INELUDIBLE EXPLICACIÓN

Espero que esta será la última vez que escriba sobre este desafortunado tema, pero considero ineludible hacerlo hoy. Me refiero al desproporcionado disgusto que causó a José Rubén Zamora, presidente de elPeriódico, mi artículo titulado “Respeto quiere respeto, embajador Robinson”, dirigido al embajador de Estados Unidos de América, instándole a que sea respetuoso y deje de violar el artículo 41 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, que prohíbe a los diplomáticos acreditados en un país inmiscuirse en los asuntos internos de ese país.  No mencioné la palabra soberanía porque comprendo que, a estas alturas, hablar de soberanía en Guatemala es una entelequia, una utopía.

Pero reitero categóricamente que mi único propósito fue hacer una exhortación al embajador de los Estados Unidos para que no sea tan irrespetuoso al decir que no le importa lo que digamos los periodistas, ni lo que hayan dicho en sus discursos el Presidente de la Republica, Jimmy Morales, ni el Nuncio Apostólico, monseñor Denis Theverin, decano del Cuerpo Diplomático; y le solicité que no se inmiscuya en los asuntos internos de nuestro país. Pero al final hice una metáfora desafortunada al decir que si continúa comportándose de esa manera va a dejar en Guatemala un recuerdo “más negro que su piel”, lo cual fue interpretado como un “execrable ataque racial”. Y si le llamé “afroamericano” es porque así se llama a los norteamericanos de raza negra. Pero no lo dije como un ataque personal, ni mucho menos como un “ataque racista”. Tengo la satisfacción de decir que en el transcurso de más de 70 años de dedicarme a este oficio, jamás he discriminado a nadie, por su color, por su raza o por su preferencia sexual.

Lamento mucho el mal entendido y reitero mi disculpa al embajador Robinson, a José Rubén Zamora, a los empleados de elPeriódico que hayan sentido vergüenza por lo que dije, a todo el honorable Cuerpo Diplomático y a la opinión pública nacional. Pero lamento también que el reproche de Zamora haya sido tan exagerado en su artículo Un inaceptable ataque racista”, que motivó que una persona amiga pensara que era “una invitación” a que deje de escribir en este medio, a lo cual respondí recordando el apotegma del genial Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Además de que Zamora tiene derecho a opinar como le convenga o le parezca, no hay que olvidar que es el presidente de elPeriódico. Y donde manda capitán, no manda marinero.

Recuerdo que por los años 60, cuando yo escribía en Prensa Libre una columna diaria, sostuve polémicas con el colega Álvaro Contreras Vélez, nacido en Costa Rica, que era socio de esa empresa, subdirector del diario y autor de la leída columna “Cacto”, y una vez que sostuvimos una fuerte polémica él llegó a las diez de la noche sorpresivamente a los talleres para ver si yo había escrito algo y cuando leyó la galera ya levantada en plomo, la sacó de la página ya formada y la lanzó al crisol para derretirla. Pero Oswaldo Romero, el jefe de talleres, sin importarle la hora llamó por teléfono al director, Pedro Julio García, para informarle del hecho y éste se levantó de la cama a las 11 de la noche, se vistió y llegó al periódico para asegurarse de que mi columna se volviese a levantar en linotipo, se pusiera de nuevo en la página y no se retiró hasta comprobar que estaba impreso. Al día siguiente hubo reunión de los socios (todos descansan en paz) para discutir el caso y todos, por unanimidad, apoyaron la reacción de Pedro Julio, así como mi inalienable derecho a expresar mis opiniones.

Finalmente, deseo agradecer el apoyo que recibí de muchas personas durante esta deplorable situación, aunque hubo muchas opiniones contra mí. Pero estas fueron más por un rechazo a mi persona que por el contenido de mi artículo. Al extremo que un señor dijo que me odia porque cuando él era patojo y trabajaba en La Hora, una vez yo le pegué un sopapo en la cabeza con la mano abierta. Una columnista de elPeriódico escribió el sábado una serie de tonterías contra mí persona, más que contra lo que escribo. Y una señora dice que nunca lee mis columnas porque le desagrada todo lo que escribo.

Muchas gracias a todos, porque me deja claro que así como hay muchos que me apoyan, también hay muchos que me detestan, lo cual me hace recordar la popular canción de mi querido amigo mexicano Cuco Sánchez que en una de sus estrofas dice: No soy monedita de oro pa’ caerle bien a todos; así nací y así soy, si no me quieren, ni modo”. Tan tan. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Twitter@jorgepalmieri

 

 

 

 

 

 

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