Caída de Manuel Estrada Cabrera (y 3)
He dedicado tres entregas a la caída del dictador Manuel Estrada Cabrera, quien fue presidente de la República de Guatemala durante del 2 de octubre 1898 al 15 de abril de 1920, porque ha sido la más larga dictadura que ha tenido Guatemala en la historia. Y porque ejemplifica lo que aquí ha sido la historia política, con la diferencia de que no fue una dictadura militar, como ha habido tantas, porque ésta fue de un civil que mantuvo controlados a los militares. Además, durante su dictadura tuvo que enfrentar a varios gobiernos de países vecinos y hasta al de Estados Unidos de América, que llegó al extremo para intimidarle de enviar dos acorazados a las costas de Guatemala, uno en el océano Pacífico y otro en el océano Atlántico. Y luego desembarcó un contingente de “marines” para proteger a los estadounidenses.
El abogado Adrián Vidaurre, Auditor de Guerra de 1809 a 1810, que fue presidente del Congreso Legislativo que le declaró “incapacitado para gobernar” y nombró como sustituto al adinerado agricultor y diputado conservador Carlos Herrera Luna, dijo lo siguiente: “Si la vida de los hombres y la vida de los pueblos, como todo el universo, regidos están por este sistema de equilibrio que recompensa los trabajos y los sacrificios, el señor licenciado Estrada Cabrera, Presidente de la República, en su satisfacción íntima, debe experimentar la dulce emoción de haber realizado el mayor esfuerzo en bien de la patria; y Guatemala renace de la tumba en donde sus enemigos quisieron sepultarla, a la vida que el destino le señaló en el concierto de las naciones, sin que haya de hoy más poder que alcance a detenerla”.Como todo en la vida, las opiniones que se tienen sobre la historia de los pueblos depende del cristal con que se mire, porque su interpretación tiene carácter eminentemente subjetivo. Depende de quien la juzgue y bajo qué coyuntura se la examina. Y en aquellos días, a pesar de que para muchos guatemaltecos la de Estrada Cabrera era insoportable dictadura, para otros era positiva para el país. Por eso no se puede negar el derecho a que hayan partidarios de él que sean llamados “cabreristas”, así como también ha habido partidarios del dictador Jorge Ubico Castañeda que son llamados “ubiquistas”, partidarios del general e ingeniero Miguel Ramón Ydígoras Fuentes llamados “ydigoristas”, admiradores y partidarios del doctor Juan José Arévalo que se llaman “arevalistas”, partidarios del coronel Jacobo Árbenz Guzmán que se llaman “arbencistas” y aun partidarios del coronel Carlos Castillo Armas que se llaman “liberacionistas”. En esa línea de ideas, también hay “cabreristas” por lo positivo que fue Estrada Cabrera para el país durante los 22 años que gobernó. Y no ven lo negativo que hizo.
Atentado de los cadetes
El 20 de abril de 1908, durante la recepción oficial en el Palacio de Gobierno para la presentación de Cartas Credenciales del nuevo ministro plenipotenciario de Estados Unidos de América, el cadete de la Escuela Politécnica Víctor Manuel Vega, en venganza por la prisión y las torturas a sus jefes y amigos, disparó a quemarropa un balazo a Estrada Cabrera, pero el proyectil solo le hirió el dedo meñique. Enfurecido, y a manera de escarmiento, el dictador ordenó fusilar a prácticamente toda la compañía a la que pertenecía el cadete Vega, excepto a dos integrantes, Rogelio Girón y Manuel Hurtarte, quienes fueron llevados a la penitenciaría central sin ninguna explicación. El cadete Vega cayó a los pies de Estrada Cabrera después de haber sido alcanzado por las balas de los guardias de éste. Estrada Cabrera ordenó que la escuela militar fuese disuelta, el edificio fuese demolido y que se regara sal sobre los cimientos. Muchos militares fueron encarcelados, incluyendo algunos generales allegados al dictador.
Ya para el año 1920 el poder de Estrada Cabrera había disminuido, además de que tuvo tuvo muchos problemas con los gobiernos de los países vecinos y con el de los Estados Unidos de América, presidido por Theodore Roosevelt, a pesar de las concesiones que había dado a empresas estadounidenses como la United Fruit Company y la International Rairoad of Central America. Pero a esas alturas el gobierno norteamericano declaró que no permitiría otra nueva reelección presidencial de Estrada Cabrera. Por otra parte, la fundación del Movimiento Unionista y luego del Partido Unionista, que tenía como objetivo el derrocamiento de la dictadura, llevó a un momento de crisis a Estrada Cabrera. La manifestación del 11 de marzo de 1920 fue el punto clave para su caída, porque aunque el Ejército se negó a disparar contra la manifestación pacífica, sí lo hicieron los elementos de la Policía Secreta dispararon contra los manifestantes encabezados por el estudiante universitario Clemente Marroquín Rojas, quien años más tarde tuvo tanto protagonismo como periodista, escritor, historiador y como politico. Esa actitud de la Policía Secreta hizo que todo el pueblo se uniera a los unionistas.
Tras la expulsión del Obispo Manuel Piñol y Batres, el dirigente conservador Manuel Cobos Batres, que era su primo, logró entusiasmar a los destacados conservadores José Azmitia González, Tácito Molina, Eduardo Camacho, Julio Bianchi y Emilio Escamilla y otros a la formación de una organización o partido político que se pronunciara contra la dictadura de Estrada Cabrera. El Movimiento Unionista inició su actividad política con el apoyo de muchos sectores, entre los que destacaron los estudiantes de la Universidad Estrada Cabrera y los obreros de la capital, quienes, dirigidos por Silverio Ortiz, fundaron el Comité Patriótico de Obreros. Y luego se convirtió en Partido Unionista.
Entonces devino el trágico episodio llamado “Semana Trágica”, porque hubo muchos enfrentamientos, detenidos, torturados y muertos. Pero Estrada Cabrera se negó a renunciar y trató de resistir acuartelado en su finca La Palma, situada en lo que hoy es zona 5 de la ciudad capital. Hasta que finalmente se rindió por consejo de algunos de sus principales amigos y colaboradores militares y fue llevado a una casa particular como carcel domiciliaria, situada en lo que hoy es zona 1 de la capital.
Toda la historia culminó con los linchamientos de los acusados de haber sido cabreristas, que estaban capturados en el Colegio de Infantes, al lado de la Catedral Metropolitana, en lo que hoy es la Plaza de la Constitución. Uno tras otro les iban sacando para entregarles a las turbas enloquecidas de venganza al grito de “¡Otro toro!” para que fuesen salvajemente golpeados y linchados.
Para terminar, quiero agregar que agradezco la oportunidad de estar publicando estos capítulos de la historia de Guatemala, porque me ha dado oportunidad de aprender muchas cosas que ignoraba.
Twitter@jorgepalmieri