VENGANZA DE CASTRESANA Y “ACHICHINCLES” (1)

Es ridícula la venganza que dejó orquestada Carlos Castresana contra el presidente del Organismo Judicial, contra el periodista y doctor en Derecho Mario David García y contra mí.

Para mis asiduos lectores no es un secreto que yo me manifesté en contra del establecimiento en nuestro país de Comisión de Investigación de Cuerpos Ilegales y de Aparatos Clandestinos (CICIACS), con el objeto de “apoyar a los órganos legalmente establecidos en Guatemala para la persecución penal de personas responsables de cuerpos ilegales y aparatos clandestinos” el cual fue firmado el 7 de enero de 2003 a instancias del nefasto gobierno corrupto del presidente Alfonso Portillo Cabrera (actualmente en prisión en el cuartel militar Mariscal Zavala), por medio de su ministro de Relaciones Exteriores, Edgar Gutiérrez. Por fortuna, sin embargo, cuando éste fue discutido para su ratificación en el pleno del Congreso de la República, los diputados decidieron consultar a la Corte de Constitucionalidad (CC) y ésta lo declaró inconstitucional. Después se creó la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) durante el gobierno también nefasto y también corrupto de Óscar Berger Perdomo por medio de su odioso vicepresidente, Eduardo Stein Barillas. A ésta también me opuse, como lo hice con la CICIACS porque me parece indigno y vergonzoso que tengan que venir fiscales extranjeros a nuestro país a atender una situación que corresponde resolver al Estado en turno, de acuerdo a la Constitución Política. Y no porque tuviese “gusaneras” que esconder”, como dijo en su oportunidad el susodicho Stein,. Además, publiqué reiteradamente mi opinion que, además de ser eso un motivo de vergüenza nacional. Fue así como nació la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), al frente de la cual la ONU nombró al español Carlos Castresana Fernández, que desde la entrada comenzó a expresarse y a actuar como si fuese un émulo del tristemente recordado sanguinario fraile judío-español Tomás de Torquemada, el Inquisidor General del “santo” Oficio, confesor y consejero de la reina de España Isabel “la católica” . Desde el principio siempre actuó como si se creyese un procónsul con derecho a descalificar, juzgar y condenar a cualquiera. Parece que no tuvo el cuidado de dedicar el tiempo y el trabajo para percatarse de que, según lo especificado en el convenio, sus atribuciones consistían en ASESORAR Y ACONSEJAR a los organismos del Estado encargados de la justicia en este país que se precia de ser libre y soberano, no a dirigirla. Debido a esa insoportable actitud, durante todo el tiempo que permaneció en nuestro país, al frente de la CICIG, para desgracia de nuestras instituciones legales, se dedicó a desprestigiar, calumniar y difamar a todas las personas e instituciones que no estuviesen completamente de acuerdo con él. Aunque, por otro lado, la agencia internacional de Relaciones Públicas Burson Marsteller se encargaba de proyectar una buena imagen de él, gracias a lo cual le fue fácil conquistar a muchos, algunos de ellos probablemente por incautos, como la premio Nobel de la paz  Rigoberta Menchú Tum, (¡que no vaya a ser mucha la paz!) Helen Mack, “pre comisionada” (?) de la Policía Nacional Civil, y su amiga Carmen Aída Ibarra, la licenciada Yolanda Pérez (fue empleada de la CICIG antes de ser viceministra de Gobernación), el director de la oficina de derechos humanos del arzobispado, Nery Ródenas, Marco Antonio Canteo, el abogado Ramón Cadena (quien en vano ha tratado de llegar a uno de esos altos cargos), el también abogado Ricardo Sagastume (quien se pronuncia como un moralista), Alejandro Quinteros (del supuesto “movimiento cívico nacional”) y otros elementos de la autodenominada “sociedad civil” (?), que a saber de dónde han sacado esa ficticia “representación” –unos de ellos auténticos badulaques o mentecatos– que, evidentemente, creyeron que por ser fieles seguidores de la CICIG y de Castresana se daban baños de pureza y quedaban “libres de todo pecado”. Al mismo tiempo, contrató los servicios profesionales de un bufete de abogados que encabeza el licenciado Luis Alfonso Carrillo, quien se disgustó de manera enfermiza por su fracaso en su intento por llegar a ser escogido entre la nómina de 6 candidatos que la Comisión de Postulación le propuso al Presidente de la República para que entre ellos él nombrara al Fiscal General de la República y Jefe del Ministerio Público. ¡Y desde entonces odia mortalmente al presidente de dicha comisión postuladora, doctor Erick Alfonso Álvarez Mancilla! Por otro lado, actuaba con doble moral porque, mientras acusaba a medio mundo de cometer una serie de delitos y pecados, él trajo consigo, contratada para trabajar en la CICIG, con un respetable sueldo de US$7,000 mensuales, a una joven negrita jamaiquina de nombre Tomalja Audrie Harris, quien había sido su alumna en una universidad jesuita de California y desde entonces ha tenido relaciones íntimas con ella.

Castresana con su amiguita jamaiquina Tomalja Audrey Harris y su mamá. A pesar de estar TERMINANTEMENTE PROHIBIDO en la ONU que un alto funcionario tenga relaciones íntimas con alguna empleada, Castresana trajo a Guatemala a trabajar en la CICIG con un sueldo de $US 7,000 mensuales, a esta señorita que había sido su alumna en una universidad jesuita de California. Y cuando esta foto le llegó al Secretario General Ben Ki-moon, lo mandó llamar y le exigió que presentase su renuncia inmediatamente. Por eso es que me odia y antes de marcharse dejó planificada una orquestación contra el doctor Erick Alfonso Álvarez Mancilla, porque no le soportó algunos abusos y le mandó por un tubo cuando ofreció que la seguridad de la CICIG iba a encargarse de la seguridad de los jueces, y le respondió que de eso debía ocuparse el Estado de Guatemala y directamente el organismo Judicial. ¡Eso lo enfureció! Y contra el valiente periodista y doctor en Derecho Mario David García, porque muchas veces le ha dicho sus verdades en el escuchado programa “Hablando Claro” de la cadena radial de Emisoras Unidas; y contra mí, porque le he criticado constantemente y, principalmente, porque fue por medio de este blog que la ONU se enteró de que tenía empleada en la CICIG a su amiguita jamaiquina, lo cual le costó el empleo, con todos los privilegios que tenía y el jugoso salario que devengaba. (Continuará)