1.- Mi postura en el caso Platero
En vista del desarrollo que han tomado los acontecimientos en el caso de la designación del capitán retirado Óscar Platero Trabanino para desempeñar el cargo de Subdirector de la Dirección General Inteligencia Civil (DIGECI), hecho por la ministra de Gobernación, licenciada Eunice Mendizábal, el cual ha quedado sin efecto debido a que el Presidente de la República ordenó que se deje sin efecto por ser inconveniente, creo indispensable explicar cuál ha sido mi posición en este caso.
Todos los medios de comunicación del país y algunos periodistas se opusieron al nombramiento de Platero porque le sindican de “haber tenido un oscuro papel durante el conflicto armado”, con lo cual quieren decir que se distinguió durante la guerra interna entre las fuerzas de seguridad contra la insurrección subversiva marxista-leninista durante más de tres décadas. Y hoy, cuando este ex militar tiene 25 años de haberse retirado del Ejército y, por lo tanto, tiene los mismos derechos que cualquier guatemalteco civil, de acuerdo a lo que establece la Constitución de la República, le están pasando la factura de haber cumplido con su deber como soldado durante el conflicto armado interno cuando la patria se lo demandaba para resguardar la institucionalidad del país de acuerdo al mandato de la Constitución de la República. Y sus detractores se han rasgado las vestiduras y pegado gritos histéricos al cielo porque el 18 del mes en curso se le nombró para desempeñar ese cargo especializado, para el cual está calificado como pocos por sus estudios tanto en Argentina como en Estados Unidos de América, lo cual le sirvió para haber sido uno de los fundadores de la Escuela de Inteligencia Militar. Y después de casi 20 años de que se firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, tratan ahora de satanizar su paso por la SAT en tiempos del gobierno de Óscar Berger, a pesar de que él presentó una denuncia que, de haber prosperado, habría terminado con el lucrativo negocio del contrabando y habría metido a la cárcel a un hijo y al yerno del entonces mandatario, pero por razones obvias ésta fue desestimada. Ni protestan tampoco porque el ex comandante guerrillero Pedro Palma Lau (alias “comandante Pancho” de la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA) haya sido asesor del ministro de Gobernación durante el gobierno de Pérez Molina. Ni han dicho nada tampoco protestan porque el ex guerrillero Oswaldo Henríquez sea hoy ministro de Trabajo y Previsión Social. En estos casos sí invocan a su favor la amnistía que les protege desde que se firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera en diciembre de 1996. A pesar de que ellos perdieron la guerra pero niegan ese derecho a los militares que la ganaron. Por cierto que cada vez que ha habido una oportunidad para comprobar el apoyo popular a quienes integraron la guerrilla, hemos visto que no han tenido ningún éxito.
El Secretario de Comunicación Social de la Presidencia informó a los medios de comunicación que la decisión del Presidente de la República, Alejandro Maldonado Aguirre para ordenar la destitución del ex militar Platero se debe a que la Dirección General de Inteligencia Civil ( DIGICI) “tiene un estrecho vínculo con el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y es importante que haya armonía entre ellas y el Ejecutivo y que todas las personas involucradas tengan una excelente relación”. Lo cual me parece acertado de parte del presidente Maldonado, porque una mala relación entre ellos sería inconveniente para su gobierno. En lo cual creo que tiene razón.
Lo que es claro es que hay un rechazo indiscriminado y una satanización contra todos los militares, por igual, aún contra quienes ya están retirados del servicio y son miembros de la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua).
Es evidente que el rechazo y la satanización por principio a todos los militares, de parte de elementos de la llamada “sociedad civil”, es a todas luces injusta. Porque si bien ha habido en nuestra historia algunos militares que se han hecho merecedores del repudio de los civiles, también es cierto que los civiles debemos estar agradecidos de que los militares expusieron su vida durante más de tres décadas en la lucha contra los guerrilleros subversivos de ideología marxista-leninista organizados y patrocinados por el gobierno comunista cubano de los hermanos Fidel y Raúl Castro, y entrenados en Cuba y en Vietnam. Es indudable que quienes piensan de esa manera hubiesen preferido que la subversión hubiese ganado la guerra y que nuestra patria hubiese caído en manos de los comunistas. Es obvio que estas personas no estuvieron aquí durante el conflicto armado interno o que no saben diferenciar entre vivir bajo un gobierno democrático (con todo y su corrupción, sus errores y sus limitaciones) y vivir bajo un régimen autoritario de ideología marxista-leninista, o populista como el de Nicaragua o la República Bolivariana de Venezuela. ¡Allá ellos! Pero a mi no me gustaría y tengo tanto derecho como cualquiera a expresarlo.
2.- Alejandro Maldonado Aguirre en canal Antigua
El domingo a las 10pm, en la franja denominada Destino 2016 de canal Antigua, el Presidente de la República, licenciado Alejandro Maldonado Aguirre, cometió el error de aceptar comparecer ante un panel de seis entrevistadores integrado por la periodista Claudia Méndez Arriaza, el periodista Gustavo Berganza y sus colaboradores Adrián Zapata, Christians Castillo y Edgar Ortiz, bajo la dirección del periodista Juan Luis Font. Y durante una hora tuvo la paciencia franciscana de responder todas las preguntas que le plantearon, algunas de ellas impertinentes y algunas otras verdaderamente irrespetuosas.
Me refiero a preguntar los nombres de las personas que no aceptaron ser nombrados ministros de Gobernación, como si el mandatario estuviese siendo sometido a un interrogatorio policial. Y a la mezquindad de querer conocer hasta de donde salieron los fondos para comprar los vestidos que llevó a Taiwán la llamada “primera dama”, a donde fue invitada por dicho gobierno.
Para comenzar, me parece un acto de cobardía el hecho que seis personas acosen a constantes preguntas a un entrevistado, sea éste quien sea. Con mayor razón cuando se trata nada menos que del Presidente de la República, y éste es, coyunturalmente, un venerable caballero de 80 años de edad. Lo cual me parece no solo una lucha dispareja sino cobarde, porque es de 6 contra 1. Más justo habría sido que hubiese entrevistado al mandatario una sola persona o máximo dos. Y que entre pregunta y pregunta le hubiesen dado tiempo a respirar para recobrar el aliento. Pero esta supuesta “entrevista” fue un constante bombardeo de preguntas que apenas si le daba tiempo al entrevistado para recuperar el aire.
No tiene ni madre que al final del interrogatorio, cuando el Presidente ya se había retirado, los “seis sabios de Grecia” se quedaron comentando lo ocurrido, en ausencia del entrevistado, con lo cual no le dan la oportunidad a éste de explicar o contradecir las opiniones de los entrevistadores.