Comunistas, izquierdistas y anticomunistas (2)

La Constitución vigente ?prohibía? el comunismo

La Constitución de la República de Guatemala, decretada por la Asamblea Nacional Constituyente el 15 de septiembre de 1965, durante el gobierno militar de facto del coronel Enrique Peralta Azurdia, estableció en el Capítulo V (Partidos Políticos) artículo 27: ?El Estado garantiza la libre formación y funcionamiento de partidos políticos cuyas normas sean democráticas.

Es prohibida la formación o funcionamiento de partidos políticos o entidades que propugnen la ideología comunista o que por su tendencia doctrinaria, medios de acción o vinculaciones internacionales, atenten contra la soberanía del Estado o los fundamentos de la organización democrática de Guatemala.? (El resaltado es mío)

En base a dicha aberración en esa Carta Magna, indudablemente antidemocrática, las autoridades de policía y militares persiguieron, encarcelaron, torturaron, desaparecieron, exiliaron o asesinaron a numerosos compatriotas. Entre ellos muchos que no eran comunistas ni tenían alguna participación en la confrontación armada fratricida. Era suficiente que una persona fuese acusada de profesar la ideología marxista-leninista, o de simpatizar con ella, para exponerse a sufrir las medidas represivas que, aunque estuviesen respaldadas por el mandato constitucional antes citado, eran violatorias de uno de los derechos fundamentales de las personas: la libertad de pensar y de escoger su ideología. Y no se puede negar que las fuerzas represivas del gobierno cometieron excesos, como ocurre en todas las guerras sucias. Pero también los subversivos cometieron innumerables excesos.

Todo esto ha vuelto a salir a discusión pública, 13 años después de haberse firmado los Acuerdos de Paz Firme y Duradera entre representantes del Estado y representantes de la guerrilla, como consecuencia de que el coronel retirado Mario Mérida, ex miembro del servicio de inteligencia militar, actual columnista del diario elPeriódico, publicó recientemente un artículo en el que señaló que no fue ético ni ecuánime que quien encabezó la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) haya sido el licenciado Édgar Alfredo Balsells Tojo, ex presidente del Colegio de Abogados, porque estaba parcializado en favor de las guerrillas y en contra de los militares. Esto desató un verdadero sunami de ?defensas? al desaparecido abogado que siempre se significó como un convencido izquierdista, al extremo que el licenciado y periodista Óscar Clemente Marroquín Godoy, director de La Hora, lo calificó de ?infamia? y hoy el columnista de elPeriódico Gustavo Berganza lo llama ?ataque? y aprovecha la oportunidad para poner en entredicho el grado de inteligencia de los militares. Porque, como ocurre siempre, los izquierdistas siempre salen ?en defensa? de sus correligionarios, en tanto que los derechistas se cruzan de brazos y no son solidarios con quienes les defienden de sus adversarios.

Lo que pasa es que, lamentablemente, durante esa deplorable y estéril confrontación armada, que tuvo más de tres décadas de duración, no se trató solamente de que las fuerzas de seguridad de los sucesivos gobiernos militares persiguiesen a comunistas en particular e izquierdistas en general, sino que hubo una insurgencia provocada por los guerrilleros comunistas o procomunistas que fueron inspirados, patrocinados y entrenados en Cuba por la dictadura comunista de Fidel Castro y, obviamente, se proponían derrocar al gobierno guatemalteco e implantar en este país un régimen satélite del de Cuba, similar al que los sandinistas establecieron en Nicaragua cuando derrocaron al general Anastasio Somoza Debayle con el apoyo de los Estados Unidos de América -¡por increíble que parezca!- por medio del Subsecretario para América Latina del Departamento de Estado, William G. Bowdler, quien había sido embajador en Guatemala de 1971 a 1973 y creía ingénuamente (para no decir que estúpidamente) que los sandinistas no eran comunistas, sino solamente ?revolucionarios de izquierda? y afirmaba que los guatemaltecos vemos ?comunistas detrás de todos los árboles?.

En esa situación, las fuerzas regulares de los sucesivos gobiernos militares que se enfrentaron a las fuerzas irregulares guerrilleras se vieron en peligro de ser derrotadas porque su enemigo contaba con el apoyo económico y diplomático de varios países europeos -especialmente los escandinavos-, y tenían más y mejores armas que el Ejército porque, en medio de su ingenuidad (o estupidez) el alelado presidente Jimmy Carter cerró la llave de la venta de armas y municiones a la Institución Armada de Guatemala y así fue como llegó un momento en que los guerrilleros se encontraban ya en la periferia de Chimaltenango y amenazaban con entrar triunfantes a la capital. (Continuará)

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