¡Ya basta de payasadas!

Señora y señores candidatos presidenciales: me dirijo a ustedes para expresarles que considero que es una falta de respeto de su parte no demostrar cuáles son sus atributos para pretender que el pueblo les de su voto para elegirles Presidente de la República y sustituir al licenciado Óscar Berger Perdomo en el siguiente período constitucional de cuatro años, porque hasta ahora únicamente se han venido dedicando a promover sus respectivas candidaturas como si fuesen productos comerciales, pero todavía no han dicho concretamente qué es lo que se proponen hacer si acaso llegan a ser electos.
Faltan solamente cuatro meses para que se celebren las elecciones y ustedes todavía no han dado a conocer cuál es su plan de gobierno para el corto, mediano y largo plazo. Y eso no es serio, señores. No es digno de una persona que cree tener la preparación y la capacidad suficientes para dirigir el destino de la patria. Sinceramente, creo que en esa forma ninguno de ustedes merece la confianza de este pueblo que ha sufrido tantas decepciones. Sin ánimo de faltarles al respeto me permito decirles que ninguno de ustedes me satisface.
Por un lado está un señor que ya ha competido tres veces infructuosamente para ser electo para ese cargo y, si bien las encuestas que se han venido haciendo dicen que su propaganda, su trabajo proselitista y su campaña electoral le han situado en el primer lugar de intención de voto, él todavía no ha dicho, con la debida claridad, qué es lo que se propone hacer desde la Presidencia de la República si el pueblo confirma con su voto su decisión de elegirle. Porque no es suficiente que ande por toda la república repartiendo besitos a las señoras y a los niños y diciendo que la esperanza de los votantes es su compromiso, porque esa no es más que una frase de mercadotecnia más o menos afortunada, pero totalmente vacía en cuanto a hacer un compromiso político. Y su compañero de fórmula es un respetado cirujano cardiovascular de reconocido prestigio internacional cuya calidad humana no se puede poner en duda, pero ya es excesivo lo que explota su excepcional calidad profesional en un proyecto que debe ser exclusiva y eminentemente político. Debe entender que no tiene nada que ver su indiscutible capacidad como cirujano del corazón con lo que ahora está persiguiendo políticamente.
Y por otro lado está un militar que durante toda su carrera se ha especializado en el servicio de inteligencia castrense y lo único que ha venido ofreciendo al pueblo hasta el momento es la amenaza de aplicar una mano dura desde la presidencia de la república. ¡Que no joda! No es un capataz lo que necesita el pueblo de Guatemala en estos momentos críticos, sino un estadista, un dirigente capaz que sepa conducir a nuestro país hacia el bienestar y el progreso procurando siempre el bien común en el estricto marco de respeto a las leyes y los derechos humanos en un estado de derecho. Su compañero de fórmula es un empresario trabajador y productivo, pero sin ninguna experiencia política que garantice que sabe lo que se debe hacer en el cargo que ambiciona.
Y hay un tercero que, francamente, podría ser un motivo de risa verle con su dedo parado señalando al cielo e invocando el nombre de Dios para explotar la fe religiosa del pueblo, pero en su currículo lo máximo que ha hecho ha sido ser director de presidios y haber protagonizado una sangrienta operación de limpieza en la granja penal de Pavón en la que varios presos fueron muertos extrajudicialmente sin que hasta el momento se haya esclarecido cómo fue que murieron. Y su compañero en la papeleta es un millonario heredero de la fortuna de su papá, que durante el actual gobierno fue Secretario de la Presidencia pero jamás ha demostrado que entiende cuáles son las necesidades y las ambiciones del pueblo.
Por otra parte, aunque sin ninguna posibilidad de obtener el triunfo electoral, está una mujer de raza indígena que ha sido una farsante muy afortunada en la explotación del infortunio de su familia y de sus congéneres y gracias al apoyo de sectores izquierdistas internacionales ha obtenido premios y distinciones que realmente no ha merecido por ningún motivo. Pero es una demagoga que ni ha estudiado lo suficiente ni tiene los conocimientos y la experiencia política que podrían garantizar que podría dirigir los destinos del país. Y su compañero de papeleta es un oportunista adinerado agricultor que heredó tierras de su padre, que no tiene ningún color político ni la experiencia que sería indispensable para dirigir no sólo al país sino principalmente a su compañera de fórmula que, obviamente, no es una política con experiencia, ni mucho menos una estadista, ni sabe lo que se debe hacer para dirigir un país como el nuestro.
También hay otros contendientes en la palestra electoral, algunos de los cuales puede ser que tengan muchos méritos y excepcional capacidad en los campos a los que se han dedicado, pero no han bregado en la política como para que el pueblo sepa a qué atenerse. Porque no basta tener dinero para pagar a un buen publicista que programe una buena campaña de propaganda más o menos adecuada, sino hay que respaldar lo que se pretende con una capacidad que haya sido demostrada.
Creo que ya basta de hacer payasadas para tratar de convencer al pueblo de que ustedes son lo que Guatemala necesita en estos momentos. Ha llegado el momento de la verdad en que deben demostrar qué es lo que tienen que ofrecer. Será indispensable que de ahora en adelante participen en debates públicos que sean televisados y transmitidos por radio para que todos podamos descubrir sus cualidades. Es indispensable que instituciones serias y responsables organicen debates y que todos ustedes participen en ellos con la seriedad del caso. Queremos oírles discutir la problemática nacional para comprobar si la comprenden. Queremos escuchar de sus labios -directamente, sin el apoyo de publicistas más o menos ingeniosos- qué es lo que se proponen hacer si acaso llegan a ser electos presidente de la República el 9 de septiembre del año en curso. Ya es hora de que identifiquen cuál es su tendencia ideológica y política, qué ejemplos van a seguir, porque -perdonen mi sinceridad- no creo que ninguno de ustedes vaya a inventar el agua azucarada.

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