El “Niño Dios”, los “Reyes Magos” y Santaclaus
Ayer se celebró en el mundo de la cristiandad el Día de Reyes, en homenaje a los tres “Reyes Magos” que, supuestamente, se dejaron guíar por una estrella hasta un pesebre en Belén en el que (también supuestamente) durante la noche del 24 de diciembre anterior, había nacido Jesús, el “Mesías” o “Niño Dios”, hijo de un sencillo viejo carpintero, de nombre José, y su joven esposa, la Virgen María. Pero, la religión que se integró después de haber sido crucificado, enterrado y resucitado, se le ha considerado “el único hijo de Dios” encarnado milagrosamente en el vientre de la Virgen María sin que ella hubiese tenido una relación sexual con hombre alguno, en particular con su esposo, San José.
En México la
tradición es que los juguetes y demás regalos para los “niños bien portados” no se reparten en Navidad, sino hasta el 6 de enero, Día de Reyes, homologando que los “tres Reyes Magos” dieron presentes al Niño Dios el 6 de enero que había nacido en un pesebre el 24 de diciembre. Existen dos versiones de por qué Jesús no nació en Nazareth, donde radicaban sus padres, sino en Belén: una de ellas dice que José y María habían viajado a Belén cuando María todavía no había dado a luz porque José estaba empadronado en Belen, y Herodes “el malo” había ordenado a sus soldados que hicieran un censo; pero otros afirman que que huyeron de Nazareth porque Herodes había ordenado que mataran a todos los niños que hubiesen nacido durante los últimos diez días, en vista de que los Reyes Magos le habían dicho que se dirigían a Belén siguiendo una estrella para rendir homenaje al nuevo Mesías.
Adoración de los Reyes Magos, por Francesco Bassano “el Joven”.
En diferentes etapas de los muchos años que he vivido los padres han inculcado en sus hijos tres fantasiosas versiones de quién trae los juguetes y demás regalos y en qué fecha: unos han dicho que es el Niño Dios (o sea Jesús), supuestamente nacido en un pesebre de Belén la noche del 24 de diciembre; pero los historiadores han descubierto que, en realidad, Jesús no nació esa noche sino nació el 10 de septiembre, pero que se ha celebrado la Navidad el 25 de diciembre porque los judíos celebraban una tradicional festividad pagana coincidiendo con el solsticio de invierno, cuando tiene lugar un eclipse total de luna seguido por un eclipse de sol. Lo cual ocurre todos los años, como pudimos comprobar recientemente. Entre los numerosos profetas de diferentes religiones que se dice que nacieron ese día podemos señalar los siguientes: Horus, de Egipto, nació el 25 de diciembre 3,000 años antes de Cristo. Se dijo que también había sido adorado por tres reyes, que su madre era una virgen, que era tan sabio desde niño que a los 12 años impartió cátedra, fue bautizado y comenzó su ministerio a los 30 años, hacía milagros y caminó sobre el agua; era llamado “la luz”, “el cordero de Dios”, a los 33 años fue traicionado por su discípulo Tyfon, crucificado y enterrado, pero resucitó a los tres días. Attis, de Grecia, nació 1,200 años antes de Cristo nació un 25 de diciembre, su madre fue una virgen. A los 33 años fue crucificado y enterrado, pero resucitó a los tres días. Krishna, de la India, nació un 25 de diciembre, 900 años antes de Cristo; su madre fue una virgen. A los 33 años fue traicionado por un discípulo y fue crucificado y enterrado, pero resucitó a los tres días. Dionisio, de Grecia, nació 500 años antes de Cristo y su madre fue una virgen. También hacía milagros y le llamaban “Rey de reyes”, “alfa y el omega” y “único hijo de Dios”, igual que se ha llamado a Jesucristo.
La famosa “estrella de Belén” o “estrella de oriente” que guió a los supuestos Reyes magos o “Reyes de oriente” (Melchor, Gaspar y Baltasar) que el 6 de enero le ofrecieron regalos al niño recién nacido en un pesebre. Por esta razón es que en algunos países de la cristiandad, como España y México, no es el 24 de diciembre sino el 6 de enero cuando los niños reciben sus regalos. ¡Pero es impresionante la forma en que los mexicanos veneran a los Reyes Magos! Estoy convencido de que en México se tiene la tendencia a la idolatría.
Se ha dicho que los Reyes Magos fueron guiados por una estrella hasta Belén, donde encontrarían al Mesías que había nacido en un pesebre unos días antes. Sin embargo, no se conoce a ciencia cierta la fecha exacta del nacimiento de Jesús. El problema de la fecha ocasionó que en la antigüedad se llegaran a plantear 136 opciones diferentes, lo que no ayudaba mucho para ponerse de acuerdo en las celebraciones religiosas. Los primeros cristianos no consideraban muy importante celebrar la Navidad, pero predominantemente lo hacían el 6 de enero, tal como lo hacen actualmente los ortodoxos griegos, los etíopes y los sirios.
Según esta leyenda, el 25 de diciembre ha sido el día en que han nacido la mayoría de los profetas de varios países: por ejemplo Horus, de Egipto, nació 3,000 años antes de Cristo, de quien se ha dicho que también fue adorado por tres reyes, su madre fue una virgen, era tan sabio que fue profesor en el templo a los 12 años de edad. Para corregir las diferencias entre el calendario judío y el romano, el Papa Juan I recurrió al monje Dionisio, llamado “el Exiguo” para que realizara los estudios de cronología necesarios para uniformizar el cómputo y evitar que la Pascua se celebrara en dos fechas distintas, el mismo año. Dionisio era un monje nacido en Escitia hacia el año 460 después de Cristo, antiguo país correspondiente actualmente a Dobrudja, región situada en la costa del mar Negro, entre Bulgaria y Rumania. En aquel entonces los años se regían por el calendario impuesto por el emperador Diocleciano, el cual arrancaba, no desde la fundación de Roma, sino desde el inicio de su mandato (284-313). Dionisio (“el Exiguo” consideraba poco conveniente que el mundo cristiano contara los años a partir de la era de un conocido “perseguidor impío de la Iglesia” y prefirió en contra partida iniciar un cómputo a partir del año del nacimiento de Cristo. Sin embargo, fijó la fecha del nacimiento de Cristo hacia el año 753 de la fundación de Roma, sin tomar en cuenta que Herodes murió cuatro años antes, en el 750.
Los Reyes Magos
Así como la fecha de Navidad, la tradición de los tres Reyes Magos y su historia han variado con el tiempo, lo natural para tantos siglos de los hechos hacia nuestros días. En México como en España no se acostumbra regalar juguetes a los niños “bien portados” el 24 de diciembre, como en la mayoría de los países cristianos, sino el 6 de enero, denominado Día de Reyes. Aunque la inmensa mayoría de los mexicanos son más que cristianos son Guadalupanos, seguidores fanáticos de “la Virgen morena” o “virgen del Tepeyac”, porque supuestamente fue en el monte Tepeyac donde ésta se le apareció tres veces milagrosamente al indio mixteco Juan Diego, quien fue elevado a los altares por el Papa Juan Pablo II no obstante que se ha dicho que realmente nunca existió y que la Virgen de Guadalupe fue un invento del obispo español Zumárraga para contribuir a la conquista de los indios aztecas que también adoraban a una diosa que decían que era la madre de Dios y, “coincidentemente”, tenía una capilla en el Monte Tepeyac, donde se levantó la basílica de Guadalupe. ¡Así fue como nació la dominante idolatría que existe por la Vírgen de Guadalupe!
Según las referencias del Evangelio de San Mateo y de algunos Apócrifos, sería más correcto llamar a estos personajes como los “Sabios de oriente”, pues en ninguno de ellos los califican de reyes. La confusión puede deberse a que la palabra “sabios” deriva del griego “magoi” y el latín “magi”, palabras que provienen de “magu”, nombre que se daba a ciertos sacerdotes persas. Durante muchos años se consideró a los sacerdotes como depositarios de todo conocimiento importante, entendiendo como tal al estudio de los dioses, cuerpos celestes y sus relaciones con los asuntos humanos.
Los judíos, que siglos atrás habían sufrido el destierro en Babilonia, conocieron la categoría de “magos” de dichos sacerdotes, lo que podría dar lugar a que San Mateo los denominara de esa manera. Otras versions, en cambio, los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Además, en los primeros siglos del cristianismo la palabra “mago” se convirtió en no grata para los cristianos, pues recordaba a Simón “el Mago” y su confrontación con los jefes de la Iglesia. Él había sido acusado de hechicería y de dar origen al gnosticismo cristiano y a la herejía de los “simonianos”, que duró dos siglos. Por lo mismo, los “Magos de oriente” fueron transformados por la tradición en “Reyes de oriente” y al cabo de cierto tiempo en “Reyes Magos”.
En un principio el número de los supuestos magos era indeterminado. En las pinturas de las catacumbas romanas fueron a veces dos y otras veces cuatro. La Iglesia de Siria creyó que eran doce y que prefiguraban a los doce futuros apóstoles. Algunas tradiciones de la Iglesia Copta elevan el número hasta sesenta y citan los nombres de más de una docena de ellos. Finalmente, en el siglo IV su número fue fijado en tres por el escritor eclesiástico Origenes.
La leyenda
La historia sobre los Reyes Magos nació en el siglo IV de nuestra era, siendo redactado por un escriba iraní cristiano en el Opus imperfectum in Mattheum, texto que, según investigadores, fue inspirado en el Libro de Set, redactado en el siglo III de nuestra era. En la leyenda los supuestos reyes tienen cada uno un reino y esperan la aparición de una estrella en el cielo. Ellos eran religiosos y justos con sus pueblos. De vuelta a sus países, tras conocer al “Niño Dios”, vivieron piadosamente en la religión de Jesús, en la que, supuestamente, habían sido instruidos por el apóstol Santo Tomás y abjuraron de sus prácticas paganas, hasta que en el año 70, ya muy avanzados en años, padecieron un martirio. Pero, como podemos deducir, es totalmente fantasioso y absurdo afirmar que ese niño sea quien compra o hace milagrosamente los juguetes que reciben los niños. Por lo tanto, esa versión queda descartada.
En el siglo V, el Papa León (ahora “San León) fijó su número en tres y en el siglo IX, hacia 845, en el Liber Pontificalis de Rávena, aparecieron nombrados como Bithisarea, Melichior y Gathaspa. Beda “El Venerable” recoge los nombres y atributos de los Reyes Magos en uno de sus textos: “El primero de los magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba; fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, Gaspar, joven imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena, le dio la mirra, que significaba que “debía morir”. A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los magos de acuerdo con las tres edades del humano: 60, 40 y 20 años, respectivamente.
Otro cambio importante fue el origen de Baltasar. Aunque Beda (“El Venerable”) mencionaba que era de tez morena, durante mucho tiempo nadie imaginó la existencia de un Rey Mago de raza negra, porque, según la tradición, los negros eran originarios de Persia. Sin embargo, a partir del siglo XIV, los predicadores empezaron a dar un carácter de universal a los Reyes Magos, al simbolizar las tres razas humanas admitidas en la antigüedad porque todavía no se reconocía a la raza amarilla o de los chinos, japoneses, coreanos, etcetera. En un tiempo se dijo que uno de ellos había viajado montado en un camello, otro en un caballo y otro en un elefante. Ahora se afirma que los tres iban sobre camellos.
En el siglo XVI, tras el descubrimiento de América, esta universalidad se vio nuevamente afectada cuando algún devoto cristiano tuvo la idea de que el Nuevo Mundo se viera representado en el cortejo real, así que en el retablo portugués de la Catedral de Viseu, Baltasar, en lugar de ser un rey negro, fue representado como un pintoresco jefe indio de Brasil, que cargaba una jabalina emplumada. Sin embargo, la idea no prosperó en la arraigada tradición.
Las reliquias
A principios del siglo cuarto, Santa Elena, la anciana madre del primer emperador cristiano, Constantino, se preocupó por asegurar a la veneración de los fieles y los despojos mortales de los Reyes Magos, los cuales se encontraban dispersos, y los hizo trasladar de Persia a la ciudad que ya llevaba el nombre de su hijo, Constantino “el Grande”. En Constantinopla los huesos fueron puestos en un gigantesco sarcófago de granito, donde permanecieron hasta el reinado del emperador Manuel, en tiempos de la Segunda Cruzada, en el siglo XII.
Medio siglo después, el obispo de Milán, San Eustorgio, visitó Constantinopla para que el emperador le permitiera aceptar su reciente nombramiento. En reciprocidad, el emperador le regaló los cuerpos de los tres reyes y éste trasladó las veneradas reliquias hasta la lejana sede de su diócesis. Relata la leyenda que la misma estrella que siglos antes había señalado a los “reyes magos” el camino hasta Belén, resplandecía en la ruta de San Eustorgio y lo guió a todo lo largo del difícil camino, pero al pasar por las ásperas montañas de los Balcanes, un lobo hambriento asaltó y desgarró a uno de los dos bueyes que jalaban la carreta. Para continuar su viaje, San Eustorgio domeñó a la fiera salvaje y la unció al yugo de su víctima. A fuerza de látigo, el lobo se transformó en lobo de tiro. Así san Eustorgio llegó a Milán con en el carro tirado por un buey y un lobo manso, cargado con los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar. Esta leyenda fue tan aceptada en la Edad Media que desde fines del siglo XII fue tenida por hecho histórico irrefutable.
Las reliquias, colocadas en la iglesia de San Eustorgio, fueron uno de los más legítimos orgullos de los milaneses hasta 1162, cuando Milán fue saqueada y destruida por el emperador alemán Federico Barbarroja. Su consejero, Reinaldo de Dassel, obispo de Colonia, pidió al emperador permiso de llevar a su ciudad las ilustres reliquias. Según la tradición, cada calavera de rey conserva su inseparable corona.
La afluencia de peregrinos de todos los ámbitos del Imperio que querían venerar a los santos peregrinos de Belén fue inmensa, así que se decidió proyectar un templo, obra maestra de la orfebrería gótica que el 15 de agosto de 1248 recibió la primera piedra, a manos del arzobispo Conrado de Hostaden. La actual configuración de la catedral de San Pedro presenta siete capillas, la tercera corresponde a la tumba del arzobispo Conrado de Hostaden y la cuarta a las reliquias de los tres Santos Reyes. En sus vitrales destacan la representación de la historia de los Reyes Magos, incluyendo al emperador Constantino y su madre Santa Elena.
Los milaneses nunca se resignaron a la pérdida de los sagrados huesos reales y siempre que pudieron volvieron a la carga para tartar de hacer valer sus derechos sobre ellos. Pero fue hasta el cambio del siglo XIX al XX que el cardenal Ferrari, arzobispo de Milán, obtuvo la restitución de una tibia, un húmero y un esternón. Estos tres huesos hicieron el viaje en tren y a su llegada fueron transportados con gran solemnidad a San Eustorgio, y colocados en el antiguo sarcófago.
Sin embargo la parte principal de las reliquias de los magos se encuentra en la catedral gótica de Colonia, donde también han pasado por momentos difíciles que provoca la historia. La ciudad sufrió los bombardeos de los aliados en un intento por acabar con la Alemania nazi. Los mandos militares aliados fueron muy precisos al advertirles que por ningún motivo arrojaran bombas contra la Catedral de Colonia, aún así, por un descuido, 14 bombas hicieron impacto en ella perforando algunas bóvedas. Cuando los estadounidenses ingresaron en Colonia el 6 de marzo de 1945, vieron que en la catedral el altar mayor había desaparecido y, aunque parte de la construcción estaba intacta, todas las reliquias habían desaparecido, entre ellas las de Santa Úrsula, así como los Reyes Magos.
Un par de meses más tarde se supo que las reliquias habían sido encontradas accidentalmente por un joven oficial nativo de Oklahoma cuando exploraba una mina de cobre abandonada, cerca de Siegen, en Vestfalia.
El comercial Santa Claus
Clásica pintura de Santa Claus o Santaclaus
Las geniales promociones comercializantes crearon a Santa Claus o Santaclaus, un viejo gordo ridículo vestido de rojo encarnado con amplias barbas blancas que todo el tiempo se ríe como si fuese un tonto: “¡jo, jo,jo… jo, jo, jo!”, a quien los niños escriben cartas dirigidas a un país ártico pidiéndole lo que desean, de donde el 24 de diciembre viaja por el aire en un trineo tirado por alces y se mete por las chimeneas de las casas que visita, a pesar de ser un hombre tan obeso y tan viejo.
Angelina Jolie, Edmond Mulet y El Turista
Angelina Jolie visitó Haití después del terremoto y se entrevistó con el Subsecretario general de la ONU Edmond Mulet antes de que éste fuese declarado “Personaje del año 2010” por el diario Prensa Libre
El Turista
Saco esto a colación para aconsejarles no caer en la tentación de ir a ver al cine la película titulada “El Turista“, porque, francamente, a pesar de que los principales protagonistas son nada menos que Angelina Jolie y Johnny Depp (actor de la serie de películas sobre un pirata), es una auténtica pendejada. Ella sale en esta cinta como un saco de huesos, con unas piernas demasiado flacas que son lo que en Guatemala llamamos “canillas de clis-clis”, y parece que el busto lo tiene más arreglado por un cirujano plástico que las próximas elecciones presidenciales. Y como en las viejas películas de Hollywood, el malo es un financiero ruso. Así que les aconsejo que no desperdicien su dinero. ¡No vayan a verla!
A mí me llevaron a verla y creí que por lo menos la Jolie iba a salir como en esta foto que publico a continuación. ¡Pero ni siquiera verán esto! Ojalá lohubiese salido tan sensual como la vemos en esta foto.
Si Angelina Jolie hubiese lucido así en la película “El Turista” les diría que vayan a verla… pero lamentablemente no es así, sino todo lo contrario, su anatomía es decepcionante.
¡Qué diferencia las canillas de clis-clis de Angelina Jolie con las piernas y todo lo demás de la periodista Marisol Padilla, quien, afortunadamente, ya está de regreso en el noticiario de Guatevisión para informar sobre el estado del tiempo porque durante su ausencia tomó su lugar un locutor antipático que se llama Renato no se cuantos que, evidentemente, ignora la diferencia semántica que hay entre los términos informar y comentar!
¡Qué chistoso mi estimado colega y amigo Font!
Mi estimado colega y amigo Juan Luis Font se fue a pasear a Cobán con su bella esposa y sus hijos y regresó diciendo en una columna que no encontró “zetas” por ninguna parte. ¡Me imagino que no encontró ni “equis” ni “yes” ni “zetas”! Me pregunto si lo que quería era encontrar personas con camisetas que les identificara como tales, o que esos delincuentes salieran a su encuentro y le diesen sus tarjetas diciendo: “Somos de los delincuentes denominados zetas que usted anda buscando y estamos a su disposición si desea entrevistarnos”? ¡No friegue mi estimado Juan Luis! Cuando leí ese absurdo artículo traté de hablarle por teléfono para decírselo directamente, y para ello le llamé varias veces a su teléfono celular, pero en vista de que no tuvo la atención de contestar mi llamada, me veo precisado a decírselo por este medio. Espero que no le moleste.