MISCELÁNEA

* El sueño de Martin Luther King se hizo realidad

Como se había pronosticado en todas las encuestas, ayer ganó las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América por una diferencia de cerca de siete millones de votos el candidato demócrata, senador por Illinois Barack Hussein Obama, un abogado de 47 años de edad, tanto por la mayoría del 53.1% de los 63,245.095 votos populares directos que obtuvo contra el 46.09% o 55,897.075 votos de McCain, como por 349 votos electorales que obtuvo, o sea 79 más del número necesario para ganar, que son 270, mientras que su rival obtuvo solamente 174 votos electorales. El próximo 20 de enero será investido presidente de los Estados Unidos de América durante una solemne ceremonia.
La excelente campaña que realizó el candidato demócrata a lo largo de 21 meses y los dos mensajes claves de ?cambio? y ?sí se puede?, fueron claves en este resultado electoral al cual llaman landslide o victoria abrumadora que dan a Barack Obama más de 62.5 millones de votos populares, con 349 votos electorales, contra 55.3 millones de votos populares para el senador McCain, con 147 votos electorales.
Por primera vez en la historia de ese gran país, que ya lleva 232 años de ejercer una vida democrática, un hombre de raza negra fue candidato a la Presidencia de uno de los dos partidos tradicionales y le ganó a un hombre de raza blanca y millonario por cuenta propia y por su linda esposa, que es la rica heredera de una fortuna de productos enlatados. A pesar de lo cual se acogió al apoyo económico del estado para costear su campaña electoral, mientras que su rival, que carece de esos mismos recursos económicos, rehusó hacer lo mismo y procuró el apoyo de su partidarios y gracias a estos reunió muchos millones de dólares más que su contendiente adinerado.
Para ser sincero, yo no creí que llegaría a vivir tanto tiempo como para ver que esto sucediera. El triunfador es un afroamericano nacido en Hawaii que pasó varios años en Indonesia y posteriormente se graduó de abogado en la universidad de Harvard con honores academémicos de Suma Cum Laude, hijo de un negro nacido en Kenia (África), y de una mujer estadounidense de raza blanca. Cuando Obama nació todavía se negaba a los negros el derecho a votar, y ahora fue elegido presidente de esa gran nación, lo cual demuestra que, sin lugar a dudas, se ha avanzado enormemente en el ejercicio de las libertades en ese país democrático; y que tuvo razón Winston Churchill cuando dijo que sistema democrático no es perfecto, pero es el menos malo de cuantos existen. El perdedor fue el senador republicano por Arizona John McCain, de 72 años de edad, un respetado héroe de la guerra de Vietnam, donde fue hecho prisionero y fue torturado por los comunistas vietnamitas del norte y permaneció en la cárcel varios años. A pesar de que sus méritos patrióticos nunca le fueron negados por su oponente, sino por el contrario, los exaltó hasta en su discurso de triunfo, prevaleció entre los votantes el discurso que prometió un cambio político en Washington y el pueblo se cobró con su voto su disgusto y rechazo a las medidas y políticas erráticas del actual presidente, George W. Bush, y su partido republicano, por lo cual en estas elecciones también ganaron los demócratas mayorías tanto en el Congreso como en el Senado.
Ésta ha sido para el mundo una demostración de que, a pesar de los errores e injusticias que puedan sucederse, en los Estados Unidos de América impera la libertad de expresión, de lo cual se valieron indebidamente los publicistas del candidato republicano para lanzar una campaña negra y sucia, difamatoria y calumniosa contra el candidato demócrata, no obstante lo cual éste ganó la elección. Pero la libertad de expresión no fue conculcada, ni limitada, como debe ser en todas las democracias.
La mayoría de las personas creían que en los Estados Unidos un negro todavía no podría ganar una elección presidencial y llegar a ocupar la Casa Blanca, pero Barack Obama ha logrado convertir en realidad el sueño del reverendo Martin Luther King en su memorable discurso ante al monumento en Washington D.C. al inmortal ex presidente Abraham Lincoln, autor de la emancipación de la esclavitud de los negros y quien se enfrentó en una cruenta Guerra Civil a los estados del sur que se oponían a esta medida reinvidicadora de la dignidad humana en el que empleó como estribillo su expresión I have a dream… I have a dream, refiriéndose a que algún día sus hijos no serían tratados de acuerdo al color de su piel, sino por sus merecimientos .
Esto solo puede ocurrir en un país como los Estados Unidos de América, donde no se puede olvidar que no hace muchos años los negros eran discriminados por su color y su raza en su propio país natal al extremo que no podían entrar a ciertos espectáculos públicos, ni a los restaurantes, ni siquiera a los servicios sanitarios destinados únicamente para blancos y se les negaban hasta los más elementales derechos humanos. A mí todavía me tocó atestiguar durante mi juventud ese tratamiento inícuo que se daba a las personas de esa raza. Basta recordar las constantes actividades delictivas del execrable Klu Klux Klan. ¡Que bueno que todo eso ha terminado!
El discurso de aceptación de su derrota que pronunció el Senador Joseph McCain fue otra prueba del gran sentido cívico y democrático que priva en el ámbito político de esa nación, porque al final de su alocución reconociendo su derrota pidió la unidad de todo el pueblo norteamericano alrededor del nuevo presidente y se refirió a quien le ganó y fue su rival en la campaña electoral como my president (“mi presidente”); y lo mismo se debe decir del excelente discurso de Obama, tan sereno y maduro, digno de un presidente electo. ¡Qué gran país es ese! ¡Felicitaciones a todos los estadounidenses por las conquistas que han alcanzado en este sentido!
Más de un millón de personas se reunieron jubilosas en muchos lugares del país a celebrar el triunfo de Obama y por lo menos 150 mil le escucharon personalmente en una plaza de Chicago cuando pronunció su discurso triunfal y en uno de los acercamientos se vio visiblemente emocionados a figuras reconocidas como la popular estrella de televisión y multimillonaria Oprah Winfrey y al pastor evangélico y activista social de raza negra Jesse Jackson, que algún día trató de ser candidato a la presidencia. Ojalá que sus fanáticos seguidores no le vayan a endiosar como los alemanes endiosaron a Hitler desde que triunfó en las elecciones su partido Nacional Socialista, o Nazi. Porque así es como principian a forjarse los dictadores, por lo cual debe evitarse desde el principio para nunca llegar a correr ese riesgo por causa de la popularidad de alguna persona o de una causa.

*Hasta el fin del mundo
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Les invito a ver esta colección de slides de la Tierra del Fuego, el lugar más austral o lejano del planeta Tierra, por lo cual es llamada también “el fin del mundo”. Hacia allá nos dirigiremos a partir de mañana (jueves 06) mi hijo Alejandro y yo a bordo de un avión de TACA para celebrar en Buenos Aires mi 80 cumpleaños; y después seguiremos hasta la Patagonia argentina. Razón por la cual hoy me despido de ustedes… espero que no sea para siempre, sino en forma temporal. Espero que el día de mi cumpleaños (martes 11 del mes en curso), escribiré una nota para dar gracias a Dios y a mis venerados padres ya desaparecidos -la sanmartineca María Carlota García Martínez y el chileno José Palmieri Calderón- por la vida que me dieron, que ha sido tan llena de emociones y satisfacciones, aunque también de dolores y sinsabores; y espero que de vez en cuando escribiré también algunas de mis impresiones de viaje. Así pues, les solicito que se mantengan atentos y sigan visitando este blog para comprobar cuándo volveré a publicar algo más.
Pero mientras tanto voy a tomar unos cuantos días de descanso, sin escribir para ustedes, después de haber estado escribiendo durante tanto tiempo todos los días en más de 60 años de ejercer esta apasionante profesión periodística tan satisfactoria, pero a la vez tan llena de incomprensiones y peligros. Les confieso sinceramente que ya me estoy sintiendo un poco cansado pocos días antes de llegar a cumplir 80 años de haber nacido. No tanto como para desear dejar de escribir el tiempo que me quede de vida, porque, como he dicho tantas veces, yo no escribo para vivir, sino vivo para escribir y si dejase de hacerlo por completo dejaría de vivir y todavía quiero seguir viviendo un rato más, mientras Dios me lo permita. Y si acaso Dios dispone que no regrese del “fin del mundo” -porque uno nunca sabe lo que pueda ocurrir- me despido de ustedes, cordialmente, les digo adiós, y me fue muy satisfactorio servirles de algo durante los más de 60 años de ejercer este endemoniado oficio tan incomprendido y mal remunerado.

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