Dos de los diarios de esta mañana –Prensa Libre y elPeriódico– resaltan como si fuese una noticia de mucha importancia y trascendencia que, durante horas de la madrugada de ayer, el presidente de elPeriódico, ingeniero José Rubén Zamora, “fue agredido y secuestrado por más de diez horas por individuos que lo interceptaron en un sector de la zona 10, en condiciones que aún investiga la Policía?, según un reportaje de Julio F. Lara en Prensa Libre con un destacado titular a cuatro columnas. Sigue diciendo que ?Luego de que fuera liberado, en Chimaltenango, Zamora fue trasladado ayer a un hospital privado donde se recupera?. En el siguiente párrafo agrega: ?Los delincuentes dejaron abandonado el automóvil del periodista en un sector de la zona 9, del cual sustrajeron tarjetas de crédito, un maletín que contenía papelería diversa y documentos de elPeriódico?.
Después informa que la Fiscalía contra Delitos a Periodistas y Sindicalistas ya comenzó una investigación del caso y que el ministro de Gobernación, Francisco Jiménez, asignó a un equipo especial de la División de Investigación Criminal de la Policía para que siga las pesquisas, así como que los investigadores que pudieron establecer que el teléfono celular de Zamora era utilizado ayer, por desconocidos, en la cabecera de Chimaltenango”. Y el autor del reportaje sigue diciendo: ?El periodista fue liberado por sus captores cerca del hospital de aquella localidad, a donde fue llevado sin ser identificado, según un informe preliminar de la Policía. Lo único que sabían los médicos era que quienes lo llevaron dijeron que había sufrido un accidente de tránsito?.
Por su parte, el diario Siglo Veintiuno no le dio la misma importancia al asunto y únicamente publicó la noticia escueta en cuatro párrafos de una columna de la página 2, con el título “Agreden a presidente de El Periódico”.
Acerca de la información contenida en los párrafos de los dos periódicos que le dieron un carácter tan sensacionalista a la noticia, dando a entender que Zamora sufrió una agresión contra sus derechos humanos y la libertad de emisión del pensamiento, por lo que las autoridades a cargo de la investigación deben investigar y establecer cuál fue exactamente el restaurante en el que Zamora permaneció hasta esa hora de la madrugada y precisar en qué lugar de ?un sector de la zona 10? está situado ese lugar, así como también la clase de establecimiento es, si es un restaurante, una cantina, o una casa de citas ala que acuden unas colombianas jóvenes y guapas que se dedican a la explotación sexual.
Por otra parte, elPeriódico titula en su primera plana, en un cintillo negro y a cinco columnas: ?Secuestran y liberan a J. R. Zamora?, y el subtítulo ?Presidente de ?elPeriódico? estuvo en poder de sus captores, que lo abandonaron en Chimaltenango?, y en la mayor parte de la página 2 ocupa un reportaje de la Redacción que dice que sus secuestradores le sustrajeron sus tarjetas de crédito y su teléfono celular, y que al contestar las llamadas que se hicieron ?una voz masculina decía con hostilidad que él ya había sido asesinado y que se esperara en cualquier momento la aparición de su cadáver?. Y en otro párrafo más adelante se informa que ?De hecho, el presidente de elPeriódico fue abandonado después de haber sido objeto de golpes y de haber sido forzado a ingerir sustancias tóxicas, en la ciudad de Chimaltenango?.
Es evidente que lo que el redactor quiso decir fue que Zamora fue abandonado en Chimaltenango después de haber sido forzado a ingerir sustancias tóxicas. Me parece que será necesario que se establezca qué clase de ?sustancias tóxicas le forzaron a ingerir”, y si la ingestión forzada fue por la boca o por las fosas nasales.
Sigue diciendo elPeriódico que Zamora ?fue llevado en estado inconsciente al hospital de esa localidad, desde donde, posteriormente, fue conducido a la ciudad de Guatemala para ser objeto de radiografías y evaluaciones médicas?.
Supongo que se tendrá que establecer cuál fue el resultado de estos exámenes y ojalá que también se establezca quién o quiénes llevaron a Zamora al hospital chimalteco ?en estado inconsciente?, y por qué razón no fue médicamente atendido allá, así como también quién o quiénes le trajeron a un centro de diagnóstico de la zona 1 de esta capital, donde ?Zamora, una vez recuperada la conciencia, solicitó que se pusieran en contacto con su familia?.
En vista de que en ninguna de las notas periodísticas se especifica con precisión dónde y en qué forma fue ?secuestrado? el presidente de elPeriódico, será conveniente que se explique todo detalladamente para saber si todavía se encontraba en el interior del restaurante, bar, cevichería o casa de citas donde estuvo libando excesivamente hasta la madrugada, o si cuando le ?secuestraron? ya se había marchado del lugar y abordado su vehículo que estaba estacionado en la zona 10 de la ciudad de Guatemala y supuestamente ?fue trasladado de un punto a otro por uno de los delincuentes?, hasta que ?finalmente fue abandonado a 200 metros de donde originalmente se encontraba?.
Pero, ¿en qué quedamos por fin, dejaron el vehículo en la zona 10, como dice elPeriódico o en la zona 9, como dice Prensa Libre?
Lo cual significa que los presuntos ?secuestradores? no sólo no tuvieron la intención de robarle su vehículo, ya que lo volvieron a dejar estacionado a solo 200 metros de donde Zamora lo dejó previo a ingresar al bar, restaurante, casa de citas o lo que sea ese establecimiento. ¡De ser así, fueron buenas gentes los ?secuestradores?!
Las autoridades tendrán que establecer en qué vehículo llevaron “los secuestradores? a Zamora hasta Chimaltenango y en qué momento y en dónde se encontraban cuando le “forzaron” a ingerir el exceso de sustancias tóxicas como para que lo hayan dejado en estado inconsciente, lo cual quiere decir, en otras palabras, que le metieron por la fuerza una sobredosis de alguna droga. Pero no dicen qué droga fue la que “le forzaron” a ingerir. Si sería licor por la boca o cocaína por la nariz.
En todo caso, el ingeniero Zamora debe dar gracias a Dios de que los ?secuestradores? no sólo le dejaron tirado a corta distancia del hospital de Chimaltenango, donde le pudieron dar los primeros auxilios, sino que regresaron y estacionaron su automóvil a solo 200 metros de donde él lo había dejado antes de entrar al bar “Copacabana”, en la esquina de la 10 calle y 2a. avenida de la zona 10.
Como era de esperarse, al final de la información en Prensa Libre, del cual es director editorial uno de los primos de Zamora, el conocido periodista Gonzalo Marroquín Godoy, quien es además presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), agrega que ?organizaciones como el Comité de Defensa de Periodistas, la Fundación Knight de Prensa Internacional, de Libertad de Expresión a nivel mundial, la Sociedad Interamericana de Prensa e instituciones de derechos humanos indagaron sobre la salud de Zamora, y demandaron al Gobierno que se esclarezca el móvil del ataque?.
No cabe duda de que se está tratando de dar al asunto un cariz de atentado contra los derechos humanos y la libertad de emisión del pensamiento. Y aunque se sabe que por muchos motivos (no necesariamente solo de índole periodística, sino por su comportamiento personal), en el transcurso del tiempo el ingeniero Zamora se ha hecho de muchos enemigos, la nota concluye diciendo que ?allegados a la familia del director de elPeriódico expresaron que no hay indicios de dónde pudo provenir el secuestro, pero exigen una profunda investigación de parte del Ministerio Público?.
Este caso debe ser investigado exhaustivamente por el Ministerio Público y la Policía Nacional Civil, porque cabe la sospecha de que lo sucedido haya podido ser consecuencia de algunos de los duros artículos que Zamora ha publicado a través de los años en contra de varios personajes sumamente poderosos del país, como muchos militares en general y, en particular, los generales retirados Ríos Montt, Ortega Menaldo, Callejas, Salam y muchos otros más que han sido centro de sus más severas críticas y diatribas, acusados de haber cometido supuestos actos de corrupción y abuso de poder.
No se debe creer, ni dejar de creerse, ninguna de las dos versiones que están circulando sobre lo que supuestamente sucedió: la primera es que un día o dos antes se celebró el cumpleaños de Zamora y él lo festejó “chupando” más de la cuenta (como suele hacerlo), y al día siguiente siguió bebiendo hasta horas de la mañana en un establecimiento que se llama “Copacabana” a donde acuden jóvenes y atractivas mujeres colombianas, el cual abre sus puertas a la 1 de la mañana y las cierra a las 6 horas, situado frente al restaurante español Altuna, y el presidente de elPeriódico salió ?bien a tuna?, como se dice coloquialmente y, “bien acompañado”, después hizo un largo recorrido comprando con sus tarjetas de crédito en supermercados y tiendas de gasolineras y visitando cajeros automáticos de los bancos para obtener efectivo; y la segunda versión es que estuvo celebrando no sólo su cumpleaños sino también que supuestamente cerró una “operación financiera” para “fusionar” elPeriódico con Siglo Veintiuno. Pero ambas versiones coinciden también en que se le pasó la mano de tragos y, gracias a su imaginación y creatividad, inventó esa confusa historia novelesca de un supuesto ?secuestro? para tratar de justificar su demasiado larga ausencia.
Pero ¡a saber! No soy -ni me creo- Sherlock Holmes o James Bond, pero me parece que está claro que no se trató de un atentado personal ni, mucho menos, un atentado contra la libertad de expresión, ni tampoco fue víctima de uno de esos “secuestros expresos” que últimamente están haciendo los delincuentes para sacar dinero a sus víctimas en corto tiempo; ni hubo la intención de intimidarle para que deje de escribir contra alguna persona o institución política. Mucho menos fue una venganza de parte de algún miembro del gobierno en venganza por alguna publicación.
No me atrevería a creer ninguna de las dos versiones que circulan, pero tampoco creo, en lo más mínimo, la versión que él ha dado a conocer y han publicado los periódicos Prensa Libre y elPeriódico con inmerecido sensacionalismo, como si se hubiese tratado de un atentado contra los derechos humanos o contra la libertad de emisión del pensamiento. ¡Solo Dios sabe lo que fue!