CENTENARIO DE OCTAVIO PAZ

Octavio Paz (1914-1998)

El 31 de marzo recién pasado se cumplieron 100 años del nacimiento del erudito poeta, periodista, narrador, ensayista, traductor, editor y gran impulsor de las letras mexicanas y, en general, de las letras hispanoamericanas. Junto con Pablo Neruda (cuyo nombre real era Ricardo Eliézer Neftalí Reyes Basoalto, nacido en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904 y fallecido en Santiago de Chile el  12 de julio de 1973, pocas horas después del golpe de Estado del general Augusto Pinochet al presidente socialista Salvador Allende), y César Vallejo (nacido en Santiago de Chuco, Perú, el 16 de marzo de 1892 y fallecido en París el 15 de abril de 1938) integraron la triada de los más grandes poetas de Latinoamérica.

Octavio Paz Lozano nació en el poblado de Mixcoac, vecino de la Ciudad de México, el 31 de marzo de 1914, durante la Revolución Mexicana, creció en Mixcoac, que hoy forma parte del Distrito Federal, y falleció en Coyoacán, Ciudad de México, el 31 de abril de 1998. Su abuelo paterno fue Ireneo Paz (1836-1924), un escritor y soldado retirado de  las fuerzas del general de Porfirio Díaz, periodista y escritor, mientras que su padre fue Octavio Paz Solórzano (1883-1936), el menor de siete hermanos, que trabajó como escribano y abogado para el líder revolucionario Emiliano Zapata y estuvo involucrado en la Reforma Agraria que siguió a la Revolución, fue diputado y colaboró activamente en el movimiento político de José Vasconcelos. Además, también fue periodista, lo cual probablemente inclinó a su hijo a dedicarse a la misma actividad. Todas estas actividades provocaron que el padre se ausentara de casa durante largos periodos de tiempo. Además de haber sido un adicto a las bebidas alcohólicas, lo cual le causó su temprana muerte, por lo que su hijo tuvo que ser educado por una tía y por su abuelo.

Octavio Paz fue un poeta, escritor, ensayista, periodista, traductor, catedrático y diplomático mexicano como ninguno otro. Le fue concedido el premio Nobel de Literatura en 1990. Hasta la fecha ha sido el único escritor mexicano en obtenerlo. Otros dos mexicanos han recibido este codiciado premio: el diplomático Alfonso García Robles (1911-1991), recibió el Nobel de la Paz en 1982 junto con la sueca Alva Reiner Myrdal por su participación en la firma del Tratado de Tlatelolco sobre la no proliferación de las armas nucleares cuando desempeñó el cargo de Secretario de Relaciones Exteriores de 1975 a 1976, y el ingeniero químico José Mario Molina Pasquel (nacido en 1943), destacado por haber sido uno de los descubridores de las causas del agujero de ozono antártico. Recibió el premio Nobel de Química en 1995 junto con Paul J. Critzen y F. Sherwood Rowland, por su papel para la dilucidación de la amenaza a la capa de ozono de la Tierra por causa de los gases clorofluorocarbonos (CFC), convirtiéndose en el primer ciudadano mexicano en recibir el Premio Nobel de Química, por lo que ya se le reconoce como “Un mexicano universal”. Actualmente es profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y adquirió la ciudadanía estadounidense. Desde abril de 2011 es uno de los 21 científicos que forman parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del Presidente Barack Obama.

A Octavio Paz se le considera uno de los más influyentes pensadores y escritores del siglo XX y uno de los más grandes poetas hispanos de todos los tiempos. Su extensa obra abarcó géneros diversos, entre los que sobresalieron poemas, ensayos y traducciones. Su enjundioso estudio de la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz fue extraordinaria y será imperecedera.

Su educación se inició en los Estados Unidos de América, en donde su padre llegó en octubre de 1916 como representante de Zapata. Cuatro años más tarde, en 1920, regresaron a México con su padre, que se retiró de la política y, en 1936, murió en la colonia Santa Marta Acatitla como consecuencia de un accidente ocasionado por su embriaguez. Después de la muerte de su padre, Octavio Paz se trasladó a España a la edad de 22 años para combatir en el bando republicano en la guerra civil iniciada en 1936 contra el gobierno republicano por el entonces coronel Francisco Franco, y participó en la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Al regresar a México fue uno de los fundadores de las revistas Taller (1938) y El Hijo Pródigo.

Al regresar a su país se acercó a los escritores Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia y publicó ¡No pasarán! y Raíz de hombre. Con los periodistas Efraín Huerta y Rafael Solana, entre otros, fundó, en 1938, la revista Taller, en la que participaron los escritores españoles de su generación exiliados en México. En 1939 apareció A la orilla del mundo y Noche de resurrecciones. En 1942, a instancias de José Bergamín dio una conferencia, “Poesía de soledad, poesía de comunión”, en la que establecía su diferencia con la generación anterior, y trataba de conciliar en una sola voz las poéticas de Xavier Villaurrutia y Pablo Neruda.

Octavio Paz estudió en el Colegio privado Williams, ubicado en la colonia Benito Juárez de la ciudad capital, la preparatoria en el Colegio Francés Morelos (hoy Centro Universitario México) en la ciudad de México, y obtuvo la licenciatura en las facultades de Derecho, Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Finalizados sus estudios universitarios,  en 1937 viajó a Yucatán como miembro de las misiones educativas del Presidente Lázaro Cárdenas del Río en una escuela para hijos de obreros y campesinos de Mérida. Ahí comenzó a escribir Entre la piedra y la flor (1941, revisado en 1976), poema sobre la dramática explotación del campo y el campesino yucateco.

En 1937, Octavio Paz fue invitado a España durante la guerra civil como miembro de la delegación mexicana al Congreso Antifascista, donde mostró su solidaridad con los republicanos, y donde conoció y trató a los poetas de la revista Hora de España, cuya ideología política y literaria influyó en su obra juvenil. Sin embargo, como confesó años después en la serie televisiva Conversaciones con Octavio Paz, ese sentimiento de solidaridad con la causa republicana se vio afectado por la brutal represión contra los militantes del Partido Obrero de Unificación Marxista de Cataluña, entre quienes tenía camaradas. Este prolongado proceso de desilusión lo llevaría a denunciar los campos de concentración soviéticos y los crímenes del sanguinario dictador soviético José Stalin en marzo de 1951. Por lo cual fue calumniado y tildado de “traidor” por los extremistas de izquierda que jamás se lo perdonaron.hasta su muerte

A su regreso de España, en 1938 participó como cofundador de la revista literaria Taller, en la que escribió hasta 1941.

Octavio Paz estuvo casado en primeras nupcias con la escritora Elena Garro (1938-1959), autora de la novela “Los recuerdos del porvenir”, entre otras obras, con quien procrearon una hija, la también escritora Laura Helena Paz Garro, quien falleció en la pobreza, hace pocos días, a los 74 años de edad, en un asilo de Cuernavaca, dos días antes del centenario del nacimiento de su padre.

En 1959 Octavio Paz se unió a Bona Tibertelli de Pisis, con quien convivió hasta 1965, mientras fue embajador de México en la India. Al año siguiente contrajo matrimonio con quien consideraba “el amor de su vida”, la guapa francesa Marie José Tramini, su compañera hasta el final.

En 1943 le fue otorgada la beca Guggenheim e inició sus estudios en la Universidad de California, Barkley, en los Estados Unidos. Dos años después comenzó a trabajar en el servicio diplomático mexicano, y fue destinado a Francia donde permaneció hasta 1951 y en donde conoció a los literatos surrealistas, quienes le influyeron, y colaboró en la revista Esprit. Durante esa estancia, en 1950, publicó El laberinto de la soledad, un innovador ensayo antropológico sobre los pensamientos y el comportamiento de la identidad de los mexicanos.

De enero a marzo de 1952 trabajó en la embajada mexicana en la India, y después, hasta enero de 1953, en Japón. Al regresar a la Ciudad de México dirigió la oficina de Organismos Internacionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores. 

En 1954, Paz tuvo “una participación muy estrecha en la fundación de la Revista Mexicana de Literatura“, influenciada “políticamente con la idea de la llamada “tercera vía”, que significaba ni con la izquierda, ni con la derecha. Esta idea venía de París, con Leon Blum. El primer número fue el de septiembre-octubre de 1955, y contó con el apoyo de Paz hasta que 4 años más tarde éste regresó a Europa.

En 1955 contribuyó en la Revista Mexicana de Literatura y en El Corno Emplumado. En 1956, participó en Poesía en Voz Alta.

En 1959 Paz regresó a París y tres años más tarde fue designado embajador en la India 1964, donde conoció a la francesa Marie-José Tramini, que se convirtió en su última esposa hasta el último día de su vida.

En 1968, estaba en Nueva Delhi cuando tuvo lugar la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, como consecuencia del Movimiento Estudiantil de 1968, en la Ciudad de México el 2 de octubre. En señal de protesta contra estos sucesos, que empañaron la celebración de los Juegos Olímpicos, renunció al cargo de embajador, dejando patentes sus diferencias con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Durante los siguientes próximos años se dedicó a la enseñanza en enseñando en diversas universidades estadounidenses, como las de Texas, Austin, Pittsburgh, Pensilvania y Harvard.

Tres años más tarde, en octubre de 1971, ya bajo la presidencia de Luis Echeverría Álvarez “un poco con esa idea de redescubrir los valores liberales y democráticos en la sociedad mexicana”, fundaría la revista Plural, “elegante fusión de literatura y política”, y que dirigiría hasta su desaparición en 1976 el mismo Paz. A diferencia de otros escritores e intelectuales mexicanos, Paz no tardó en retirarle su apoyo al presidente Echeverría, una vez que éste demostró su escasa voluntad de aclarar las matanzas de Tlatelolco, en 1968, y en la calle de San Cosme, en 1971.

Tanto en esa revista como en Vuelta, fundada ese mismo año de 1976 y donde “la influencia del liberalismo sería fundamental”, reflejando la “reconciliación” del escritor con esta corriente de pensamiento. Durante más de 20 años estuvo asociado en esta revista con el ingeniero e historiador Enrique Krause, su entrañable amigo, fundador de Clío.

Octavio Paz denunció las violaciones a los derechos humanos de los regímenes comunistas. Esto le trajo mucha animosidad de parte de la izquierda latinoamericana y algunos estudiantes universitarios. En el prólogo del tomo IX de sus obras completas, publicado en 1933, Paz declaró: “En México, antes, había sido visto con sospecha y recelo; desde entonces, la desconfianza empezó a transformarse en enemistad más y más abierta e intensa. Pero en aquellos días (década de los 1950) yo no me imaginaba que los vituperios iban a acompañarme años y años, hasta ahora” (página 44).

La actitud de Paz con los regímenes de índole capitalista cuyas políticas públicas nacían de un marco neoliberal, no fue menos polémica. Ampliamente criticadas, bien se conoce sus relaciones -al final de su vida- con los últimos presidentes mexicanos en turno: mientras que la polarización de su pensamiento dictó al Paz revolucionario de los 60´s la renuncia a su puesto en la Embajada en la India, esa misma polarización nacida de una postura anticomunista -que, con los años, Paz cosecharía- le llevó al extremo de elogiar a los presidentes Salinas de Gortari, así como a Ernesto Zedillo en su sexenio. Comenta Luis Javier Garrido: “(…) él -Paz- se dedicó a justificar todas las exacciones y crímenes de Salinas de Gortari y a defender las acciones ilegales del poder, como más tarde lo haría también con Ernesto Zedillo, dando al grupo de artistas e intelectuales que encabezaba un rol del todo diferente”.

El 19 de abril de 1998 Octavio Paz murió en la Casa de Alvarado, Calle de Francisco Sosa 383, barrio de Santa Catarina, Coyoacán, Ciudad de México. El escritor había sido trasladado ahí por la presidencia de la República en enero de 1997, ya enfermo, después de que un incendio destruyó su departamento y parte de su biblioteca. Durante un tiempo, la Casa Alvarado fue sede de la Fundación Octavio Paz y ahora lo es de la Fonoteca Nacional.

Las dos palabras que mejor definen su labor poética son experimentación e inconformismo. Con todo, Octavio Paz es un poeta difícil de encasillar. Ninguna de las etiquetas adjudicadas por los críticos encaja con su poesía: poeta neomodernista en sus comienzos; más tarde, poeta existencial; y, en ocasiones, poeta con tintes de surrealismo. Ninguna etiqueta le cuadra y ninguna le sobra, aunque el mismo Paz reconoció que en su formación “fundamentales fueron los surrealistas, con quienes hice amistad en el año 46 o 47, que en esa época estaban más cerca de los libertarios”.

En cuanto a sus ensayos, nos encontramos ante una variedad impresionante de temas, sobresaliendo los de asunto antropológico, en particular en lo referente al mexicano, como lo atestigua su obra clásica El laberinto de la soledad. Pero también abundan, especialmente en su poesía, los temas del amor, del erotismo, de la poesía, de lo religioso y de la metafísica del ser.

Paz fue un poeta que no echó raíces permanentes en ningún movimiento literario porque, inconformista y rebelde como era, siempre estuvo alerta ante los cambios que se iban produciendo en el campo de la poesía y siempre estuvo experimentando, de modo que su poesía, como toda poesía profunda, acabó por convertirse en una manifestación muy personal y original. Además, se trata de un poeta de gran lirismo cuyos versos contienen imágenes de gran belleza. Después de la preocupación social, presente en sus primeros libros, comenzó a tratar temas de raíz existencial, como la soledad y la incomunicación. Una de las obsesiones más frecuentes en sus poemas es el deseo de huir del tiempo, lo que lo llevó a la creación de una poesía espacial cuyos poemas fueron bautizados por el propio autor con el nombre de topoemas (de topos + poema). Esto es lo que significa poesía espacial: poesía opuesta a la típica poesía temporal y discursiva. Se trata de una poesía intelectual y minoritaria, casi metafísica, en la que además de signos lingüísticos se incluyen signos visuales. En los topoemas, igual que ocurría en la poesía de los movimientos de vanguardia, se le da importancia al poder sugerente y expresivo de las imágenes plásticas. No cabe duda de que en la última poesía de Paz hay bastante esoterismo, pero, al margen de ello, toda su poesía anterior destaca por su lirismo y por el sentido de transubstanciación que el autor da a las palabras.

BIBLIOGRAFÍA

Poesía
Luna silvestre. México: Fábula, 1933.
¡No pasarán! México: Simbad, 1936.
Raíz del hombre. México: Simbad, 1937.
Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España. Valencia: Ediciones Españolas, 1937.
Entre la piedra y la flor. México: Nueva Voz, 1941.
A la orilla del mundo. México: ARS, 1942.
Libertad bajo palabra. México: Fondo de Cultura Económica, 1949.
Semillas para un himno. México: Fondo de Cultura Económica, 1954.
Piedra de sol. México: Fondo de Cultura Económica, 1957.
La estación violenta. México: Fondo de Cultura Económica, 1958.
Salamandra (1958-1961). México: Joaquín Mortiz, 1962.
Viento entero. Delhi: The Caxton Press, 1965.
Blanco. México: Joaquin Mortiz, 1967.
Discos visuales. México: Ediciones ERA, 1968 (Arte de Vicente Rojo).
Ladera Este (1962-1968). México: Joaquín Mortiz, 1969.
La centena (1935-1968). Barcelona: Barral, 1969.
Topoemas. México: Ediciones ERA, 1971.
Renga. México: Joaquín Mortiz, 1972. Poema colectivo con Jacques Roubaud, Edoardo Sanguinetti y Charles Tomlinson.
Pasado en claro. México: Fondo de Cultura Económica, 1975.
Vuelta. Barcelona: Seix Barral, 1976.
Hijos del aire/Airborn. Con Charles Tomlinson. México: Martín Pescador, 1979.
Poemas (1935-1975). Barcelona: Seix Barral, 1979.
Prueba del nueve. México: Círculo de Lectores, 1985.
Árbol adentro (1976-1987). Barcelona: Seix Barral, 1987.
Lo mejor de Octavio Paz. El fuego de cada día. Selección, prólogo y notas del autor. Barcelona: Seix Barral, 1989.

Prosa poética

Águila o sol? México: Fondo de Cultura Económica, 1951.
El mono gramático. Barcelona: Seix Barral, 1974.

Teatro

La hija de Rappaccini. México: en la Revista Mexicana de Literatura , 7, septiembre-octubre 1956, y en Poemas, 1979.

Ensayos

El laberinto de la soledad. México: Cuadernos Americanos, 1950. Segunda edición, Fondo de Cultura Económica, 1959.
El arco y la lira. México: Fondo de Cultura Económica, 1956.
Las peras del olmo. México: UNAM, 1957
Cuadrivio. México: Joaquín Mortiz, 1965.
Los signos en rotación. Buenos Aires: Sur, 1965.
Puertas al campo. México: UNAM, 1966.
Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo. México: Joaquín Mortiz, 1967.
Corriente alterna. México: Siglo XXI, 1967.
Marcel Duchamp o el castillo de la pureza. México: Ediciones ERA, 1968. Incluido después en Apariencia desnuda; la obra de Marcel Duchamp. México: Ediciones ERA 1973.
Conjunciones y disyunciones. México: Joaquín Mortiz, 1969.
México: la última década. Austin: Institute of Latin American Studies, University of Texas, 1969.
Posdata. México: Siglo XXI, 1970.
Las cosas en su sitio: sobre la literatura española del siglo XX. Con Juan Marichal. México: Finisterre, 1971.
Los signos en rotación y otros ensayos. Introducción y edición de Carlos Fuentes. Madrid: Alianza Editorial, 1971.
Traducción: literatura y literalidad. Barcelona: Tusquets Editores, 1971.
El signo y el garabato. México: Joaquín Mortiz, 1973.
Solo a dos voces. Con Julián Rios. Barcelona: Lumen, 1973.
Teatro de signos/Transparencias. Edición de Julián Rios. Madrid: Fundamentos, 1974.
La búsqueda del comienzo. Madrid: Fundamentos, 1974.
Los hijos del limo: del romanticismo a la vanguardia. Barcelona Seix Barral, 1974.
Xavier Villaurrutia en persona y en obra. México: Fondo de Cultura Económica 1978.
El ogro filantrópico: historia y política (1971-1978). México: Joaquín Mortiz, 1979.
In/mediaciones. Barcelona: Seix Barral, 1979.
México en la obra de Octavio Paz. Editado y con una introducción de Luis Mario Schneider. México: Promociones Editoriales Mexicanas, 1979.
Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. México: Fondo de Cultura Económica 1982, y Barcelona: Seix Barral, 1982.
Tiempo nublado. Barcelona: Seix Barral, 1983.
Sombras de obras. Barcelona: Seix Barral, 1983.
Hombres en su siglo y otros ensayos. Barcelona: Seix Barral, 1984.
Pasión crítica: conversaciones con Octavio Paz. Edición de Hugo J. Verani. Barcelona Seix Barral, 1985.
México en la obra de Octavio Paz (3 volúmenes)
-Vol. I. El peregrino en su patria. Historia y política de México.
-Vol. II. Generaciones y semblanzas. Escritores y letras de México.
-Vol. III. Los privilegios de la vista. Arte de México.
Edición de Luis Mario Schneider y Octavio Paz. México: Fondo de Cultura Económica, 1987.
Primeras Letras (1931-1943). Edición e introducción de Enrico Mario Santí;. Barcelona: Seix Barral, 1988, y México: Vuelta, 1988.
Poesía, mito, revolución. Precedido por los discursos de Francois Mitterrand, Alain Peyrefitte, Pierre Godefroy. Premio Alexis de Tocqueville. México: Vuelta, 1989.
La otra voz . Poesía y fin de siglo. Barcelona: Seix Barral, 1990.

Traducciones y ediciones de Octavio Paz

Anthologie de la poésie mexicaine. Edición e introducción de Octavio Paz con una nota de Paul Claudel. Paris: Editions Nagel (Col. UNESCO), 1952.
Anthology of Mexican Poetry. Edición e introducción de Octavio Paz con una nota de C. M. Bowra, y traducción al inglés de Samuel Beckett. Bloomington: Indiana University Press, 1958.
Basho, Matsuo. Sendas de Oku. Traducido por Eikichi Hayashiya y Octavio Paz, con una introducción de Octavio Paz. México: UNAM, 1957, y Seix Barral, 1970.
Laurel: Antología de la poesía moderna en lengua española. Edición de Xavier Villaurrutia, Emilio Prados, Juan Gil-Albert y Octavio Paz. México: Editorial Séneca, 1941.
Pessoa, Fernando. Antología. Edición, traducción e introducción de Octavio Paz. México: UNAM, 1962.
Poesía en movimiento ( México: 1915-1966). Edición de Octavio Paz, Alí Chumacero, Homero Aridjis y José Emilio Pacheco. México: Siglo XXI, 1966.
Versiones y diversiones. Traducciones de poesía. México: Joaquín Mortiz, 1974.

Entre irse y quedarse

Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.
La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite
la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;
no me mira, me miro en su mirada.

Se disipa el instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa.

Premios y preseas

Premio Xavier Villaurrutia 1957 por El arco y la lira15

Miembro de El Colegio Nacional a partir del 1 de agosto de 196716

Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura 1977

Premio Jerusalem 1977

Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) 1978

Premio Ollin Yoliztli 1980

Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Harvard 1980

Premio Cervantes de España 1981

Premio Internacional Neustadt de Literatura 1982

Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán 1984

Premio Internacional Alfonso Reyes 1985

Premio Mazatlán de literatura 1985 por Hombres en su siglo

Premio Internacional Menéndez de Pelayo 1987

Premio Nobel de Literatura 1990

Gran Oficial de la Orden al Mérito de la República de Italia 199121

Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 1993 a su revista Vuelta

Miembro honorario de la Axadenia Mexicana de la Lengua a partir del 26 de agosto de 1997

Premio Nacional de Periodismo de México 1998 en reconocimiento a su trayectoria como destacado periodista.

(Con información tomada de la Enciclopedia Libre Wikipedia)

El gobierno de México –con su presidente Enrique Peña Nieto a la cabeza– le ha rendido un sentido homenaje al genial Octavio Paz, al igual que distintas organizaciones culturales de ese país. Por consiguiente, no pe parece justificable que en nuestro país no le haya hecho algún homenaje la Embajada de México. Pero supongo que el embajador Carlos Tirado habrá tenido razones para no haberlo hecho a pesar de que Octavio Paz fue, sin lugar a dudas, uno de los intelectuales de mayor prestigio de ese país..

Mañana la empresa Televisa le rendirá un homenaje al reproducir en el Canal de las Estrellas algunos de los programas que presentó durante los últimos tiempos de su vida, algunos acompañados de notables intelectuales mexicanos, como Enrique Krauze, con quien estuvo asociado por treinta años en la publicación de dos revistas revistas, tales como Taller, Plural y Vuelta, de grata recordación.

Para terminar, quiero dejar constancia de que  además de sus notables méritos académicos, fue mi entrañable amigo a quien siempre respeté, admiré y estimé. Y aunque lamento su muerte, se que su palabra quedará viva por la eternidad, como corresponde a los grandes escritores, poetas, periodistas, ensayistas y catedráticos. Octavio Paz fue uno de los más grandes mexicanos que he conocido y he tenido la honra de llamar mi querido amigo, lo cual estoy seguro que siempre fue recíproco de su parte.

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