Diferencia de los Acuerdos de Paz de Guatemala y de Colombia
El pueblo de la hermana República de Colombia se salvó de caer en una trampa al votar NO en el reciente Plebiscito o referéndum ocurrido el 2 del mes en curso, porque gracias a las 297 páginas de los acuerdos de Cese al Fuego bilateral concertados en Oslo (Noruega) y en La Habana (Cuba), prácticamente le entregaban el poder a los guerrilleros terroristas, secuestradores, asesinos y narcotraficantes de las FARC-Ejército del Pueblo (EP), con la generosa concesión de 26 escaños en el Congreso sin necesidad de ser electos y otras prebendas. Con lo cual, aunque las FARC-EP perdieron la guerra al ser diezmados en los campos de batalla, resultaban ganadores en la firma de la paz. Algo parecido a lo ocurrido en Guatemala en 1996 con la firma del Acuerdo Final de la Paz Firme y Duradera, por el cual las fuerzas subversivas integradas en la URNG ganaron la guerra que habían perdido en los campos de batalla y al final de cuentas resultó perdedor el Ejército Nacional, defensor del Estado por mandato constitucional.
Cuando terminaron las negociaciones, el dictador cubano Raúl Castro Ruz, heredero de su hermano Fidel, hace entrega de los documentos firmados al presidente de Colombia Juan Manuel Santos Calderón y al comandante Rodrigo Londoño (alias “Timoshenco”) de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC) y el Ejército Popular (EP).
Los jefes de los dos bandos de negociaciones, el Presidente de Colombia Juan Manuel Santos Calderón y el comandante de las FARC-EP, Rodrigo Londoño Echeverri (alias “Timoshenco”), mostrando orgullosos sus copias del Acuerdo de Fin de Hostilidades suscrito en La Habana, previo a la Firma de la Paz que tuvo lugar posteriormente en Cartagena de Indias (Colombia) el lunes 26 de septiembre, pocos días antes del 2 de octubre, día en el que se votó por el SI o el NO en el referéndum. De parte del gobierno de Juan Manuel Santos participó en las discusiones el abogado y político colombiano Humberto de la Calle y el guerrillero Iván Márquez de parte de las FARC-E.
Con ambas manos, el dictador cubano Raúl Castro aprieta las manos del presidente colombiano Juan Manuel Santos Calderón y el comandante Rodrigo Londoño Echeverri (alias “Timoshenco”) de las FARC-EP , después de haber firmado los históricos acuerdos de cese de hostilidades suscritos en La Habana, Cuba, los cuales se dice que fueron pergueñados por el ideólogo comunista español Enrique Santiago.
Contrario a lo que trataron de hacer creer, el acuerdo final que se firmó en La Habana (Cuba) después de cuatro años de negociaciones que tuvieron lugar en Oslo (Noruega) y en La Habana (Cuba), no fue el Acuerdo de Paz Final, como se dijo, sino solamente fue el Acuerdo para el Cese al Fuego y Hostilidades Bilateral y Definitivo y Dejación de las Armas tuvo como objetivo la terminación definitiva de las acciones ofensivas entre la Fuerza Pública y las FARC-EP, y en general de las hostilidades y cualquier acción prevista en las Reglas que Rigen el CFHBD, incluyendo la afectación a la población, previo a crear posteriormente la implementación del Acuerdo Final que se firmó en una pomposa ceremonia que tuvo lugar en Cartagena de Indias (Colombia) en presencia de muchos presidentes de países latinoamericanos, entre ellos Michelle Bachelet, de Chile, Enrique Peña Nieto, de México, Pedro Pablo Kuczynski, de Perú, Rafael Correa Delgado, presidente de Ecuador, y Jimmy Morales, presidente de Guatemala, el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) Ban Ki-Moon, el Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y el ex Rey de España Juan Carlos de Borbón. Razón por lo cual creo que fue precipitado el que se le haya otorgado el Premio Nobel de la Paz al presidente Santos, con el millón de euros que conlleva, dinero que el presidente Juan Manuel Santos Calderón ha dicho que va a repartir entre las víctimas del conflicto, lo cual constituye otro acto demagógico más, porque ese dinero no alcanzaría para indemnizar a todos los colombianos y colombianas que fueron víctimas de secuestros, torturas y asesinatos perpetrados impunemente por las FARC-EP.
Pero después fue indispensable realizar un referéndum o plebiscito entre los votantes colombianos registrados el 2 de octubre para que el pueblo colombiano votara si estaba de acuerdo con ese tratado, o no. Por más que las encuestas le daban por seguro el triunfo del SI por amplio margen, la sorpresa fue grande después de que el 2 de octubre en curso se celebró el plebiscito, y ganó el NO, aunque por estrecho margen.
El NO obtuvo 6,377.464 votos, mientras que el SI obtuvo 6,377.464 votos, equivalente al 49.79%. O sea que el NO fue superior al SI en un 50.21 por ciento porque, lamentablemente, fue mayoritaria la abstención. De los 34,899.945 votantes registrados, el total de votantes en el plebiscito fue de 13,066. 025, de los cuales fueron válidos 12,808.858, o sea el 98.03%, mientras que entre los votos nulos y los no marcados sumaron 86,243, o sea el 1.97%. Estos resultados han puesto en evidencia el poco interés de la mayoría de los colombianos por participar en el referéndum. Es innegable que esa mayoría se ha unido a quienes dicen “La paz sí, pero esos acuerdos no”. Con toda razón, después de conocer los resultados de la supuesta “paz firme y duradera” de Guatemala.
Las caricaturas del genial Fo que se publican en Prensa Libre, son usualmente acertadas, pero esta vez se equivocó en esta caricatura del referéndum o plebiscito al poner al pueblo colombiano como una avestruz enterrando la cabeza en la arena para no ver el peligro, para sorpresa tanto del presidente Juan Manuel Santos como del comandante “Timoshenco”. Creo que se equivocó Fo porque, por el contrario, el pueblo colombiano dijo NO porque aunque está de acuerdo con la paz, no está de acuerdo con los acuerdos firmados.
Confieso que yo fui una de las tantas personas en el mundo que caímos en el error de ser “encandilados” por los supuestos Acuerdos de Paz suscritos en La Habana, Cuba, por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) Rodrigo Londoño Echeverri, conocido bajo los alias de “Timoleón Jiménez”, “Timochenko” o “Timochenco” y el gobierno del 59º presidente de la República de Colombia, el político, periodista y economista Juan Manuel Santos, de muy larga militancia periodística en el diario de su familia El Tiempo y política como ministro de los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (del 2002 al 2010) y de Andrés Pastrana Arango (de 1999 al 2002) para la elaboración de los cuales actuó como “intermediario honesto” (?) el presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz. Con el apoyo del gobierno de los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro, y del Ecuador, Rafael Correa Delgado. Y con la presencia del Rey emérito de España, Juan Carlos de Borbón y de 15 presidentes, incluyendo el presidente del Consejo de Seguridad de la ONU y los presidentes de México, Enrique Peña Nieto, Pedro Pablo Pablo Kuczynski, de Perú, de Cuba Raúl Castro, el presidente de Argentina, Mauricio Macri, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, el presidente de Ecuador, Rafael Correa Delgado, el presidente de Ecuador, y el presidente de Guatemala, Jimmy Morales Cabrera, y otros, así como también 27 cancilleres y 10 miembros de organismos internacionales.
Quienes nos entusiasmamos con la idea de que terminara ese conflicto armado, de 52 años de duración, tras cuatro décadas de tratar de hacerlo, no tuvimos el cuidado de conocer el contenido de las 297 páginas de dichos acuerdos, sino simplemente nos dejamos ganar por la idea de que terminara la guerra y se firmara la paz. Tras de lo cual, cuando se llamó a participar en un referendo nacional o plebiscito para que el pueblo colombiano votara “SI” o “NO” por esos acuerdos de paz, los promotores del “SI” nos impusieron votar en esa forma como única opción para quienes deseasen la paz y el “NO” para quienes no fuesen partidarios de la paz. Pero los votos mayoritarios obedecieron a quienes sostienen con sensatez que “La paz SI, pero los acuerdos NO”.
Como es bien sabido, el recién pasado domingo 2 del mes en curso se llevó a cabo la votación y el pueblo colombiano votó mayoritariamente por el “NO”, aunque con pequeña ventaja sobre el “SI”, y si hemos de aceptar el sofisma del político y economista liberal francés Claude Frédérik Bastiat (1801-1851) de que “La voz de pueblo es la voz de Dios”, la mayoritaria voluntad de los votantes colombianos (el 52.25%) dijo que “NO” a los acuerdos de paz firmados en La Habana y su voluntad debe respetarse. Por más que tanto el presidente Juan Manuel Santos como el comandante en jefe de las FARC, alias “Timoshenko” insistan en que los acuerdos fueron firmados en La Habana y siguen teniendo validez.
Para estas negociaciones de paz no se tomó en cuenta al Ejército de Liberación Nacional (ELN), declarado marxista-leninista y pro-revolución cubana. El Ejército de Liberación Nacional es una organización guerrillera insurgente que opera en Colombia. Son partícipes del conflicto armado colombiano desde su conformación en 1964 y son dirigidas por el Comando Central, del que hacen parte siete miembros, incluyendo el jefe del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”. Y no podrá haber paz en Colombia sin que participe y deponga las armas el ELN.
Ex presidente y actual Senador Álvaro Uribe Vélez, impulsor de votar por el NO
El más destacado y firme opositor a esos acuerdos de paz y promotor del voto “NO” en el referendo fue el ex presidente y actualmente Senador Álvaro Uribe Vélez, fundador y máximo líder del partido de derecha Centro Social Democrático, también llamado el “Partido de la U”. Y a los guatemaltecos nos debe interesar su primera declaración, en la que afirmó: “Al votar por el NO, Colombia se ha salvado de pasar situaciones como las que ha vivido Guatemala, en las cuales los militares son juzgados y los terroristas premiados”. (Declaración tomada del excelente artículo del columnista de Prensa Libre Alfred Kaltschmitt titulado “Paz sí, pero no así”). Lo cual debemos reconocer que es verdad, lamentablemente, porque aquí están siendo procesados muchos militares que defendieron la estabilidad del Estado y, por otro lado, hay en el gobierno numerosas personas que participaron en las fuerzas guerrilleras. Y nunca han sido enjuiciados los subversivos terroristas que secuestraron y asesinaron a muchas personas, entre ellos los embajadores de Estados Unidos de América, Gordon Mein, y de Alemania, el conde Carlos von Spretti y otros diplomáticos y militares estadounidenses; así como secuestraron a varias personas, entre ellas al director y subdirector de Prensa Libre, Pedro Julio García y Álvaro Contreras Vélez, respectivamente; y asesinaron en una cobarde emboscada callejera al co-propietario y columnista de Prensa Libre, Isidoro Zarco Alfasa. Y quemaron varias fincas, porque sus propietarios se negaron a contribuir con fuertes sumas de dinero que les cobraban como “bonos de guerra”, y destruyeron muchos puentes, torres eléctricas y numerosas obras de infraestructura. Sin menospreciar varias masacres que cometieron. Además, nunca se consultó al pueblo por medio de un referéndum o plebiscito si estaba de acuerdo con lo establecido en el Acuerdo de paz Firme y Duradera, sino simplemente fue firmado por unos representantes del gobierno de la República, nombrados caprichosamente por el presidente Arzú, como si se tratase de una dictadura, y no de una democracia, y los dirigentes guerrilleros que firmaron con sus nombres de guerra. Por todo lo cual habría razón para justificar que dicho acuerdo sea cuestionado y derogado.
Este Video fue publicado en ocasión de que se cumplieron los primeros 1o años de la firma de ese Acuerdo de Paz Firme y Duradera. Les sugiero verlo.
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Gracias a la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera de Guatemala, que tuvo lugar el 29 de diciembre de 1996 a espaldas del pueblo, y fue firmado únicamente por representantes del gobierno del presidente Álvaro Arzú Irigoyen y los comandantes guerrilleros, cesó el Conflicto Armado Interno o Guerra Civil de más de tres décadas de duración. En representación del gobierno: Gustavo Porras Castejón (quien antes había sido guerrillero terrorista, pero en ese momento desempeñaba el cargo de Secretario de la Presidencia en el gobierno de Álvaro Arzú), la economista Raquel Zelaya Rosales (¿por qué?), el licenciado Richard Aitkenhead Castillo (¿por qué?) y el general de brigada Otto Pérez Molina, como asesor militar de la comisión negociadora. Por esta razón, desde entonces se le ha calificado como traidor por sus conmilitones. Por eso hay algunos detractores que atribuyen a karma lo que está pasando actualmente en la cárcel preventiva el ex presidente Otto Pérez Molina.
Nunca se ha sabido si para designar a esos delegados, había habido previamente un Acuerdo Presidencial, o si simplemente fueron escogidos por el mandatario. Y por la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG): Ricardo Arnoldo Ramírez de León, alias “Comandate Rolando Morán”, Jorge Ismael Soto García, alias “Comandante Pablo Monsanto”, Ricardo Rosales Román, alias “Carlos Gonzáles”, secretario general del Partido Guatemalteco del Trabajo, (PGT ) (comunista) y Jorge Edilberto Rosal Meléndez (alias Comandante “Belisario”) Director de la Comisión Política y Diplomática de la ORPA, en representación personal de Rodrigo Asturias Amado, alias Comandante “Gaspar Ilom”, de la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA), quien no asistió al acto porque poco tiempo antes esa organización había participado en el secuestro de la señora Olga Alvarado de Novela a quien finalmente soltaron por una elevada suma de rescate; y el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) Boutros Boutros-Ghali.
El grupo de Países Amigos del Proceso de Paz de Guatemala estuvo integrado por los representantes del Reino de España, de Colombia, de los Estados Unidos de América, de los Estados Unidos Mexicanos, de la República de Venezuela y del Reino de Noruega.
No hay que olvidar que los guerrilleros firmaron el acuerdo con sus nombres de guerra y no con sus nombres legales.
También asistieron al acto el presidente de España, José María Aznar, el presidente de Panamá, Ernesto Pérez Balladares, la presidenta de Nicaragua,Violeta Chamorro, el presidente de Honduras, Roberto Reina, el presidente de Costa Rica, José María Figueres, el presidente de Honduras, el presidente de El Salvador, Armando Calderón Sol, el presidente de Colombia, Ernesto Samper Pizano, el presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, el presidente de Venezuela, Rafael Antonio Caldera Rodríguez. Por los Estados Unidos de América asistieron el Senador por el estado de Georgia, Paul Douglas Coverdell, el Jefe del Comando Sur, general Wesley Kanne Clark, el Subsecretario de Estado, John Hamilton y el embajador en Guatemala Donald J. Planty. Y como invitado especial, el ex presidente de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez, premio Nobel de la Paz. Pero ninguno de ellos firmó el Acuerdo de Paz, aunque me parece que firmaron en otro libro un acta sobre lo acontecido, como tal parece que lo hizo el presidente de Guatemala, Álvaro Arzú Irigoyen, porque me parece que él tampoco firmó el Acuerdo de Paz Firme y Duradera, (por motivos que ignoro) aunque en este video si aparece firmando otro libro ajeno al acta del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, igual que los presidentes de Nicaragua, de Venezuela, de México y de España. Paz que, lamentablemente, no ha sido ni firme ni duradera.
Momento en el que el general de brigada Otto Fernando Pérez Molina y el secretario general del Partido Guatemalteco de Trabajadores, PGT (comunista) Carlos Rosales Román (alias Carlos Gonzáles), firman el llamado Acuerdo de Paz Firme y Duradera, que si bien puso fin al conflicto armado, en realidad no estableció la paz, ni hizo posible que se cumpla la amnistía otorgada a ambos bandos, salvo por delitos de lesa humanidad, razón por la cual los guerrilleros subversivos sobrevivientes al conflicto nunca han sido juzgados por haber cometido múltiples crímenes, asesinatos, secuestros, asaltos, actos de terrorismo, destrucción de puentes de torres eléctricas y numerosas obras de infraestructura, quema de fincas, asaltos, secuestros y masacres.
Mientras tanto, varios ex jefes militares han sido enjuiciados, como el caso del anciano general de división José Efraín Ríos Montt, ex presidente de facto, acusado de haber cometido un magnicidio y haber sido sentenciado a más de cien años de cárcel por un tribunal que se desempeñó como un ente político más que de justicia, y actualmente varios ex jefes militares ya de baja, están siendo juzgados por acciones típicas de guerra que han sido planteadas como abusos de autoridad, con el evidente propósito de cobrar venganza.
Es el caso que solo se han respetado los derechos humanos de los elementos subversivos, pero no así los derechos humanos de los militares que no hicieron más que cumplir con el mandato constitucional de proteger la estabilidad del Estado que estaba siendo gravemente amenazada por la subversión guerrillera comunista patrocinada y entrenada por Cuba y Vietnam. Aunque hoy se rasguen las vestiduras y aleguen lo contrario tanto los trasnochados “comunistas”, como los tontos útiles que aún no se han enterado de que el comunismo ya no existe, porque fracasó, y demás defensores de esa fracasada y estéril guerra entre hermanos provocada por elementos de ideología marxista-leninista que por no ser capaces de ganar unas elecciones para alcanzar el poder, en vano trataron de llegar al poder con las armas en la mano.
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