Es innegable que actualmente hay en Guatemala libertad de expresión, aún para decir ignorancias, tonterías y majaderías, como las que publican a veces algunas personas que por cualquier circunstancia ocupan un espacio en algún medio de comunicación pero no saben lo que dicen. Además, ahora es posible emplear las vías cibernéticas para enviar correos electrónicos, con lo cual no es indispensable valerse de los medios de comunicación escritos, televisivos o radiales para dar a conocer lo que se piensa. Pero, lamentablemente, estos últimos abrieron las puertas a la posibilidad de enviar anónimos o documentos apócrifos en los que se suplanta a entidades o personas para no respaldar con su nombre lo que se dice. Estas prácticas son cobardes y no tienen razón de ser en un país en el que existe la libertad de expresión.
Tal es el caso del ?Manifiesto Público y Compromiso con la Patria?, supuestamente suscrito por el general de brigada Luis Felipe Miranda Trejo y el general de división José Luis Quilo Ayuso, presidentes 2006-2008 y 2004-2006 de la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (AVEMILGUA), respectivamente, que ha venido circulando por medio del correo electrónico, en el cual se dicen algunas verdades, pero también ciertas cosas demasiado atrevidas contra el actual Gobierno de la República, en general, y contra el presidente Álvaro Colom Caballeros y su esposa Sandra Torres Casanova y su hermana Gloria, en particular. Y se llega al colmo de hacer un llamamiento al Ejército Nacional para ?defenestrar y capturar, inmediatamente,? al Presidente y Vicepresidente de la República y ?poner a ambos a disposición de la Justicia para que se les deduzcan las responsabilidades respectivas por hechos que van desde la corrupción, narcotráfico, lavado de dinero, hasta la traición a la Patria, pasando por la violación constitucional y legal?; y agrega que, ?junto a estos dos personajes, se proceda a capturar, principalmente, a las señoras Sandra Torres Casanova de Colom y Gloria Torres Casanova, así como a ministros, secretarios, asesores y personal de confianza de este Gobierno?. ¡Nada menos!
Se les pasó demasiado la mano a los autores de este documento apócrifo, por lo que en mis entregas anteriores sobre este mismo tema creí oportuno emplear la expresión popular que dice ?Aparte es Juan Domínguez y aparte es no me chingues?. Disculpen esta última palabra.
Desde el principio de este comentario debo afirmar que estoy plenamente convencido de que ni AVEMILGUA y los generales Miranda Trejo y Quilo Ayuso tienen absolutamente nada que ver con él, por varias razones que voy a mencionar. En primer lugar porque, aunque hay personas que creen que todos los militares son tontos e ignorantes, están muy equivocados. Esas personas todavía viven con el recuerdo de algunos militares del pasado a quienes por su escasa preparación y lo burdo de su comportamiento se calificaba popularmente de ?chafarotes?, y a lo largo de toda nuestra historia patria se caracterizaron por protagonizar ?cuartelazos? y golpes de Estado que rompieron el orden institucional del país.
Por otra parte, cualquiera que conozca la historia guatemalteca debe saber que los ?cuartelazos? y golpes de Estado siempre tuvieron que contar con el conocimiento y la anuencia del gobierno de Washington, porque sin ellos no podían tener éxito. Salvo por el insólito caso del general Manuel Orellana Contreras, quien en una de sus tantas borracheras, el 17 de enero de 1930 empuñó sus pistolas y, al mando de un pelotón de soldados, irrumpió a balazos en Casa Presidencial para destituir al licenciado Baudilio Palma, quien cinco días antes, el 12 de diciembre, había asumido la presidencia de emergencia, por su calidad de designado, en sustitución del general Lázaro Chacón, quien misteriosamente cayó muy enfermo y tuvo que ser llevado de urgencia a un hospital de Nueva Orleáns. Pero cuando el general Orellana estaba sufriendo una espantosa ?goma?, ?cruda? o ?resaca? recibió la intempestiva visita del ministro (todavía no había embajador) de los Estados Unidos de América, Sheldon Whitehouse, quien le dijo claramente que el gobierno estadounidense no estaba dispuesto a otorgarle su reconocimiento y apoyo, y le conminó a renunciar ?lo más pronto posible?, lo cual hizo el 2 de enero siguiente al entregar el mando al licenciado José María Reina Andrade (?Reinita?), quien ?gobernó? solamente hasta el 14 de febrero cuando le entregó el poder al ?general? Jorge Ubico Castañeda, quien ya venía gobernando el país desde el golpe de Orellana. Pero eso ya quedó atrás y nunca más volverá a ocurrir.
Hay motivos para sospechar que este “manifiesto público” pudo haber sido elaborado por un conocido profesional de extrema derecha recalcitrante en cuya residencia, en la zona 10, en el pasado se reunían para complotar contra el régimen de turno algunos prominentes militares y destacados civiles. O por algunos de sus habituales corifeos. Pero sigamos adelante.
Por otra parte, si en verdad AVEMILGUA y los mencionados generales estuviesen comprometidos en llevar a cabo lo que se dice en ese ?manifiesto público?, no lo habrían anunciado para que las fuerzas leales al Gobierno lo impidiesen y a sabiendas de que si se llegase a comprobar su autoría podrían ser acusados del delito de sedición y llevados ante los tribunales de justicia.
Estoy totalmente convencido de que hay ciertas dosis de verdad en algunas de las graves cosas que se dicen en ese documento apócrifo, pero creo también que no todo lo que se dice es verídico. Es innegable que en el transcurso de los seis meses que lleva este Gobierno ha creado mucho descontento en diferentes sectores del país. Y algunas de las razones son irreconciliables.
Por ejemplo, el insólito hecho que el matrimonio que integran los señores Álvaro Colom Caballeros y Sandra Torres Casanova estén actuando como si ambos hubiesen sido electos por el pueblo para gobernar a dúo el país. Eligimos solamente al ingeniero Colom para ser el Presidente Constitucional de la República, pero con él no se eligió también a su esposa, por muy capaz y bien intencionada que ella pueda ser, que no lo dudo. La Constitución de la República establece que debe gobernar el país una persona que se elige cada cuatro años, y no dice que también su esposa tiene derecho a gobernar con él. El cargo de Presidente de la República no es bicéfalo y debe tener una sóla cabeza. Es comprensible que en la intimidad del hogar la esposa del mandatario pueda conocer y discutir lo que acontece e influir en las decisiones que se tomen en ciertos casos, pero no es aceptable que ella desempeñe abiertamente funciones ejecutivas sin haber sido electa u oficialmente nombrada para ellas y sin tener que dar cuentas de nada a ninguna entidad del gobierno. Pero si el presidente Colom no se siente suficientemente capacitado para gobernar el país sin su esposa, haría bien en declinar el mando en el Vicepresidente Espada… aunque, como es bien sabido, él no sea precisamente lo que podría compararse a la espada de Damocles. (Continuará)