¡SI HA HABIDO UNA REVOLUCIÓN EN GUATEMALA!

La Revolución se inició el 20 de octubre de 1944Junta Revolucionaria

Mayor Francisco Javier Arana, ciudadano Jorge Toriello Garrido y capitán Jacobo Árbenz Guzmán, protagonistas de la insurrección del cuartel Guardia de Honor el 20 de octubre de 1944 que integraron la Junta Revolucionaria de Gobierno que dio elecciones libres y estuvo a cargo del Poder Ejecutivo hasta el 15 de marzo de 1945 cuando tomó posesión de la Presidencia el doctor Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951), después de haber sido electo en elecciones libres por la aplastante mayoría de más del 80 por ciento de los votos.

Hoy se conmemora jubilosamente en Guatemala el 66 aniversario de la rebelión militar y civil que comenzó la noche del 19 de octubre y culminó el 20 de octubre de 1944 con la renuncia del general Federico Ponce Vaides. Esta insurrección abrió las puertas a lo que más tarde se convirtió en Revolución. Se comete un error cuando se dice que la revolución consistió en el levantamiento del cuartel denominado Guardia de Honor con la participación inicial de un pequeño grupo de estudiantes, al que posteriormente se unieron numerosos civiles profesionales y obreros, porque la revolución propiamente se produjo gracias a los gobiernos que sucedieron al cuartelazo. Hay personas que se equivocan cuando califican de revolución a la insurrección. Sin embargo, es ignorancia negar que se produjo una revolución como consecuencia de la insurrección del 20 de octubre de 1944 del que surgieron como figuras protagónicas el mayor Francisco Javier Arana, el capitán Jacobo Árbenz Guzmán y el civil Jorge Toriello Garrido. Aunque también hubo otros personajes de suma importancia para que se produjera ese levantamiento, como el capitán Manuel de J. Pérez, a quien, inexplicablemente, no se le ha dado la importancia que merece porque sin él no se habría podido llevar a cabo el levantamiento militar debido a que después del asesinato del general Daniel Corado, comandante del cuartel, algunos militares se estaban arrepintiendo de sublevarse contra el gobierno poncista y él se impuso, pistola en mano, para que no se echaran atrás. Asimismo, fue importante la participación del teniente coronel Carlos Aldana Sandoval, quien era el jefe de la sección motorizada del cuartel y convenció al mayor Arana, que era el jefe de la sección de tanques, para que se uniera al movimiento, pues sin su participación éste habría fracasado. Pero Aldana Sandoval no pudo estar presente la noche del 19 de octubre porque la Policía Secreta de la dictadura poncista le estaba siguiendo de cerca los pasos y se vio obligado a irse a esconder a Asunción Mita.

Al principio se había planeado que el golpe sería a mediados de noviembre, pero fue adelantado por el acoso de la Policía Secreta al mando del temible José Bernabé Linares. Realmente fueron 15 y no 14 los valientes estudiantes que arriesgaron sus vidas al entrar al cuartel Guardia de Honor para apoyar la insurrección, quienes se enteraron por medio del teniente Enrique de León Aragón de que iba a tener lugar el levantamiento y llegaron al cuartel la noche del 19 de octubre, de los cuales ya solamente sobreviven los licenciados Óscar de León Aragón, Julio Valladares Castillo, el doctor Ricardo (“Chicalote”) Asturias Valenzuela y el ingeniero Ángel Martínez Franco. Se ha venido diciendo equivocadamente que fueron 14 los estudiantes universitarios que llegaron al cuartel, pero hoy se publica en la sección de cartas de elPeriódico una oportuna aclaración del doctor José Barnoya titulada “Los catorce fueron quince” que dice: “Siempre se ha dicho que fueron 14 los estudiantes universitarios que ingresaron a la Guardia de Honor en la madrugada del 20 de octubre de 1944, para apoyar valientemente a los revolucionarios. Muchos ignoran que en realidad fueron 15, pues a las dos de la madrugada del veinte, llegó a las puertas de ese cuartel (aún en poder del gobierno de Ponce) el estudiante de Medicina Carlos “el Moshco” García Salas, quien fue apresado y conducido a bartolinas; de donde fue liberado más tarde por Enrique de León, miembro del comando que ya estaba al mando de la Guardia. Queda entonces como constancia histórica que los famosos 14 fueron 15 valientes”. Así que está aclarado el asunto. No cabe duda de que estos jóvenes y valientes estudiantes universitarios expusieron sus vidas al atreverse a llegar al cuartel a apoyar la insurrección de los militares que se levantaron en armas, pero ellos no participaron en ninguna batalla. Y tampoco puede decirse que fueron ellos los únicos valientes que arriesgaron la vida para apoyar al cuartelazo que tuvo lugar en el cuartel “Guardia de Honor”, porque pronto se les sumaron numerosos obreros que fueron convocados por el doctor Julio Bianchi y un buen número de estudiantes universitarios, de secundaria y hasta de primaria, que se integraron a la Guardia Cívica.

Es ignorante y a todas luces injusto decir que  no se produjo una revolución en nuestro país como consecuencia de esa insurrección militar y civil. Esta mañana, el columnista y antropólogo Estuardo Zapeta publicó en su habitual columna de Siglo Veintiuno un artículo en el que dice que no hubo revolución y concluye que “esa que dicen revolución no fue”. Es indudable que el señor Zapeta todavía no había nacido durante las dictaduras del “general” Jorge Ubico y el corto período dictatorial de cinco meses del general Ponce Vaides, así que tampoco vivía todavía cuando ocurrió el levantamiento del 20 de octubre de 1944; y, evidentemente, no se ha percatado de todo lo que produjo la revolución posterior a esa insurrección con los sucesivos gobiernos democráticos, comenzando por la Junta Revolucionaria de Gobierno y los regímenes presididos por el doctor Juan José Arévalo Bermejo y el coronel Jacobo Árbenz Guzmán. Pero si el periodista y antropólogo Zapeta se toma el cuidado de revisar desapasionadamente la Historia y visita la Hemeroteca Nacional Joaquín va a poder darse cuenta de hubo una revolución social, económica y política durante esos diez años y fueron muchos los cambios trascendentales que causó. Porque una revolución no necesariamente se hace con una lucha armada y con gran derramamiento de sangre y muchos muertos y heridos.

Para terminar, me uno a quienes hoy están de plácemes, porque reconocen lo que nos ha dado la Revolución, para gritar con el entusiasmo juvenil que yo tenía entonces, a los 16 años de edad, y me incorporé a la Guardia Cívica:

¡Viva el 20 de octubre de 1944!

¡Viva el mayor Francisco Javier Arana!

¡Viva el capitán Jacobo Árbenz Guzmán!

¡Viva el ciudadano Jorge Toriello Garrido!

¡Viva Arévalo!

¡Viva Árbenz!

¡Viva la Revolución que se inició el 20 de octubre!

¡Viva Guatemala!