Me produjo muchísima liporia (vergüenza ajena) haber visto y oído en los noticiarios de televisión que el Presidente Constitucional de la República de Guatemala, licenciado Óscar Berger Perdomo, desvergonzadamente solicitó a los diputados, a través de esos medios de comunicación masiva, que aprueben la creación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) en vista de la incapacidad, de los guatemaltecos, en general, y de su gobierno, en particular, de enfrentar y combatir el tráfico de drogas, la delincuencia organizada y la criminalidad; y ?según dijo descaradamente- por esa razón es imprescindible que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) nombre una comisión para que venga a defendernos del azote de la delincuencia organizada.
Sinceramente, como guatemalteco se me cayó la cara de vergüenza cuando vi y escuché que hasta el propio presidente de la república reconoce públicamente que su gobierno es incapaz de cumplir con sus obligaciones constitucionales y por ello es que nuestra sufrida patria necesita de la presencia de una comisión de esa entidad internacional para que venga a enfrentarse a esos flagelos. En tal caso, no queda otro recurso que bajar la cabeza, humildemente, y cambiar de actitud ante lo inevitable: si no es posible que lo hagamos nosotros mismos, si no se tiene alma corazón y huevos para hacerlo, me pronuncio en favor de que, en contra de lo que dictaminó -con apego a su función, a la Constitución, a las leyes y a la dignidad- la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República que preside la atractiva diputada Zury Ríos Sosa de Weller, y me uno a quienes, por el contrario, están dispuestos a aceptar esa situación y no sienten vergüenza al reconocer que Guatemala necesita que la ONU nombre a un “comisionado” extranjero para que encabece una comisión como la de Minugua -¿remember?- que al final de cuentas no sirvió para un carajo y costó a Guatemala un dineral, u otra como la misión que hay en Haití y durante los últimos quince meses ha estado a cargo de nuestro compatriota el abogado y diplomático Edmond Mulet.
Pero, al mismo tiempo, reitero -aunque sea solamente una vez más- que esto debería ser un motivo de vergüenza nacional. No voy a insistir más en oponerme a que se autorice la creación de la CICIG para que no se me vaya a imputar que soy cómplice o algo parecido del narcotráfico, de la delincuencia organizada y la criminalidad. Pero, insisto, esto es motivo de vergüenza nacional. Si no lo entienden así quienes impulsan la creación de la CICIG, lo siento mucho. De todo hay en la viña del Señor.
Otra cosa que debe causar vergüenza es que el vicepresidente de la República, Eduardo Stein Barillas, se permita el abuso de confianza y de poder -que constituye una flagrante violación a la separación de poderes que establece la Carta Magna- de exigir públicamente a los diputados del partido oficial (GANA) que voten “disciplinadamente” en favor de la creación de la CICIG. Pero está visto que él no entiende que eso es meterse en lo que no le atañe porque los diputados son representantes del pueblo y, como tales, tienen derecho a votar como mejor les parezca o crean que conviene a Guatemala, y no como les ordenan descaradamente el presidente Berger y el vicepresidente Stein, miembros del Poder Ejecutivo. ¡Qué poca vergüenza!
Sin embargo, no todo lo que sucede en nuestro país, ni lo que hacemos y decimos los guatemaltecos es motivo de vergüenza nacional, porque -¡gracias a Dios!- también suceden ciertas cosas que deben llenarnos de satisfacción y orgullo. Una de ellas es, precisamente, que el antes mencionado compatriota Edmond Mulet, quien durante los últimos quince meses ha ocupado el cargo de jefe de la Misión de Paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Haití, fue escogido y ha sido nombrado por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, para reemplazar al señor Hedi Annabi en el cargo de Sub-Secretario General para las Operaciones de Paz en el mundo entero, mientras que este último reemplazará a Mulet en Haití.
El lunes pasado, Ban Ki-moon se reunió con el Grupo Latinoamericano de Embajadores ante la ONU para informarles de dicha permuta. De ser jefe de una misión de paz con un personal de 10 mil personas y con un presupuesto anual de 530 millones de dólares, Mulet pasará a dirigir un departamento de la ONU que tiene 19 misiones de paz, cuenta con un personal compuesto por 100 mil mil personas y tiene un presupuesto de más de 5 mil millones de dólares. En este nuevo cargo deberá viajar constantemente a todos los lugares en conflicto como la frontera entre India y Pakistán, Chipre, Sahara del Oeste, Georgia, Kosovo, Congo, Etiopia, Eritrea, Liberia, Costa de Marfil, Afganistán, Irak, Sudan, Timor-Este, Chad, entre otros, o sea los lugares del mundo a los que el Consejo de Seguridad ha enviado ?cascos azules?.
Mulet llegó a Haití hace poco más de un año y en ese tiempo transformó la misión a su cargo no sólo hacia lo interno, sino también en relación a su eficacidad hacia afuera, y obtuvo excelentes resultados en muchos frentes, especialmente en lo relativo a la seguridad, habiendo enfrentado con éxito a los grupos armados y delincuenciales que impunemente ejercían control en muchos barrios de Puerto Príncipe, la capital, y otras ciudades de Haiti, para lo cual inició la reforma de la policía, impulsó el establecimiento de un estado de derecho a través de la reforma del sistema judicial, enfrentándose a la impunidad, fomentado la estabilización política del país, coordinando diversos procesos electorales y trabajando de la mano en muchos otros temas con el gobierno del Presidente Rene Preval, un veterano y astuto político.
Por estas razones, Mulet goza del aprecio y reconocimiento no sólo del gobierno de Haití, sino también de los diversos sectores de la sociedad haitiana que antes sufrían el imperio de la delincuencia. Esos buenos resultados fueron elementos que, indudablemente, fueron tomados en cuenta para su nuevo nombramiento que, aunque muchos países, sobre todo los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, querían el puesto para uno de ellos, el Secretario General Ban Ki-moon prefirio nombrarle a él. ¡Felicitaciones, Edmond!
Y pensar que por las torpes decisiones del vicepresidente Stein fue retirado del cargo de embajador ante la Unión Europea en Bruselas para poner en su lugar al insoportable y amanerado diputado Antonio Arenales Forno (miembro del “clan” Skinner Klée-Arenales), quien por obvios motivos, ampliamente conocidos, no es precisamente motivo de orgullo nacional. Pero por eso estamos como estamos.
Otro motivo de satisfacción y orgullo nacional es que otro guatemalteco, el licenciado Hugo Beteta, quien venía desempeñando el cargo de ministro de Finanzas Públicas, se hará cago de la Secretaría General del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a partir del 1 de septiembre, cargo que está considerado como el brazo ejecutivo de la presidencia de ese importante organismo financiero. El licenciado Beteta declaró que se siente orgulloso de representar a su país en tan alto cargo y que esto sienta un precedente importante.
Beteta se graduó de bachiller en el Liceo Javier a finales de los años setenta y después de Ingeniero Civil Administrativo en la Universidad Rafael Landívar; además, obtuvo en la Universidad de Michigan una maestría en planeación regional y se doctoró en Economía del Desarrollo en el prestigiado Massachussets Institute of Technology (MIT). Ha sido consultor en diversos temas vinculados al desarrollo para el Banco Mundial (BM), Naciones Unidas, y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Desde el inicio del actual gobierno de Guatemala, dirigió la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia y, en octubre de 2006, sustituyó a la licenciada María Antonieta de Bonilla en el ministerio de Finanzas Públicas (Minfin). La próxima semana el licenciado Beteta dejará el cargo de ministro de Finanzas Públicas. Será el primer centroamericano en ocupar tan importante posición en los 48 años de historia de esa entidad bancaria internacional. Beteta explicó que fue durante la 47a. Asamblea Anual de Gobernadores del BID, realizada en Guatemala en marzo, cuando el presidente del BID, el colombiano Luis Alberto Moreno, le ofreció la Secretaría General. La aceptación de Beteta se produjo esta semana, después de que Moreno llamó por teléfono al Presidente Berger para concretar esa contratación.
¡Bravo por Edmond Mulet y por Hugo Beteta!