Hoy hace 15 años, el 29 de diciembre de 1996, antes de que terminase el primer año de gobierno del Presidente Constitucional Álvaro Arzú Irigoyen (1996-2000), quien había tomado posesión de la Presidencia de la República el 14 de enero de ese mismo año, en una trascendental ceremonia que tuvo lugar en el Palacio Nacional –transformado por un caprichoso decreto presidencial en Palacio Nacional de la Cultura–, con la presencia de importantes personalidades internacionales como el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) doctor Boutros Boutros-Ghalli, y el Presidente del gobierno de España, José María Aznar, representantes del gobierno de Arzú y la mayoría de los comandantes de los diferentes grupos guerrilleros que, por exigencia de Fidel Castro, en Nicaragua conformaron la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG), se firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, con lo cual terminó una larga negociación que se inició en 1988 gracias al entonces embajador de Guatemala en España, licenciado Danilo Barillas, quien fue el primero que habló con los comandantes guerrilleros y promovió que el gobierno de Vinicio Cerezo Arévalo dedicara esfuerzos a tratar de obtener la paz a través de los Acuerdos de Esquipulas I y II, tras cerca de 36 años de fratricida lucha interna tan sanguinaria como estéril. Por cierto que poco tiempo más tarde Barillas fue cobardemente asesinado frente a su casa. Digo que la mayoría de los comandantes guerrilleros estuvieron presentes en la firma de este acuerdo, porque no asistió el comandante Gaspar Ilom, nombre que empleó Rodrigo Asturias Amado, hijo del gran escritor y poeta Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura, debido a que unos cuantos días antes él había sido el responsable del cobarde secuestro de la anciana Olga Alvarado de Novella para canjearla por un guerrillero que había sido capturado, y en su lugar firmó el acuerdo en nombre de ORPA el doctor Jorge Edilberto Rosal Meléndez (comandante Belisario) jefe de la Comisión Diplomática y Política de la URNG, de la cual también formaron parte Miguel Angel (“El chino”) Reyes, Rigoberta Menchú, Luis Becker, Miguel Ángel González y Eduardo Stein Barillas, quien años más tarde fue ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Arzú y posteriormente Vicepresidente de la República en el gobierno de Óscar Berger Perdomo. Y como siempre ha sabido colocarse donde más le conviene, hoy es el encargado de organizar la transmisión del mando de parte del general Pérez Molina y lo más probable es que obtendrá algún cargo importante en el próximo gobierno.
Numerosas personas expresaron su desacuerdo con este acuerdo porque sospechaban que firmar un documento de paz no sería suficiente para que hubiese paz en Guatemala y, por el contrario, sería ventajoso para los terroristas insurgentes porque, habiéndose encontrado ya prácticamente vencidos en el campo de batalla, podrían recuperar su vigencia legalmente actuando al amparo de una amnistía a la que se acogieron algunos, mas no todos, porque ni siquiera Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, aceptó hacerlo y regresó al país sin haberse acogido a la amnistía durante el período del presidente Serrano Elías amparada solamente por su inmerecido premio Nobel. De hecho, la mayor parte del contenido del acuerdo fue expuesto en una consulta popular y la mayoría de los votantes se pronunció en contra. Porque se desconfiaba de que los guerrilleros fuesen realmente a deponer las armas y se temía que a su regreso continuarían con sus actividades subversivas. Sin embargo, el tiempo ha transcurrido y aunque murieron tantos luchando por sus ideales de reivindicación social y económica, la situación del país sigue igual a la que había cuando se levantaron en armas y los acuerdos que se firmaron no se han cumplido, pero algunos de los comandantes han encontrado acomodo en el presupuesto nacional y principalmente en el gobierno de Álvaro Colom. Pero mientras tanto en el país continúan habiendo profundas grietas entre los diferentes sectores de guatemaltecos y hay mucha pobreza y hasta miseria en algunos sectores desprotegidos de la población. Y, por otro lado, sigue imperando en la vida económica del país un pequeño sector privilegiado que siempre ha sabido imponer sus intereses y tiene mucha influencia en las decisiones políticas nacionales.
Pero bueno o malo, el Acuerdo de Paz Firme y Duradera cumplió con su principal cometido que era que los subversivos depusieran las armas y pusieran punto final a la destructiva y sanguinaria guerra estéril entre guatemaltecos durante más de tres décadas. ¡Y ya eso era bastante! Y este logro se debió particularmente al Presidente Álvaro Arzú y al comandante guerrillero Rolando Morán, cuyo nombre verdadero era Ricardo Ramírez, comandante del más grande grupo guerrillero denominado Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), porque cuando se conocieron en El Salvador se simpatizaron y se tuvieron confianza mútua y acordaron su compromiso con un apretón de manos, antes de que Arzú asumiera la Presidencia de la República. Para lograr su objetivo, el presidente Arzú contó con la valiosa contribucion de su viejo amigo y Secretario de la Presidencia Gustavo (“El Sholón“) Porras Castejón, quien había sido militante activo en la subversión y a él se le ha atribuido uno de los peores actos terroristas subversivos, que consistió en haber hecho estallar en la Plaza de la Constitución un automóvil cargado de explosivos, lo cual causó numerosas muertes.
Álvaro Enrique Arzú Irigoyen, Presidente Constitucional de la República del 14 de enero de 1996 al 14 de enero de 2000 y responsable de que hace 15 años se firmara el Acuerdo de Paz Firme y Duradera.
Otro que también debió haber sido invitado a tomar parte en este acto es el general retirado Otto Pérez Molina, actual Presidente Electo, no sólo porque participó en algunos de los acuerdos previos, sino porque fue uno de los signatarios del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, como puede verse en la foto que reproduzco abajo, publicada hoy en Prensa Libre, al lado del Secretario General del hasta entonces proscrito Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), comunista, Ricardo Rosales Román. No obstante, no fue sino hasta ayer por la tarde. después de varias críticas periodísticas porque no se le había invitado, que el gobierno de Colom invitó a asistir al acto al general Pérez Molina.
El general de brigada Otto Pérez Molina y el Secretario General del Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) Ricardo Rosales Román. ¿Quién nos iba a decir que algún día un general del Ejército de Guatemala iba a sentarse junto a un dirigente comunista a firmar un acuerdo de paz? Hay que recordar que por la famosa “guerra fría” entre los poderes hegemónicos de EE.UU. y la URSS y por presiones de la dominante oligarquía nacional, ser comunista era prohibido por la Constitución Política de la República.
Es mucho lo que se ha hablado sobre el mencionado Acuerdo de Paz Firme y Duradera, pero su texto es muy poco conocido, por lo cual considero necesario y conveniente reproducirlo en su totalidad para que su contenido sea más ampliamente conocido para que cuando hablemos de él sepamos a lo que nos referimos. Les ruego que lo lean con detenimiento para puedan ver qué es lo que se ha cumplido de este acuerdo y qué es lo que aún no se ha cumplido.
ACUERDO DE PAZ FIRME Y DURADERA
Considerando:
Que con la suscripción del presente Acuerdo se pone fin a más de tres décadas de enfrentamiento armado en Guatemala, y concluye una dolorosa etapa de nuestra historia,
Que a lo largo de los últimos años, la búsqueda de una solución política al enfrentamiento armado ha generado nuevos espacios de diálogo y entendimiento dentro de la sociedad guatemalteca,
Que de aquí en adelante empieza la tarea de preservar y consolidar la paz, que debe unir los esfuerzos de todos los guatemaltecos,
Que para ese fin el país dispone, con los acuerdos de paz, de una agenda integral orientada a superar las causas del enfrentamiento y sentar las bases de un nuevo desarrollo,
Que el cumplimiento de estos acuerdos constituye un compromiso histórico e irrenunciable,
Que para conocimiento de las generaciones presentes y futuras, es conveniente recoger el sentido profundo de los compromisos de paz,
El Gobierno de la República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) acuerdan lo siguiente:
I. Conceptos
1. Los acuerdos de paz expresan consensos de carácter nacional. Han sido avalados por los diferentes sectores representados en la Asamblea de la Sociedad Civil y fuera de ella. Su cumplimiento progresivo debe satisfacer las legítimas aspiraciones de los guatemaltecos y, a la vez, unir los esfuerzos de todos en aras de esos objetivos comunes.
2. El Gobierno de la República reafirma su adhesión a los principios u normas orientadas a garantizar y proteger la plena observancia de los derechos humanos, así como su voluntad política de hacerlos respetar.
3. La población desarraigada por el enfrentamiento armado tiene derecho a residir y vivir libremente en el territorio guatemalteco. El Gobierno de la República se compromete a asegurar su retorno y reasentamiento, en condiciones de dignidad y seguridad.
4. Es un derecho del pueblo de Guatemala conocer plenamente la verdad sobre las violaciones de los derechos humanos y los hechos de violencia ocurridos en el marco del enfrentamiento armado interno. Esclarecer con toda objetividad e imparcialidad lo sucedido contribuirá a que se fortalezca el proceso de conciliación nacional y la democratización en el país.
5. El reconocimiento de la identidad y derechos de los pueblos indígenas es fundamental para la construcción de una nación de unidad nacional multiétnica, Pluricultural y multilingüe. El respeto y ejercicio de los derechos políticos, culturales, económicos y espirituales de todos los guatemaltecos, es la base de una nueva convivencia que refleja la diversidad de su nación.
6. La paz firme y duradera debe cimentarse sobre un desarrollo socioeconómico participativo orientado al bien común, que responda a las necesidades de toda la población. Dicho desarrollo requiere de justicia social como uno de los pilares de la unidad y solidaridad nacional, y de crecimiento económico con sostenibilidad, como condición para atender las demandas sociales de la población.
7. Es fundamental para lograr la justicia social y el crecimiento económico la participación efectiva de los ciudadanos y ciudadanas de todos los sectores de la sociedad. Corresponde al Estado ampliar estas posibilidades de participación y fortalecerse como orientador del desarrollo nacional, como legislador, como fuente de inversión pública y proveedor de servicios básicos, como promotor de la concertación social y de la resolución de conflictos. Para ello el Estado requiere elevar la recaudación tributaria y priorizar el gasto público hacia la inversión social.
8. En la búsqueda del crecimiento, la política económica debe orientarse a impedir que se produzcan procesos de exclusión socioeconómica como el desempleo y el empobrecimiento y a optimizar los beneficios del crecimiento económico para todos los guatemaltecos. La elevación del nivel de vida, la salud, la educación, la seguridad social y la capacitación de los habitantes, constituyen las premisas para acceder al desarrollo sostenible de Guatemala.
9. El Estado y los sectores organizados de la sociedad deben aunar esfuerzos para la resolución de la problemática agraria y el desarrollo rural, que son fundamentales para dar respuesta a la situación de la mayoría de la población que vive en el medio rural, y que es la más afectada por la pobreza, las iniquidades y la debilidad de las instituciones estatales.
10. El fortalecimiento del poder civil es una condición indispensable para la existencia de un régimen democrático. La finalización del enfrentamiento armado ofrece la oportunidad histórica de renovar las instituciones para que, en forma articulada, puedan garantizar a loshabitantes de la república la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. El Ejercito de Guatemala debe adecuar sus funciones a una nueva época de paz y democracia.
11. La incorporación de la URNG a la legalidad en condiciones de seguridad y dignidad constituye un factor de interés nacional, que responde al objetivo de la conciliación y del perfeccionamiento de un sistema democrático sin exclusiones.
12. Las reformas constitucionales contenidas en los acuerdos de paz, constituyen la base sustantiva y fundamental para la conciliación de la sociedad guatemalteca en el marco de un Estado de derecho la convivencia democrática, la plena observancia y el estricto respeto de los derechos humanos.
13. Las elecciones son esenciales para la transición que vive Guatemala hacia una democracia funcional y participativa. El perfeccionamiento del régimen electoral permitirá afianzar la legitimidad del poder público y facilitar la transformación democrática del país.
14. la implementación de la agenda nacional derivada de los acuerdos de paz, constituye un proyecto complejo y de largo plazo que requiere la voluntad de cumplir con los compromisos adquiridos y el involucramiento de los organismos del Estado y de las diversas fuerzas sociales y políticas nacionales. Este empeño supone una estrategia que priorice con realismo el cumplimiento gradual de los compromisos, de forma tal que se abra un nuevo capítulo de desarrollo y convivencia democrática en la historia de Guatemala.
15. Al presente Acuerdo de paz Firme y Duradera quedan integrados todos los acuerdos suscritos con base en el Acuerdo Marco sobre Democratización para la Búsqueda de la paz por Medios Políticos, suscrito en la Ciudad de Querétaro, México, el 25 de julio de 1991 y a partir del Acuerdo Marco para la Reanudación del proceso de Negociación entre el gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, suscrito en la Ciudad de México el 10 de Enero de 1994.
I. VIGENCIA DE LOS ACUERDOS DE PAZ
15. Al presente Acuerdo de paz Firme y Duradera quedan integrados todos los acuerdos suscritos con base en el Acuerdo Marco sobre Democratización para la Búsqueda de la paz por Medios Políticos, suscrito en la Ciudad de Querétaro, México, el 25 de julio de 1991 y a partir del Acuerdo Marco para la Reanudación del proceso de Negociación entre el gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, suscrito en la Ciudad de México el 10 de Enero de 1994.
Dichos acuerdos son:
– El Acuerdo Global sobre Derechos Humanos, suscrito en la Ciudad de México el 29 de marzo de 1994;
– El Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones Desarraigadas por el enfrentamiento armado, suscrito en Oslo el 17 de junio de 1994;
– El Acuerdo sobre el Establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de las violaciones a los Derechos Humanos y los Hechos de Violencia que han Causado Sufrimientos a la Población Guatemalteca, suscrito en Oslo el 23 de junio de 1994;
– El Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, suscrito en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1995;
– El Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria suscrito en la Ciudad de México el 6 de mayo de 1996;
– El Acuerdo sobre Fortalecimiento del poder civil y Función del Ejercito en una Sociedad Democrática suscrito en la Ciudad de México, el 19 de septiembre de 1996;
– El Acuerdo sobre el Definitivo Cese al Fuego suscrito en Oslo el 4 de Diciembre de 1996.
– El Acuerdo sobre reformas Constitucionales y Régimen Electoral, suscrito en Estocolmo el 7 de diciembre de 1996;
– El Acuerdo sobre Bases para la Incorporación de la URNG a la legalidad, suscrito en Madrid el 12 de Diciembre de 1996;
– El Acuerdo sobre Cronograma para la Implementación, Cumplimiento y Verificación de los Acuerdos de Paz suscrito en la Ciudad de Guatemala el 29 de diciembre de 1996.
16. Con excepción del Acuerdo Global sobre Derechos Humanos, que está en vigencia desde suscripción, todos los acuerdos integrados al Acuerdo de Paz y Firme y Duradera cobran formal y total vigencia en el momento de la firma del presente Acuerdo.
III. RECONOCIMIENTO
17. Al culminar el histórico proceso de negociación para la búsqueda de la paz por medios políticos, el gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca dejan constancia de su reconocimiento a los esfuerzos nacionales e internacionales que han coadyuvado a la conclusión del Acuerdo de Paz Firme y Duradera en Guatemala. Resaltan el papel de la Comisión Nacional de Reconciliación, de la Conciliación, de la Asamblea de la Sociedad Civil y de la Moderación de las Naciones Unidas. Valora asimismo el acompañamiento del Grupo de Países Amigos del Proceso de Paz de Guatemala integrado por la República de Colombia, el Reino de España, los Estados Unidos de América, los Estados Unidos Mexicanos, El Reino de Noruega y la República de Venezuela.
IV. DISPOSICIONES FINALES
Primera. El Acuerdo de paz Firme y Duradera entra en vigencia en el momento de su suscripción.
Segunda. Se dará la más amplia divulgación al presente Acuerdo, en especial a través de los programas oficiales de Educación.
Guatemala, 29 de diciembre de 1996
Por el Gobierno de Guatemala: Gustavo Porras Castejón, Raquel Zelaya Rosales, Richard Aitkenhead Castillo y el general de brigada Otto Pérez Molina.
Por la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG)
Ricardo Ramírez De León (Comandante Rolando Morán), Jorge Ismael Soto García (Comandante Pablo Monsanto), Ricardo Rosales Román (Carlos Gonzáles) y el doctor Jorge Edilberto Rosal Meléndez, (Comandante Belisarto) Director de la comisión Política y Diplomática de la ORPA en representación de Rodrigo Asturias Amado (Comandante Pascual Ilom), de la Organización revolucionaria del Pueblo en Armas.
Por la Organización de Naciones Unidas (ONU)
Boutros Boutros-Ghalli.
Hoy, en el XV aniversario
Para conmemorar este trascendental hecho, se celebrarán dos actos: uno en el patio principal del Palacio Nacional de la Cultura, donde se colocará otra rosa en las manos del Monumento a la Paz. Por cierto que este monumento lo constituyen dos manos abiertas al aire, pero lo curioso es que ambas manos son izquierdas, como si solamente los sectores de izquierda hubiesen sido quienes acordaron la paz. Inexplicablemente, en vez de que en este acto el protagonista principal sea el artífice de la paz, Álvaro Arzú Irigoyen, ex Presidente de la República y actual Alcalde Metropolitano, por haber sido quien logró que se firmara el Acuerdo de Paz Firme y Duradera hace 15 años, lo será el Presidente Álvaro Colom, que no tuvo nada que ver en ese proceso, salvo que en una oportunidad asistió como invitado a una de las reuniones.
Por este indiscutible hecho histórico es incomprensible que en la celebración oficial del XV aniversario de la firma de este acuerdo final, el actual mandatario, ingeniero Álvaro Colom Caballeros se haya endilgado el derecho de ser quien colocará una nueva rosa en el Monumento a la Paz situado en el patio principal del Palacio Nacional de la Cultura. No obstante, el actual mandatario fue “elegido” para protagonizar la colocación de la rosa por el Secretario de la Paz, quien, lógicamente, es un funcionario de su gobierno que fue nombrado por el propio Colom. O sea que realmente ha sido él quien se ha designado a sí mismo para ello en vez de haberle concedido ese lugar a quien realmente fue el artíifice del Acuerdo de la paz firme y duradera, Álvaro Arzú Irigoyen.
Presidente Álvaro Colom Caballeros, con cara de “yo no fui”
Serie de entrevistas previas a los protagonistas
Previo a estas dos celebraciones, en el programa de radio de Emisoras Unidas denominado A primera Hora, realizaron una serie de interesantes entrevistas a la mayoría de los protagonistas de este largo proceso para alcanzar la paz, de las cuales la que me pareció más interesante, entretenida y amena fue la del ex Presidente Constitucional de la República y actual Alcalde Metropolitano, Álvaro Enrique Arzú Irigoyen. Pero también en el segmento titulado El Cafecito del noticiario de canal 3 de televisión, a cargo de su directora, licenciada Elsie Sierra, quien entrevistó a casi todos ellos, entre los que recuerdo al ex Presidente Marco Vinicio Cerezo Arévalo y al general retirado Julio Balconi, a Gustavo Porras Castejón, al ex Presidente y actual Alcalde metropolitano Álvaro Arzú, cuya entrevista estuvo llena de interesantes anécdotas y, entre otras cosas interesantes, informó la forma como decidió nombrar a su viejo amigo Gustavo Porras Castejón para que se encargara de hacer los arreglos previos a la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera. Sin embargo, la última de estas entrevistas de la serie que hizo fue al ex Presidente Constitucional de la República Jorge Serrano Elías (obviamente en Panamá, donde vive en el exilio), quien antes de haber sido Presidente de la República fue uno de los primeros que participaron en los diferentes acuerdos a los que se llegó con los guerrilleros terroristas y para ello contó con la valiosa colaboración –que él reconoció ampliamente–, entre otros de la señora Teresa Bolaños de Zarco (a pesar de que su esposo, el periodista Isidoro Zarco, fue asesinado por un grupo guerrillero), de monseñor entonces obispo y hoy cardenal Fernando Quezada Toruño, el licenciado Mario Permuth Lestwa, el coronel retirado Francisco Luis Gordillo, el licenciado Manuel Conde Orellana, el periodista Eduardo Villatoro, el licenciado Amilcar Burgos y Manuel Bendfeldt; los generales Domingo Samayoa, Mario Enriquez, Otto Perez Molina, Julio Balconi y algunos que fueron invitados eventuales, como quienes asistieron a la reunión en El Escorial (España) como el coronel y diputado Federico Abundio Maldonado y el licenciado Mario Sandoval Alarcón, principal líder del anticomunismo nacional, quien llevó consigo una caja de ron Zacapa y un buen número de crucifijos del Cristo Negro de Esquipulas para regalar a los comandantes guerrilleros, quienes seguramente se bebieron el ron pero dejaron abandonados los crucifijos en alguna cesta de basura. En síntesis, el ex presidente Jorge Serrano Elías dijo muchísimas cosas interesantes, haciendo gala del hecho que, indudablemente, ha sido el presidente de Guatemala que ha tenido el mejor currículum vitae y, con el general e ingeniero Miguel Ydígoras Fuentes, han sido los más ilustrados. Entre las cosas sabias que dijo Serrano es que con la simple firma de un acuerdo se puede obtener el alto al fuego, pero no se obtiene la paz, porque la guerra puede continuar en otra forma, lo cual ha ocurrido en Guatemala, donde los guerrilleros se han venido infiltrando paulatinamente en el gobierno (sobre todo en el actual régimen) y mantienen una actitud vengativa contra los militares que les habían prácticamente derrotado en el interior de la República de donde habían sido expulsados, salvo en un pequeño espacio que aún sostenían en la frontera con México. Al momento de la firma de la paz, la Institución Armada contaba con 45 mil efectivos, más un millón y medio de patrulleros y comisionados militares, en tanto que las cuatro facciones terroristas sumaban 800 hombres entre los cuales algunos se encontraban arrinconados en la frontera con México, y otros en unos pocos departamentos del país, desesperados en medio de las contradicciones de quienes los comandaban. Sin embargo, cuando el Presidente de la República y Comandante General del Ejército ordenó el repliegue de sus hombres a sus cuarteles y el cese el fuego, estos obedecieron sin chistar, con auténtica disciplina militar, a pesar de estar a tan solo un paso de lograr la rendición incondicional de sus contendientes. Y así es como, amparados en los supuestos recuentos de los acontecimientos durante el conflicto armado interno, los ex guerrilleros han continuado su lucha contra los militares, particularmente contra algunos que, como los generales Romeo Lucas García, Benedicto Lucas, Efraín Ríos Montt, Óscar Humberto Mejía Víctores, Héctor Mario López Fuentes, Mauricio Rodríguez, Ricardo Méndez Ruiz y otros militares retirados que conforman una larga lista, gracias a que tanto el tristemente célebre compendio de los delitos contra lesa humanidad que se cometieron durante los 36 años según el informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico como en el Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI) se achaca a los gobiernos militares el más elevado número de abusos de poder y crímenes de lesa humanidad y hasta de genocidio, mientras que no se se señalan los numerosos delitos que cometieron los subversivos terroristas procomunistas porque, como es bien sabido, quienes escribieron ambos informes son izquierdistas plenamente identificados como parciales a la subversión guerrillera y decididamente antimilitaristas.
La paz hoy
Si bien es verdad que la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera puso punto final el confrontamiento armado y que muchos de los subversivos depusieron sus armas, no se puede decir que se logró la paz. ¡Mucho menos una paz firme y duradera! Los asesinatos, asaltos, robos, secuestros y demás crímenes han aumentado. Como bien dijo el ex Presidente Arzú, imaginemos lo que sería nuestro país si no se hubiese terminado la confontación armada y a ella se hubiese sumado la actual creciente criminalidad común y el poderoso narcotráfico internacional. Así que demos gracias a Dios de que, a pesar de todos sus defectos, hace 15 años se firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera a pesar de la absurda oposición que le plantearon al comandante Ricardo Morán un buen número de obispos, argumentando que la firma de la paz era una treta de Arzú para proteger los intereses de los más pudientes. Y en justicia debemos reconocerle este logro al ex Presidente de la República Álvaro Arzú Irigoyen, actual Alcalde Metropolitano. Yo se muy bien que hay muchas personas a quienes él no les agrada y que no pueden verle ni en pintura, pero, como dicen que dijo Jesucristo, hay que dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Nos guste o no nos guste, fue él quien logró firmar la paz, aunque muchos le advertimos en esa oportunidad que no creíamos que esa paz fuese a ser ni firme ni duradera, conociendo el usual comportamiento de algunos obcecados. Y creo que, lamentablemente, no nos equivocamos porque hay algunos que se empeñan en no aceptar la paz y dejar para la historia lo ocurrido y hacer a un lado las estériles venganzas que lo único que consiguen es continuar la guerra que, gracias a Dios, terminó hace 15 años y por ningún motivo debe reanudarse.
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