Ayer informé a mis lectores que el involuntario retraso que tuve en la publicación de mi página web o blog se debió a un acto de sabotaje de algún ?hacker? hijo de la china Hilaria (lo que en México equivale a llamarle hijo de la chingada) de esos que se meten en el sistema de Internet a sabotear algo que ha hecho otra persona. Por esa razón ayer no me fue posible publicar mi artículo del día a la hora acostumbrada, por lo cual les expresé mis disculpas. ¡Y hoy ha vuelto a suceder lo mismo! Otra vez les presento mi disculpa. Es evidente que alguien está saboteando mi página web para impedir que pueda expresar mis opiniones sobre las campañas políticas. Sospecho quién podría ser, de dónde vienen estos sabotajes, pero como no tengo pruebas fehacientes no podría denunciarlo públicamente y de ser preciso hasta acusarle ante las autoridades para que se les aplique la ley con mano dura.
Sin embargo, comprendo que son gajes del oficio, porque ya me han sucedido muchas cosas por el estilo a lo largo de más de 60 años de ejercer el periodismo. Inclusive han tratado de darme una golpiza y han llegado al extremo de pasar en carro ametrallando mi casa y una vez lanzaron una granada al techo. De hecho, si ahora estoy haciendo este periodismo cibernetico es porque tuve que dejar de publicar mis columnas en el periódico en el cual colaboré durante más de diez años con un salario miserable y soportando una serie de inconveniencias y desagradables molestias, hasta que llegó un momento en el que el co-director de ese medio, mi amigo el periodista Juan Luis Font, me informó que el presidente de esa empresa, ingeniero José Rubén Zamora, estaba ?furioso? conmigo y le había dicho que no publicara mis columnas porque antes quería llamarme por teléfono para decirme algunas cosas porque yo publiqué unos datos personales de un badulaque o pendejo también de apellido Zamora que envió una estúpida carta vituperante contra mí, y yo le respondí a Font que le dijera a ese señor que se abstuviese de llamarme porque si iba a faltarme al respeto se exponía a que le respondiera de la misma manera. Lo cual tuvo como resultado que, a pesar de yo que era el columnista más leído, como se demostró muchos domingos cuando se publicaban cuáles eran los cinco espacios más visitados en la edición cibernética, mis columnas fueron más visitadas que las usuales alarmantes noticias de violencia con titulares más o menos truculentos. No obstante lo cual, el susodicho ingeniero hijo de una hija adoptiva del gran periodista Clemente Marroquín Rojas, sencillamente ordenó que no se publicaran nunca más mis columnas.
Por lo cual le estoy ?muy agradecido, muy agradecido y muy agradecido?, como decía mi gran amigo mexicano mundialmente famoso y llamado ?el tenor continental de la voz de oro?, Pedro Vargas, nacido en San Miguel de Allende, Guanajuato, porque ahora estoy feliz y contento haciendo periodismo cibernético y puedo escribir con la extensión que me de la gana y tengo libertad para decir lo que quiera sin que nadie pueda impedirme que llame pan al pan y vino al vino. Lo digo porque eso me ocurría a menudo cuando expresaba una opinión o hacía un comentario sobre ciertas personas o empresas poderosas, y el susodicho ingeniero me llamaba por teléfono para decirme que no podía publicarlo porque podía ocasionar algún problema. ¡Era insoportable! Cada vez que sonaba el teléfono y reconocía su voz ya sabía para qué me estaba llamando. ¡Me daban ganas de vomitar! Y tenía que soportarlo para poder ejercer mi vocación de periodista. Por eso no me canso de decir que no son los gobiernos militares autoritarios los que coartan la libertad de expresión, sino son las empresas o los directores de los medios de comunicación.
El genial ensayista, novelista y poeta libanés Khalil Gibran dijo que ni siquiera adentro de una cárcel un ladrón puede estar libre de otro ladrón. Lo digo porque es un ladrón quien me pagaba pinches Q5 mil al mes por escribir una columna diaria todos los días de lunes a sábado. Pero el mismo Gibran dijo también: ?Del hablador he aprendido a callar; del intolerante, a ser indulgente, y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad. Y por curioso que parezca, no siento ninguna gratitud hacia esos maestros?. En vista de lo cual mejor voy a cambiar de tema. Así que a otra cosa, mariposa.
Es el caso, sin embargo, que ahora estoy feliz y contento escribiendo esta página cibernética o blog pero, lamentablemente, estoy expuesto a que ese maldito ?hacker? hijo de la china Hilaria sabotee lo que escribo, lo cual demuestra que estuvo en lo cierto Khalil Gibran cuando dijo lo primero, aunque en este caso ese ?hacker? no sólo es un ladrón, sino, como dije al principio, también es un hijo de la chingada, como se dice en México. Vamos a ver si lo sigue haciendo ahora que esta página va a estar un poco más protegida. Vamos a ver dijo un ciego… y aprendió el sistema Brayle.