EL ASESINATO DE CASTILLO ARMAS

En el número 14 de la revista ContraPoder de fecha 2 de agosto se publica un reportaje relativo al asesinato del coronel Carlos Castillo Armas ocurrido el 26 de julio de 1957, tres años después de que dicho militar invadió Guatemala a la cabeza del mal llamado ejército “de Liberación Nacional” con el objetivo de derrocar al presidente constitucional de la República, coronel Jacobo Árbenz Guzmán, por una descarada intervención norteamericana fraguada, organizada, financiada y dirigida por la CIA, siglas en inglés de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América, entonces bajo la dirección de Allen Dulles, hermano del Secretario de Estado John Foster Dulles, quien antes había sido abogado de la United Fruit Company. Asimismo, John Cabot Lodge, uno de los principales accionistas de la UFCo de la cual había sido presidente, era embajador de Estados Unidos ante la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Portada del número 14 de la revista ContraPoder 

Entre el material que se publica en este número de la revista ContraPoder hay una entrevista de Marta Sandoval y Carlos de León a un hombre de nombre Arturo Gálvez, actual cuidador de vehículos que en 1957 era soldado en Casa Presidencial, en el que se da por hecho que quien asesinó de un balazo por la espalda al presidente de facto fue el soldado Romeo Vásquez Sánchezsupuestamente por venganza porque, según dice Gálvez, el ejército “de Liberación Nacional” había asesinado a su padre y él quiso vengarse matando a Castillo Armas. Pero muy pocos creyeron la fantasiosa versión desde que el secretario de Relaciones Públicas de laPresidencia, abogado y periodista Roberto Castañeda Felice, dio a conocer esta versión tan singular, y presentó un supuesto “diario” que se dijo que escribía el soldado Vásquez Sánchez  y guardaba entre su ropa, en el que confesaba simpatizar con el coronel Árbenz y con los comunistas, y se refiere a Marx. Engels y Lenin y hace algunas consideraciones filosóficas sobre el comunismo. Pero muy pocos creyeron la versión, ni que después de asesinar a Castillo Armas se había suicidado disparándose con su escopeta un balazo en la barbilla. Luego se dijo que había logrado dispararse un balazo con uno de los dedos del pie.  Pero pocos se tragaron que el asesino hubiese sido el soldado Vásquez Sánchez y mucho menos lo del supuesto “diario” en el que expresara sus afinidades comunistas. No me explico por qué un periodista como Juan Luis Font, director de esa revista ContraPoder, publicó como auténtico ese relato en el que se sacaron de la manga esa versión que no es posible creer. Mucho menos teniendo como colaboradora a Claudia Méndez Arriaza, que es una confiable investigadora.

A juzgar por la entrevista, no tuvo ni la menor idea de lo que ocurrió.

Relato del capitán Rolando Archila Marroquín sobre el asesinato de Castillo Armas

La revista ContraPoder afirma que este reportaje –titulado EL MAGNICIDIO– está basado en un relato del capìtán retirado Rolando Archila Marroquín, a quien se identifica solamente como co-fundador de la cadena de Emisoras Unidas y no por su calidad de militar retirado. Y no se toma en cuenta el fantasioso supuesto “diario” del soldado Vásquez Sánchez, cuya autoría se atribuyó al periodista Roberto Castañeda Felice. Se dice que este relato forma parte de un libro en preparación del cual es autor Rolando Archila Marroquín, pero esta versión corresponde a la información oficial que se dio en esa oportunidad, que no tuvo credibilidad. Además, ese relato contiene otras inexactitudes, como que Castillo Armas se encontraba en compañía de su esposa en el momento de ser asesinado, porque la verdad es que él caminaba solo en el corredor que comunica del despacho al comedor de la Casa Presidencial; y la profesora Odilia Palomo, aún no había regresado de un compromiso social en el Club Guatemala, donde se encontraba acompañada de su edecán, el entonces capitán Clementino Castillo.

Pero lo peor es que en el relato que publica la revista ContraPoder se da por sentado que el soldado Romeo Vásquez Sánchez fue el solitario autor del asesinato, por venganza porque el llamado Ejército de Liberación Nacional había asesinado a su padre que era arbencista, pero, al mismo tiempo, agrega que al hacerle la autopsia se comprobó que Castillo Armas había recibido dos balazos, uno en la espalda y otro en el costado, indudablemente cuando ya había caído al suelo. Sin embargo, el relato de Rolando Archila Marroquín no dice quién disparó ese segundo balazo. Según algunas investigaciones posteriores, uno de los dos balazos lo disparó Johnny Abbes García y el otro el coronel Enrique Trinidad Oliva. Pero nunca se dio a conocer esta versión de lo ocurrido.

En varios artículos que he publicado en diferentes medios, de los que voy a mencionar uno que publiqué en elPeriódico del 10 de diciembre de 2003 y otro en este blog el 3 de julio del 2007 he dicho que estoy convencido que el autor intelectual de este asesinato fue el “generalísimo” Rafael Leónidas Trujillo, dictador de la República Dominicana y que los autores materiales fueron el agregado militar de la embajada de República Dominicana, capitán Johnny Abbes García, quien durante mucho tiempo fue el máximo sicario del sanguinario dictador de ese país, con la complicidad del coronel Enrique Trinidad Oliva.  El embajador dominicano era entonces un señor de apellido Robirosa o Rovirosa, cuyo primer nombre no recuerdo, y no he podido averiguarlo –¡por increíble que parezca!– ni en la Cancillería de Guatemala, ni en la embajada dominicana, razón por la cual he llamado por teléfono a la Cancillería de la República Dominicana para solicitar ese dato, y prometieron que lo darán mañana. Si lo hacen lo voy a publicar.

En esos artículos he narrado que al medio día del 26 de julio estaba acompañado del doctor Ricardo López Ursúa (ampliamente conocido como “Chichicúa”) en el Café de París, situado en la acera del hotel París, en la 6ª avenida entre 9ª y 10ª calles de la zona 1, cuando llegaron a sentarse en la mesa vecina el embajador dominicano (con quien ya nos conocíamos) y su agregado militar, el capitán Johnny Abbes García, y entablamos una interesante conversación, en el transcurso de la cual, como el embajador conocía mi pensamiento revolucionario y anti liberacionista y anti castilloarmista, me dijeron que no me desesperara porque Castillo Armas no iba a durar mucho tiempo e iba a ser sustituido por el coronel Enrique Trinidad Oliva. Y aunque no me especificaron por qué lo decían, me contaron que Trujillo estaba sumamente disgustado con Castillo Armas porque él había sido uno de los principales contribuyentes económicos para la lucha contra el comunismo en Guatemala, y que a cambio de eso le habían prometido que le iban a invitar a venir a nuestro país donde le iban a declarar huésped de honor y le iban a condecorar con la máxima condecoración nacional, la Orden del Quetzal, y que ellos (el embajador y Abbes García) habían venido a Guatemala concretamente con la misión de hacer todos los arreglos pertinentes, tanto en lo diplomático como en seguridad, para esa visita, pero que en días recién pasados les había informado la Cancillería que no iban a hacer la invitación a Trujillo, ni la declaración de huésped de honor, ni la condecoración con la Orden del Quetzal y estaban enterados de que esa decisión había sido por consejo del ministro de Relaciones Exteriores, licenciado Jorge Skinner-Klée. Me agregaron que Trujillo estaba muy disgustado por lo que consideraba una burla. Y que no quedaría impune porque no iba a soportar esa humillación.

¡Qué lejos estaba yo de sospechar que esa misma noche iba a ser asesinado el coronel Castillo Armas! En cuanto al coronel Enrique Trinidad Oliva (apodado “Gunga Din”), quien tras la llegada al país de Castillo Armas había sido uno de los integrantes de dos de las juntas provisionales de gobierno: la primera del 7 de agosto al 1 de septiembre, junto con los coroneles Castillo Armas, Mauricio Dubois, Élfego H. Monzón y José Luis Cruz Salazar, y la segunda solamente con los coroneles Castillo Armas y Monzón, yo le ví salir corriendo de Casa Presidencial, en forma por demás sospechosa, y atravesar la sexta avenida rumbo al ministerio de Seguridad a su cargo, cuyas oficinas estaban en una casa situada junto a la casa donde entonces estaban las oficinas de la embajada de México. Yo había ido a dejar en mi automóvil a mi hermana que vivía en la 4a calle entre 9a y 10a avenidas y justo cuando pasaba frente a Casa Presidencial, a la misma hora del asesinato, ví salir corriendo al coronel Oliva, estaba casi blanco, a pesar de que era bastante moreno.

En el centro de esta foto está el coronel Enrique Trinidad Oliva acompañado del bachiller Lionel Sisniega Otero, locutor de la radio clandestina “La Voz de la Liberación” que estaba instala en Tegucigalpa, Honduras por cuenta de la CIA.

En la investigación que se hizo posteriormente de cómo se habían desarrollado los hechos acerca del asesinato del coronel Carlos Castillo Armas, se especuló con la sospecha de que el coronel Enrique Trinidad Oliva había participado en el crimen porque durante los últimos días había venido sosteniendo muchas diferencias con Castillo Armas y por cumplir con una consigna de Trujillo. Por otra parte, se sabía que Enrique Trinidad Oliva era hombre de Trujillo y le había propuesto dar un golpe de Estado a su medio hermano el coronel Francisco Oliva quien era el ministro de la Defensa, pero éste le rechazó las propuestas.

Johnny Abbes García cayó en desgracia cuando fue asesinado el generalísimo Trujillo, y el presidente Joaquín Balaguer, su sustituto, no quiso seguir teniéndole cerca y le nombró cónsul en Tokio para mantenerle lejos. Pero Abbes García no se sentía feliz lejos del caribe y de La Española, que ocupa dos terceras partes de la isla que comparte con Haití. Y regresó a la isla, pero como no obtuvo ningún cargo en el gobierno de Balaguer, se fue a Haití, a trabajar para el dictador François Duvalier, conocido como Papa Doc. Pero en determinado momento Duvalier sospechó que Abbes García estaba complotando contra él y mandó a asesinar a toda su familia, sus padres, su esposa y sus hijos. Y por si todavía había quedado alguno vivo, hizo bombardear la casa para destruirla hasta los cimientos, No obstante, se ha dicho que Abbes García logró sobrevivir y que aún vive escondido y temeroso en total anonimato en algún país europeo o asiático.

Por su parte, el tristemente recordado coronel Enrique Trinidad Oliva vivió varios años escondido y temeroso en condición de retiro, tanto del ejército como de la política, hasta el día en que murió asesinado a balazos por una célula urbana de guerrilleros.

Twitter: @ jorgepalmieri

 

 

 

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