Los hondureños que rechazan a Zelaya tienen huevos
Insisto en que no hay nada más atrevido que la ignorancia. A lo cual hay que agregar la hipocresía. Ayer escuché en CNN en Español una entrevista que le hizo la periodista mexicana, comunistoide y machorra, Carmen Aristegui a la Secretaria de Relaciones Exteriores de ese país, licenciada Patricia Espinosa Castellano, y por la vía telefónica con el insoportable comunistoide chileno y actual Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza. Naturalmente, ambos se siguen pronunciando categóricamente en favor de que debe regresar a la Presidencia de Honduras el depuesto Manuel Zelaya Rosales, olvidando que la medida de su defenestración obedeció a un mandato de la Constitución Política de Honduras que está vigente, y fue por una orden que emanó de la Corte Suprema de Justicia, la cual fue cumplida por el Ejército. Lo que significa que tiene razón el Presidente sustituto nombrado por el Congreso Nacional, Roberto Micheletti (según lo establecido en el orden que debe respetarse cuando no está al frente el presidente electo), al afirmar que lo que hubo el 28 de junio no fue un golpe de Estado sino una “sustitución constitucional”.
No debemos olvidar cómo ha sido la triste Historia de nuestra sufrida patria. Este bello y sufrido país ha sufrido una larga cadena de golpes de Estado y de gobiernos de facto que eventualmente han dado elecciones libres cuyos resultados han sido respetados por la comunidad internacional. En la Historia política reciente, no hay que olvidar que el licenciado Julio César Méndez Montenegro y el licenciado Clemente Marroquín Rojas fueron electos en las elecciones a las que convocó el gobierno militar de facto que presidió el coronel Enrique Peralta Azurdia, el ministro de la Defensa del gobierno depuesto por el golpe de Estado que el Ejército le dio al general e ingeniero Miguel Ramón Ydígoras Fuentes, quien había sido legalmente electo, en elecciones democráticas a las que convocó el Primer Designado a la Presidencia, coronel Guillermo Flores Avendaño, quien ocupó la Presidencia de la República del 26 octubre 1957 al 2 marzo 1958 a raíz del asesinato del coronel Carlos Castillo Armas, el 26 de julio de 1957, ni hay que olvidar que si Castillo Armas accedió a la Presidencia fue como consecuencia de la invasión a nuestra patria por el mal llamado “ejército de liberación nacional”, invasión organizada y patrocinada en Honduras por la Central Intelligence Agency (CIA) y la tristemente recordada United Fruit Company durante el gobierno estadounidense del general Dwight Eisenhower, con el apoyo y de los gobiernos del licenciado Juan Manuel Manuel Gálvez, de Honduras, del general Anastasio Somoza García, de Nicaragua y del coronel Óscar Osorio, de El Salvador, pero también por un golpe de Estado manipulado por el infame embajador en Guatemala de los Estados Unidos de América, John Peurifoy (que obedeció el Ejército) al llamado “soldado del pueblo”, coronel Jacobo Árbenz Guzmán, quien había sido electo masivamente Presidente de la República en elecciones libres y democráticas, para sustituír al doctor Juan José Arévalo Bermejo, electo después del levantamiento militar del cuartel Guardia de Honor, el 20 de octubre de 1944, lo cual abrió la puerta al período de la llamada Revolución de Octubre. Y a pesar de que los sectores demócraticos de Guatemala y de numerosos países del mundo protestaron por esa descarada intervención del gobierno de los Estados Unidos de América, hay que reconocer que en Guatemala hubo muchas personas que se alegraron que Castillo Armas hubiese derrocado a un régimen que ya había demostrado, por múltiples razones, que tenía tendencias comunistas y tenía muchos funcionarios públicos con esa ideología. Pero desde entonces se produjo en nuestro país un largo período de gobiernos militares más o menos impuestos fraudulentamente o por el apoyo del sector privado de derecha extrema y de los militares dominantes. Lo cual, como es bien sabido, provocó un enfrentamiento armado fratricida que tuvo más de tres décadas de duración y produjo mucha destrucción y derramamiento de sangre y retrasó nuestro desarrollo. Pero tampoco hay que olvidar la eleccion que se realizó en Guatemala en 1984 para integrar una Asamblea Nacional Constituyente que escribió la Carta Magna que aún está vigente, y la posterior eleccion del candidato presidencial del partido Democracia Cristiana Guatemalteca, licenciado Marco Vinicio Cerezo Arevalo, en octubre 1985, porque ambas fueron realizadas durante el gobierno de facto y militar del Jefe de Estado general Oscar Humberto Mejia Victores, quien por decisión de los comandantes de las zonas militares del país sustituyó al general Efraín Ríos Montt, quien llegó a ejercer el poder presidencial como consecuencia del golpe de Estado que unos militares jóvenes rebeldes le dieron al gobierno legalmente constituído del general Fernando Romeo Lucas García con el objetivo de impedir que asumiera la Presidencia de la República el general Aníbal Guevara Rodríguez, quien había ganado las elecciones. Esos hechos históricos fueron consecuencias o frutos de golpes de Estado y, sin embargo, fueron reconocidos por la comunidad internacional a pesar de que no todos fueron legitimos y democráticos.
Y por el estilo de nuestra Historia ha sido también la historia política de los demás países hermanos centroamericanos, con la excepción de Costa Rica, que ha tenido la fortuna de no haber tenido golpes de Estado porque no tiene Ejército, y tiene un pueblo con mucha educación cívica, aunque no hay que olvidar que también tuvo que vivir una guerra fratricida para impedir que entrara triunfante al país, procedente de Nicaragua, con el apoyo del dictador Anastasio Somoza García, una invasión encabezada por el ex presidente Rafael Ángel Calderón Guardia, quien ya había sido presidente durante el período comprendido entre 1940 y 1944, pero trató infructuosamente de derrocar a su sucesor, Teodoro Picado Michalski, quien había sido electo para el período comprendido entre 1944 y 1948. Pero para impedir el triunfo de la invasión calderonista surgió la Liberación Nacional que encabezó José (“Pepe”) Figueres Ferrer, con el valioso y decisivo apoyo de la “Legión del Caribe” que patrocinaba en Guatemala el doctor Juan José Arévalo Bermejo. Al triunfar ese movimiento contra la invasión de Calderón Guardia, Figueres fue Presidente de la Junta de Gobierno de 1948 a 1949, y el periodista Otilio Ulate Blanco fue electo presidente para el período de 1949 a 1953; pero después fue electo “Pepe” Figueres Ferrer, primero para el período de 1953 a 1958 y posteriormente fue reelecto para el período de 1970 a 1974. Y desde entonces ha sido tanta su influencia en el país que hasta su hijo, José María Figueres Olsen, llegó a ser presidente de Costa Rica de 1994 a 1998. Y no hay que olvidar que el actual mandatario tico, doctor Óscar Arias Sánchez, quien, dicho sea de paso, recibió inmerecidamente el premio Nobel de la Paz, está sirviendo hoy su segundo período presidencial. Así que ningún país centroamericano puede hablar de ser “químicamente puro” en esas cosas de la democracia, porque todos tenemos nuestra historia ¡No hay que ser!
En fin, insisto en que no hay que olvidar la historia, porque es la gran maestra del presente y el futuro.
Les deseo un feliz domingo… y hasta mañana, si Dios quiere.