Ya he dicho varias veces que no conozco personalmente al general Otto Pérez Molina, candidato presidencial del partido Patriota (PP). Por consiguiente, nunca he sostenido con él una conversación como para emitir una opinión sobre su inteligencia, su ilustración, su cultura y su patriotismo. Pero, a juzgar por ciertas cosas que ha venido repitiendo durante su costosa campaña electoral, puedo afirmar que dice falsedades, que falta a la verdad, que miente. Lo cual me parece suficiente para no confiar en él y ser opositor a que pueda ganar la segunda vuelta electoral y ser electo Presidente Constitucional de la República para gobernar nuestra patria con su ?mano dura?, símbolo del autoritarismo militar.
En innumerables ocasiones he oído decir a ese general, para darse ínfulas, que él fue ?artífice de la paz? porque participó en algunas de las pláticas (no en todas) que con ese objetivo se llevaron a cabo entre los comandantes de las facciones guerrilleras subversivas armadas y los representantes del gobierno; y, finalmente, fue uno de los que, el 29 de diciembre de 1996, junto con Gustavo Porras Castejón, Raquel Zelaya Rosales y Richard Aitkenhead Castillo, en nombre del Gobierno de la República, que presidía Álvaro Arzú Irigoyen, firmaron el Acuerdo de Paz Firme y Duradera en el Palacio Nacional con los comandantes de la Unidad Revolucionaria Guatemalteca Ricardo Ramírez de León, comandante “Rolando Morán” de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), Jorge Ismael Soto García, comandante “Pablo Monsanto” del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), Ricardo Rosales Román, comandante “Carlos González” del partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) y Jorge Edilberto Rosal Meléndez, en nombre de Rodrigo Asturias, comandante “Pascual Ilom” de la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA) y del Secretario General de la Organización de Naciones Unidas Boutros Boutros Ghalli.
Pero una cosa debe quedar bien claro: si el general de brigada Pérez Molina participó en algunas de las conversaciones de paz y firmó el Acuerdo final, no fue por su propia iniciativa, en carácter propio, sino porque fue nombrado para hacerlo por el presidente Álvaro Arzú Irigoyen. De no haber sido por eso, el general Pérez Molina no habría tenido vela en ese entierro, porque la Constitución de la República establece que los militares son ?obedientes?, y ?no deliberantes?. Él habría sido un ?artífice? si hubiese podido decidir de alguna manera cualquier cosa para lograr ese objetivo, pero no puede ser ?artífice? quien actuó bajo instrucciones precisas y estrictas. ¡No puedo explicarme con qué cara se ha atrevido ese general a afirmar que él fue ?artífice de la paz? y después ha tenido el descaro y el cinismo de ir a visitar al Palacio Municipal al ex Presidente Arzú Irigoyen!
¡Qué ?artífice de la paz? ni qué ocho cuartos! ¡Que no joda! Ya me imagino la ?gracia? que le ha de hacer al ex Presidente y actual Alcalde capitalino cada vez que le oye decir semejante falacia. Y me imagino también lo que podrán pesar los otros compatriotas que comenzaron a participar en pláticas para la paz desde el tiempo de las Cumbres de Presidentes Centroamericanos de Esquipulas, cuando el Presidente de la República de Guatemala era el licenciado Marco Vinicio Cerezo Arévalo. Y me imagino también lo que han de pensar el ex presidente Jorge Serrano Elías, el actual Arzobispo Metropolitano, cardenal Rodolfo Quezada Toruño y el licenciado Mario Permuth, quien junto con la recordada Tere Zarco fueron de los principales artífices. ¡Ya me imagino lo que pensaría y probablemente diría si aún viviese la recordada señora Teresa Bolaños de Zarco (qepd)!
Otra falsedad que ha venido repitiendo descaradamente el general Pérez es que él ?devolvió la institucionalidad a Guatemala? en 1993 cuando el entonces Presidente de la República Jorge Serrano Elías, imitando al presidente del Perú Alberto Fujimori, canceló los otros dos organismos del Estado, el Judicial y el Legislativo. ¡Otra descarada mentira! Para esas fechas Pérez Molina era Jefe de la Sección de Inteligencia Militar (G-2) del Estado Mayor Presidencial (EMP), o sea que era subalterno del general Francisco Ortega Menaldo y, desde luego, del entonces mandatario que hoy vive en el exilio en Panamá. La verdad es que en horas de la mañana del día que Serrano Elías habló en la cadena nacional de radio y televisión para informar al pueblo de su ?gracia? a todas luces inconstitucional, Pérez Molina comenzó a complotar para derrocarlo junto con el Procurador de Derechos Humanos, Ramiro De León Carpio, con el segundo jefe de la base Mariscal Zavala y con el multimillonario empresario Dionisio Gutiérrez. Hicieron planes para ese efecto hasta que el jefe del EMP se enteró y, para no tener que arrestarlos, nombraron a Pérez Molina a una base militar en una de las Veraces y al otro militar a otra base en San Marcos.
No obstante lo cual, el golpe ya estaba programado y se proponían darlo con la participación de fuerzas militares la noche del día que, para evitar que se involucrara en otro golpe a la Institución Armada, lo cual habría causado aún más desprestigio internacional, el general Ortega Menaldo comunicó alrededor de las 11:30 horas al presidente Serrano que había llegado el momento en que tendría que irremediablemente renunciar porque la situación era insostenible. Serrano era un hombre de carácter y valiente y le respondió: ?¡Traidores! Voy a denunciarlos ante la opinión pública mundial!? Pero el general Ortega le informó que les estaban esperando en el Palacio Nacional para una reunión que iba a tener lugar en el despacho del ministro de la Defensa, general Domingo García Samayoa.
El general Pérez Molina se ha permitido decir repetidamente que fue él quien le pidió la renuncia al presidente Serrano Elías, lo cual es otra mentira que hasta el propio ex presidente desmintió por teléfono desde Panamá. Pero solamente lo publicó un periódico porque no lo publicaron ninguno de los medios de comunicación que apoyan la candidatura del general de la ?mano dura? por oponerse a que pueda llegar a ser presidente de la república el ingeniero Álvaro Colom Caballeros.
Volviendo al episodio histórico, Serrano ordenó entonces que abrieran la puerta del túnel que comunica a Casa Presidencial con el Palacio Nacional y, como yo también estaba complotando contra Serrano, por otro lado, el general Ortega me llamó por teléfono para decirme que ya había pedido la renuncia a Serrano y le había informado que había una reunión en el despacho del ministro de la Defensa, general Domingo García Samayoa, y Serrano ordenó que abrieran la puerta del túnel que comunica al Palacio Nacional con Casa Presidencial. Pero yo recordé que en ese paso subterráneo han matado a varios y le sugerí que no fuese a tomar el riesgo de que le mataran en ese trayecto subterráneo y que mejor llevara al aún mandatario por el callejón Manchén. En esa caminata fue cuando Serrano se topó con un pequeño grupo de valientes periodistas que le gritaron ?¡Dictador!? y él les contestó furioso: ?¡Hijos de puta!?.
El hecho es que no fue Pérez Molina quien pidió la renuncia a Serrano. Dios lo sabe y yo no tengo inconveniente en aclarar qué fue lo que realmente sucedió para desenmascarar a ese general que se hace llamar ?patriota? por la astucia de haber bautizado con ese nombre a su partido. Pero, a juzgar por estas mentiras, de ?patriota? sólo tiene el nombre. Y según declaró públicamente la diputada Roxana Baldetti, su más cercana colaboradora, quien sabrá por qué lo dice, “es hombre probado”.
Si ese candidato presidencial ha sido capaz de decir esas dos mentiras a pesar de que sabe que hay personas que pueden desmentirlo y ponerle en evidencia, quiere decir que es capaz de hacer cualquier cosa y de decir cualquier mentira. Y por eso digo, entre otras cosas, que no se le puede tener confianza.
He publicado todo esto porque he comprobado que a pesar de la solicitud del presidente Óscar Berger (“conejo”) de que se haga una campaña de altura, persiste la cobarde campaña negra en contra del ingeniero Álvaro Colom Caballeros, de su esposa Sandra Torres Casanova de Colom y de su partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Y en vista de que ya sólo hay dos partidos en la contienda, es obvio de dónde viene esa infame campaña. ¡No hay derecho!