MISCELÁNEA DEL 26/10/15


1.- Lamentable cultura de la envidia y el descrédito

Dos características muy negativas tenemos los guatemaltecos, lamentablemente: cultivar la cultura de la envidia y la cultura del descrédito. Y por lo general la segunda es consecuencia de la primera. Tan pronto una persona destaca por algún motivo, o tiene éxito en alguna empresa que emprende, surge por algún rincón de alguna alcantarilla humana una voz tratando de desacreditarla y de tratar de desprestigiar la razón de su éxito. Mi admirado y querido amigo Miguel Ángel Asturias –“El gran Moyas”— lo comprendía y me lo dijo muchas veces.
Para desacreditar a quienes no son de nuestra simpatía o conveniencia, se les inventa cualquier cosa que pueda ser peyorativa: quien no es ladrón, es corrupto, o es bolo, o es maricón. Cualquier cosa que pueda descalificarle ante los demás.
A eso se debe que no reconozcamos los valores que hemos tenido y los que aun tenemos. Los escasos soldados españoles que encabezó el capitán Pedro de Alvarado, con la ayuda de sus aliados mexicanos nativos de Tlaxcala y Cholula, no tuvieron mucha dificultad para derrotar a las huestes criollas que encabezaba el príncipe quiché Tecún Umán, porque descubrieron que los kakchikeles estaban peleando contra los k’iche’s y se aliaron a los primeros para luchar contra los segundos, pero pagaron cara su traición en marzo de 1524, cuando Pedro de Alvarado llegó a Q’umarkaj después de haber aceptado la invitación de los jefes k’iche’. Como temía una trampa de parte de los k’iche’s, Alvarado entró en Q’umarkaj, pero en lugar de aceptar alojamiento dentro de la ciudad, prefirió instalar su campamento afuera, en la llanura. Ante la amenaza que representaba el gran número de guerreros k’iche’ reunidos fuera de la ciudad y temiendo que su caballería no fuese muy efectiva en las estrechas calles de Q’umarkaj, Alvarado invitó a los más altos caudillos —Oxib-Keh, el ajpop o rey, y Beleheb-Tzy, el ajpop k’amha o rey electo— a visitarlo en su campamento. Tan pronto como estos lo hicieron, se apoderó de ellos y los retuvo como prisioneros en su campamento. Cuando los guerreros k’iche’s se dieron cuenta de lo que había sucedido, atacaron a los españoles y a sus aliados indígenas y lograron matar a uno de los soldados españoles. Acto seguido, Alvarado ordenó que los señores capturados fueran quemados vivos y, después de repeler el ataque, procedió a incendiar toda la ciudad. Tras la destrucción de Q’umarkaj y la ejecución de sus gobernantes, Pedro de Alvarado envió mensajes a Iximché, la capital de los kakchiqueles, proponiendo una alianza para neutralizar la resistencia del resto de los bastiones de los k’iche’. Alvarado escribió después que Iximché envió cuatro mil guerreros para ayudarle en su campaña, aunque las escrituras de los kakchiqueles dijeron que sólo enviaron cuatrocientos.

Tampoco tenemos héroes nacionales porque hasta el Acta de Independencia original, firmada el 15 de septiembre de 1821, fue una traición a la corona de España de parte del brigadier Gabino Gaínza, Jefe Político Superior de la Provincia de Guatemala, representante de la corona española, cuando transcendió que los países en este continente se estaban independizando de los europeos proclamó la independencia para convertirse en el primer presidente de una Junta Provisional Consultiva con delegados que representaban a las provincias de Chiapas, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Y los criollos vieron con ello la oportunidad de evitar tener que pagar impuestos a España.
Dos días antes, había llegado a Guatemala un correo de Tuxtla, Comitán, Ciudad Real y Chiapas, en el que se enviaban copias de las actas por las cuales estos pueblos se unían al Plan de Iguala, llamado de las Tres Garantías, que fue el que selló la independencia de México que había empezado en 1810. En esos pliegos se incitaba a las demás provincias del Reino de Nueva España a que se independizaran como ellos ya lo habían hecho. El Brigadier Gabino Gaínza convocó esa misma tarde a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas para que asistieran a una sesión en la que se tratarían asuntos de sumo interés para la colonia, “para prevenir las consecuencias que serian temibles en el caso de que la independencia la praclamase de hecho el mismo pueblo”. O sea que firmaron el acta traicionando no solo al reino de España, sino a espaldas del pueblo de Guatemala y del resto de las provincias de Centroamérica. Poco tiempo más tarde, en vista de que no le era posible mantener la paz, Gainza anexó a Centroamérica al Imperio de Agustín de Iturbide de México. Y en vista de que no pudo mantener la paz en estas provincias, Iturbide le sustituyó por el general de origen Italiano Vicente Filísola, quien así se constituyó en el segundo Presidente de las Provincias Unidas de Centroamérica.

2. No reconocemos méritos a nadie

De ahí en adelante, nuestra triste historia se ha visto plagada de traiciones, engaños, golpes de Estado y cuartelazos. Y no hemos tenido respeto ni admiración por ninguno de nuestros connacionales ilustres en cualquier campo, sobre todo los escritores y periodistas como el novelista Pepe Milla y Vidaurre (“Salomé Gil”), Enrique Gómez Carrillo, el “Príncipe de los Cronistas”, el prolijo escritor y novelista Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura, el escritor y critico de arte Luis Cardoza y Aragón, Carlos Samayoa Chinchilla, César Brañas, el poeta y periodista Francisco (Paco) Méndez, el licenciado y periodista David Vela, director de El Imparcial, etcetera. El único que ha tenido que ser reconocido tras su triunfo internacional –triunfo artístico y económico—ha sido el cantautor Ricardo Arjona. Pero la verdad es que en Guatemala se le despreciaba antes de su éxito internacional.

3. Devolución de la Orden del Quetzal
A propósito del famoso cantautor Ricardo Arjona, cuando trascendió la complicidad en la corrupción en general y de la mafia de La Línea del entonces Presidente Otto Fernando Pérez Molina y de la Vicepresidenta Ingrid Roxana Baldetti Elías, el cantautor Ricardo Arjona devolvió la Orden del Quetzal en el Grado de Gran Collar que estos mismos le habían conferido. Lo hizo, seguramente, debido a su rechazo a esa corrupción. Pero aunque comprendo su indignación, critico que la haya devuelto porque esa condecoración representa al país y no a los eventuales gobernantes. Por lo que sugiero al actual presidente, Alejandro Maldonado Aguirre, que se la haga llegar de nuevo. Porque no es la condecoración la que honra a Arjona, sino Arjona a la condecoración.

4.- Son pobre las votaciones
Ayer acudí a votar alrededor del medio día y me encontré vacía la sala en que me tocó hacerlo. No habían votado ni siquiera la mitad de los empadronados. Lo cual ha despertado el temor de que la beneficiada de esa abstinencia pueda ser Sandra Torres Casanova, candidata del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Porque en el campo ella tiene asegurado un voto duro, mientras que en las zonas urbanas tiene asegurado un voto en contra. Si acaso ella llegase a ganar esta segunda vuelta, lo único que se me ocurre decir es que Dios nos coja confesados. Porque pronto antes que tarde nos vamos a arrepentir.

 

Twitter: @jorgepalmieri

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