Al oído de Joviel y el magisterio

EL DERECHO A MANIFESTAR Y LOS DERECHOS DE TODOS
Se me ocurre que es oportuno publicar, en estos días en que se esta alterando el orden público con las manifestaciones y bloqueos promovidos por sectores de la educación, lo que voy a transcribir a continuación de una de las conclusiones del Encuentro Constitucional Iberoamericano realizado en Guatemala, en mayo del año pasado, bajo el patrocinio del Centro para Defensa de la Constitución ?CEDECON- y el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala, y con la cooperación de la Fundación SOROS y el Programa Estado de Derecho ?USAID-.
Esta es la parte conducente de dicho informe final de la actividad académica mencionada:
?En la Constitución de la República de Guatemala se lee que su sistema de gobierno es ?republicano, democrático y representativo.? Por otra parte, que la soberanía ?radica en el pueblo, quien la delega para su ejercicio en los Organismos Legislativo, Ejecutivo y Judicial.? (Artículos 140 y 141).
?Aún cuando el sistema de gobierno en Guatemala es ?representativo?, y la Constitución no establece expresamente que sea ?participativo,? todos los habitantes de la República tienen el derecho de hacer peticiones ante las autoridades, de reunirse y de manifestar en la vía publica, y es libre la emisión del pensamiento. Por consiguiente, los paros y las manifestaciones públicas son procedentes constitucionalmente, siempre que se ejerciten sin alterar el orden público y la paz social y sin atentar contra la seguridad, el derecho de propiedad, la libertad de industria, de comercio y de trabajo, y la libertad de locomoción. Además, sin limitar ni menoscabar las atribuciones y funciones que la Constitución y las leyes asignan a los Organismos del Estado, Consejos Municipales, Alcaldes y funcionarios públicos y de las entidades descentralizadas. Es decir que todos tenemos derecho participar, pero con responsabilidad, en la consolidación del Estado de Derecho Constitucional y Democrático, y a manifestarnos en cuanto a las iniciativas y decisiones de interés público, teniendo presente que el fin supremo del mismo es la realización del bien común y que su deber es garantizar la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona.?
No creo necesario agregar un comentario. Está muy claro. Como dice el dicho popular, al entendido por señas.

HA MUERTO ROSTROPOVICH
Además, ustedes perdonen, hoy no tengo ganas de escribir. La muerte del más grande violonchelista que había en el mundo, Mstislav Rostropovich, me ha causado una profunda tristeza y depresión. No se si me explico bien.
El mundo perdió ayer al violonchelista y director de orquesta Mstislav Rostropovich, de 80 años de edad, pocos días después de la muerte del primer presidente ruso, Boris Yeltsin, de quien fue amigo. “Falleció hoy en el hospital”, anunció su portavoz, Natalia Dollejal. Su muerte es una “gran pérdida para la cultura rusa “, lamentó el presidente ruso, Vladimir Putin, en conferencia de prensa. A lo cual yo añadiría que es una irreparable pérdida para la cultura melómana mundial La Duma (cámara baja del parlamento ruso) observó un minuto de silencio al conocerse la muerte del músico, considerado el mejor violonchelista de la segunda mitad del siglo XX.
Rostropovich será enterrado mañana, domingo, en el cementerio Novodevichi de Moscú, al igual que el ex presidente Yeltsin, según fuentes del entorno del músico citadas por la agencia Ria Novosti.
Descansará junto a grandes personalidades rusas como los compositores Dmitri Shostakovich y Serguei Prokofiev, sus maestros, los escritores Anton Chejov, Nikolai Gogol y Mijail Bulgakov y el cantante de ópera Fedor Chaliapin.
Rostropovich, ejemplo de resistencia contra la dictadura en la Unión Soviética, estaba enfermo desde hacía unos meses, recibía tratamiento contra el cáncer y últimamente había pasado varios períodos en el hospital. La vida ya no le era agradable en ese mal estado y la muerte le permitirá descansar en paz.
En febrero fue hospitalizado para ser operado de un tumor en el hígado, y el 27 de marzo se le vio muy pálido y cansado en la televisión durante la celebración de su cumpleaños en el Kremlin, con una gran fiesta con 500 invitados entre los que se encontraban el presidente ruso Vladimir Putin y el azerbajano, Ilham Iliev.
“Me siento el hombre más feliz”, declaró en esa ocasión, pero su rostro reflejaba una profunda tristeza como la que su muerte nos ha causado a muchos. Entre otros a mi entrañable amigo el diplomático de carrera Antonio Pallarés, ex embajador en Francia, entre otros países, donde le conoció.
Rostropovich nació en Bakú y estudió en Moscú con los maestros Dimitry Shostakovich y Serguei Prokofiev, y tuvo una brillante carrera en todo el mundo después de haber sido perseguido y expulsado de la Unión Soviética en 1974.
Rostropovich y su esposa, la soprano Galina Vichnevskaya, cayeron en desgracia al recibir en 1970 en su casa de campo al escritor disidente Alexander Solyenitsin. También tomó partido por él en una carta al dirigente soviético Leónidas Breznev, por lo que fue víctima de represalias, que le obligaron a emigrar al Occidente en 1974. En 1978 el régimen soviético le retiró la nacionalidad.
En 1989, al caer el ignominioso Muro de Berlín, saldó sus cuentas con el comunismo tocando a Bach al pie del muro, gesto que le permitió, según explicó él mismo, “reconciliar las dos partes” de su corazón.
En 1990 fue rehabilitado por Mijail Gorbachov y regresó a Rusia, primero de gira con la orquesta sinfónica de Washington, que dirigía entonces, y más tarde para defender la joven democracia rusa y apoyar a Boris Yeltsin en 1991 contra los golpistas. Yeltsin falleció el lunes, a los 76 años de edad, de una crisis cardíaca.
Rostropovich vino no hace mucho tiempo a Guatemala y ofreció un concierto inolvidable al que tuve el privilegio de asistir. Era amigo personal del doctor Aldo Castañeda y yo tuve el honor de estrechar su mano. La misma mano con la que tocaba su violonchelo de manera inigualable. Así que estoy triste y deprimido. Ustedes perdonen. Hasta mañana, si Dios no dispone otra cosa. Porque, como dice mi buen amigo Mynor Palacios, la vida es un rato.

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