Queridos amigos;
Este domingo 13/05/12 quiero compartir con ustedes este slidshare que se encuentra en el link http://www.slideshare.net/enriquedilero/frases-matinales de Google, porque se compone de excelentes fotografías con unas profundas frases célebres y con un bello fondo musical que estoy seguro que les gustará. Ya saben que para poder verlo hay que hacer click sobre la flecha para que principie y, después, si se desea agrandar el tamaño, hacer click otra vez sobre el cuadrito con cuatro puntos de abajo. Sin embargo, antes quiero decirles que lamento que se le atribuya a “Ernesto Che” (indudablemente refiriéndose al aventurero guerrillero comunista argentino Ernesto Guevara) la tercera de las frases célebres, porque estoy completamente seguro de que no es de él.
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Mi comentario: se ha idealizado hasta convertir en una especie de ícono revolucuonario al médico, político marxista y escritor argentino Ernesto Guevara, ampliamente conocido como “Ché” Guevara, que nació en Rosario, Argentina, el 14 de mayo de 1928 y murió asesinado en Higueras, Bolivia el 9 de octubre de 1967 por el agente cubano de la CIA José Cruz. Nació en el seno de una familia muy acomodada de Argentina, donde estudió Medicina. Su ideología izquierdista le llevó a participar en la oposición contra el gobierno del general Juan Domingo Perón. A partir de 1953 viajó por Perú, Ecuador, Venezuela y Guatemala, y se percató de la miseria de las masas de Centroamérica y la omnipresencia del imperialismo norteamericano en la región iberoamericana y participó en varios movimientos revolucionarios que le inclinaron definitivamente a la ideología marxista-leninista. Vino a Guatemala durante el último año del gobierno presidido por el coronel Jacobo Árbenz Guzmán y conoció a varios revolucionarios que eran miembros del Partido de la Revolución Guatemalteca (PRG), del cual era secretario general el licenciado Augusto Charnaud MacDonald. Entre ellos mi hermano Federico Guillermo. Y como no tenía ingresos de ninguna clase ya que sus padres se negaban a enviarle dinero, porque desaprobaban de su inclinación marxista, sus nuevos amigos guatemaltecos le consiguieron el empleo de ayudante del guardalmacén en el Departamento Agrario Nacional (DAN) bajo la dirección del capitán y diputado Alfonso Martínez Estévez. Y como lo que se le pagaba no era suficiente para subsistir, le consiguieron otro empleo en el hospital Militar. Hasta que se produjo la invasión a Guatemala por el llamado “Ejército de Liberación Nacional” encabezado por el coronel Carlos Castillo Armad y compuesto por un grupo de guatemaltecos anticomunistas y un buen número de mercenarios nicaraguenses, hondureños y salvadoreños reclutados por el general Anastasio Somoza Debayle, presidente de Nicaragua, el presidente de Honduras Juan Manuel Gálvez, ex abogado de la UFCo y el presidente de El Salvador coronel Oscar Osorio, respectivamente. El “Ché” Guevara trató en vano de ser aceptado en una pretendida organización de milicianos compuesta por obreros y campesinos que lidereaba el dirigente sindical Bernardo Castillo Flores, que solicitaron al gobierno que les diesen armas y municiones para enfrentarse a los invasores “liberacionistas”, pero el Ejército Nacional (hasta entonces llamado “Glorioso Ejército de la Revolución”) se negó a dárselas porque le dieron la espalda a Árbenz por presiones del nefasto embajador norteamericano John D. Peurifoy. Pero los aviones de la invasión tiraban paquetes con armas y municiones en algunas zonas del país donde tenían adeptos y mi hermano Federico Guillermo se enteró de que habían lanzado uno sobre una finca en San Martín Jilotepeque, donde mi madre y él habían nacido y él era muy conocido, y decidió ir a recogerlas para entregarlas al gobierno. Y como en esos momentos estaba visitándole el “Ché” Guevara, fueron juntos en su automóvil. Pero cuando se enteró de esto el sanguinario director de la Policía Nacional, coronel Rogelio Cruz Wer, quien tenía muchos graves problemas con el ministro de Gobernación Charnaud MacDonald y con mi hermano, ordenó que los capturaran y los fusilaran, pero se salvaron de milagro cuando lo supo el ministro de Gobernación se lo comunicó al presidente Árbenz, quien logró rescatarlos a tiempo. Por esa aventura que estuvo a punto de costarles la vida, el “Ché” siempre decía que el único guatemalteco que se había atrevido a pelear contra la invasión “liberacionista” había sido mi hermano Federico Guillermo y por ello le guardaba mucha simpatía. Guevara nos visitaba constantemente en nuestra casa en el exilio situada en la calle Berna No, 18, a una cuadra del Paseo de la Reforma y del Monumento del Ángel. Y un domingo que mi hermano había salido fuera de la ciudad, el “Ché” llegó a visitarnos y a que lo invitáramos a almorzar y como yo me estaba preparando para ir a almorzar a casa de la rumbera cubana y artista de cine Ninón Sevilla, que todos los domingos invitaba a un grupo de amigos a comer comida cubana, en especial lechón en barbacoa, lo invité a que viniera conmigo, no sin antes pedir su autorización a la anfitriona. Y cuando estábamos comiendo, alrededor de las 4 de la tarde, informaron a Ninón Sevilla que su compatriota y amigo Fidel Castro había sido detenido por la Policía Migratoria al mando de Arturo Durazo y se encontraba preso en la cárcel migratoria de la calle Schultz, por lo que algunos de quienes estábamos allí decidimos ir a visitarlo, y el “Ché” fue con nosotros, aunque todavía no conocía a Fidel Castro. Yo ya conocía a Castro porque tanto él como yo formábamos parte de una organización de exiliados en México que se denominaba Unión Patriótica, integrada por exiliados políticos de Venezuela, República Dominicana, Nicaragua, Cuba y Guatemala. Algunos de los miembros por Guatemala fuimos: el ex Presidente de la República, doctor Juan José Arévalo, el escritor Luis Cardoza y Aragón, el ex Canciller Guillermo Toriello Garrido, el doctor Raúl Osegueda Palala, los coroneles Francisco Cosenza Gálvez, Eduardo Weymann Guzmán, Carlos Paz Tejada y Adolfo (“Pishico”) García Montenegro, mi hermano Guillermo y yo. Los delegados de los diferentes países nos juntábamos a sesionar dos veces a la semana en la casa que había sido del ex presidente de México Pascual Ortiz Rubio y ocupaba el querido amigo mío coronel Eduardo Weymann Guzmán, primo hermano del coronel Árbenz, situada en Amatlán número 104 de la Colonia Condesa. Para entonces Fidel Castro todavía no era comunista, sino anarquista. Fue así como el “Ché” conoció a Fidel Castro. Cualquier otra versión que se ha dado no es verídica. Unos han dicho que se conocieron a través del “patojo” guatemalteco (amigo del “Ché”), pero realmente fue como les he contado. Cuando ya eran amigos y simpatizaban, el “Ché” se enteró de que preparaban una expedición revolucionaria a Cuba y propuso unirse al grupo como médico. Y viajó a Cuba en el yate Granma. Desembarcó con ellos en el Oriente de Cuba en 1956. Instalada la guerrilla en Sierra Maestra, el “Ché” se convirtió en lugarteniente de Castro y comandó una de las dos columnas que salieron de las montañas orientales hacia el Oeste para conquistar la isla. Participó en la decisiva batalla de la toma de Santa Clara en 1958 y, finalmente, entró triunfante en La Habana en 1959, poniendo fin a la dictadura de Batista. Al triunfar la revolucion y tomar el poder, le dieron al “Ché” la nacionalidad cubana y desempeñó varios altos cargos de su administración, sobre todo en el área económica: fue nombrado Jefe de las Milicias, presidente del Banco Nacional y ministro de Industria. Y en todo eso fracasó. Pero su protagonismo había llegado a tal punto que despertó los celos de Raúl Castro, a la sazón ministro de la Defensa, quien presionó para que se le obligara a dejar el país, y tuvo que salir secretamente de Cuba con soldados para ir a combatir al Congo, en África, entre 1965 y 1967, contra el gobierno establecido y en favor de la rebelión comunista, pero también fracasó. Entonces regresó a Cuba, pero pronto se vio obligado a salir de nuevo y decidió primero tratar de unirse a las guerrillas que habían en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Y se disfrazó para viajar por estos países, donde los guerrilleros no aceptaron su colaboración para que no se les acusara de ser un movimiento internacional. Vino tan bien disfrazado que una noche que fui invitado a cenar en casa del eterno revolucionario Marco Antonio Villamar Contreras, uno de los 14 estudiantes universitarios que ingresaron el cuartel Guardia de honor la noche del 19 de octubre de 1944 para unirse al levantamiento que encabezaron el capitán Jacobo Árbenz Guzmán, el mayor Francisco Javier Arana y el ciudadano Jorge Toriello, no me habían explicado si había algún motivo especial para la invitación, pero cuando entré y me presentaron a un señor de pelo rubio que parecía gringo, pero era el “Ché”. Y en vista de su fracaso en Centroamérica, deseperado, después de una extensa plática con el socialista francés Regis Debray decidió ir a meterse a Bolivia, país en el que fue capturado y ejecutado de manera sumaria el 9 de octubre de 1967por un cubano agente de la CIA de nombre José Cruz. Sin embargo, no obstante su constante cadena de sucesivos fracasos, la efigie del doctor Ernesto “Ché” Guevara, es usada por todos los movimientos izquierdistas de obreros y campesinos aprovechando la famosa fotografía que le tomó Alberto Korda. Es evidente que no conocen su verdadera historia de constante fracasado, porque hasta los hermanos Castro la explotan con cinismo en Cuba, a pesar de que ellos le exigieron que se fuera de la isla. No obstante, en la Plaza de la Revolución tienen un gigantesco retrato de él y explotan su memoria.
Les deseo feliz domingo.
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