Interesante análisis de la situación preelectoral en Guatemala

Por correo electrónico recibí un interesante análisis de la situación política preelectoral de Guatemala que fue publicado en el boletín electrónico quincenal Informe Guatemala número 71 correspondiente al 16 de julio 2007 de la Fundación DESC, que se define como ?crónica, análisis y opinión sobre temas políticos y gobernabilidad relacionados con los derechos económicos, sociales y culturales de América Latina?. Está disponible en la dirección de internet: http://www.fundadesc.org/InformeG/index.htm
Este análisis se titula ?Elecciones: gobernables desde arriba, perforadas desde abajo? y dice lo siguiente:
?Algunas voces de alarma han llamado la atención sobre los riesgos de un proceso electoral polarizado y violento. Desde un año antes el vicepresidente Eduardo Stein lanzó pronósticos perturbadores: que un candidato a la Presidencia sería asesinado, que los resultados de la primera ronda electoral del 9 de septiembre abrirían un escenario semejante al 2 de julio de 2006 en México y, más recientemente, sostuvo sin evidencia que las muertes violentas de pilotos de autobuses formaban parte de la estrategia de un partido para ganar adeptos.
No obstante, hasta ahora los indicios apuntan a un proceso electoral normal dentro de lo que cabe en Guatemala, donde mueren de manera violenta quince personas cada día y los crímenes quedan en la impunidad, con las señaladas dificultades del Tribunal Electoral de hacer cumplir las reglas del juego y la sospecha de su debilidad institucional para administrar el doble de mesas receptoras de votos.
Este es un evento gobernado por las grandes corporaciones desde las cúpulas, aunque perforado en los ramales partidarios ?poderes locales y poder legislativo- por capitales emergentes, algunos asociados a la narcoactividad. Por eso los programas de gobierno son muy semejantes y, desde el punto de vista de la competencia entre capitales, la polarización se diluye pues donde las corporaciones dominan arriba, los grupos emergentes controlan abajo. Las corporaciones dan legitimidad a los candidatos, pero los grupos emergentes aportan buena parte del financiamiento. Esa convivencia, sin embargo, podría romperse y tener en el próximo Congreso un escenario de confrontación.
Desde 2005 Washington envió señales de inquietud sobre el proceso electoral guatemalteco. En 2006 sugirió a la secretaría general de la OEA financiar una misión nutrida y con suficiente tiempo de implantación en el terreno. Sería una de las mayores misiones de observación electoral de Latinoamérica. Todo apuntaba, entonces, a que la lectura internacional sobre Guatemala era crítica. La polarización supuestamente estaba entre el candidato favorito de las encuestas, Álvaro Colom de la UNE, y el candidato oficialista que apuntalarían las corporaciones.
También, como en Ecuador, se temía que la debilidad de los partidos y el hábitat de pobreza y exclusión social, aunado al descrédito de la clase política, resultaran propicios para el despegue de un candidato anti-sistema o de abierto corte populista. Los análisis que compartía el vicepresidente Stein con la prensa ?atentados, empates técnicos, alegados de fraude y otros- alimentaron tal escenario crítico.
Sin embargo, un movimiento político trascendente ocurría y se consolidaría en 2006 que disolvió en gran medida esos temores. La información disponible dice que Colom fue alertado por Washington sobre la infiltración en su partido de financistas asociados a la narcoactividad. Incluso algunos de ellos habrían sido identificados. Washington, a la vez, habría advertido de las dificultades de trabajar con un Gobierno con bajo margen de lucha contra el crimen organizado. Colom habría atendido esos mensajes recibidos en la propia capital estadounidense, y de inmediato alejaría a algunos de los personajes señalados. Algunas pesquisas oficiales indican que la reacción de los desplazados se canalizó en ataques al círculo de asesores del candidato, pero todo indica que quienes desde el poder local ya estaban posicionados en el partido, se agazaparon.
Esto coincidió con el fracaso del oficialista Gana de montar una candidatura de peso y con suficiente antelación, y también con el hecho que el otro candidato cercano a las corporaciones, el general Otto Pérez del Partido Patriota, se mostraba díscolo y extremadamente crítico a la administración de Berger, al punto que emprendió un juicio político que terminó con la carrera del ministro de Gobernación, Carlos Vielmann, operador sostenido hasta el último momento por las corporaciones.
El otro dato de convergencia es que los seis grandes grupos corporativos se habían diluido desde inicios de 2006, tras constatar el fracaso del gobierno de Berger, decidiendo cada cual buscar su propia opción política. Hubo al menos tres de esos grupos que iniciaron contactos con Colom. Esos contactos se intensificaron en la medida en que la UNE necesitaba de la legitimidad de estas corporaciones ?que son influyentes en los medios de comunicación y entre sectores urbanos- y éstas, a su vez, no veían levantarse una opción confiable con posibilidades de éxito electoral. El acuerdo fue reflejo de real politik y de alguna manera quedó sellado con la nominación del médico Rafael Espada como candidato a la vicepresidencia, a la vez que los medios bajaban los señalamientos de corrupción y asociaciones sospechosas que habían sido habituales e incisivos desde fines de 2003.
Así, las cosas siguieron un rumbo más predecible: Colom continuó encabezando el primer pelotón de partidos con alta intención de voto, y seguramente pasará a disputar la segunda ronda electoral. Su rival más probable será Otto Pérez. Las encuestas marcan una distancia entre los dos candidatos de más de diez puntos. Si fuere el caso, Colom arrasaría a Pérez en vuelta definitiva. Pero, si como anticipan otros observadores, la distancia real es menor, el escenario quedará abierto a las sorpresas. Otros analistas en cambio sostienen que existe un voto oculto que se manifestará a favor de Colom el día de las elecciones. Este voto se deriva de la multiplicación de mesas receptoras en poblados pequeños, haciendo valer el peso de la implantación territorial, donde la UNE es más fuerte que el PP.
De todos modos, las estimaciones dicen que ningún partido volverá, como fue en 1985, 1995 y 2000, mayoría absoluta. Colom tendría la primera minoría, Pérez la segunda y probablemente Gana la tercera. Pérez jugaría un rol de abierta oposición para reiniciar la carrera presidencial con vistas al 2011. Colom, para gobernar, necesitaría apoyos en el Congreso de la Gana y del FRG, eventualmente también de Encuentro por Guatemala. Pero como la próxima legislatura sea probablemente la manzana de la discordia, los reflectores se lanzarán contra ella.
Desde ya se habla de depurar el Congreso ?cuando aún no está electo, aunque ciertamente 100 de sus 158 legisladores actuales quieren reelegirse- considerado como un órgano corrupto e ineficaz. Ese tema estuvo en la agenda del gobierno de Berger, pero no encontró la forma de encararlo. No contó con los operadores políticos necesarios. También se anticipa la idea de promover una reforma constitucional vía Asamblea Nacional Constituyente, pero esa decisión sin duda quedará hasta después de ver los resultados electorales del próximo 9 de septiembre.
En el escenario de un Congreso bajo acoso y debilitado, a Colom le sería relativamente más fácil operar. Pero si ese Congreso encuentra en el general Pérez un líder para confrontar, podría crearse un cuadro de potencial crisis. Si en 1994 el vértice de la confrontación Ejecutivo ? Congreso, que terminó con el golpe de Estado del presidente Jorge Serrano y la posterior “depuración” del Legislativo, fue la disputa por las privatizaciones, esta vez una crisis de gobernabilidad se podría desatar si los bloques de diputados deciden emprender una reforma tributaria, un punto sensible para el sector empresarial?.
Mi comentario: lo único que puedo agregar a este interesante análisis de la situación preelectoral en Guatemala es aconsejar a los lectores que saquen sus propias deducciones.

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