Probablemente la fiesta privada más sensacional que se ha celebrado en Guatemala a lo largo de su historia fue la que ofreció, el sábado pasado, a partir de las siete de la noche, en la playa del club del exclusivo balneario Juan Gaviota, en marina del sur, Roberto Arzú García-Granados, ampliamente conocido como ?El Junior?, por ser el hijo mayor del ex presidente de la República Álvaro Arzú Irigoyen (1996-2000), actual Alcalde Metropolitano y, si acaso se decide a continuar trabajando, sin ninguna duda será reelecto en las próximas elecciones generales que se celebrarán el 9 de septiembre, porque ha estado haciendo una labor excelente.
Roberto quiso celebrar en esa forma tan espectacular su 37 cumpleaños, sólo que el aniversario de su nacimiento será hasta el 15 de mayo, pero por el temor a las fuertes lluvias, que por lo general caen durante esos días, decididió que el sábado 21 sería apropiado para ese propósito. Y se puso a armar un “purrún” como pocas he visto en mis 78 años de vida en los cuales he asistido a infinidad de fiestas en diferentes partes del mundo.
Salimos de la capital en mi automóvil como a las 15 horas, creyendo que no demoraríamos en llegar más de dos horas, pero para salir de la ciudad nos tomó una hora recorrer los primeros 19 kilómetros. Después nos detuvimos un rato a comer unos chicharrones en el restaurante Oasis, a la salida de Escuintla, propiedad de una chamaca mexicana, trabajadora y bonita, de apellido Corcuera, quien tiene el mérito de haber levantado ese negocio a base de trabajo. Pero me parece indignante y desagradable que sirvan la comida como si fuesen perros a la clientela que se sienta en el restaurante porque los chicharrones, las carnitas, el guacamole y las tortillas las entregan envueltos en un papel. La verdad es que no tuve ganas de comer nada.
Los numerosos invitados a la fiesta de Roberto Arzú deben haber sido 600 o 700 y comenzaron a llegar alrededor de las 19 horas. Desde muy lejos se podía identificar el lugar donde se celebraría la parranda porque había muchos enormes reflectores que lanzaban a las alturas sus rayos de luz, como esos reflectores que se empleaban en las guerras y se usan en algunos países para las ceremonias de los grandes estrenos, con alfombra roja y toda la faramalla.
Al llegar al amplio y elegante club de Juan Gaviota, había numeroso personal de seguridad encargado de velar porque no hubiesen “clavos” ni entraran los habituales ?colados?, sino solo la larga lista de invitados cuidadosamente escogidos entre los amigos del ?Junior?. Pero dudo que no se hayan podido ?colar? por lo menos unos cuantos.
Desde la entrada había miles de candelas encendidas a ambos lados de la larga ruta que había que seguir por una escalera para bajar a la playa. Y al llegar al lugar indicado escuché las habituales risotadas del ?Junior? charlando alegremente y contando chistes a un numeroso grupo de amigos que estaban sentados alredor de una mesa para diez personas enfrente del enorme escenario. Entre los chistes que se contaron es que cuando la tormenta Stan, el mandatario fue a visitar a una pobre indita que lloraba amargamente diciendo: “Señor presidente, nos quedamos sin hogar”, a lo cual el presidente respondió: “¡Déle gracias a Dios doña, porque muchos se ‘hogaron!”
Después de dar a mi querido amigo Roberto el afectuoso abrazo de felicitación de rigor, me llevó del brazo hasta donde se encontraba de espaldas uno de sus invitados a quien preguntó: ?¿Vos Juan Luis, conocés a Jorge Palmieri??, y me dio mucho gusto estrechar la mano de mi viejo amigo el licenciado Juan Luis Florido, Fiscal General de la República y Jefe del Ministerio Público, quien estaba acompañado de varias personas.
Acto seguido, Roberto nos invitó a mí y mis acompañantes, que eran mi entrañable amiga Aura Ruiz Castañeda, popular presentadora de un programa de radio semanal de música brasileña, a quien sus numerosos amigos llamamos ?La Muñecona?; la guapa Vicky Portillo, activa agente de turismo internacional; al empresario Mario Arturo Figueroa y a mi hijo Alejandro, para que ocupásemos la mesa vecina a la de él, situada justo enfrente del enorme escenario que construyeron para la presentación de Annaby y su orquesta y otros tres conjuntos musicales que se alternaron; y, desde luego, el show del propio anfitrión, quien demostró durante largo rato su capacidad interpretativa y versatilidad. Después se unieron a nuestra mesa dos estimados amigos, el licenciado Stuardo Juárez y su encantadora esposa Nuria.
Nos sentamos y, sin más preámbulos, abrimos la primera botella de Etiqueta Negra y una botella de ron Bacardí para que ?La Muñecona? se preparase unos menjurjes que llama ?campechanos? y consisten en una onza de ron, un poco de soda y un chisguete de coca cola.
Al poco rato vimos entrar a Erwin Sperisen quien hasta hace pocos días fue Director General de la Policía Nacional Civil (PNC). Llegó solo, sin guardaespaldas, y vestía unos pantalones cortos o “bermudas”, y una sencilla camisa negra o azul oscuro como las que usaba cuando ocupaba ese cargo. Se comportó amigable y sencillo, como que ya ha superado el trauma que tiene que haberle producido la accidentada experiencia que tuvo al final de estar al mando de la PNC y era el más cercano colaborador del ex ministro de Gobernación Carlos Vielmann. Le dije que si no tenía otros planes podía compartir nuestra mesa y me dijo que iba a dar una vuelta, lo cual hizo saludando a los otros invitados. A nuestra mesa no regresó.
Una de las primeras mujeres atractivas que vi al llegar estaba platicando con el ?Junior? y fue la guapa y valiente periodista co-directora de El Periódico Silvia Gereda Valenzuela de Torrebiarte. Se veía sensacional, con un vestido blanco muy apropiado para el lugar. Estaba acompañada de su esposo. Al rato aparecieron mi querido amigo Mario López Estrada, (alias tigo), muy bien acompañado de su guapa y jovial esposa Ana María Pérez Bosch, de su hijo Mario y de sus dos guapísimas hijas Gabriela y Mariana.
Se podría decir que en la fiesta se encontraba la mayoría de los más destacados miembros de nuestra alta sociedad, pero no me sería posible recordar los nombres de todos. Sin embargo, recuerdo que por ahí andaban Sylvia García-Granados, mamá de Roberto; la linda esposa del ?Junior?, Mimi Saravia de Arzú, tan simpática y amable como siempre; el licenciado Roberto ?Chío? González y su esposa; el estrecho colaborador de Roberto, Enrique (?Quique?) Saravia, a quien sus amigos le dicen de apodo ?¡Oh my God!? desde el día que en un gimnasio en Managua, Nicaragua, pasó un gay que al ver su musculatura exclamó esa frase; el exitoso empresario Gustavo Alejos y el ejecutivo de canal 3 de televisión Fernando Villanueva hombre de toda la confianza del magnate mexicano de televisión y radio Ángel González; etcétera. Fue tan numerosa la concurrencia que era imposible ver a todos.
En la fiesta había un considerable número de mujeres jóvenes y guapas a quienes me habría querido abordar y conocer. En la mesa vecina había una mujer muy alta y esbelta, con piernas muy bien formadas, las cuales lucía generosamente con una minifalda realmente mínima. También había una patoja atractiva que tenía un vestido blanco que dejaba que se le vieran las bien formadas piernas, además de que el abusivo galán con quien bailaba había momentos en que le subía la falda arriba de la cintura y dejaba ver unos calzones azules muy coquetos. En un momento me la encontré cuando ella bajaba las largas escaleras y yo las subía para ir al baño, y confieso que no tuve valor para hablarle y me limité a exclamar: ?¡Púchica!?. Ella sonrió al oír mi asombro y probablemente pensó ?¡Qué viejo verde tan sinverguenza!?
El espectáculo que se presentó en el escenario durante toda la noche no dejó nada qué desear, aunque tuvimos que lamentar que varias veces se quedaron sin sonido y dos veces se fue la electricidad y hubo que esperar algunos minutos para que funcionaran los micrófonos y los reflectores. Pero es que ese escenario tuvo que ser montado de emergencia durante ese mismo día debido a que el que habían construído primero se les vino abajo con la fuerte tormenta tropical que hubo la noche anterior. De milagro les dio tiempo para construir otro escenario tan completo.
Como primera parte se presentaron el estupendo guitarrista y cantante Gustavo (?Tavo?) Bárcenas y su conjunto ?Alfaque?, quienes interpretaron un buen número de canciones; después le tocó el turno al excelente conjunto ?Viento en Contra, en el cual toca el bajo un hijo del candidato presidencial Álvaro Colom; y luego le tocó el turno el magnífico conjunto ?Los Malacates? con su cantante de apellido Paez. Los dos tuvieron sus propias interpretaciones solos, pero luego ambos conjuntos acompañaron a Roberto Arzú en su show que, francamente, nos dejó sorprendidos por su indudable calidad artística y escénica. No cabe duda que tiene mucho carisma y mucha calidad interpretativa, se mueve por el escenario como pez en el agua, con gran soltura, habla con el público al cual le hace bromas y le dice todo lo que quiere. Es indudable que hace honor a la vena artística de su queridísimo y recordado abuelo, el empresario agrícola y compositor Raúl García Granados y de su propia mamá Sylvia, quien también es buena intérprete y dirige la Academia Performing Arts y acaba de lanzar al mercado un nuevo CD titulado “Sólo esta vez”, con arreglos y la experta producción del maestro mexicano Willy Gutiérrez.
A la mitad de su actuación, Roberto invitó a subir al escenario a su esposa Mimi, a quien le cantó amorosamente la romántica canción estadounidense ?You are too good to be true? (Eres demasiado buena para ser verdad). Y tengan la seguridad en que él sabe por qué lo dice.
Por último se presentó la chulísima intérprete guatemalteca Annaby, acompañada de su gran orquesta de 14 elementos bajo la dirección del pianista Carlos Duarte, entre quienes hay varios miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional y destaca el violín concertino Héctor Castro. Las numerosas interpretaciones de Annaby fueron muy aplaudidas, y antes de terminar, en un momento dado invitó a Roberto Arzú a subir al escenario para cantar con ella la canción que interpreta mucho Alejandro Fernández que se llama ?Como quien pierde una estrella?. Roberto subió y lo hizo muy bien. Debo insistir en felicitar calurosamente a Annaby porque gustan mucho sus interpretaciones, sobre todo ahora ue tiene su propia orquesta.
En síntesis, fue una fiesta sensacional y en verdad inolvidable.