MISCELÁNEA DEL 01/01/23

1- Feliz y próspero año nuevo

Comienzo a escribir este artículo durante el primer día del año 2013 y principio por desearles a todos ustedes un feliz y próspero año nuevo, con buena salud, muchos éxitos, grandes alegrías y satisfacciones. Asimismo, les pido compartir el propósito de contribuir en la medida de nuestras posibilidades y capacidades a la paz, la armonía y la convivencia entre todos los guatemaltecos, sin distingos de orígenes raciales ni preferencias políticas, ni creencias políticas ni religiosas, ni clases sociales o económicas, lo cual es esencial para que progrese nuestra patria. Lo que debe ser una meta básica para todos los guatemaltecos, sin excepción, indígenas, criollos, ladinos, mestizos o naturalizados, y la debemos perseguir permanentemente con el propósito de engrandecer y rendir culto a nuestra patria. Porque Guatemala es nuestra patria, nos guste o no nos guste lo que aquí suceda y aunque no debemos dejar de criticar lo que no nos parece conveniente, siempre debemos respetarla. Perdónenme si hoy me demoro un poco más de tiempo de lo usual para publicar este artículo, pero lo hago porque deseo decir algunas cosas que considero pertinentes y oportunas al comenzar este nuevo año. Porque sospecho que probablemente podrá será el último que voy vivir y no quiero irme de esta vida sin haber dicho algunas cosas.

2.- Mis disculpas

Después, presento mis sinceras disculpas a quienes haya podido ofender de alguna manera en algo que escribí en mis artículos del año 2012. A mis 84 años de edad, cuando es obvio que ya me encuentro en las postrimerías o en el ocaso de mi vida, durante la cual he dedicado 66 años a este difícil e incomprendido pero fascinante oficio periodístico, he aprendido que a ninguna persona equilibrada debe importarle lo que otras personas digan de uno, porque de eso no somos responsables; pero sí debe importarle lo que él diga de los demás, porque de eso sí es responsable. Esto solamente se aprende gracias a los años y a la experiencia, cuando uno va dejando atrás los lastres de la vanidad y la arrogancia, como lo hacen los cohetes que van al espacio. Sin embargo, debo reconocer que está en lo cierto quien dijo que yo me encontraba en el ocaso o las postrimerías de mi vida. Ya es mucho el tiempo que he vivido y es natural y lógico que sospeche que pronto tendré que hacer el viaje sin regreso. Y que ya no podré ver las próximas Olimpíadas en Brasil. Por consiguiente, no votaré en las próximas elecciones generales.

3.- Mis propósitos para este año

He aprendido que es conveniente que al comenzar todos los años hagamos nuevos propósitos de superación para cumplir en el transcurso del nuevo año. Aunque al final de cuentas no siempre se puedan cumplir, algunas veces porque surgen contratiempos que nos lo impide y otras veces   porque preferimos olvidar lo que nos habíamos propuesto. Pero cuando uno está consciente de que por razones naturales ya está viviendo el ocaso de su vida, las pocas metas que se fija al principiar un año, que podría ser el último, son firmes hasta que nos llega el momento de hacer mutis permanente. En este caso, me propongo continuar aportando a mi patria y a mis compatriotas lo que he logrado aprender a través de mi larga experiencia en la vida, tanto en el periodismo como en el campo de la política, paralelamente, porque se debe entender que un periodista que logra ser influyente no es solo una persona que tiene a su disposición un espacio en un medio de comunicación para expresar lo que lo que opina y lo que siente, sino en cierta forma opera como un político cuando, amparado en la libertad de prensa que garantiza la Constitución Política de la República, expresa sus opiniones sobre los actos de los gobiernos en turno y sus funcionarios. Antes se decía que los periodistas ejercíamos “el cuarto poder”, pero de un tiempo a estas fechas tenemos la arrogancia de pretender ser el primer poder y decidir lo que tienen que hacer todos los funcionarios públicos, sin excepción, cómo se debe gobernar, cómo se debe legislar y cómo se debe aplicar las leyes. Y, francamente, me parece excesivo que pretendamos dirigir aún a quienes han sido electos por el pueblo para desempeñar importantes funciones, como el presidente y la vicepresidenta de la República; pero está visto que cualquier persona, por badulaque que sea, se permite esa libertad que raya en el abuso.

Hay personas que constantemente reciben dinero de Organismos No Gubernamentales (ONG) de algunos países escandinavos que quieren que seamos como son ellos, para que sostengan un constante acoso a nuestras autoridades, aunque no tengan ni la preparación ni la capacidad para hacerlo. Ciertos columnistas creen que lo saben todo, como si fuesen el Oráculo de Delfos, y que, por consiguiente, los diputados deben legislar exactamente como ellos creen que deben hacerlo; que los jueces son corruptos o ineptos si no fallan exactamente lo que los columnistas desean; y que el presidente constitucional de la República debe hacer siempre exactamente lo que ellos quieren. De no ser así, inmediatamente hay una gran variedad de vituperios contra ellos. Y seguramente les dirán unas cuantas calumnias y difamaciones en las páginas de chismes como el infame y cobarde “El Peladero” de elPeriódico y en la otra página de chismes en el periodico Siglo.21. Y no podrán invocar al Chapulín Colorado para que les proteja, porque lo hacen con total impunidad.

Sobre este particular, creo que mi larga vida y experiencia en el ejercicio del periodismo y la actividad política me autorizan para hacer un respetuoso llamado a todos los periodistas del país para que no cometan el abuso de arrogancia de pretender dictar instrucciones a nuestros gobernantes en turno y a todas las demás autoridades. En este caso particular, el general retirado Otto Pérez Molina y la comunicadora social Roxana Baldetti Elías, presidente y vicepresidenta de la República, respectivamente. Es verdad que los medios de comunicación, en general, y los columnistas, en particular, tienen la delicada función de estar permanentemente vigilantes del desempeño de todos los funcionarios públicos, incluyendo a los presidentes y vicepresidentes, desde luego, porque son empleados del pueblo que les paga por ello; y tienen los periodistas el deber de denunciar y criticar lo que les parezca que no conviene a los intereses de la colectividad. Pero no se puede negar que en nuestro país se les pasa la mano a ciertos medios de comunicación y a algunos columnistas que se creen autorizados para decidir qué es lo que unos y otros deben hacer. Y si los funcionarios no hacen lo que se les dice se exponen a las más severas críticas que en muchos casos rayan en la descalificación y en la publicación de calumnias, difamaciones y ofensas a su dignidad. Eso debe ser enmendado porque aunque todos los funcionarios públicos están expuestos a las críticas, no tienen por qué soportar que con impunidad se les calumnie, se les difame, se les ofenda y se les descalifique antojadizamente porque, en opinión de algún periodista, que a lo mejor no tiene ni la más peregrina idea de lo que critica, vitupere contra cualquier funcionario público aunque sea ampliamente calificado. Además, para muchos periodistas el simple hecho de que una persona acepte desempeñar un cargo público merece de entrada la sospecha de ser una persona corrupta y ladrona, y ni siquiera se le concede el beneficio de la duda. Y si acaso su despacho necesita hacer una licitación, debe tener cuidado de que no participe en ella alguna persona que haya podido conocer en el pasado, porque de inmediato despierta la suspicacia de que hay el propósito de robar. No se comprende que todo alto funcionario público pudo haberse relacionado con muchas personas antes de ocupar el cargo porque antes no estuvo viviendo en una cueva como si fuese un ermitaño para no conocer a nadie que más tarde pudiese querer participar en una licitación.

Por otra parte, cualquier cosa que se le ocurra decir o hacer al presidente de la República, de inmediato es motivo de crítica y oposición de parte de quienes creen que eso es democracia. Sobre todo de parte de los partidos de oposición y en particular del doctor Manuel Baldizón, dueño del partido denominado “Líder”, quien comenzó su campaña electoral para el próximo período presidencial, que será dentro de tres años, desde el día siguiente de haber perdido la más reciente  elección, y casi todos los días publica costosas páginas completas en los diarios oponiéndose por principio a todo lo que planea el actual gobierno. Es indudable que este señor cuenta con mucho respaldo económico para poder hacerlo, pero debería comprender que está cansando al pueblo de Guatemala con tanta necedad, particularmente por los constantes propósitos de los diputados de su bancada de interpelar a los funcionarios que no son de su agrado y aprobación, amenazando con tomar otras medidas si éstos no renuncian de sus cargos. Lo cual se puede interpretar como chantaje político.

Con relación al presidente de la República, general Otto Pérez Molina, se tenía la esperanzas que estaba capacitado para desempeñar el cargo porque había dedicado toda su vida a su carrera militar y tenía la experiencia de haber desempeñado los cargos de Jefe de la Sección de Inteligencia Militar (D-2) y posteriormente fue Jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP) durante el desastroso gobierno emergente de Ramiro De León Carpio, donde fue “el poder detrás del trono” y por eso se creía que había aprendido a actuar como estadista. Pero Ramiro De León Carpio no dio la talla y fue un gobernante tan mediocre que se le aplicó el apodo de “huevos tibios” y pasó a la Historia nacional sin pena ni gloria. Confieso que el haber contribuido a que Ramiro De León Carpio llegara a la Presidencia de la República fue uno de los peores errores políticos que he cometido en mi vida. Porque convencí a varios diputados a votar por él en el Congreso de la República. A esos mismos diputados a quienes “depuró” poco tiempo después, al igual que al presidente del Poder Judicial y Corte Suprema de Justicia, licenciado Juan José Rodil Peralta, de quien decía que le consideraba “como un hermano”, no obstante lo cual también “lo depuró” siguiendo los mismos pasos de Serrano Elías, a quien él había sustituído precisamente por esas mismas razones. Lo cual fue una flagrante y desvergonzada traición no solo a quienes le llevaron a la Presidencia, sino también al pueblo. Y por haber tenido esa experiencia se creyó que Pérez Molina estaría preparado y en capacidad para desempeñar el cargo. Además, ofrecía gobernar el país con “mano dura”, lo cual a mí me desagradó porque me hizo recordar a las dictaduras militares autoritarias que hemos sufrido, pero el pueblo lo interpretó como que se proponía poner orden y contribuir en lo que corresponde a sus atribuciones a aplicar la ley con toda firmeza a los delincuentes y a los corruptos. Pero en el transcurso del año que ha gobernado el país nos hemos podido dar cuenta de que no hay tal “mano dura” para los corruptos y demás delincuentes. Por lo demás, él escogió a dedo a su compañera de fórmula, su amiga personal Roxana Baldetti Elías, sin haber llenado el requisito democrático de que fuese elegida en una convención de su partido. Y quienes votamos por esa papeleta no nos pusimos a pensar que por mucho que haya hecho estudios en la Escuela de Comunicación Social y haya sido secretaria del ya desaparecido telenoticiario “Aquí el Mundo”, que dirigió el periodista Mario David García y, posteriormente, desempeñó el cargo de subsecretaria de publicidad de la presidencia de la República durante el truncado gobierno del ingeniero Jorge Serrano Elías, y haya sido una exitosa organizadora del partido político que lleva el nombre de “patriota”, y que haya sido una buena jefa de la bancada de diputados de ese partido durante el régimen del ingeniero Álvaro Colom Caballeros y su esposa Sandra Torres Casanova, quien, dicho sea de paso, ya está trabajando activamente para lanzar su candidatura dentro de tres años. En esa época yo le lanzaba constantemente “flores” diciendo que tenía las piernas mejor formadas del Congreso. Luego supe que además de su actividad política tiene unos salones de belleza. Pero sin el menor ánimo de descalificarla ni, mucho menos, de ser irrespetuoso con ella, que me merece respeto y simpatía, hay que preguntarse si está suficientemente preparada y tiene la capacidad necesaria para gobernar Guatemala y, por mandato constitucional, ella tiene que hacerlo en ausencia del presidente Pérez. Pero, sin proponerme descalificarla de manera alguna, me pregunto si creímos quienes votamos por esa papeleta que estaba preparada para desempeñar el cargo para el cual la elegimos. En lo personal, siempre me ha parecido una persona agradable, y creí que éramos amigos hasta que llegó a las alturas del poder, pero carece de lo que se necesita para ser estadista, y por ende para ser presidenta de la república en ausencia del titular.

Es necesario que nos pongamos a pensar que si hemos tenido los gobiernos que hemos tenido, con mediocres gobernantes, ha sido debido a culpa nuestra. A menos cuando estos no han sido consecuencia de una imposición militar, como ha habido tantas, sino han sido libremente electos por el pueblo en elecciones libres. Existe un viejo aforismo que dice que todos los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, pero lo discute el filósofo y prolífico escritor Fernando Savater argumentando que los pueblos no se merecen esos gobernantes, sino se merecen mejores, lo cual yo tuve oportunidad de discutirle personalmente, porque creo que el entiende mal lo que se trata de decir. Tiene razón en cuanto a que muchos países merecerían tener mejores gobernantes de los que tienen, pero cuando esos gobernantes han sido elegidos libremente por los pueblos debemos entender que si los pueblos los eligieron es porque se los merecen.

En el caso del actual gobierno de nuestro país, es obvio que en la última elección presidencial la mayoría de la población votó por la papeleta del denominado Partido Patriota (PP) que integraron el general retirado Otto Pérez Molina y la comunicadora social Roxana Baldetti Elías. Ellos fueron los candidatos de su partido, no hay vuelta de hoja. Digo “su partido” porque prácticamente son los dueños de esa entidad política y, como ha ocurrido y ocurre en la mayoría de los casos, son dueños de las candidaturas. Véase si no los casos en el pasado: el licenciado Marco Vinicio Cerezo Arévalo fue proclamado candidato por el partido Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG), pero después de haber ejercido su mandato creyó que era de su propiedad y primero lanzó la candidatura del hijo del coronel Jacobo Árbenz, quien no tiene ningún mérito personal ni trayectoria política propia para pretender ser el mandatario de nuestro país; y después llegó al colmo de lanzar la candidatura presidencial de uno de sus hijos; el ingeniero Jorge Serrano Elías, llegó a la presidencia postulado por su partido Movimiento de Acción Solidaria (MAS) y el Partido Democrático de Cooperación Nacional (PDCN), que hacían exactamente lo que él les decía; el señor Álvaro Arzú Irigoyen fue postulado por su Partido Acción Nacional (PAN), que él manejó hasta que se lo matatuseó el candidato que prometió que iba a ocupar la presidencia el 14 a las 14; Óscar Berger Perdomo y Eduardo Stein integraron la papeleta que postuló el partido Gran Alianza Nacional (GANA), originalmente organizado por el general Otto Pérez Molina y el doctor Alejandro Giammattei e integrado por empresarios de los grupos financieros más adinerados del país, que en mala hora les llevó a la presidencia y vicepresidencia de la república; el partido Frente Republicano Guatemalteco (FRG), del general Efraín Ríos Montt, ante la imposibilidad de que éste fuese inscrito como candidato debido a la prohibición constitucional, escogió en su lugar a Alfonso Portillo Cabrera; y hoy el partido opositor denominado  Libertad Democrática Renovada (LIDER), es propiedad del doctor Manuel Baldizón, quien desde el día siguiente de haber perdido la última elección comenzó su campaña para ser electo en tres años. Ninguno de ellos tiene una ideología política definida que ofrezca algo concreto al pueblo de Guatemala. Todos son partidos “electoreros”, fundados y organizados con la mira de llevar a la presidencia a quien lo formó o lo dirige. Es innegable que el general Pérez y la señora Baldetti se las arreglaron para organizar y registrar a su partido con la predeterminada manifiesta intención de promover sus propias candidaturas a la Presidencia  y Vicepresidencia de la República, respectivamente. No se puede negar que ambos trabajaron muy duro para la organización y el registro legal de su partido político, y para mantener la cohesión de sus afiliados en general y de su bancada de diputados en particular. En esto último Roxana Baldetti se desempeñó con acierto en su calidad de jefa de la bancada de los diputados de su partido, cuando fueron la oposición al tristemente recordado gobierno del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y también como secretaria general de su partido, aun ahora que está gobernando. lo cual tengo entendido que no es legal ni politicamente correcto. ¡A saber! Pero el caso es que la mayoría de los guatemaltecos elegimos tanto a este presidente como a esta vicepresidenta. No nos fueron impuestos. En consecuencia, si no estamos satisfechos con él es por culpa nuestra. ¡O sea que nos los merecemos porque no nos los impusieron sino que nosotros mismos los elegimos!

4.- Editorial de la Hora 29/12/22

Sobre este particular, el Editorial de La Hora del sábado 29 de diciembre, dijo lo siguiente:

El año de la decepción

Hace un año miles de guatemaltecos vivían con esperanza el inicio del nuevo año porque pensaban que el nuevo gobierno haría realidad su promesa de cambio. Y es que si algo necesita Guatemala, en la dirección que sea, es un cambio porque lo obvio y evidente es que no podemos continuar en el modelo de impunidad y corrupción que compromete todos los fondos públicos y obstaculiza la inversión en desarrollo.

Hoy, doce meses después de cuando se esperaba el inicio del año que podría haber sido de cambio, nos damos cuenta que en el fondo nada cambió, excepto que ahora se actúa con mayor desfachatez y descaro a la hora de justificar cualquier contrato realizado con las viejas mañas de la corrupción. En otras palabras, el mismo Presidente, al justificar negocios como el de Puerto Quetzal, terminó dando patente de corso a todos sus funcionarios para que hagan lo que les venga en gana, contando para el efecto con la complicidad inexcusable de la Contraloría de Cuentas y del Ministerio Público que se encargan de estirar la chamarra que tapa a todos los sinvergüenzas que hacen de la gestión pública la forma de volverse millonarios.

Se ofreció mano dura para combatir la delincuencia común y si bien cuantitativamente se redujo la cantidad de muertos en una cantidad ínfima, seguimos viendo casos cotidianos como el de ayer, cuando un parroquiano salió de un banco del sistema con una cantidad relativamente pequeña de dinero, para ser asaltado por los cómplices del personal del banco que les informaron exactamente la cantidad retirada.

No existe, en realidad, un cambio para mejorar y tampoco existe una visión de Estado que nos permita suponer que estamos en camino de rescatar la institucionalidad democrática. Por el contrario, los negocios están a la orden del día y el ejercicio del poder es únicamente para saquear al Estado en un sucio negocio entre financistas de campaña y los políticos que no tienen ya ni siquiera el rubor de guardar apariencias.

El Presidente, quien habiendo sido poder tras el trono en el gobierno de De León Carpio, en vez de aprender a ser estadista copió a su entonces jefe y mentor las mismas habilidades. La noción de Estado no pasa por sus cabezas y se confirma aquello de que no basta ir al estadio para creerse estadistas. Guatemala es un país que no va a la deriva porque el timón se empuña fuerte en materia de corrupción y negocios como los que vimos en abundancia este año y que se coronaron con la ley de Telecomunicaciones. Pero no ir a la deriva no quiere decir ir por el rumbo correcto, porque vamos derecho a la ingobernabilidad causada por el trastoque de intereses. (Fin del Editorial de La Hora) Sin comentarios.

5.- Nikos Kazantzakis

Respetuosamente, sugiero a los guatemaltecos que de ahora en adelante escojamos mejor para candidatos a la Presidencia de la República, a personas de comprobada preparación y capacidad y no simplemente a quienes tengan a su disposición un partido político que pueda postularles. No sigamos con ese oportunismo electorero de personas hábiles que organizan un partido político para satisfacer sus ambiciones personales y sus ansias de poder y enriquecimiento. ¡Escojamos mejor a nuestros candidatos! No continuemos con las mismas prácticas que lamentablemente hemos tolerado hasta este momento. No hay que llevar a la Presidencia de la República a quien pueda tener un partido politico a su disposición y mucho dinero para sostener una buena campaña electoral. No llevemos a la Presidencia de la República a quien sea más astuto para mover sus peones, sino a quien sea una persona idónea, esté mejor preparado y sea más capaz de hacer un buen gobierno. De no ser así, cualquier sinvergüenza, narcotraficante o aventurero con dinero podrá llegar a ocupar la Presidencia de la República. ¡Si no lo hacemos así no nos lamentemos después!

Como ustedes podrán comprender, a estas alturas de las postrimerías o del ocaso de mi vida, no tengo ni el más mínimo temor de que estas palabras puedan causarme consecuencia fatales. Uno de los personajes que más he admirado en mi vida ha sido el genial escritor griego Nikos Kazantzakis, nacido en Heraclión (Creta) el 18 de febrero de 1883 y fallecido en Friburgo, Alemania el 26 de octubre de 1957), a quien tuve el privilegio de conocer. Fue autor de poemas, novelas, ensayos, obras de teatro y libros de viaje. Es, posiblemente, el escritor y filósofo griego más importante del siglo XX y el que a más lenguas ha sido traducido. No obstante, no fue muy conocido hasta el estreno en 1964 de la inolvidable película Zorba el griego, que le mereció un Oscar al actor mexicano-estadounidense Antony Quinn por ese papel protagónico. Sus más famosas novelas incluyen Alexis Zorba (1946); Cristo de nuevo crucificado (1948); Libertad y Muerte (1950); La última tentación de Cristo (1951); y El pobre de Asís (1956); Informe al Greco (1961), contiene tanto elementos autobiográficos como ficticios, y resume su filosofía como «una mirada cretense», y discute su origen arábigo, porque los árabes dominaron Creta durante los años 825 a 961. Me propongo que próximamente voy a escribir un poco más ampliamente sobre este inolvidable personaje a quien tuve el honor y el privilegio de conocer. Pero por ahora les cuento que cuando mi amada esposa Anabella y yo fuimos informador que a ella le quedaba menos de un año de vida y me sugirieron que la cumpliera alguna promesa de viaje que le hubiese hecho, ella se frotó las manos y me dijo con alegría: “¡Las islas griegas! ¡Me prometiste llevarme al mar Egeo!”, y yo hice todos los arreglos necesarios para ir a visitar todas las islas griegas, entre ellas Creta, donde está enterrado Kazantzakis sobre una de las murallas que rodean a la isla, en vista de que la Iglesia Católica no permitió que fuera enterrado en ningún cementerio. Muchos religiosos griegos conservadores condenaron el trabajo de Kazantzakis. Su respuesta fue: “Me habéis dado una maldición, santos padres, yo os doy una bendición: que vuestras consciencias sean tan claras como la mía y que seáis tan morales y religiosos como yo”, antes de que la Iglesia Ortodoxa griega lo excomulgara en 1955.

Su obra maestra La última tentación de Cristo fue incluida por la Iglesia Católica Romana en el Ïndice de libros prohibidos- Kazantzakis reaccionó con el envío de un telegrama con la cita del escritor Tertuliano: Ad tuum, Domine, tribunal appello (que significa “Interpongo mi apelación a tu tribunal, Señor”). Muchos cines prohibieron esa película de Martin Scorsese que se basaba en su novela, pero finalmente fue estrenada en 1988. Su tumba es sumamente modesta, cubierta de arcilla en la que está manuscrito el siguiente  epitafio: “No espero nada. No temo nada. Soy libre”

Twitter: @jorgepalmieri

 

 

 

 

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