Cuando se anunció que el doctor Rafael Espada iba a ser el candidato a la Vicepresidencia en la papeleta del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) para las próximas elecciones, que encabeza como candidato a la Presidencia el ingeniero Álvaro Colom Caballeros, algunos opinamos que era una lástima que un eminente cirujano del corazón, como él, que no sabe nada de política, ni del comportamiento de los políticos guatemaltecos, fuese a dedicar el resto de su vida a la política partidista nacional. Pero él afirmó reiteradamente que siempre ha querido servir a su patria en el campo político y nos convenció de su sinceridad.
Pero hoy, cuando apenas está comenzando la campaña electoral, tengo que decir que el doctor Rafael Espada está aprendiendo demasiado pronto a comportarse como la mayoría de los políticos de nuestro país. Lo cual es lamentable, para no decir otra cosa.
Tuve el honor y el privilegio de conocer al doctor Rafael Espada en el hospital Metodista de Houston (Texas) por la grave condición de la salud de mi inolvidable amada esposa Anabella que tuvo un tumor canceroso en el Mediastino y, como siempre he dicho ?y jamás me cansaré de repetir-, Rafael Espada se comportó con nosotros como sólo lo hace un gran amigo. En vista de que tenía totalmente llena su agenda durante muchos días, hizo el sacrificio de levantarse más temprano que de costumbre para recibirnos y atendernos en horas de la madrugada. Y al final de cuentas no me cobró ni un centavo, aunque lamentablemente no se pudo hacer nada para prolongar la vida de mi amada esposa, debido a que en el hospital Herrera Llerandi de Guatemala un médico cuyo nombre no quiero recordar, mucho menos mencionar, fue un irresponsable carnicero que le quemó con excesiva radioterapia de cobalto la mitad del corazón y la totalidad del pulmón izquierdo; y al cabo de unos años esa parte del Mediastino se carbonizó. Por eso fue que Anabella no murió por el cáncer, sino por la excesiva radiación de cobalto que recibió.
En la elección pasada, al doctor Espada le propusieron lanzar su candidatura a la Presidencia de la República y tuvo a bien consultar mi opinión, la cual fue negativa porque me parecía una lástima que un extraordinario cirujano cardiovascular como él fuese a retirarse de su exitosa profesión para incursionar en actividades que desconocía. Y creo que hice bien. No porque crea que él no tiene la vocación de servicio y la capacidad intelectual para servir a Guatemala y a los guatemaltecos desde la Presidencia de la República, sino porque, tristemente, la política en Guatemala ha estado en manos de personas que no tienen su misma calidad humana y han dejado mucho qué desear.
Pero en esta nueva oportunidad, el doctor Espada decidió cerrar su acreditada clínica en Houston para venir a su patria a dedicarse de lleno a la política, y aceptó ser el candidato a la Vicepresidencia del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), vale decir del ingeniero Álvaro Colom Caballeros, su candidato presidencial.
El día que estaba recogiendo todas sus pertenencias para cerrar su oficina en Houston, me llamó por teléfono para saludarme y decirme que tenía deseos de platicar conmigo cuando viniese a Guatemala para integrarse de lleno a la política. Y yo no sólo le agradecí su cordial llamada, sino le expresé mi sincero deseo de reunirme a platicar con él tan pronto llegase. Pero vino y los días pasaron sin que me llamara, por lo cual yo le llamé anteayer a su teléfono celular y le invité a compartir con un selecto grupo de amigos uno de los ya tradicionales almuerzos de los viernes que llamamos “Cofradía de los Viernes,” que ayer saboreamos un exquisito Sashimi que compró el exportador de rosas Luis Castañeda Solares en un restaurante japonés que está detrás del hotel Marriott y una sensacional Paella a la valenciana que compramos en el restaurante español La Mezquita, situado en los alrededores de la 15 calle de la zona 1.
El doctor Espada se excusó de no venir porque tenía el compromiso previo de almorzar con James Derham, el embajador de los Estados Unidos de América, en la casa de ?Carlitos? Meany. Pero me prometió que tan pronto terminara el almuerzo pasaría por mi casa a tomar un café con nosotros. Entonces llamé al antes mencionado embajador para invitarle a que viniese a tomar un Martini (o dos), porque gracias a su origen irlandés y al hecho de haber nacido en la isla de Manhattan es un conocedor de los buenos Martinis.
Los integrantes de la “Cofradía de los Viernes” todavía no habíamos comenzado a comer cuando apareció el embajador Derham. Y, como fácilmente se podrá comprender, lo primero que le pregunté a quemarropa fue: ¿Cómo te fue en el almuerzo con el doctor Espada? Y, para mi asombro, contestó con una sonrisa diplomática: ?¡El doctor no llegó!?. Primero creí que estaba bromeando, pero después le seguí preguntando lo que pasó y él me informó que el doctor Espada se había excusado de no poder asistir a ese almuerzo con los Rotarios aduciendo que iba a almorzar con el embajador de los Estados Unidos. Lo cual quiere decir que hubo un mal entendido en alguna parte. Seguramente de quienes le llevan la agenda al candidato a la Vicepresidencia.
Entonces le dije al embajador Derham que de todas maneras iba a poder platicar con el doctor Espada porque me había prometido que pasaría por mi casa a tomar un café al terminar su almuerzo en casa de ?Carlitos?. Y todos nos sentamos a saborear la exquisita comida y los excelentes vinos.
Y así transcurrió largo tiempo.
¿Y qué creen? ¡El doctor Espada nunca compareció! Pero no sólo no se presentó, sino ni siquiera tuvo la atención de llamar por teléfono para excusar su ausencia. Lo cual me hace creer que en el corto tiempo que lleva dedicado a la política nacional ya ha aprendido a comportarse como lo hacen casi todos nuestros políticos.