 1920. Así terminó el mandato del implacable y sanguinario dictador de los 20 años que, en su locura de poder, una vez declaró: “¡No hay poder judicial! ¡Aquí yo solo soy el poder!”.
Manuel Estrada Cabrera nació en Quezaltenango el 21 de noviembre de 1857. Era hijo natural del presbítero Raymundo Estrada y de Joaquina Cabrera, empleada doméstica de la familia Aparicio. Su madre trabajó para costearle los estudios hasta verlo convertido en un profesional del Derecho, lo que logró gracias al apadrinamiento que le otorgó la familia Aparicio.
Pero continuemos con Serrano Elías. Dice también que su papá y el licenciado Federico Carbonell Rodas (1890-1980) fueron quienes llevaron al general Jorge Ubico Castañeda (1878-1946) el documento llamado “Memorial de los 311” en el cual, supuestamente, se le exigía la renuncia al dictador. Lo cual es falso, porque en ese documento lleno de vergonzosos ditirambos para el dictador no se le pidió la renuncia, sino solamente se le solicitó que restableciera los derechos constitucionales que habían sido suspendidos y que dejara en libertad a varios estudiantes universitarios que habían sido apresados durante una manifestación y se encontraban presos en la Penitenciaría acusados de nazistas. Ubico había sido un cruel dictador durante catorce años comprendidos entre 1931 y 1944. No fue derrocado en 1945, como dijo erróneamente Serrano Elías, sino en junio de 1944. Serrano Elías dijo también que él no renunció al cargo y que estaba sentado en su despacho viendo por televisión la reunión de “notables” a la que convocó el ministro de la Defensa Nacional, general José Domingo García Samayoa, lo cual sí es verdad, porque hasta entonces se negaba a renunciar y todavía estaba haciendo desesperadas maniobras, en connivencia con algunos diputados, para que el Congreso emitiera una amnistía por el golpe de Estado y él pudiese volver a asumir la Presidencia de la República haciendo caso omiso de su delito y anunció que iba a convocar a elecciones constitucionales. Pero el 2 de junio, mientras el embajador de Italia festejaba su fiesta patria, fui invitado a participar en una junta de comandantes de las zonas militares que tuvo lugar en las instalaciones del Servicio de Inteligencia Militar conocido como “El Archivo”, situadas en la 7a avenida y 4a calle de la zona 1, y expresé que Serrano Elías había violado la Constitución de la República y lo único que procedía era su inmediata destitución. Los comandantes me escucharon con atención, aunque en los rostros y expresiones de disgusto de algunos me dí cuenta que no querían que se inmiscuyera al Ejército, pero cuando terminé de hablar el general Ortega Menaldo me acompañó hasta la puerta y me informó en voz baja que la Institución Armada ya había decidido apoyar lo que decidiera la Corte de Constitucionalidad (CC) por lo cual sin pérdida de tiempo convoqué en mi casa a mi viejo amigo el magistrado de la CC Jorge Mario García Laguardia y él a su vez convocó al magistrado presidente Epaminondas González, y ambos decidieron redactar una resolución (a todas luces inconstitucional) declarando nulo todo lo que hizo Serrano Elías y dando un plazo de 24 horas al Congreso de la República para nombrar a un sustituto de Serrano para concluír el el período que dejaba inconcluso, y la Asamblea votó a favor del licenciado Ramiro De León Carpio, hasta entonces Procurador de los Derechos Humanos. El otro candidato fue el licenciado Arturo Herbruger Asturias, presidente del Tribunal Electoral, quien al quedar en segundo lugar en la primera votación de los diputados dijo que aceptaba el fallo y más tarde fue nombrado vicepresidente en sustitución de Gustavo Espina. Uno de los propósitos era impedir que el sustituto de Serrano pudiese ser el vicepresidente Gustavo Espina, a pesar de que en realidad a él le correspondía legalmente, pero el país ya estaba harto de las religiosidades de los miembros de esa iglesia protestante. Y al final de cuentas el ex presidente Serrano fue obligado a irse del país hacia El Salvador en el avión oficial que le envió el presidente salvadoreño Alfredo Cristiani cuando su Jefe de Estado Mayor Presidencial, el general Francisco Ortega Menaldo, le conminó a renunciar para evitar derramamiento de sangre. Estoy bien informado de esto porque de mi casa salió este general, acompañado del coronel Díaz Barrios, jefe de seguridad del presidente Serrano, para ir a exigirle la renuncia. Por lo que Serrano montó en cólera y les llamó “traidores” y le amenazó con denunciar el hecho ante la comunidad internacional. Pero luego aceptó irse del país si le daban una maleta llena de dólares. Por otra parte, el libro “La guayaba tiene dueño” no es otra cosa que un compendio de absurdas auto alabanzas y falsedades. Cualquiera que lo lea sin conocer la verdad podrá creer que él ha sido el mejor presidente que ha tenido Guatemala. Lo que sí es verdad, largamente sabida, es que tiene razón al decir que “la guayaba” tiene dueño, porque los sucesivos gobiernos siempre han estado aliados o bajo el control ya sea del Ejército o del sector privado, ahora identificado en el CACIF. Pero eso ya lo sabía él, de sobra, antes de ganar la Presidencia de la República, porque no es tonto, ni es sordo ni es ciego. Ese ha sido un hecho histórico incuestionable y no está descubriendo el agua azucarada con el título de su libro. Es natural que haya hecho esos duros ataques en su libro y reiteró en la entrevista con Cala contra los propietarios de la empresa Multinversiones, Dionisio Gutiérrez y Juan Luis Bosch, indudablemente son debidos a que respira por la herida porque estos fueron los que más influyeron en el ánimo del coronel Otto Pérez Molina y del licenciado Ramiro De León Carpio para rechazar su auto golpe, ya que ambos contribuyeron decididamente para su destitución del cargo de Presidente de la República.
Serrano Elías afirmó en la larga entrevista de una hora de duración que le hizo el periodista Ismael Cala que él aprendió desde niño a ser presidente porque por la mesa del comedor de su padre pasaron políticos de todas las tendencias, militares y todo tipo de personajes. Y que, además, fue presidente de todas las organizaciones a las que perteneció. También dijo que antes de llegar a la Presidencia de la República ya tenía dinero porque había sido un exitoso hombre de empresa dedicado a los bienes raíces, lo cual quiere decir que ha olvidado sus fracasos en ese campo, o que a estas alturas del juego pretende engañar tanto al entrevistador como a quienes vean la entrevista. Pero no engaña a quienes vivimos durante esa época. Todos sus contemporáneos nos enteramos de que él se sentía ufano de embolsarse todos los meses, además de su elevado salario, la mitad de los gastos confidenciales, por consejo de su ministro de Finanzas, Richard Aitkenhead Castillo, según me confió un día en Casa Presidencial el general Ortega Menaldo. Serrano me lo confesó personalmente un día que me invitó a desayunar en Casa Presidencial y cuando yo le dije que eso era ilegal me insistió que no lo era porque eran fondos privativos para gastos del presidente de la República.
Pero para no limitarme a expresar únicamente mis opiniones personales sobre el auto golpe de este ex presidente de la República, voy a reproducir a continuación algunos de los datos de lo que dice el Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona (CIDOB): La corta presidencia de Jorge Serrano en Guatemala, entre 1991 y 1993, es recordada mucho menos por las aportaciones de su Gobierno al lento proceso de paz con la guerrilla que por su final traumático y prematuro, a causa de un fracasado auto golpe de Estado. En el tercer año de su mandato, éste antiguo servidor institucional del dictador Efraín Ríos Montt, de fe evangélica y fundador del partido de derecha moderada Movimiento de Acción Solidaria (MAS), decretó la disolución del Congreso y la judicatura y anunció una Asamblea Constituyente pretextando las amenazas de la corrupción y el crimen organizado, pero el rechazo de todos los actores políticos y sociales le obligó a renunciar y a exiliarse en Panamá. Desde entonces, ha conseguido eludir todos los intentos de extradición de la justicia guatemalteca, que pretende procesarle por diversos cargos de corrupción.
1. Servidor público y primeras actividades políticas
Hijo del abogado y político Jorge Adán Serrano, notorio opositor a la dictadura del general Jorge Ubico Castañeda (1931-1944), y de la señora libanesa Rosa Elías. Serrano Elías hizo sus estudios de bachillerato en el Liceo Guatemala, una prestigiosa institución educativa regida por la orden católica de los Hermanos Maristas, y posteriormente estudió en la Universidad Nacional Autónoma de San Carlos (USAC), donde perteneció a la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), y en la californiana Universidad de Stanford, por las que obtuvo sendas licenciaturas en Ingeniería Industrial y Desarrollo Económico. Completó su currículum con un doctorado en Ciencias de la Educación realizado en la casa de estudios estadounidense. El ingeniero no ejerció esta profesión técnica y tampoco se metió a empresario privado, sino que desarrolló una carrera de servidor público, antes de hacer el salto a la política. En 1976, siendo militante del partido Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG), cuando ocurrió el gran terremoto que arrasó el país, se dio a conocer con un plan de reconstrucción en colaboración con varias iglesias protestantes de Estados Unidos de América. La publicación de un documento sobre las miserables condiciones de vida de la población indígena le valió ser amenazado de muerte desde círculos ultraderechistas y hubo de exiliarse al país norteamericano, donde amplió sus estudios y del que sólo regresó tras el golpe de Estado perpetrado en marzo de 1982 por el general Efraín Ríos Montt, un católico converso a la fe protestante evangélica, como él, quien le nombró presidente del Consejo de Estado. Serrano desempeñó esta función hasta el derrocamiento del régimen riosmonttista en agosto de 1983, tras un año largo de férula dictatorial en el que los Derechos Humanos fueron violados a una escala nunca vista en este país mientras se mantuvo sumido en la subversión guerrillera y la represión del Estado desde hacía dos décadas, cuando ocurrió la “sustitución” del general Efraín Ríos Montt por el general Óscar Humberto Mejía Víctores, por decisión de los comandantes de las zonaa militares y el Alto Mando de la Institución Armada.
Posteriormente, Serrano participó en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 1985, primeras elecciones libres después de 15 años de sucesivos gobiernos militares, ya fuesen constitucionales pero seudo democráticos o de facto, quedando en tercer lugar con el 12,6% de los votos tras Jorge Carpio Nicolle, de la Unión del Centro Nacional (UCN), y Marco Vinicio Cerezo Arévalo, de la DCG, quien se adjudicó la victoria en la segunda vuelta. Desde septiembre de 1987 y representando a los partidos políticos, fue uno de los cuatro miembros de la Comisión Nacional de Reconciliación (CNR), instituida por el gobierno de Vinicio Cerezo en cumplimiento del Acuerdo de Esquipulas II para la superación de los conflictos centroamericanos.
El 29 de marzo de 1990 Serrano encabezó la delegación gubernamental de la CNR que tuvo lugar en Oslo (Noruega), donde firmó el llamado Acuerdo Básico para la Búsqueda de la Paz por Medios Políticos, con los representantes de la coordinadora de los cuatro movimientos guerrilleros, la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), el cual, no obstante, no supuso el final de un conflicto que duraba ya tres décadas y que se iba a prolongar todavía por unos años más. En el mudable sistema de partidos guatemaltecos, conformado por una pléyade de agrupaciones que representaban desde la extrema derecha pura y dura hasta el centro derecha y que excluía todavía a las fuerzas de izquierda (diezmadas tras muchos años de persecución sistemática por los sucesivos gobiernos dictatoriales), Serrano relanzó su proyecto personal de cara a las elecciones generales del 11 de noviembre de 1990 y no tuvo dificultad para hacerse con un hueco en el plantel de ofertas electorales. Surgió así el Movimiento de Acción Solidaria (MAS) como uno de los nuevos partidos conservadores, rivales de las rancias formaciones ultraderechistas y de la desprestigiada DCG. El MAS de Serrano esgrimió un discurso modernizador y liberal, y, para no desentonar con el nuevo ambiente nacional, incorporó a su programa la defensa del Estado de Derecho y el respeto de los Derechos Humanos, en un país donde éstos habían sido pisoteados con tal saña por los militares y por los escuadrones de la muerte para estatales que las represiones habían adquirido en lo militar exterminando a comunidades indígenas comprometidas con la guerrilla, como político, liquidando a los partidos de izquierda y, en general, cualquier organización o persona con un talante mínimamente progresista.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=BMqcEks5b5w[/youtube]
Fue muy ocurrente la campaña publicitaria de Serrano Elías, en la cual más que exaltar los méritos personales y los proyectos políticos del candidato, descalificaba a sus contendientes. Pero no cabe duda que fue muy graciosa y llamó mucho la atención, como podrán ver en este YouTube que reproduzco. Oyéndolo cualquiera diría que las cosas no han cambiado desde entonces. Desde luego, los derechos del autor de la canción “María Cristina” no fueron pagados.
La campaña electoral de Serrano Elías, para sustraer votos a las formaciones contrincantes de derecha, fue muy exitosa gracias a la llamativa publicidad que se hizo con un hombre barriendo frente del Palacio Nacional y repitiendo el eslogan de que iban a barrer a los corruptos y la música de la canción popular “María Cristina” que repite el estribillo “María Cristina me quiere gobernar”, que ellos cambiaron por “los mismos nos quieren gobernar” , e incidió también en los conceptos tradicionales de familia, ley y orden, y no obstante estar relacionada con algunos círculos empresariales, no fue vista como valedora de estos intereses corporativos. En un país depauperado y psicológicamente devastado tras 30 años de guerra civil, cuya población era especialmente sensible a las promesas de paz y de prosperidad, Serrano supo captar la atención del electorado de tal suerte que en la primera vuelta, contra todo pronóstico, se puso en cabeza con el 25,7% de los votos frente al avezado Jorge Carpio Nicolle y los otros dos aspirantes que contaban con posibilidades, Alfonso Cabrera Hidalgo, de la DCG, y Álvaro Enrique Arzú Irigoyen del Partido de Avanzada Nacional (PAN).
A pesar de tener delante a un candidato potente, por su perfil centrista y moderado, susceptible de atraer votos de múltiples segmentos (además, el líder ucenista era la apuesta particular de un poderoso lobby de la patronal, el Grupo Pirámide), en la segunda vuelta del 6 de enero de 1991 Serrano batió a Carpio con un contundente 68,1% de los votos. Medios de comunicación aseguraron entonces que Serrano había recibido el voto de los numerosos partidarios de Ríos Montt, al frente de la Agrupación Nacionalista Guatemalteca (ANG) y favorito en los sondeos, que vio invalidada por la justicia su pretensión presidencial a causa de su estigma golpista.
2. Llegada a la Presidencia en mitad de un proceso de paz
El 14 de enero de 1991 Serrano tomó posesión de la Presidencia de la República con un mandato de cinco años en sustitución de Cerezo, convirtiéndose en el primer presidente no católico que llegaba al poder por la vía electoral en América Latina y, lo más importante, en el primero en protagonizar un relevo democrático en Guatemala desde 1951, cuando el doctor Juan José Arévalo Bermejo fue sucedido por el coronel Jacobo Arbenz Guzmán.
Serrano formó un Gobierno de unidad nacional, tanto más necesario cuanto que su partido sólo había cosechado 18 de los 116 escaños del Congreso de la República en las elecciones legislativas, y prometió culminar las negociaciones con la guerrilla ofreciéndole (3 de abril) un “plan total de paz”, así como progresar sustancialmente en la situación de los Derechos Humanos, aún impunemente violados por elementos presuntamente incontrolados de las fuerzas de seguridad del Estado y paramilitares de extrema derecha.
A pesar de la inquietud que habían suscitado en organizaciones sociales la pasada trayectoria y los actuales vínculos de Serrano con el entorno de Ríos Montt, no se produjo el drástico agravamiento en la situación de los Derechos Humanos por algunos temida, pero tampoco se apreció la tendencia inversa. Sólo en el primer año de la Presidencia de Serrano se registraron, en cifras facilitadas por el Arzobispado de Guatemala, más de un millar de casos de ejecuciones extrajudiciales, asesinatos, desapariciones y torturas de naturaleza política. Que entonces semejante balance se valorara en términos no excesivamente infaustos daba una idea de las dimensiones de la violencia institucional en los años precedentes.
Por lo que se refiere a las negociaciones con la URNG, éstas se reactivaron en México el 24 de abril de 1991 y dieron lugar a sucesivas rondas sectoriales en las que se discutieron las distintas problemáticas inherentes al añejo conflicto: Derechos Humanos, identidad y derechos de los pueblos indígenas, fortalecimiento del poder civil, definición de la función de las Fuerzas Armadas en la democracia, situación socioeconómica y agraria, reformas constitucionales, incorporación de la guerrilla a la vida civil y política y, finalmente, los aspectos puramente militares, esto es, el alto el fuego, el desarme y la desmovilización de los contendientes.
Como muestra de la buena voluntad del Gobierno, en su primer año de mandato Serrano instituyó dos organismos directamente supeditados a la oficina presidencial y dirigidos a estimular el curso positivo de las negociaciones con la URNG: el Fondo Nacional para la Paz (FONAPAZ), creado el 28 de junio, cuya misión era contribuir al desarrollo integral de las comunidades rurales a través de la implementación de programas y proyectos de interés social, y la Comisión Presidencial Coordinadora de la Política del Ejecutivo en Materia de Derechos Humanos (COPREDEH), creada el 12 de julio.
Pese al optimismo de Serrano, el proceso de paz no produjo logros concretos fuera de los acuerdos del 26 de julio de 1991, sobre democratización, y del 7 de agosto de 1992, sobre la desmovilización de miles de patrulleros de los Comités Voluntarios de Defensa Civil (CVDC), asistidos por el Ejército y compuestos principalmente por campesinos indígenas, a los que se hacía responsables de algunas de las peores violaciones de los Derechos Humanos. El 14 de enero de 1993 Serrano volvió a insistir en su disposición a terminar con la guerra civil y ofreció a la URNG un acuerdo integral de paz en el plazo de 90 días con la aceptación de la verificación de los compromisos por la ONU y la consideración de la guerrilla como actor beligerante en su más amplio sentido.
Ahora bien, esta última propuesta tropezó con las propias inercias del conflicto, las diferencias de criterio en la mesa de diálogo sobre el concepto de Derechos Humanos y, sobre todo, con la resistencia de un núcleo duro de militares a someterse a la autoridad civil. Para entonces, la cúpula del Ejército había quedado en manos de un grupo de generales dispuesto a ganar tiempo sobre las estancadas negociaciones para desgastar a la guerrilla todo lo que se pudiese, con nuevas ofensivas en los diversos frentes de combate, antes de firmar con ella el alto el fuego definitivo.
La línea belicista quedó certificada con las llegadas, en enero de 1992, de los generales José Domingo García Samayoa al Ministerio de Defensa y Jorge Roberto Perussina Rivera a la jefatura del Estado Mayor de la Defensa Nacional (EMDN); estos dos nombramientos se tradujeron en un empeoramiento de la violencia política y de los desmanes de los militares en las retaguardias rurales, dejando a Serrano en evidencia.
En el ámbito de la política exterior, destacó el reconocimiento por el Gobierno guatemalteco de la independencia y la soberanía del vecino Estado de Belice en septiembre de 1991, movimiento que permitió el intercambio de embajadores, pendiente desde la emancipación de la antigua colonia británica en 1981, pero que no canceló el desacuerdo de Guatemala con el trazado fronterizo terrestre y marítimo, un asunto que centró en adelante el inveterado diferendo entre los dos países.
3. El fracasado “autogolpe” de 1993
Al despuntar 1993, las presiones internacionales (en el caso de Estados Unidos, muy irritado por la connivencia de mandos militares con el narcotráfico, recurriendo a la suspensión de la ayuda militar) a Serrano para que mejorara el deplorable cuadro de los derechos y libertades de sus gobernados, más los regateos parlamentarios a varias de sus propuestas de gobierno y la reafirmación del sector duro del Ejército, parece que crearon un estado de frustración en un mandatario que siempre fue percibido por la opinión pública como débil. Otro análisis apuntaba a una interpretación excesivamente optimista por el presidente del nivel de confianza popular en su gestión luego de obtener el MAS una notable mayoría en las elecciones a alcaldes celebradas el 9 de mayo en 276 municipios, lo cual llenó de soberbia a Serrano porque creyó que eso demostraba que contaba con el respaldo popular. En la víspera de los comicios locales, las conversaciones con la URNG quedaron suspendidas sine díe ante las profundas diferencias sobre la forma en que debía aplicarse el alto el fuego.
Este era el contexto político del movimiento personalista que iba a costar a Serrano su puesto. El 25 de mayo de 1993, emulando al peruano Alberto Fujimori en su célebre autogolpe del año anterior y, con toda seguridad, partiendo de un cálculo erróneo de su fuerza, Serrano anunció a la nación de manera inesperada que suspendía la Constitución de 1985 y clausuraba el Congreso, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y la Corte de Constitucionalidad, y justificó estas medidas como la única solución para terminar con las mafias del narcotráfico y la corrupción que, según él, se habían instalado en los altos órganos del Estado. Asimismo, anunció la celebración de elecciones a una Asamblea Constituyente en un plazo de 90 días.
El propio Serrano Elías alimentó la analogía con el caso peruano declarando que iba a llamar por teléfono al presidente peruano Fujimori (quien desde Lima se apresuró a desvincularse de los sucesos en Guatemala) “porque todos los periodistas extranjeros me preguntan por él”. Con tono de salvador de la nación, explicó que él no era un “dictador”, sino un “demócrata que ama la democracia”, y vaticinó que “pronto” habría “muchos regímenes similares en toda Latinoamérica”, animando de paso a sus colegas del hemisferio a “depurar los sistemas de control democráticos para que no les pase lo mismo que a Guatemala”.
A pesar de sus porfiadas palabras, el movimiento anticonstitucional del presidente, registrado en la historia contemporánea de Guatemala como el Serranazo, levantó un formidable movimiento de protesta y resistencia en todos los ámbitos de la sociedad, los partidos, las ONG de Derechos Humanos, el movimiento indígena, la Iglesia Católica, el nuevo empresariado y las principales cabeceras de prensa, amén de la unánime condena internacional. Irónicamente, con sus propuestas formales para acabar con la impunidad, Serrano había espoleado el protagonismo de los actores de la sociedad civil, hasta hacía muy poco amordazados por las castas militares, políticas y empresariales tradicionales que detentaban el poder fáctico, generando un estado de conciencia democrática sin precedentes que no iba a tolerar este tipo de rupturas. Serrano no suscitaba tanto miedo en sí mismo como los capitostes militares que tal vez le influenciaban en la sombra y que se dispondrían a sacar réditos de poder institucional. De la noche a la mañana, cundió la sensación de que Guatemala podía retornar a los años negros de la represión y la dictadura.
El 30 de mayo, Serrano, apurado por el clamor popular en su contra y evidenciado sus dificultades para controlar la situación que él mismo había provocado, anunció una concertación nacional, abierta a la guerrilla, para elaborar una nueva Constitución y celebrar un referéndum sancionador con los objetivos de establecer “unas normas provisionales de Gobierno” y sacar adelante las reformas políticas que el país precisaba. Pero los actores sociales, unidos en un Frente Amplio, rechazaron la propuesta, mientras que el Tribunal Electoral, como días antes la Corte de Constitucionalidad -que dirigía el magistrado Epaminondas González Dubón, posteriormente asesinado- con respecto a los decretos ejecutivos del día 25, declaró nula cualquier convocatoria electoral en las actuales circunstancias.
El 1 de junio, confrontado con su soledad política, la imposición de sanciones financieras por Estados Unidos y la Comunidad Europea, y la reluctancia del grupo militar de los generales García Samayoa y Perussina a arriesgar su posición interna en las Fuerzas Armadas saliendo a sostenerle, el presidente no tuvo otro remedio que renunciar al cargo y abandonar precipitadamente el país camino de El Salvador. Según todos los indicios, fue García Samayoa el que ejerció sobre Serrano las presiones decisivas por mediación del general Francisco Ortega Menaldo, jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP).
Tras la malhadada aventura autoritaria de Serrano, que abocó a un peligro fatal a la frágil democracia guatemalteca, el país centroamericano quedó sumido en el caos político e institucional durante unos días, ya que el grupo militar ultraconservador intentó colocar como presidente constitucional al vicepresidente Gustavo Adolfo Espina Salguero, que había sido coautor del movimiento del 25 de mayo; frustrada esta maniobra por la oposición radical de los principales partidos y el Frente Amplio, el 5 de junio el Congreso declaró vacantes la Presidencia y la Vicepresidencia, e invistió en el primer cargo a una personalidad prestigiosa a la que atribuía la capacidad de reunir los necesarios consensos, el destituido procurador general de los Derechos, Humanos, licenciado Ramiro De León Carpio. Él fue el encargado de completar el mandato de Serrano, que vencía el 14 de enero de 1996.
Para terminar, únicamente quiero agregar que no cabe duda de que cuando optó a la Presidencia de la República, Jorge Serrano Elías tenía uno de los mejores currículos que ha tenido otro Presidente de la República. Pero no tiene parangón ni límite el cinismo o la cara dura que ha puesto de manifiesto tanto en su libro La Guayaba tiene dueño como en la entrevista con el periodista Ismael Cala en CNN en español. Sería mejor que ya deje de seguir tratando de justificar lo injustificable, como fue el haber violado la Constitución de la República al clausurar los otros dos poderes del Estado. Otra cosa, le aconsejo que no trate de regresar a Guatemala a menos que quiera exponerse a ir a parar largo tiempo a una cárcel preventiva mientras un juez le da audiencia para dictaminar si en efecto cometió los delitos de los que se le acusa, o no. Como dice la sabia expresión popular, “machete mejor estate en tu vaina”. O como se dice ahora “Calladito te ves más bonito”.
Twitter: @jorgepalmieri