Estoy seguro que en Guatemala tiene que ser sumamente difícil ser ministro de Gobernación de cualquier gobierno, sobre todo en las circunstancias por las que está atravesando el país con tanta delincuencia organizada y desorganizada, asesinatos a diario, ?maras? a cuales más criminales y diabólicas, constante tráfico de drogas, cuantioso lavado de dinero, etcétera. Asimismo, tiene que ser muy difícil ser director de la Policía Nacional Civil (PNC), no sólo porque tiene que hacerle frente a esta descontrolada situación sino porque también tiene que ser sumamente cauteloso para impedir que no se infiltren malos elementos en la PNC. Con mayor razón cuando se suceden casos tan graves como el secuestro y asesinato de tres diputados salvadoreños al Parlamento Centroamericano (Parlacen) con su piloto, y poco tiempo después la ?ejecución? en la cárcel llamada El Boquerón, en Cuilapa, Santa Rosa, de cuatro de los seis policías sindicados de ser los presuntos autores de dichos asesinatos.
Es fácil comprender que no es nada cómodo para un ministro de Gobernación ser interpelado por una bancada de diputados de oposición en el pleno del Congreso de la República. Particularmente cuando quien le plantea el interrogatorio es una guapa diputada tan incisiva como lo es Roxana Baldetti. Me imagino que el ministro de Gobernación, Carlos Vielmann Montes –apodado ?El Chonte? desde hace muchos años, por su supuesta tendencia a las actividades policíacas–, no ha de haber estado muy a gusto mientras era crucificado a preguntas por la agresiva jefa de la bancada del partido Patriota que postula la candidatura presidencial del general Otto Pérez Molina. Pero, en honor a la verdad, hay que reconocer que salió bastante bien librado del primer día de la interpelación.
Creo que el miércoles pasado el ministro Vielmann ganó el primer round del encuentro, porque fue evidente que la diputada Baldetti no preparó suficientemente bien sus preguntas sobre las supuestas actividades delictivas de dos escuadrones de la muerte compuestos por miembros de la Policía Nacional Civil que se presume que han venido cometiendo con absoluta impunidad una larga cadena de asesinatos para llevar a cabo lo que se conoce como ?limpieza social? y han integrado para ello “grupos élite”. Pero Carlos Vielmann todavía no debe cantar victoria porque aún no se sabe cómo le va a ir en el segundo round, que será el martes próximo.
Cuando delincuentes particulares cometen actividades criminales, lo hacen con temor a ser descubiertas y capturadas por las autoridades, pero cuando quienes los cometen son miembros de las entidades oficiales, actúan con impunidad porque se saben protegidas por sus superiores que, supuestamente, les han ordenado hacerlo. Esa parece ser la versión de los hechos que maneja el Presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca, quien reiteradamente ha declarado que sus compatriotas fueron asesinados por policías que cumplían órdenes superiores y no por delincuentes comunes o narcotraficantes, lo cual constituye un razonable motivo de preocupación y de vergüenza para el gobierno del presidente de Guatemala, Óscar Berger, y para todos los guatemaltecos.
En la interpelación a Vielmann, la diputada Baldetti dedicó bastante atención a un ex comisario de la Policía venezolana un tanto misterioso que se llama Víctor Rivera y ya lleva algunos años en Guatemala asesorando al ministerio de Gobernación en los numerosos casos de secuestros, y antes estuvo haciendo lo mismo en El Salvador, donde era conocido con el nombre de Zacarías, pero por alguna razón desconocida salió de allá más corriendo que andando. Sin embargo, es comprensible que por tratarse de un investigador cuya vida corre peligro si se dan a conocer al público sus actividades, el ministro Vielmann se haya negado a divulgar de viva voz los datos de lo que hace y con quiénes trabaja para no exponerlos.
La excelente y bien recordada –lamentablemente desaparecida– revista Crónica, cuyo consejo editorial presidía Francisco Pérez de Antón, dedicó al mencionado personaje la portada de la revista del 1 de agosto de 1997, que tituló ?El misterioso Víctor, un ex comisario de policía venezolano irrumpe en la investigación de casos de secuestros y genera más dudas que resultados?. Y planteó las siguientes preguntas ?¿Cuánto cobra por sus servicios?” “¿Por qué no proporciona los datos al Ministerio Público para que éste solicite la captura y procesamiento de los secuestradores?” “¿Por qué abandona los casos de súbito?” “¿Por qué los servicios de inteligencia del Estado prefieren no trabajar con él?” “¿Cómo es posible que un extranjero, asesor del Ministerio de Gobernación, tenga conocimiento sobre bandas de secuestradores y lo maneja fuera de las instituciones del Estado??
Y en las páginas interiores Crónica publicó un reportaje de Félix Colindres que en su primera parte decía lo siguiente: ?El 1 de marzo de 1997 Juan José Chacón Cifuentes recibió, en voz de su cuñada, una de las peores noticias de su vida: el secuestro de su hermano Mauricio. A las expresiones de dolor en la familia siguieron la incertidumbre y la confusión. Todavía el 2 de marzo de 1997, un día después del rapto, Juan José no sabía qué hacer. Entre la desesperanza y el miedo buscó en los diarios alguna orientación y dio con los teléfonos de Guardianes del Vecindario (GV), a quienes de inmediato les pidió ayuda. Lo primero que hizo GV fue recomendarle a Víctor Rivera, un asesor del Ministerio de Gobernación. Este hombre, venezolano de tez blanca y complexión fuerte, tenía la fama de ser el mejor experto para resolver casos de secuestro en el país. Por vez primera Juan José sintió cierto alivio?. Y continuaba: ?La impresión que Rivera causó en la familia Chacón fue positiva. Su apariencia elegante no delataba sus vínculos con el Gobierno, mucho menos con las fuerzas de seguridad. Este personaje de voz cadenciosa y mediana edad se movía con tal sagacidad que desde el primer instante transmitió la confianza que la familia Chacón necesitaba en ese momento. Por ello, a partir del lunes 3 de marzo Rivera se hizo cargo de negociar el monto del rescate. En esos días cruciales, los Chacón también se enteraron de que el venezolano condicionaba su apoyo a que la familia no denunciara el rapto a la prensa ni a las fuerzas de seguridad, salvo si él lo consideraba necesario?.
Sigue diciendo Crónica: ?Con el paso de los días, y mientras eran mayores las posibilidades de rescatar a Mauricio, la familia tuvo la oportunidad de conocer otras facetas de dicho personaje: la de ser un investigador incansable ?trabajaba 24 horas del día si era necesario?y de hacerse acompañar casi siempre de hombres y mujeres jóvenes que atendían una orden suya a la primera señal. También trataba de calmar a la familia con frases como ?Tengo que conocer a Mauricio?, por ejemplo, así como realizaba exposiciones de hasta dos horas sobre la manera que operan las bandas de secuestradores. Esto reforzaba la confianza que los familiares de las víctimas habían depositado en él.?
En el siguiente párrafo decía: ?Pero así como en un principio cautivó a madia familia, muy pronto la simpatía derivó en desencanto. Juan José relata ahora que las cosas comenzaron a ir mal el 6 de marzo, cuando presuntamente los plagiarios de su hermano recibieron el dinero del rescate. ?Ese día Víctor se fue tras el auto que transportaba la suma acordada. Le pedí que no realizara operativo alguno, pues quería de vuelta a mi hermano. Antes de llegaral punto de entrega, el venezolano sobrepasó al vehículo que llevaba el dinero, y desapareció. No entregaron a mi hermano y ahora los secuestradores dicen que ls mandamos policías?, indica Chacón. Y agrega que, a pesar de tener suficiente información sobre el supuesto lugar donde se encontraba el secuestrado, así como los nombres de los posibles plagiarios, cinco meses después Rivera no ha actuado para ubicar a los delincuentes. Cuando Juan José ha acudido a Inteligencia Militar y al Estado Mayor Presidencial en busca de ayuda, siempre ha recibido la misma respuesta: ?Si Víctor está en el caso, nosotros no podemos implicarnos?. Y cuando ha hecho lo mismo con la Policía, ésta le ha dicho: ?Usted no acudió a la Policía antes. Ahora tenemos que empezar a investigar el caso?. Si este hombre es el representante del Ministro, ¿por qué no traslada la valiosa información que ha acumulado?, se pregunta ahora Juan José. Pero también surgen otras dudas. ¿A qué se debe que, después de la entrega del dinero, el venezolano no haya mostrado mayor interés por seguir conociendo sobre este secuestro? Estas son apenas dos interrogantes de las muchas que la familia Chacón se hace sobre el misterioso sujeto?.
Con el título de PASADO EN CUESTIÓN, sigue diciendo: ?No se sabe con certeza cuándo vino Víctor Rivera a Guatemala. Algunos afirman que fue hace año y medio, a pedido de una familia de empresarios que padecía en ese momento el secuestro de uno de sus miembros. La referencia más inmediata que se tenía de este investigador eran sus estudios en la Escuela de Policía de Venezuela y haber llegado a ser uno de los directores de la Policía Técnica Judicial de ese país, ente encargado de realizar investigaciones criminales. De él se dice que ganó varias batallas en la lucha contra la delincuencia y que jugó un papel de primera línea en la investigación documental que permitió procesar al ex presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, por los delitos de malversación y peculado de fondos de la partida secreta del Gobierno. Esos fueron los antecedentes que motivaron a grupos como Guardianes del Vecindario a confiar en él.
Continúa: ?Rivera se jubilo con el grado de comisario. Al retirarse se dedicó a trabajos particulares en su especialidad. Fue jefe de seguridad de una aerolínea. Sus constantes viajes a Centroamérica lo relacionaron con empresarios salvadoreños, quienes le solicitaron su auxilio para resolver casos de secuestro. Es más, el Ministerio de Seguridad Pública de El Salvador lo contrató para dar con los plagiarios y le proporcionó una oficina con personal que se movilizaba de forma paralela al trabajo que realizaban los servicios de inteligencia salvadoreños.
Sigue diciendo: ?En el vecino país, la labor de Víctor habría de rendir frutos. A él se atribuye el esclarecimiento de varios casos importantes, entre éstos el del secuestro del ex ministro de Economía, Carlos Ortiz Mancilla, que culminó con la captura e los responsables. Sin embargo, también se le acusó de omitir datos importantes y entorpecer las investigaciones en otros casos, como el del hijo del ex presidente de la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL), Saúl Suster. A raíz de haber participado en las investigaciones de este caso y de los señalamientos que se le hicieron, circularon dos especies sobre las razones por las que el Ministerio de Seguridad anuló su contrato a principios del año pasado. En la primera versión se hacía énfasis en su poca eficacia como investigador, en tanto que en la segunda, que sólo quedó en rumores, se le atribuía la participación en estos hechos delictivos. El despido no fue obstáculo para que un grupo de empresarios guatemaltecos contratara a Rivera con el fin de resolver casos de secuestro en este país. Quien lo trajo es el mismo que lo recomendó al Ministro de Gobernación, que al final lo incorporó en los primeros meses de 1996 a su equipo como asesor en materia de secuestros. Aunque el viceministro del despacho, Salvador Gándara, confirmó que Rivera trabaja para el Ministro, pero que su salario es pagado por la iniciativa privada. Al parecer, el grupo de empresarios que lo trajo no sólo le costea los gastos de vivienda, sino además le procura una oficina en un edificio de la zona 10 capitalina.
?En este sentido, los familiares y amigos de víctimas de secuestro se preguntan a cuánto asciende en realidad el salario de Rivera, el cual, se dice, es muy alto y pagado en dólares. Quienes cuestionan el papel del investigador no logran explicarse por qué Mendoza lo acepta como asesor a pesar de sus antecedentes en El Salvador. Además, según denuncia Oscar Recinos, de Guardianes del Vecindario, no está claro por qué Rivera guarda la información sobre bandas de secuestradores en una oficina alejada del control gubernamental. ¿Qué pasaría si de repente decide irse del país con todos los datos?, se pregunta Recinos.?
El reportaje termina con el siguiente párrafo: “Estas interrogantes se unen a la sospecha de fuentes militares de que Rivera sólo se interesa por negociar el monto de los rescates y liberar a la víctima, no así de capturar a los responsables del secuestro. Mientras esto no suceda, ¿cuántas personas más caerán en manos de las mismas bandas de secuestradores? Y aunque también persiste la duda acerca de si el Ministro del Interior cuenta con todos los datos conseguidos por Rivera, más allá de las motivaciones que el Gobierno tenga para retenerlo en el puesto, todavía prevalecen las dos mayores preguntas: ¿Qué hace Rivera con toda la información recabada durante más de un año de investigaciones y por qué ésta aún no se encuentra en manos del Ministerio Público?”
El martes proximo veremos si la diputada Roxana Baldetti logra su cometido y consigue que la mayoría de diputados que se requiere dé a Vielmann un voto de falta de confianza que haga que el presidente Berger le acepte la renuncia junto con la del director de la PNC, Erwin Sperisen. Y probablemente se sabrá también si hay pruebas de que tanto quienes asesinaron a los diputados salvadoreños al Parlacen y a su piloto, como quienes después “ejecutaron” a éstos en El Boquerón eran miembros de la PNC y lo hicieron por órdenes superiores.