En EE.UU. Joe Biden tiene la reputación de hablar más de la cuenta
Creo necesario hacer algunos comentarios pertinentes a la reciente visita oficial del vicepresidente de los Estados Unidos de América, Joseph Biden, particularmente sobre su pretendida intromisión o abuso al decir que Guatemala tendrá que prorrogar a la CICIG para que el Congreso de su país apruebe los millones del Plan para la Prosperidad.
En primer lugar, por mucho que Joe Biden haya sido enviado oficial del país más poderoso del mundo, por su calidad de vicepresidente, se le recibió como si fuese una especie de míster Marshall en Europa. Y hay que recordar que él es el vicepresidente de EE.UU. y su par en Guatemala no es el general Otto Pérez Molina, sino es la vicepresidenta Roxana Baldetti, y a ella correspondía haber estado presente en todos los actos relativos a dicha visita oficial, porque Biden es su equivalente en cuanto a su rango. Aunque por esas cosas de la geopolítica se hayan reunido con el vicepresidente estadounidense los presidentes de Guatemala, Honduras y El Salvador, los tres países del llamado “Triángulo Norte de Centroamérica”, no hay que desestimar el hecho que no son sus pares. Por otra parte, en vista de que esta vez acompañó al vicepresidente Biden su esposa, ella no ostenta el título honorario de “primera dama” en los Estados Unidos –porque éste le corresponde a la señora Michelle Obama– y bajo el punto de vista protocolario no correspondía a las llamadas “primeras damas” de los tres países del Triángulo Norte Centroamericano haber atendido oficialmente, como si fuese la “primera dama” de EE.UU. a la esposa del vicepresidente Joseph Biden.
Por otra parte, en Guatemala, no correspondía a la profesora Rosita Leal de Pérez, esposa del presidente Pérez Molina y por ello llamada “primera dama de la nación”, atender oficialmente a la esposa de Biden, quien no es la “primera dama” norteamericana. El departamento de Protocolo de nuestra Cancillería debería haberlo tenido en cuenta y hacerlo saber al embajador Robinson y a los ilustres visitantes. Ahora bien, si lo hicieron por una simple cortesía a la esposa de Biden, es otra cosa.
Vicepresidenta Roxana Baldetti Elías
Si por antipatía, rivalidad o enemistad personal entre la vicepresidenta Baldetti y la “primera dama” Rosita Leal de Pérez (lo cual aparentemente existe) no les dio la gana encontrarse durante esos actos, por lo cual la vicepresidenta tomó “las de Villadiego” y se fue de viaje, es otra cosa. Aunque el vocero de la Presidencia haya informado posteriormente que viajó a Europa para acompañar a su hijo menor a un tratamiento médico. Pero la ausencia de la vicepresidenta Baldetti en todos los actos de la visita del vicepresidente Biden fue pública y notoria, sobre todo después de que la primera vez que él vino a Guatemala ella le recibió al pié de la escalerilla del avión, caminó a su lado por la alfombra roja y desplegó sus encantos para atenderle.
En mi opinión, el vicepresidente Biden cometió la imprudencia, la insensatez o el abuso de inmiscuirse en los asuntos internos de Guatemala cuando dijo, en Villanueva, que “aunque es una decisión soberana de Guatemala, la CICIG debe ser prorrogada si alguien espera que el Congreso de los EE.UU. se vaya a sumar a la iniciativa haciendo compromisos de miles de millones de dólares”. Mientras que, por su parte, creo que el presidente Otto Pérez Molina hizo muy bien –por dignidad– al rechazar la supuesta imposición de Biden para que sea prorrogado el contrato de la CICIG. Ahora solo falta ver si lo dijo del diente al labio y si en adelante tiene los pantalones para sostenerlo. No obstante, creo también que un país que, como Guatemala, tiene la mano extendida pidiendo dinero al imperio norteamericano, no tiene derecho a lanzar gritos al cielo y rasgarse las vestiduras si, en cambio del dinero, el imperio le exige determinadas condiciones. “Quien quiere celeste que le cueste”, dice el refrán. Pero sí considero que las palabras del vicepresidente Biden fueron políticamente incorrectas por haberlas dicho en público. Creo que esas condiciones o transacciones condicionadas deben hacerse a sotto voce entre las naciones y los gobiernos amigos. No es grato para nadie que se diga en voz alta la imposición de condiciones para darnos ayuda. Por mucho que la necesitemos. Como es nuestro caso cuando estamos al borde del colapso.
Presidente Otto Pérez Molina hace alarde de dignidad, pero con la mano extendida
Según la nota de la reportera de elPeriódico Cindy Espina, “El presidente rechazó ayer la solicitud del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, de extender el mandato de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), como condición pra inyectar fondos a un proyecto de desarrollo en el norte de Centroamérica”. Y agrega: “En el marco de una visita de dos días a Guatemala, el lunes y martes últimos, Biden aseguró que la ampliación de la CICIG le dará mayor respaldo a los países que integran el Triángulo Norte de Centroamérica para obtener financiamiento estadounidense”. A lo que el presidente de la República de Guatemala, Otto Pérez Molina, declaró: “Nosotros continuamos con el proceso de evaluación que hemos establecido, cuando se habla de programas de cooperación de planes como la Alianza para la Prosperidad, nosotros asumimos responsabilidades también, pero una cosa es asumir responsabilidades compartidas y diferenciadas, y otra cosa son imposiciones que, estoy seguro, ningún país va a aceptarlas. Aquí la CICIG no fue ninguna imposición, sino fue creada por una solicitud a la ONU que hizo el gobierno de Alfonso Portillo”, dijo Pérez Molina.
Y sigue diciendo: “Las declaraciones del mandatario fueron emitidas después que se le cuestionara sobre las palabras de Biden, en las cuales este pedía la prórroga de la CICIG, como forma para convencer al Congreso de los Estados Unidos para que apruebe US$1 millardo que solicitaron para el Plan de Prosperidad”.
Quienes en Guatemala quieran criticar que el presidente Otto Pérez Molina haya rechazado públicamente (aunque pueda ser solo del diente al labio) la supuesta imposición, impertinencia o el abuso del vicepresidente estadounidense, Joseph Biden –con lo cual se expone a perder todos los millones prometidos– no comprenden que el mandatario de nuestro país actuó con la dignidad que es de esperarse en el presidente de un país soberano. Su rechazo a la impertinencia o abuso de Biden merece respeto y aplauso. Solo faltaría que el vicepresidente Joseph Biden pretenda poner una estrella más en la bandera de su país, y que esa estrella represente a Guatemala. Ahora falta ver cuál será su decisión después de conocer la evaluación que le hagan. Sin embargo, es evidente que hay muchas opiniones favorables a la prolongación de la CICIG –incluyendo al partido denominado LIDER– en vista de que el nuevo comisionado, el abogado colombiano Iván Velásquez, ha demostrado que es un hombre de diferente calidad moral y profesional que el odioso español Carlos Castresana y que el inocuo costarricense Francisco Dall’Anese, quienes fueron nefastos. Dos a uno.
Por último, de sobra es sabido que las condiciones bajo las cuales se encuentra nuestro país, a punto del colapso, con tanta corrupción, tanto robo, tanta violencia organizada, tanto narcotráfico y tanto lavado de dinero, no es como para querer darse el lujo de exigir que sean solamente nuestras autoridades –tan desprestigiadas– las que se encarguen de resolver los graves problemas existentes. Nos disgusta que la CICIG sea una entidad con inmunidad diplomática que no está obligada a rendir cuentas a nadie, aunque a Guatemala realmente lo que le corresponde pagar por sus servicios es mínimo ante lo mucho que pagan para su mantenimiento los países cooperantes. Pero es un hecho, que todos conocemos, que las autoridades y el sistema judicial de Guatemala dejan mucho que desear y la CICIG es la única institución que puede actuar contra ellas cuando lo considere necesario. Esperemos que el comisionado Velásquez responda a las expectativas que se tienen sobre su labor. De no ser así tendremos que señalárselo y exigirle que se aplique. Pero mientras tanto debemos apoyarle y contribuir a que tenga éxito en su empeño y desearle buena suerte. Por el bien de Guatemala.
Twitter@jorgepalmieri