EN TORNO A UN LLAMADO DE CONCIENCIA (1)

El 16 del mes en curso reproduje el artículo titulado Por culpa de la raza de la columnista Carolina Vásquez Araya que publicó un día antes Prensa Libre y anuncié que después iba a comentar algunos de sus párrafos medulares. Pero me dio pereza cuando me di cuenta de que iba a meterme en “camisa de once varas” porque tendría que remontarme a la llamada “conquista española”, lo cual sería la de nunca acabar y dejé de escribir una semana, porque al principio de su artículo dice: “El problema es que no nos gusta que opinen ni tomen decisiones”, a lo que respondo que así es, en efecto, pues hay muchas personas trogloditas que tienen esa injusta actitud, pero no es justo generalizar.  De manera que no voy a glosar todo el contenido de su interesante artículo, sino solamente voy a referirme a algunos de sus párrafos.

No niego que en Guatemala se practica la discriminación racial, pero esa es una característica humana. No sólo contra los indígenas o indios, sino contra todas las demás razas existentes en el mundo, como los chinos y los negros. Por más que haya aquí una ley que prohibe y penaliza la discriminación, a nadie se le puede obligar a que le caiga bien la señora Rigoberta Menchú y le reciba en su casa y la invite a compartir su mesa y su pan, con todo y el premio Nobel por la Paz tan inmerecido que le consiguieron los socialistas y todos los doctorados honoris causa que le otorgaron posteriormente para apoyar la lucha intestina contra los regímenes autoritarios militares. Sobre todo cuando no interesa su condición económica o política social. Ocurre en todas partes, pero tampoco se puede negar que de un tiempo a esta parte hay descendientes de las numerosas etnias aborígenes han estudiado carreras liberales y muchos de ellos son profesionales competentes y respetables, algunos de los cuales desempeñan cargos de importancia. Y en Quetzaltenango, principalmente, otros indígenas han tenido mucho éxito en el comercio y son personas muy adineradas que, por cierto, discriminan a a sus congéneres carecen de dinero. Después dice: “En qué momento se decidió que las poblaciones originarias debían ser exterminadas, es un enigma histórico”. Luego pregunta: “¿Cuáles son los atributos que les daban a los conquistadores esa supuesta preeminencia sobre los derechos de las poblaciones locales?” Y sigue diciendo: “En América –también en la del Norte– han pasado ya muchos siglos desde la llegada de los europeos, pero el sentimiento de superioridad de los ladinos o criollos sobre poblaciones indígenas continúa acrecentándose y los pueblos originarios siguen perdiendo sus espacios y sus derechos”.

Tiene razón. Sin embargo, no hay que olvidar que en la mal llamada “conquista” española de lo que hoy es Latinoamérica –que más que conquista fue una invasión en la que se produjeron muchos genocidios y despojos– la mayoría de los soldados españoles no eran precisamente la flor y nata de España, sino eran ladrones y asesinos que cumplían condenas en prisión pero se les otorgó la libertad a cambio de venir a adueñarse de estas tierras y de sus riquezas para beneficio de la corona española, y no recibían paga pero les estaba permitido apropiarse de los botines; y, supuestamente, lo hicieron también en nombre de Cristo, para lo cual destruyeron a sus ídolos de piedra para sustituirlos con estatuas. La mal llamada “conquista” fue un genocidio porque tenían la deliberada intención de exterminar a una raza, o a varias etnias descendientes de la civilización Maya. Pero nunca lograron “conquistarles” porque les avasallaron y les trataron como esclavos. Y si bien hay que reconocer que por una parte los españoles nos trajeron el idioma español y la religión cristiana, por otra parte se adueñaron de las riquezas materiales como el oro. En cambio, España fue invadida muchas veces, principalmente por los godos, visigodos y vikingos, pero especialmente por los árabes en la región que hoy es Andalucía, sobre todo en Córdova, Granada y Sevilla, y en cada una de ellas dejó herencias culturales importantes, gracias a que no llegaron a destruir los templos religiosos, ni a saquear las riquezas ni a destruir la civilización que encontraron, como lo hicieron los españoles en todos los territorios que invadieron y hoy conforman Latinoamérica. Mientras que en la llamada “conquista” española catalogaban de “infieles” a los aborígenes de estas tierras y destruyeron sus templos y sus ídolos para reemplazarlos por los propios. Y lo más grave fue que procuraron la destrucción de las avanzadas civilizaciones que habían encontrado, como la Maya en mezoamérica, la Azteca en México, y la Inca en el Perú. De manera que la discriminación no se ha venido produciendo únicamente en Guatemala, sino en todos los territorios que los españoles invadieron, incluyendo lo que hoy es la república de Chile –de donde es oriunda la columnista Carolina Vásquez Araya– donde corrieron esa misma suerte varios pueblos con lenguas, creencias, formas de subsistencia y organización social propias, y con una población superior al millón de personas residían en todo lo largo de ese territorio, desde el extremo norte hasta la Tierra del Fuego. Pueblos como los aymará y los atacameños en el norte, que vivían de la agricultura (cultivo de papa y quínoa) y la ganadería de llamas y alpacas. Otros, como los changos vivían en la costa norte, los rapa nui vivían en Isla de Pascua, los chonos, los kawéskar o alacalufes y los yámana o yaganes vivían en los canales australes, fundamentalmente de la pesca y la recolección de moluscos. Finalmente, los mapuche, que habitaban entre el Choapa por el norte y las islas de Chiloé por el sur, los aónikenk o tehuelches de la Patagonia y los sélknam de la isla de Tierra del Fuego y no podrá negar que los descendientes de todos ellos han venido sufriendo la misma discriminación que han venido sufriendo los indígenas guatemaltecos. Con lo cual no pretendo justificar ni la una ni la otra. Pero hay que tomar en consideración que también los indígenas se discriminan entre sí y discriminan a los de raza blanca.

Y como es bien sabido, en el vasto territorio que ahora conforma la poderosa Unión Americana murieron cientos de miles de los aborígenes llamados “piel roja”porque los emigrantes europeos también cometieron genocidios para adueñarse de esas tierras, para buscar oro en los ríos y en las minas y para establecerse en ellas como agricultores. Al extremo que se recompensaba a los cazadores de indios piel roja. Aunque hoy se les ha indemnizado al darles concesiones para establecer casinos de juego en ciertas zonas específicas, como en la frontera con Canadá (no en Las Vegas, ni en New Jersey, porque esas son concesiones a la mafia y a los judíos), con los cuales ahora ganan incalculables millones de dólares para que les ayude a olvidar la triste suerte que corrieron sus antepasados.

Capitán Pedro de Alvarado, llamado Tonatihú por los indígenas

En lo que se refiere a Guatemala, hay que recordar que la llamada conquista estuvo a cargo del sanguinario capitán Pedro de Alvarado, el mismo que al mando de una guarnición en la capital azteca y durante la noche que los mexicas estaban celebrando con danzas y actos ceremoniales la fiesta de Toxcati, en la Plaza Mayor (donde, por paradoja de la Historia, hoy se encuentra la Plaza de las Tres Culturas, lugar donde tuvo lugar la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968, durante el gobierno del licenciado Gustavo Díaz Ordaz), masacró a cientos de sacerdotes, nobles y demás participantes, lo cual provocó una posterior rebelión contra las tropas españolas tuvieron que abandonar sigilosamente la ciudad pero durante la retirada fueron atacados por un gran número de nativos que deseaban vengar la matanza y murieron tantos soldados españoles que se dice que desde entonces se conoce como la Noche Triste, donde hay un árbol a cuyo pie dicen que lloró Cortés. Se dice también que fue herido en una pierna, pero Alvarado no murió porque logró salvarse gracias a que empleó una lanza a manera de pértiga o garrocha y saltó al otro lado de un río para salvar la vida. Ese lugar, en la Ciudad de México hoy se llama Salto de Alvarado, en la prolongación de la Avenida Hidalgo.

Era tan conocida la crueldad del capitán Pedro de Alvarado, que Cortés, temiendo que algún día pudiera rebelarse en su contra, decidió mandarle a conquistar las tierras al sur, las cuales hoy llamamos Guatemala y El Salvador (aunque después acompañó a Cortés en su expedición a Honduras para castigar al capitán Cristóbal de Olid) al frente de un pequeño número de soldados españoles pero apoyados por miles de indios náhuatls y tlaxcaltecos, al grado que se ha dicho que venían por lo menos 30 indígenas por cada español. Los invasores españoles traían cañones, fusiles, espadas de metal, caballos entrenados y perros de ataque, más las enfermedades contagiosas que aquí no eran conocidas, como la viruela, que causó epidemias y muchos miles de muertos, mientras que los nativos solamente contaban con flechas y lanzas de madera a las que ataban en la punta flechas envenenadas. Además, los españoles no acostumbraban hacer prisioneros, sino mataban a sangre fría a todos los aborígenes que se les oponían. Y es probable que de ahí proviene la proverbial desconfianza de los indígenas por los de raza blanca.

Alvarado logró la conquista de Guatemala gracias a sus constantes alianzas con algunas de las tribus que eran enemigas entre sí (y de hecho algunas todavía lo siguen siendo), como que con la ayuda de  los Kaqchikeles derrotó a los Tz’utujiles que habitaban al rededor del lago de Atitlán.

Las numerosas etnias que hay en Guatemala son las siguientes: 1) Achi, 2) Akatecos, 3) Awakatecos, 4) Chalchitecos, 5) Ch’orti’es, 6) Chujes, 7) Itza’es, 8) Ixiles, 9) Jacaltecos, 10) Kaqchikeles, 11) K’iche’s, 12) Mames, 13) Mopanes, 14) Poqomames, 15) Poqomchi’es, 16) Q’anjob’ales, 17) Q’eqchi’es, 18) Sakapultecos, 19) Sipakapenses, 20) Tektitekos, 21) Tz’utujiles, 22) Uspantekos, 23) Xinkas y 24) Garífunas.

Pero los Garífunas no son originalmente nativos de estas tierras sino descendientes de esclavos africanos que fueron traídos durante la “conquista” y el período colonial por algunos religiosos españoles supuestamente “piadosos” que creían que así protegían a los indios como el famoso “hermano” dominico fray Bartolomé de las Casas.

Veamos lo que dice al respecto la Enciclopedia Libre Wikipedia de Internet:

Guatemala antes de la conquista

“En el siglo XVI, el territorio que hoy conforma Guatemala estaba dividida en varias ciudades-estados continuamente envueltas en conflictos. Los más importantes eran los reinos de los pueblos quichecakchiquel, zutuhil, chajoma, mam, pocomam y pipil. Todos eran pueblos mayas, con excepción de los pipiles, que formaban un pueblo nahua relacionado con los aztecas y que tenían una serie de pequeñas ciudades-estado a lo largo de la costa del Pacífico en la llanura del sur de Guatemala y El Salvador. En Guatemala, la capital de los pipiles se encontraba en Itzcuintepec. Los xincas, un pueblo indígena que no pertenecía a la cultura maya, vivieron en el sureste de la zona costera del Pacífico. A la llegada de los españoles la civilización maya ya existía desde hace miles de años y había conocido el auge y la caída de grandes ciudades. Sin embargo, los mayas nunca se habían unificado en un solo imperio.

“A la víspera de la conquista, el altiplano de Guatemala estaba dominado por varios poderosos estados mayas. En los siglos que precedieron a la llegada de los españoles, los quichés habían desarrollados un pequeño imperio que abarcó a una gran parte del altiplano occidental de Guatemala y la llanura costera del Pacífico. Sin embargo, en el siglo XV, los aliados cakchiqueles de los quichés se rebelaron contra el dominio de los quichés y fundaron un nuevo reino en el sureste del altiplano, con Iximché como su capital. En las décadas anteriores a la invasión española, el reino cakchiquel había ido erosionando el dominio del reino de los quichés. Otros grupos del altiplano occidental incluyen los zutuhiles cerca del lago de Atitlán, los mames en el altiplano occidental y los poqomames en el altiplano oriental.

“La ciudad-estado más poderosa en las tierras bajas del Petén, en el norte de Guatemala, era el reino de los itzáes, centrado en su capital Nojpetén ubicada en una isla en el lago de Petén Itzá. El segundo reino más importante en el Petén era el del pueblo kowoj, que se situaba al este de los itzáes, alrededor de los lagos orientales de Salpetén, Macanché, Yaxhá y Sacnab. De los demás pueblos en la región no se conoce su extensión territorial, ni su composición política; entre ellos se incluyen los pueblos chinamita, kejache, icaiché, lacandón, mopánmanche, chol y yalain.”

Mi comentario: esa separación de todas esas etnias, que realmente fue una beligerante enemistad entre ellas, hizo que los invasores españoles pudieran derrotar más fácilmente a los pequeños ejércitos de cada una, pero si estas etnias hubiesen estado unidas les habría sido más difícil derrotarlas en el campo de batalla y avasallarlas posteriormente, obligándolas a usar trajes pintorescos diferentes para poder identificarles e impedir que los miembros de una etnia saliesen de sus linderos y pasasen al territorio de alguna otra etnia. Estos son los famosos “trajes típicos” que actualmente son “atractivos turísticos” y las propuestas enmiendas constitucionales del general Pérez Molina pretenden confirmarles en vez de dejarles en libertad de vestirse como ladinos si les da la gana. Porque lo que se debería perseguir es que todas esas 24 etnias se incorporen al momento actual que vivimos TODOS los guatemaltecos y procurar que ellos se sientan tan guatemaltecos como los ladinos, Y que si desean conservar sus lenguas antiguas que lo hagan, pero recordando siempre que el idioma oficial del país es el español, como lo estipula la Constitución de la República, que debe ser la Carta Magna que rige las leyes que todos debemos respetar y observar y no querer imponer en el campo sus “leyes ancestrales” que equivale a tomarse justicia por mano propia. Porque si esas son algunas de las ideas propias que pretende que se les respete Carolina Vásquez Araya, sería como vivir en la anarquía.

La Enciclopedia Libre Wikipedia sigue diciendo:

Armas y tácticas de los indígenas

“Para los mayas, el objetivo de la guerra no era dirigida a la completa destrucción del enemigo, sino más bien a la toma de cautivos y la obtención de botín. Según las descripciones de los españoles, las armas de guerra de los mayas del Petén incluyeron arcos y flechas, estacas afiladas, lanzas con cabezas de pedernal y espadas a dos manos hechos de madera fuerte con hojas cortantes de obsidiana semejantes al macuahuitl azteca. Pedro de Alvarado describió que los xincas de la costa del Pacífico atacaron a los españoles con lanzas, estacas y flechas con puntas de obsidiana, a veces envenenadas. Los guerreros mayas usaban armadura corporal en forma de algodón acolchado que había sido empapado en agua salgada para endurecerlas; la armadura resultante se comparó favorablemente con la armadura de acero usada por los españoles. Históricamente, la táctica de guerra preferida de los mayas incluía emboscadas e incursiones y su aplicación contra los españoles resultó problemática para los europeos. En respuesta al uso de la caballería, los mayas del altiplano cavaron hoyos en las carreteras, revistiéndolos con estacas afiladas y endurecidas al fuego, ocultadas con hierba y malezas, una táctica que mató a muchos caballos según relatos de los cakchiqueles“.

Es importante destacar que en la actualidad Guatemala sigue careciendo de una base estadística diferenciada sobre los pueblos indígenas y especialmente sobre mujeres indígenas. El informe de Desarrollo Humano del año 2008 señala que 73% de los indígenas son pobres y de ellos el 26% son extremadamente pobres, para no decir que en la miseria, contra el 35% de pobres en los no indígenas y entre ellos, solamente el 8% viven en extrema pobreza.

Hace varios años publiqué en elPeriódico una serie de columnas al respecto, estableciendo que es justo y necesario que los gobiernos de turno se empeñen en tratar de resolver los problemas más graves que sufren los indígenas campesinos, porque son tan guatemaltecos como los criollos y los ladinos, porque de no hacerlo se corre el riesgo de que algún día uno de sus dirigentes logre unificarles y la situación podría llegar a ser muy difícil de controlar. Pero, como otras tantas cosas que dije en ese sentido, fue como arar en el mar porque nuestros gobernantes lo oyeron como oír llover. (Continuará)

Twitter: @jorgepalmieri

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Asuntos Indígenas 4/05