En el transcurso de los últimos días han sido publicados en elPeriódico y Siglo.21 unos artículos que aluden directamente al Presidente Constitucional de la República, general (retirado) Otto Pérez Molina, los cuales creo que deben merecer la atención nacional. Dos de ellos firmados por el ingeniero José Rubén Zamora, presidente de elPeriódico –los cuales no voy a reproducir para no correr el riesgo de convertirme en caja de resonancia de los duros señalamientos y graves acusaciones que contienen– y el otro es de Karen Cancinos, columnista de Siglo.21, con cuyo contenido estoy totalmente acuerdo. Pero al final de la transcripción agregaré mi opinión. Dice así:
El reporte de Scherezade
Karen Cancinos kcancinos@siglo21.com.gt
Barillas y el exhausto Presidente
Hace años que no dirijo un texto al presidente de mi país. La última vez fue a un atolondrado Oscar Berger. De nada sirve dicen. Es verdad. Pero quizá corra yo con suerte y un exhausto Otto Pérez se entere de estas líneas en los extractos informativos que le presentan, supongo, cada mañana. Y es que el Presidente parece abrumado, con poca energía para liderar el mandato constitucional de su gobierno de proteger la vida y la integridad de todos los guatemaltecos. Entre las ordinarieces de su Vice –afanada en repartir juguetes con su nombre, cargo y foto, qué vulgaridad–, y de su hijo alcalde de Mixco –ocupado en colorear de naranja cualquier cosa de la que pueda echar mano–, Otto Pérez ha acumulado un fardo tan pesado que ya empieza a notársele en la expresión y el porte. Por eso lo de exhausto. Pero no fuimos nosotros quienes le impusimos la presidencia, señor Pérez. Usted la pidió durante años y ahora debe acometer su deber. ¿Unos cuantos, o muchos, en Barillas o en cualquier parte de Guatemala, no quieren hidroeléctricas, Presidente? Está bien, que sigan talando bosques para leña y regodeándose en su pobreza, al margen del progreso material que requiere fuentes de energía y mejor si limpia y más barata que el petróleo. Pero que se abstengan de intimidar y coaccionar a quienes no desean elegir lo mismo para sus vidas. ¿Unos cuantos, o muchos, no quieren institucionalidad estatal, pero sí colectivismo tribal, con todo su atraso y verticalismo? Está bien, pero entonces que se agrupen y que vivan como en la era precolombina, con jefes indiscutidos en lugar de representantes temporales a quienes se les puede exigir cuentas. Que se refundan en la selva a vivir con ellos y con los saragüates, pero que no se llenen la boca hablando de democracia, de propiedad, pidiendo servicios públicos y demandando respeto a sus derechos, pues esos no son usos e instituciones de tribus, sino de repúblicas. Su gobierno, señor Pérez, debe asegurarse –esa es su función– de que quienes quieran vivir como hordas salvajes dejen en paz a quienes deseamos desenvolvernos como personas en una sociedad aceptablemente funcional y que somos la mayoría. Debe tener claro que mayoría es a turba lo que juventud es a clica. Si el que mató en Barillas a un soldado (haciendo viuda a una joven y huérfanos a varios niños) fuese representante de la mayoría, no tendría necesidad de asesinar, pues estaría haciendo los cambios que considera pertinentes, respaldado por sus conciudadanos: tendría el gobierno en sus manos pues hubiésemos votado por él. Su gobierno ha capitulado ante agitadores profesionales, locales y foráneos. Ya le tomaron la medida. Y cómo no, si a vándalos y matones les ofrece “diálogo”. ¿Por qué no también los invita a café y pastel? Qué pena y qué vergüenza. Si la turba toma el lugar de la mayoría ante la acción gubernamental, la injusticia acabará por entronizarse. Usted, que tanto esgrimió el eslogan de “carácter y decisión”, no se vuelva ahora una gelatina ante quienes le criticarán por cumplir con su obligación de hacer valer la Ley, que pasa por expulsar extranjeros vándalos y encausar matones. Asuma sin complejos que usted no se debe a cualquier turba, sino a la mayoría. (Fin del artículo de la columnista Karen Cancinos)
Mi opinión: en general, estoy de acuerdo con el contenido de este artículo y considero que hace bien en no ser irrespetuosa de la dignidad que merece el Presidente Constitucional de la República, que –nos guste o no nos guste– fue elegido por la mayoría del pueblo votante para ejercer el alto cargo que, de acuerdo a la Constitución Política de la República, representa a “la unidad nacional”. ¡Y esto debe respetarse! A través de casi 70 años de dedicarme al periodismo, siempre he creído que la patria y sus símbolos merecen nuestro más alto respeto. Es triste reconocer que la autoestima del guatemalteco es muy baja. Todo lo nuestro nos parece malo. Por eso no tenemos héroes ni figuras icónicas que nos causen orgullo. No nos satisface nuestra historia, ni nos gustan nuestros gobernantes, ni nos satisface que nuestros antepasados jugaran algún papel en la conformación de lo que hoy es nuestra patria. ¡Nada de lo nuestro nos enorgullece! Por eso es que no tenemos valores en los distintos campos. El único héroe nacional que podríamos tener es el príncipe k’ekchí Tekún Umán, o Tecún Umán, pero hasta a este se le considera un mito o, si acaso, un indio tan ignorante o baboso que creyó que el caballo el caballo y el jinete eran parte de la misma persona y clavó su lanza en el pecho del caballo, y cuando Alvarado cayó del caballo se levantó para partirle el corazón con su espada. No en vano se dice en los países hermanos del resto del dividido istmo centroamericano que “Guatemala, gente mala”, probablemente como consecuencia de la maldición que cayó sobre nuestra sufrida patria por el lamentable hecho de llamarse Guatemala en vez de Guatebuena o Guatemaya. ¡Qué lástima! Pero tal vez todavía estamos a tiempo para cambiarle el nombre y quitarle la terminación mala. Quizás así cambiemos para bien.
Volviendo al interesante artículo de Karen Cancinos, me permito sugerir respetuosamente al presidente Pérez Molina que comprenda que no se trata de una crítica ad hominem, sino es una crítica constructiva y preste atención a lo que dice. Creo que tiene razón al decir que él fue electo para gobernar al país, no para ser vocero de su gobierno y sentarse a dialogar incansablemente con todos los que se oponen al desarrollo y progreso porque cumplen malévolas consignas de las ONGs que reciben dinero de ciertos países que desconocen nuestra identidad y patrocinan los disturbios ilegales en el país que nos dividen aún más de lo que ya estamos. Como cuando las turbas manipuladas bloquean carreteras y avenidas con banderas rojas y la famosa fotografía de Alberto Korda del argentino-cubano Ernesto “Ché” Guevara, a quien veneran como héroe icónico sin comprender que ídolo emblemático no fue más que un aventurero sin escrúpulos que fracasó en todo lo trató de hacer en su vida, como cuando estudió medicina en Argentina y no llegó a graduarse, como cuando fue comandante guerrillero en la Sierra Maestra y asesinó a sangre fría a numerosos cubanos indefensos; y cuando fue alto funcionario del gobierno comunista de Fidel Castro y fracasó primero como presidente del Banco Nacional de Cuba y después como ministro de Industria; y luego fracasó cuando trató de combatir en el Congo con un ejército de cubanos; y, finalmente, fracasó ocuando trató hacer una revolución comunista en Bolivia. A pesar de lo cual, los trasnochados izquierdistas guatemaltecos le veneran como si fuese un ícono de la libertad y de las revoluciones. Ese fracasado aventurero es el ícono de quienes se oponen a la construcción de hidroeléctricas y a la explotación de la riqueza natural del subsuelo. Y prefieren seguir viviendo como vivían antes de la conquista de los españoles, sin electricidad, sin riqueza y sin progreso. Como bien le dice Karen Cancinos: “Su gobierno, señor Pérez, debe asegurarse –esa es su función– de que quienes quieran vivir como hordas salvajes dejen en paz a quienes deseamos desenvolvernos como personas en una sociedad aceptablemente funcional y que somos la mayoría”.
El presidente de la República no debe actuar como vocero permanente de su gobierno, sino como conductor de todos los asuntos que atañen a nuestro país, de acuerdo a sus propios principios ideológicos y a sus proyectos a largo plazo. No debe permitir que le impongan su voluntad las ONGs que con sus actividades provocativas pretenden justificar los fondos que reciben de países que deberían ser más cuidadosos de lo que propician con su dinero. Guatemala debe salir adelante, debe prosperar, y para ello debe modernizarse, No es sensato que minorías en comunidades manipuladas se opongan al progreso impidiendo que se construyan hidroeléctricas (como en el caso de Barillas) y a que se exploten nuestros recursos naturales (como el petróleo y las minas). La riqueza en el subsuelo debe explorarse y explotarse. Esto lo ordena al presidente de la República la propia Constitución de la República. Por otra parte, es recomendable que los periodistas seamos en todo momento respetuosos de la institucionalidad, nacional y de todo aquello que identifica a nuestros símbolos patrios, nuestra bandera, nuestro himno nacional y todo aquello que simbolice la identidad de nuestra patria. No debemos olvidar jamás las estipulaciones que se enmarcan en la Constitución de la República y en nuestras leyes en lo que se refiere a la Libertad de Emisión del Pensamiento y a la Libertad de Prensa. Sin propasarnos y caer jamás en el delito de calumniar e insultar a nuestros gobernantes.
Artículo 35 en la Constitución de la República: “Es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa. Este derecho constitucional no podrá ser restringido por ley o disposición gubernamental alguna.
Quien en uso de esta libertad faltare al respeto a la vida privada o a la moral, será responsable conforme a la ley. Quienes se creyeren ofendidos tienen derecho a la publicación de sus defensas, aclaraciones y rectificaciones.
No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos. (El subrayado es mío)
Los funcionarios y empleados públicos podrán exigir que un tribunal de honor, integrado en la forma que determine la ley, declare que la publicación que los afecta se basa en hechos inexactos o que los cargos que se les hacen son infundados.
El fallo que reivindique al ofendido, deberá publicarse en el mismo medio de comunicación social donde apareció la imputación. Las actividad de los medios de comunicación social es de interés público y éstos en ningún caso podrán ser expropiados.
Por faltas o delitos en la emisión del pensamiento no podrán ser clausurados, embargados, intervenidos, confiscados o decomisados, ni interrumpidos en su funcionamiento las empresas, los talleres, equipo, maquinaria y enseres de los medios de comunicación social.
Es libre el acceso a las fuentes de información y ninguna autoridad podrá limitar ese derecho. La autorización, limitación o cancelación de las concesiones otorgadas por el Estado a las personas, no pueden utilizarse como elementos de presión o coacción para limitar el ejercicio de la libre emisión del pensamiento.
Un jurado conocerá privativamente de los delitos o faltas a que se refiere este artículo. Todo lo relativo a este derecho constitucional se regula en la Ley Constitucional de Emisión del Pensamiento.
Los propietarios de los medios de comunicación social, deberán proporcionar cobertura socioeconómica a sus reporteros, a través de la contratación de seguros de vida”.
La Ley de Emisión del Pensamiento también dice en el artículo 35: “No constituye delito de calumnia o injuria los ataques a funcionarios o empleados públicos por actos puramente oficiales en el ejercicio de sus cargos aun cuando hayan cesado en dichos cargos al momento de hacérseles alguna imputación.” (El subrayado es mío) Twitter:@jorgepalmieri