En el transcurso de 65 años de mi vida, que he dedicado casi totalmente al periodismo, la mayor parte del tiempo como columnista, invariablemente tuve que soportar algún tipo de censura por diferentes motivos, unas veces de carácter político, otras por razones comerciales, pero también otras familiares o personales. Quienes han vivido tantos años, y seguido mi carrera, saben que durante esos años he venido escribiendo en la mayoría de los medios de comunicación escritos del país, desde que principié a escribir cuando tenía 15 años de edad en la revista Faro Estudiantil del Colegio de Infantes hasta que fui columnista diario, de lunes a sábado, de elPeriódico, después de haber escrito en diferentes etapas en Prensa Libre, El Gráfico, La Tarde, La Nación, La Hora, Impacto, Siete días y otros cuyos nombres no recuerdo. En todos esos medios de comunicación sufrí permanentemente la censura de los propietarios, ya sea por motivos políticos, o económicos, o sociales y hasta familiares. En elPeriódico era insoportable la constante jodedera de censura del presidente de la empresa, el insoportable ingeniero José Rubén Zamora, a pesar de que un día recibió inmerecidamente en Nueva York el premio Moors Cabot de Libertad de Prensa y le entregaron un diploma calificándole de “Príncipe de la Libertad de Prensa”. ¡Qué risa me da! ¡Qué contrasentido! Incontables veces no me permitió expresar con libertad lo que yo quería, alegando que podría causarle algún problema. ¡Era inaguantable! Hasta que un día me amenazó por medio del director, mi amigo Juan Luis Font, diciéndome que “estaba furioso” por algo que yo había publicado y que esperara a que él iba a llamarme por teléfono para hacerme unos reclamos, a lo que yo le respondí que le sugería que no lo hiciera para no obligarme a tener que decirle lo que merecía. Entonces ordenó al director que no publicara más mis columnas, a pesar de que casi todas las semanas fueron las más leídas y de que me pagaban un salario de miseria. Y ni siquiera tuvo la decencia de agradecerme por todo el tiempo que había escrito, de lunes a sábado, inclusive, por sólo Q5 mil mensuales. Solamente publicaron en la parte baja del Editorial de un día una insignificante notita de pocas líneas informando que ya no iban a publicar mis columnas. No me extrañaría que haya creído que con ello me estaba aniquilando, porque muchas veces yo había publicado que un periodista que no tiene donde escribir es como si estuviese muerto.
Pero, una vez más en mi larga vida comprobé que tiene razón ese refrán popular que dice que ?no hay mal que para bien no venga?, porque al día siguiente de haber dejado de publicar mi columna en ese medio vino a visitarme sorpresivamente el señor Christopher Dent, gerente general de una compañía de servicios por Internet, para decirme que para que no dejara de escribir me invitaba a tener un blog que él podría proporcionarme sin coste alguno –que es éste– en el cual mi primer artículo se tituló Una nueva etapa. ¡Libre al fin!, en el que principié diciendo:
?Me es sumamente grato comenzar hoy una nueva etapa en mis actividades periodísticas de más de 60 años con esta página web en la cual -¡finalmente!- podré tener la libertad indispensable para expresar todo lo que pienso y lo que siento, sin censura de ninguna clase, ni de intereses económicos, políticos, familiares o sociales, ni un reglamento o camisa de fuerza como el Manual de Estilo de elPeriódico cuya rigurosa observación obliga a todos los reporteros y columnistas a seguir estrictamente sus estipulaciones. Por ejemplo, cuando yo era columnista y deseaba poner más énfasis en alguna palabra y la escribía con negrita o con letras mayúsculas, no lo permitían los ?correctores de estilo? y la publicaban igual que todas las demás.
Con ese criterio tan cerrado jamás puede haber ningún tipo de originalidad o estilo propio en lo que escribe un periodista. Esas reglas tan rigurosas son una de las formas de coartar la libertad de expresión. Pero por más que protesté muchas veces, nunca logré que publicaran mis textos tal como los enviaba por correo electrónico. Sin embargo, gracias a Dios, de ahora en adelante podré escribir lo que quiera, cuando quiera y como quiera, porque no habrá ningún ?corrector de estilo? que cambie lo que he escrito. ¡Cómo me alegra!
¡Por fin seré libre! Me satisface que por haber sido ?purgado? de elPeriódico de hoy en adelante podré expresarme como yo quiera. Están en un error quienes creen que la censura a los periodistas la ejercen solamente los regímenes totalitarios, particularmente los militares, porque durante mi larga experiencia periodística he conocido diferentes formas de cómo aquí se coarta la libertad de expresión.?
Si Dios me concede suficiente tiempo más de vida, publicaré un libro en el cual me propongo narrar algunas de esas experiencias. Pero por ahora les informo que me siento satisfecho y contento de esta nueva fase o etapa de mi larga carrera periodística en la cual considero que me estoy realizando mucho más que en todas las anteriores juntas. Además, me llena de satisfacción informarles que mi blog está recibiendo una increíble cantidad de visitas diarias en muchas partes del mundo a donde no llegan los periódicos de Guatemala. De manera que salí ganando porque ahora puedo escribir todo lo que quiera y como quiera y soy leído no sólo en Guatemala, sino en muchas partes del mundo.
Mapa en el cual se concentran las visitas que he tenido en diferentes partes del mundo. Todo lo que está en verde son los lugares en los que he tenido lectores, lo más oscuro es donde tengo más visitas, en este caso es Guatemala, y le siguen en número de visitas Estados Unidos de América, Mexico, Sudamérica (con excepción de las Guyanas), Europa, y Asia. Aunque, como puede verse, también tengo bastantes lectores en Australia y algunos en África.
Estas son las visitas diarias que he tenido. Cada punto es un día. Han sido cerca de las 70,000. ¡Púchica! Se dice fácil. Desde luego que no tendría tantos lectores si todavía estuviese escribiendo en elPeriódico. Y, sobre todo, ahora ya no tengo que aguantar al insoportable ingeniero Zamora!
1.679,066 es el número de visitas que he tenido en el transcurso del mes de febrero.
2,068,336 son las paginas vistas por mis visitas diarias.
1,23 es la relacion que hay entre cada visita y pagina vista.
Por todo esto me alegra mucho haber dejado de escribir en los periódicos impresos, que tienen una circulación tan limitada, y en donde tenía que soportar censuras ni limitaciones y no tengo que rendirle cuentas a ninguno. Repito que no hay mal que por bien no venga. Me siento sumamente feliz de escribir en este blog y creo sinceramente que es durante esta etapa de mi larga vida profesional cuando me estoy realizando mucho más que en todas las anteriores juntas.