El viernes pasado publiqué un artículo titulado Merecidas respuestas a una resentida social, en referencia a un injusto y desafortunado artículo que publicó el lunes anterior en elPeriódico la joven socióloga Marcela Gereda bajo el título Yo blindo a mis hijos, en el cual arremetió con evidente veneno contra todas y todos los estudiantes por igual del prestigiado centro de estudios Colegio Americano, al que, entre otras cosas, atribuye un episodio que ocurrió en otro establecimiento educativo cuando dice: ?Hablando de espectáculo, recuerdo con vergüenza ajena la puesta en escena de una chica de este mismo colegio que fingió un secuestro por ?pertenecer?, porque ?los secuestros estaban de moda?. A contratar servicios de inteligencia, el desamparo de la familia, a buscar cómo pagar? ¿Y la niña? Obstinada con ser parte de esa élite secuestrable, repitiendo: I?m cool because I?m in (sic) American School. Pero ese episodio, al que se refiere, realmente no sucedió con una alumna del Colegio Americano, sino fue con una alumna del Colegio El Puente. Sin embargo, la señorita Gereda no ha sido capaz de reconocer tan siquiera ese error en su empecinado artículo de hoy titulado Hacer visible lo invisible en ese mismo periódico, lo cual la identifica como una necia.
En lo que sí me equivoqué, lo reconozco, fue al decir que ella fue estudiante del Colegio Americano, lo que deduje del texto de su artículo debido a su confusa redacción, pero ya he sido informado que estudió en el Colegio católico Monte María, por lo que en el transcurso del gobierno anterior publicó un artículo exageradamente lambiscón alabando a tal extremo a la señora Wendy Widdmann de Berger, entonces “primera dama de la nación”, por quien poco faltó para que pidiese que sea elevada a los altares.
Al leer el artículo Yo blindo a mis hijos, cualquiera puede creer que esa socióloga es una resentida social, pero de esas adineradas que abundan en este país lleno de desigualdades, por estar envidiosa o resentida de que algunos de los niños estudiantes del Colegio Americano sean transportados en vehículos costosos y algunas veces blindados, con vidrios polarizados, acompañados de guardaespaldas, por el hecho ?bajo todo punto de vista comprensible- que sus padres desean protegerles del peligro de ser secuestrados en vista de la situación de inseguridad en la que vive el país. Pero al investigar un poco más quién es ella se llega a la conclusión que no tiene razón para adoptar esa actitud de resentimiento, porque es hija del dentista Roberto Gereda, quien por el hecho de haber sido quien le cuidaba las muelas al presidente Óscar Berger, fue nombrado embajador ante el Reino de España, cargo que desempeñó (presumiblemente como dentista) durante los cuatro años de duración de ese inútil período, pero ya renunció y supongo que volverá a la profesión que sí conoce.
Además, como Guatemala es un país tan pequeño, donde todos nos conocemos y todo se sabe, otra razón por la que Marcela Gereda no tiene por qué ser una resentida social por las desigualdades que privan en nuestro país es el hecho que su madre, una señora de apellidos Castillo Vlaminck, es hija del adinerado y ya desaparecido Rafael (?Papelucho?) Castillo Menocal (qepd), uno de los hijos del también fallecido multimillonario Rafael (?Palito?) Castillo Lara, de los mayores accionistas de la Cervecería Centroamericana. Luego entonces, no parece justa su queja contra el establishment que impera en nuestro país, de acuerdo al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que dice que éste es de los países más desiguales del mundo, porque gracias a esa desigualdad ella ha tenido una vida privilegiada y ha viajado por cuatro continentes con pasaporte diplomático y todo el dinero que ha querido.
En lo que pegué centro fue al decir que el Colegio Americano ?no hace mucho tiempo fue el centro de injustos ataques de parte de los patrocinadores de unas prostitutas integrantes del equipo de fútbol ?Estrellas de la línea? a quienes no se les permitió jugar en el campo de Futeca. No me extrañaría que Marcela Gereda tenga alguna relación personal con alguno de esos “mafufos” que se dicen de izquierda.
En efecto, sin presumir de ser adivino, he sabido que ella fue ?novia? (o algo así) del conocido ?mafufo? Andrés Zepeda, otro columnista de elPeriódico que bien baila, quien fue el creador y patrocinador del equipo de fútbol integrado por ?servidoras sexuales? (eufemismo para no llamarlas putas) de la línea y fue quien, en un momento de enajenación, en su columna se atrevió a calificar a Guatemala como ?un paisito de mierda?. Y en este caso se podría aplicar a la señorita Gereda aquello de ?díme con quien andas y te diré quién eres?.
No habría vuelto a escribir nada más sobre este desafortunado tema si la señorita Gereda hubiese tenido la ética profesional, la humildad y la sensatez de reconocer lo injusto de sus señalamientos, pero al ver que hoy vuelve a ocuparse de lo mismo, tratando en vano de justificar lo injustificable, creo que se ha hecho merecedora de que le diga estas cosas. Me sorprende comprobar que el director de ese medio de comunicación, periodista Juan Luis Font, no la convenció de no hacerlo, porque habría sido prudente. ¡Y pensar que esta señorita tan conflictiva es una de las activistas del movimiento “Guateámala”!
Entre otras cosas muy alegres, dice hoy la señorita Gereda: ?La columna de la semana pasada quiso reflexionar sobre la desigualdad. Intento fallido. No señalo para ofender, no escribo para polarizar. Escribo en la búsqueda de un país urgido de equidad?.
Comento: pues ya ve que lo único que logró con su injusto y desafortunado artículo contra el Colegio Americano y todos sus estudiantes fue sembrar vientos, y cosechó tempestades.
Sigue diciendo: ?Pienso al servicio de una sociedad de todos y para todos. Y cuando digo ?todos?, incluyo también a las 482 respuestas que la red de ex alumnos defendiendo a su alma mater colgó en el blog. Dá en qué pensar cómo esta red se expresa con una sola voz, repetida unas cuatrocientas veces: ?Señora Gereda, es usted una resentida?.
Comento: así ha sido, en efecto. Esas 482 respuestas unánimes deberían haberle bastado a cualquier persona medianamente inteligente para darse cuenta de que metió la pata con su artículo. Pero es evidente que ella todavía no lo comprende y por eso es que insiste, como los obcecados que se aferran a un error a pesar de darse cuenta de lo equivocados que están pero dicen: ?Este macho es mi mula?. Hay ciertos sociólogos y sociólogas “izquierdosos” que se visten y actúan como hippies trasnochados porque no se han percatado de que esa etapa de la mariguana ya quedó atrás, ya pasó de moda.
Sigue diciendo la señorita Gereda: ?Ni señora, ni resentida. En mí no aplica la lógica del resentimiento, por razones que saben quienes me conocen. No pienso ni siento el mundo desde el resentimiento, sino desde el caos que nos rodea?.
Comento: retiro lo de señora para llamarle señorita, si lo prefiere, pero lo de resentida no se lo quito porque es obvio que lo es por algún motivo no confesado, pero estoy de acuerdo con ella en que en su caso no se justifica esa actitud porque en su vida ha sido una privilegiada de las desigualdades de la sociedad guatemalteca.
Sigue diciendo: ?No hablo desde los ?celos de no tener una Suburban blindada?, como se dijo en el blog, sino desde la reflexión de lo que significa vivir hoy en un país como el nuestro. Hablo por la gente y no por mí?.
Comento: si así fuere, haría bien en tratar de redactar con más claridad sus artículos para que los lectores comprendan sus intenciones. Y, sobre todo, no debe decir mentiras ni hacer falsas acusaciones como las que hizo.
Luego dice: ?Escribo porque no estoy conforme con la época que nos ha tocado vivir, porque siento que vivimos en un mundo equivocado?.
Comento: es curioso que sigue el ejemplo de una pariente de ella, también socióloga, que vive en España como una reina o una princesa gracias a los beneficios de las muchas acciones de la Cervecería Centroamericana que posee su anciana madre, pero se da “el lujo” de declararse ?socialista?, como los ricos que viven quejándose de las desigualdades económicas y sociales en las que vive el país, mientras ellos gozan de los beneficios de su privilegiada situación económica y social. ¡Vé qué de al pelo!
Más adelante agrega: “Respeto cualquier ideología y cosmovisión. Lo que no respeto es la inequidad. No es el colegio mi punto de ataque, sino la desigualdad. Estando cerca de otros colegios con espectáculos similares la reflexión hubiera sido igual. Se puede decir lo mismo del colegio ?Queen Elizabeth?: la institución es lo de menos, reflexionar la desigualdad es lo de más. Mi punto es ver más allá del borde. Justo ahí donde está esa realidad que nos negamos a ver. No escribo para generalizar: la realidad es múltiple, y hay múltiples maneras de interpretarla y nombrarla”.
Comento: Dice que no es el Colegio Americano su objetivo, pero ella lo hizo. No fue al colegio “Queen Elizabeth” al que atacó, sino al Americano y a todos sus estudiantes que llegan en carros blindados y vidrios polarizados rodeados de guardaespaldas. Debe comprender que fue injusta en sus comentarios y metió la pata. Y lo peor es que sigue empecinada en lo mismo. Está visto que no hay peor ciego que el que no quiere ver… ni peor sordo que quien no quiere oír.
Espero que esta será la última vez que me vea obligado a referirme a este tema y que la señorita Gereda comprenderá, de una vez por todas, que metió la pata con ese desafortunado artículo lleno de odio y resentimiento contra el Colegio Americano y que generalizó injustamente contra todos sus estudiantes pasados y presentes por igual. Y con su artículo de hoy titulado Hacer visible lo invisible lo único que logra es echar sal en la herida. O vinagre. ¡Que no friegue!